06 abril 2011

Confucio, ese maestro moderno

China lo ha rehabilitado como ideólogo oficial del país con una millonaria película sobre su figura que ha batido récords y que ahora llega a España. Sepa por qué las enseñanzas de este filósofo universal parecen hoy más vivas que nunca.

Su azarosa vida, lo poco que de ella se conoce, fue un fracaso. Pero su pensamiento, recogido en escuetos diálogos por sus discípulos, marcó durante 2000 años el rumbo de Oriente.

Si algo impresiona en la historia del maestro Kong (verdadero nombre de Confucio) es el abismo entre la modestia de su biografía y la colosal influencia de su legado y su fe en las bondades de una conducta recta, pese a la caótica época que le tocó vivir.
La perpetua frustración de sus ideales de armonía, dignidad y cortesía que soportó toda su vida tuvo, en cambio, el eco más duradero y grandioso que cualquier sabio pudiera imaginar. Porque al margen de las vicisitudes que ha atravesado el confucionismo, su ejemplo (en su caso sería impropio hablar de discurso) conformó un carácter. Una manera de ser y de actuar presentes hasta hoy, no solo en su país, China, sino en Taiwán, Corea, Japón, Singapur...

Y es que lo que Confucio trató incansablemente de enseñar no fue una doctrina, sino un saber ser y un saber vivir tan diametralmente opuestos a lo que hoy se fomenta como parecida resulta nuestra actualidad a lo que él detestaba y combatía.

Aunque lo que se cuenta de su infancia, ¡hace 2562 años!, no sea muy fiable, parece que el "maestro", como lo llamaban todos, fue hijo de un noble que murió al nacer él y antes de poder casarse con su madre, una hechicera joven, según la leyenda.

Huérfano muy pronto, Confucio debió arreglárselas solo desde pequeño. Aprendió toda clase de habilidades y desempeñó diversos oficios que más adelante le servirían mucho y asombrarían a sus discípulos. Pescaba, cazaba, tiraba con arco con gran habilidad.

Su vida y su carácter fueron siempre la antítesis del típico sabio chino, frágil, ascético y solemne. Confucio era un hombre de acción y un deportista de temperamento fogoso y gran fuerza física. Con un extraordinario autocontrol, eso sí. Pero mucho más afín a un capitán que a un filósofo. De hecho, fueron esas cualidades, y no su filantrópica vocación política, las que le permitieron sobrevivir en la turbulenta China de su época, dividida en infinidad de principados, la mitad de los cuales estaba en manos extranjeras.

Los señores feudales se enfrentaban así en guerras aún caballerescas, no masivas y descodificadas: tenían mucho de estético y ritual.

La revolución de Confucio en ese mundo fue la introducción de una moral radicalmente nueva. Sustituyó los valores de la aristocracia guerrera por las del civil ilustrado. Frente a valentía, justicia. Frente a autoritarismo, honestidad y bondad. Detestaba la violencia, pero no las virtudes guerreras, innecesarias, decía, si "el hombre de bien", al que elevaba a rango superior de la jerarquía, sabía ejercer las cualidades que él postulaba como puntales de una sociedad ideal.

Son las que atribuye al "caballero", descritas con insistencia en su única obra, las Analectas: "Un caballero es tolerante y libre, un hombre común está lleno de ansiedad y temor". "El verdadero caballero es quien solo predica lo que practica."

Lo cierto es que el reformista político que era se vio frustrado una y otra vez. Desde que, con 20 años y recién casado, perdió su primer trabajo como guarda forestal de Lu (su comarca natal) hasta su muerte, a los 73, Confucio recorrió el país buscando, en vano, a algún príncipe que le permitiera aplicar sus ideas de gobierno.
Cada vez más conocido por todos, su vida fue un perpetuo errar, rodeado de una tropa de apariencia casi militar, de discípulos de todas las edades, profesiones y clases sociales. Así, el vocacional hombre de Estado se convirtió, a su pesar, en pedagogo, inaugurando un modelo de relación amistosa, libre y materialmente desinteresada, la de maestro-discípulo, desconocida en el mundo hasta entonces.

Su enseñanza se cifraba en el ejemplo, la acción, la actitud. Una coreografía existencial en las antípodas del conductismo doctrinario en que acabó convertida su enseñanza.

Su figura, eclipsada en China durante los 350 años que siguieron a su muerte, se convirtió después en el modelo ideológico del imperio unificado. Eso sí, tergiversado. La élite de la sociedad la integrarían los funcionarios formados a la estereotipada imagen y semejanza del caballero que él propugnaba. Y los valores del confucionismo se transmutarían en doctrina de la sumisión.

Ahora, la prosperidad de sociedades como las de Taiwán, Corea, Hong Kong o Singapur renuevan el interés por él. Si Voltaire tenía una imagen suya en su escritorio y Elias Canetti consideraba las Analectas el primer retrato espiritual de un hombre y uno de los más modernos, bien puede augurarse un largo futuro aún a este filósofo que difundió el ideal de una educación universal como requisito infalible de la paz y la felicidad.

Una educación, eso sí, milenariamente alejada de la actual. No enfocada al entrenamiento práctico y al dominio técnico, que da lugar al "bruto especializado", sino a un objetivo moral.

Tellagorri


14 comentarios:

  1. No estaría mal cambiar las clases de "Ciudadanía" por "Filosofía de Confucio". A ver si así nuestros jóvenes adquieren nuevos valores y cambian su manera de enfrentarse a la vida.
    Me gusta la moral que postulaba el filósofo.

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  2. DOÑA ELENA
    Has elegido muy bien, como es habitual en tí. Su filosofía o modo de conducirse en la vida, lo que llamanos ética, ha sido considerada siempre la más perfecta.
    Respetada por ateos y creyentes. Incluso se ha especulado con que mucha de la "moral" contenida en los discursos de Cristo procedían directamente de Kung-Fu-Tze.

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  3. Una especie de santo de vida humilde pero de gran repercusión a su muerte y después de ella. Es obvio que propugnaba unos valores muy positivos y una manera de actuar loable, quizás demasiado para aquella sociedad militarizada y en continua guerra. Después sus doctrinas, como los sociatas y progres han hecho con el Marxismo, fue tergiversada por el Imperio Chino para adaptarla a sus propios intereses, algo que por otra parte también hizo la Santa Roma Iglesia con Jesús, símbolo de humildad y austeridad, que como todo el mundo sabe son los valores propugnados por los purpurados y papas (a leer con ironía).

    Un saludo.

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  4. Confucio hoy sería llamado facha, y si se dedicara a la educación, los mandarines psicólogos y profesores le harían el vacío.

    Confucio pretendía educar, en cambio hoy se busca el adoctrinar. Es por ello que no pocos preferimos que sean los padres los que decidan que moral y qué ética quieren enseñar a sus hijos; y a los que no nos gusta nada que esa meretriz sarnosa que es el Eatado y la casta gobernante, metan sus narices en la ética de mis hijos.

    Naturalmente no conozco la filosofía de Confucio, pero todos hemos leido tal o cual dicho de ese personaje, que nos ha dejado cavilando un buen rato.

    Estoy con Elena, preferiría una asignatura de filosofia confunciana antes que esa mamarrachada de la ciudadania.

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  5. CAROLVS
    En efecto, los mandarines chinos lo tergiversaron al igual que los de la Santa Madre hicieron con otro.

    Sus enseñanzas sobre conducta en la vida son inalterables con el paso del tiempo y van ímplicitas en la esencia de la propia Naturaleza.

    Pero los difusores de este tipo de enseñanzas suelen ser apadreados o TAPADOS.

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  6. SEÑOR OGRO
    A ojos cerrados sería muchísimo mejor la asignatura de principios de Confucio que las vigentes en España desde siempre. Durante siglos nos impusieron el CATECISMO como primera asignatura, y luego el mariconismo en los actuales tiempos.

    Como muy bien dices, Confucio no gusta porque lo que los dirigentes de todo color quieren es ADOCTRINAR. Por eso los curas llamaban a lo suyo "La doctrina".

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  7. Don Javier, cierto que la iglesia ha intentado muchas veces imponer su doctrina, poniendose al lado del poder.

    Pero no es menos llamativo el hecho de ver como aquellas generaciones eran infinitivamente más críticas con el poder, que las actuales y muy ateas generaciones nacidas en democracia.

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  8. "No me preocupa el no ser conocido. De lo que trato es de hacerme digno de ser conocido."; creo que esta frase suya resume la figura de este gran pensador y filosofo; y aunque es un gran desconocido para los occidentales, su obra es equiparable a las escuelas filosóficas de la antigua Grecia; llenas de vida, de enseñanzas que profundizaban en la relación del ser humano para consigo mismo y para los demás, donde el respeto por la vida y el conocimiento eran primordiales para la prosperidad de los individuos. Igualico que ahora con la educación para la ciudadania y los 17 planes de educación en este país, donde en vez de formar personas, forman ovejas latxas, laconas, merinas, churras y acémilas, que son manejables y no dan problemas.
    Un saludo

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  9. DON MANUEL
    Muy bien, su comentario denota conocimiento del tema, como siempre, y la habitual e inevitable, por imposible, crítica a las generaciones educadas en el oportunismo y la vagancia.

    Subrayo su frase : " el respeto por la vida y el conocimiento eran primordiales para la prosperidad de los individuos.

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  10. Un "sabio" de otra creencia que adoraba al emperador chino, expresamente. ¿Tal vez Mao fuera el "conseguidor" de Confucio, no?.
    ¿Eso no ocurría en Roma con otros sabios?.
    Enseñar y adoctrinar son sinónimos. (menos en el seno de la familia) Los límites entre ambos eso ya depende.
    Saludos a toda la peña.

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  11. Doctrina equivale a "dictados", lo que lleva inevitablemente a pensar en dictadura y dictadores. Pero el sentido de la palabra doctrina no tiene que ser peyorativo, dependerá en todo caso del contenido de esa doctrina. El cristianismo, por ejemplo, es una doctrina; pero una doctrina con normas de vida sencillas destinadas a facilitar la convivencia y el amor a los demás. Los dogmas y demás farfolla vinieron después.

    No me extrañaría que algo cogiese de la filosofía de la vida de Confucio. Sin ir más lejos, la cita que recoges en el post es magistral.

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  12. DOÑA ELEONORA
    No, Confucio no adoraba ni enseñaba a adorar a ninguna deidad.
    Lo suyo era una muestra o lección de ética en relación a la conducta humana, sin premios ni castigos.

    La diferencia entre enseñar y adoctrinar es bastante distante, para mí.

    Pitágoras y Confucio enseñaban sus conocimientos filosícos, ajenos de toda religión, y cuya finalidad era mejorar la conducta de sus contemporaneos.

    Y las ideas de ambos calaron durante cientos de años en la masa popular, pero las de Confucio siguen vigentes en Oriente. Pitágoras fue olvidado.

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  13. DOÑA CANDELA
    Yo no creo, es mi opinión por haber leído desde joven muchas de sus sentencias morales, fuera Confucio ningún adoctrinador o responsable de DICTADOS.

    Su escuela de seguidores gustaban de sus enseñanzas en relación a cómo comportarse en cada situación de la vida para mantener una DIGNIDAD y UNA CORTESÍA con el prójimo. En sus consejos jamás citaba nada que tuviera relación con deidades ni con premios y castigos tras la muerte.

    Lo más parecido a eso sería, para poder explicarlo, el tipo de educación que inferian los colegios británicos del XIX y XX a sus aristócratas ( en Confucio no hay clases sociales diferenciadas)para actuar en la vida de Gran Bretaña, con esmerada cortesía de trato,con valor y sentido de la Justicia en las guerras y con criterio ejemplarizante en medio de la sociedad civil.

    Las enseñanzas de Jesucristo iban también por esas vías, luego degradadas y pervertidas al ser usadas, como dices, como dogmas con los que someter a las masas a un poder, el de la jerarquía eclesiástica.

    Muchos occidentales de gran cultura y desengañados de creencias religiosas, fueron confucionistas en sus vidas. Consideraban la única fuente de ética o moral las enseñanzas del chino.

    Aquellos alumnos de Eton e iguales colegios imprimieron a la sociedad británica unos valores que hicieron que tuvieran un gran imperio en el que las élites dejaban su impronta de señorío.

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  14. Lo se. No, no me refería a considerar doctrina a lo de Confucio, que es más una filosofía de la vida.

    Hablaba de doctrina en términos semanticos, porque siempre tiene connotaciones peyorativas pero no tiene porqué ser así.

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