30 marzo 2016

Ella y él

Allá fue donde me los crucé, una pareja de jóvenes árabes, y me quedé observándolos al descuido por la curiosidad que ofrecía su contraste.
El que primero me llamó la atención fue el hombre, porque en su afán desatado de modernidad, de exhibir la pasta y esgrimir glamour, lo cierto es que el tío iba hecho un cromo, con más logos encima que una moto GP.

Coronaba su testa una visera de béisbol, que tenía la peculiaridad de llevar el estampado de Gucci, por lo que le habrían aplicado un buen clavo. La chupa de hipermarca, con más pelo que el Yeti en la capucha y demasiado abrigada para el final de marzo, era lo que habría necesitado el imprudente capitán Scott para derrotar a Amundsen en la carrera de la Antártida.

Como la llevaba abierta, asomaba una camisa de flores suelta. El pantalón era negro y de chándal, con unas listas doradas a los lados de las perneras. Las zapatillas atendían a lo que en mi remota adolescencia se llamaba "break-dance", pero enaltecidas con unas incrustaciones doradas en los talones.
El chaval iba de chuliboy, dando el cante. Sin embargo, la pareja del muchacho optaba por otro estilo, la última moda del Yemen del siglo XI: el niqab.
Enlutada de arriba abajo y con guantes negros, solo se veían sus ojos. Me quedé pensando qué tipo de relación podían tener esas dos personas con el país occidental donde estaban, donde tal vez incluso vivían.

De entrada, parecía evidente que les gustaban el consumismo y el lujo de nuestras decadentes sociedades, pues allí estaban, dándolo todo con varias bolsas amarillas a cuestas. Pero el hombre aceptaba al mismo tiempo que ella caminase por Londres enmascarada en el luto, incapaz de lo mínimo en un mundo normal de libertades: circular con el rostro al descubierto.

Mientras él elegía una estética rompedora, ella quedaba relegada al medievo, denotando el muro de derechos y deberes que separa en su sociedad a hombres y mujeres.
¿Compartirán esos dos chicos los valores occidentales, o les darán repelús salvo para pasar sus visas por los cajeros de las boutiques de Knigtsbridge y Mayfair?
No lo sé. Pero sí parece que algo no encaja.

Luis Ventoso


6 comentarios:

  1. Tipical moruno. He presenciado situaciones similares por el norte de Africa. Una advertencia: no engañarse por esos ojos negros que sugieren maravillas ocultas; suele ser decepcionante.

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    1. DON BWANA
      Vaya. Conoce el percal. Menuda pandilla de horteras cutres resultan esos moros adinerados.

      Tendré en cuenta su advertencia sobre los ojos que se esconden detrás de esas sotanas morunas.

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  2. A alguna listilla (que las hay, aunque parezca mentira), que se pone a defender eso de que hay que respetar todas las culturas y que si la mujer musulmana va con velo o con burka, hay que transigir, siempre les contesto lo mismo: "Si estos llegan algún día al poder aquí, nosotros vamos a vivir de puta madre, pero a vosotras que Dios os pille confesadas, porque os vais a dar cuenta de lo que es retroceder mil años en vuestros derechos".
    Y si la listilla es de confianza, añado: "Idiota, más que idiota, cómo es posible que una mujer occidental defienda comportamientos como esos diciendo que ellas van así porque quieren. Eso es lo que dicen, cómo para decir lo contrario"

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    1. DON TRECCE.
      Perfecto razonamiento. Son , como comentas, bobas las tontorronas que se dejan llevar por las modas multiculturales. Debieran de probar un poco de esa medicina islamista durnate algún tiempo.

      Y ya para culminar la labor ser sometidas a ABLACIÓN.

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  3. Recientemente tuve que visitar una clínica oftalmológica de las de 200€ la visita, cara carísima, y mentiría si dijera que en la sala de espera no conté, a bote pronto, siete u ocho "sultanes" de los de bata, turbante y fresco perfume parisino. Acompañándoles, otros tantos traductores, uno por cabeza, varones, parecidos a estatuas. El sultán hablaba y ellos traducían.
    Fuera, en los jardines de la clínica, esperaban las mujeres, apartadas como apestadas.
    Después escuchas hablar de igualdad a las mulas españolas y solo puede darte la risa.

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    1. Vaya experiencia, DON HEREP. Supongo que sentirías la natural curiosidad de ver qué gestos renian al uso los moros ricos.
      No dejan de ser camelleros alfabetizados en Gran Bretaña.

      Las mozas progres de aquí no espabilan queriendo ser como las esclavas de esos sátrapas de los arenales. Tontorronas del culo.

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