05 abril 2011

Las sicarias

Tacones altos, un kalashnikov bajo la almohada, rostro aniñado... Así son las mujeres letales con las que el reportero mexicano, experto en el mundo del narco, se reúne cara a cara. Ellas son la novedad en el negocio del crimen y presumen ya de superar en eficacia a los machos. En España, estos días, se ha descubierto que se anunciaba una sicaria

Nos han dejado solos en el patio de la prisión, y lo primero que le pregunto a Yaretzi es cuánto cobraría por matarme. Ella me mira como se mira al muerto que no es de nadie, con el rostro impasible, de retablo, y luego, con ese aire de femme fatal que a cualquiera doblegaría, dice:
"Vales lo mismo que toda la demás gente, nada".

Parece que la chica goza al herir con saña, pero aunque su voz sea suave tiene mucha autoridad. Hace unos siete años, cuando Yaretzi cumplió los 18, adquirió cierta habilidad en una escuela militar: matar con pistola. Esas manos talentosas la llevaron a conocer al narco del pueblo. Un narco que, como Dios manda, recluta a quien tenga el valor suficiente para jalar un gatillo y la imperiosa necesidad de ganarse unos dólares. Él le enseñó otros trucos, como torturar, disparar ráfagas de coche a coche, secuestrar y desaparecer a las personas.

Yaretzi iría por su muertito 26, pero los guachos (soldados) la arrestaron por llevar dos cuernos de chivo (AK-47). Por eso estamos en el patio de esta cárcel, de cuya ubicación no debo acordarme.

1. YARETSI.
Esta chica de estatura corta y moral alta empezó a matar al por mayor cuando se rompió el estricto orden que había alrededor de la muerte. Antes, a uno le estallaban los sesos por perder un cargamento, por chivato o por no entender que la traición y el contrabando son cosas incompartidas.

Hoy, como más tarde me lo hará saber Yaretzi, ya no importan nombres ni razones. "Sólo quiero saber cómo funciona tu mundo", le dije a Yaretzi, y ella entendió que el tipo que tenía enfrente no había venido a visitarla para resolver los asesinatos. Aceptó y luego pidió una sola cosa, como si buscara la redención: "Debes escribir que creo en Dios y que estoy arrepentida". Así será. Pero primero hay que empezar con cuando ella trabajaba para el Diablo:

"Los sicarios no nacemos, nos hacemos. Yo me hice en la escuela militar. ¡En serio! Salí de ahí con el corazón hecho piedra, odiando a toda la gente. Anduve en las calles y ahí encontré a mi patrón. Le sigo diciendo así, aunque ya lo mataron. Él me bautizó a la niña y, ya luego, me hizo al chamaco. Pinche abusón. Lo levantaron ("secuestraron) como al mes que tuve a Brandon. Lo pozoliaron vivo (lo sumergieron en ácido).
Pero, te decía: yo no entré a este jale porque hayan matado a mi patrón. No. Fue por dinero. Los hombres sicarean por diversión, porque les divierte matar, les da un no sé qué que los hace sentir la cagada más grande. Las mujeres entramos por dinero. Al menos lo mío fue así. Eso de que andamos en este jale por amor es una mamada. Y te decía: yo empecé a los 20 años. Al principio limpiaba vómito y sangre. Luego fui mandadera y de ahí pasé a cóndor (el que ubica a los contras enemigos). Después fui lince (el que levanta y tortura)  y de ahí me pusieron a sicariar.Desde entonces me puse a matar".

"Yo he muerto dos veces. (Yaretzi se jala la camiseta y me muestra un agujero en el hombro. Dice que tiene otro en la espalda). Los tiros ni se sienten, pero qué frío te da. Parece como si fueras de hielo o no sé de qué. Y luego se te va la fuerza y andas como un pinche muñeco de alambre. Pero eso no se compara cuando te levantan y te torturan. Ahí sí le pides a Dios que ya te mueras. Creo que me violaron todos, los cuatro cabrones que eran".

Yaretzi un rato después dirá que aquel día, cuando abusaron de ella y le arrancaron dos uñas, fue cuando encontró a Dios. "Lo vi cuando ya nomás miraba todo blanco, blanco. Era Dios. No pongas esa cara. De pronto abrí los ojos y el que me cuidaba estaba bien dormido, bien drogado. Y no me preguntes cómo, pero Dios me dio fuerza para desamarrarme y corrí, corrí como pinche loca y no me detuve. Yo le he dicho a Dios que, cuando salga, nomás voy a matar a los que me levantaron y me retiro".

Yaretzi va a su celda. Regresará con una desmadrada Biblia y me señalará su salmo preferido. "No temas, porque yo estoy contigo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10"...

Dice que tiene la misma puntería con una calibre 22 que con un cuerno de chivo. El director de la cárcel me había dicho que Yaretzi disparaba como si fuera un sexto sentido.

-Matas, ¿y luego?

-Nada -dice Yaretzi-, no sientes nada. Habemos gente así.

-¿Y son mejores las sicarias que los gatilleros?

-Es que los hombres son muy arrebatados, para todo quieren disparar y eso enoja a los jefes. Las mujeres como que la pensamos más y eso también es el valor.

-¿Alguna vez se te ha quedado en la ropa el olor de un muerto?

-Varias. ¿Y sabes a qué hueles? A azufre, a cohetes (petardos).

2. LA "GÜERA".
Apenas ayer por la noche, en un restaurante de Ciudad Juárez, la Güera quiso ser mi Marco Polo en el mundo del sicariato de lápiz labial. Llegó haciendo ruido con sus tacones como queriendo dejar huella. La mujer era tan guapa que inspiraba pensamientos indebidos. Tal vez sea cierta su leyenda: los hombres nacieron para adorarla. "Soy la Güera, la sicaria", se presentó y yo le creí. Sus uñas, largas y brillantes, eran una especie de navajas suizas. Me cuenta que dormía con un kalashnikov debajo de su almohada. Y que los días de matar le sabían ya a aceite quemado. No porque le desagradara ser pistolera, pero como ocurre con la cerveza, después de mucha, fastidia.

Su trabajo en el cártel era coquetearle a los narcos rivales; saber todo de ellos, nunca contar nada sobre ella y entregarlos al jefe para que les arrancara los dedos, les cortara los testículos y les agujereara la cabeza. Algunos narquillos que han sido arrestados han dicho que estas modernas Mataharis salieron de los huevos de la Línea, esos pistoleros del Cártel de Juárez que han estado usando la estrategia más vieja para conservar la plaza: matar a los contras.

Hoy se sabe que el Cártel de Sinaloa tampoco ha dejado fuera a las mujeres de su plan empresarial. Los narcos de esta última década han entendido que hay mucha gente por matar y necesitan manos que estén dispuestas. A la Güera no le gusta decir para qué cártel trabaja. Pero, con quien sea para quien trabaje, ha puesto su gotita de sangre para que el 29% de las ejecuciones en México sucedan en el Estado de Chihuahua.

La Güera entregó al cártel a un policía que en la cama solía prometerle amor infinito. A otro, un narcomenudista, le soportó golpes y el sexo más salvaje, todo para llevarlo a una casa donde lo torturaron hasta que lo decapitaron con una motosierra. También tuvo que flirtear con un gordo de aliento insecticida que lavaba dinero para los rivales.
"A ése lo pozoliaron", dijo la Güera con una indiferencia de reptil, y yo imaginé al tipo metido de cabeza en un tambo con ácido, pataleando.

-¿Y a poco no sueñas con toda esa gente que has entregado al matadero?- le pregunté, y ella tamborileó las uñas sobre la mesa.

-Si lo hiciera, me tragaría el remordimiento- contestó y soltó una sonrisa con la que hubiese sido capaz de amistar a todos los líderes de los carteles-. No me estoy riendo de tí -advirtió con suavidad-, es que orita me acordé de un hijo de la chingada.

Ese hijo de la chingada que le alborotaba las entrañas era un matoncillo que, al parecer, no quería ni a su madre. Todo el día andaba hasta las cejas de cocaína y mataba a la misma velocidad con la que hablaba. Se vendió al otro cártel y, para comprarse vida, se fue a esconder a una ranchería de Parral. Allá lo encontró, en una cantina.
"Me costó trabajo entregarlo porque siempre andaba armado y escoltado", me dijo la Güera. "Tuve que acostarme con él todo un pinche mes", reprochó, y después contó que lo descuartizaron y que a dos de sus escoltas los quemaron. "Les echaron gasolina y los prendieron vivos".

Debo confesar que todavía sigo sin entender qué parte de este crimen llevó a la Güera a sonreír.

3. MARTA.
Ella lleva días en busca de una oportunidad. "Quiero ser sicaria", les dice a sus jefes y uno de ellos le advierte: "En este jale sólo hay dos cosas seguras: no debes confiar en nadie y tú también serás asesinada". Lo va a pensar mejor.

Se entera de que su padre ha muerto por un infarto y en vez de ir al funeral, va a la casa y le roba dinero a su mamá. Sabe que, tarde o temprano, cerrará la carpintería que forjaron sus padres, que se acabará la clase media y que ella no tendrá cómo comprar la droga. Decide ser sicaria.

Marta y un grupo de pistoleros levantan a una soplona en el centro de Ciudad Juárez. Quienes vieron cómo arrastraron a la vieja de las greñas y cómo la treparon a un camionetón olvidarán pronto el crimen, porque en Juárez, y en todo México, no sólo se borra la vida, también la memoria, y quienes recuerdan no salen vivos de la historia.

Marta azuza a sus amigos con una voz cargada de entusiasmo: "¡Hay que quemarla!". La soplona va amordazada y la música sale a chorros por la ventana. Va a matarla pero tiene un dilema: ¿martillo o la nueve milímetros? Marta escoge el martillo y le rompe la cabeza. Luego mira a su jefe como quien se quita un peso de encima. Marta sabe ya lo que es la adrenalina.

Marta me explica: "Tu primera muerte es como tu primera cogida, no la olvidas". No tenía nada personal en contra de la narcomenudista. Ni siquiera la conocía. Tampoco le vio la cara. "Cuando matas no tienes que ver al difunto, porque se te queda y puedes volverte loco".

Marta quiere recalcar algo antes de continuar: la Santa Muerte es su guía: se lleva a ricos y pobres por igual. Me enseña a la Santa, tatuada en su espalda como una barda publicitaria. Marta tiene que ir a la celda de enfrente. Está enganchada a la cocaína y necesita esnifar su dosis del almuerzo. Ese hábito se está llevando lo mejor de ella. Marta llegó a un restaurante a cobrar la extorsión y le cayeron los militares.

-Está muriendo mucha gente que nada tenía que ver con el narco, mucha gente inocente.

-Aquí no hay inocentes. Todos los muertos algo han hecho.

Yaretzi dijo lo mismo: gente de la droga matando a gente de la droga.

-¿Y qué vas a hacer cuando salgas de la cárcel, Marta?

-Lo que venga.

-¿Seguirás en el narco?

-Lo que venga.


Por eso la vida, en estos tiempos, desaparece igual que el ruido del disparo.

MARTÍN MUCHA


13 comentarios:

  1. Muertes y torturas terribles, que generan escalofríos solo de leerlas. Una sociedad la de los cárteles terrible, basada en el odio y el dinero, donde uno no vale nada. Las mujeres y los niños sicarios parecen ser la última moda, una moda que huele a sangre.

    Un saludo.

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  2. CAROLVS
    Más vale que no te alejes de tu ragazza porque éstas son más peligrosas que un tsunami caribeño.

    ¿Porqué será que cuando las mujeres se dedican a un oficio de matarifes propio de hombres son mucho más eficaces y crueles?

    En México, como dices, la moda última de sicarios son SICARIAS. Y al parecer han empezado a anunciarse en periodicos de España. A poner anuncios sobre su profesión, quiero decir.

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  3. Es una triste realidad, "¿Por qué será que cuando las mujeres se dedican a un oficio de matarifes propio de hombres son mucho más eficaces y crueles?", dices.

    A lo largo de la historia eran las mujeres las que se quedaban en casa cuidando a los hijos pequeños y las propiedades. Sólo servían para llorar e implorar a los varones que no fueran a la guerra. Ellos eran los héroes, y ellas... las débiles, las que sufrían durante todo el tiempo de contienda ...hasta la próxima en la que quizá moriría su hijo. ¡Cuántas guerras nos hubiéramos evitado si de las mujeres hubiera dependido!

    Ha pasado el tiempo y nos hemos cansado de ser el ser inútil y débil que sólo servía para llorar la sangre derramada de sus hijos. Hemos querido ser admiradas, tenidas en cuenta, y para ello hemos aprendido rápido y eficazmente. Hemos tenido grandes maestros.

    Un abrazo.

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  4. Pavoroso. No tengo dudas de como si pudieran, usarían bebes para matar gente.

    Que dios les perdone, pero si de mi dependiera, no gastaría dinero publico para encarcelar a quien "vive" metiendo en acido a otras personas.

    Siempre tengo mis dudas con la pena de muerte, pero con gentuza así, es que no veo otra solución. Pobre Mexico.

    ¿No es curioso que con la facilidad que tiene el hombre para aniquilar especies animales y vegetales, no logremos aniquilar a la puñetera hoja de coca?.

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  5. Bueno, bueno, Doña, no me riñas que no he hecho nada para tener a las mujeres sujetas con un cable a la cama.
    La Historia de la Humanidad es así y creo que la culpa la tienen más las RELIGIONES y sus hechiceros que el resto de hombres. La propia Biblia, y más el Corán y la Torá, son compendios de considerar a las féminas como seres INFERIORES.

    Pero una vez que ese supuesto se ha eliminado y hay igualdad de derechos ( desde principios del siglo XX), las MULLERES habeís demostrado ser mucho más crueles que los varones en según qué profesiones de "poder sobre el ser humano".

    Las oficinas están llenas de varones a punto de suicidarse porque tienen de jefes a mujeres, y ahora los narcos han descubierto el chollo de usar como matarifes a las "del sexo debil".

    Si hubiera Obispos y Generales del sexo femenino, estariamos en permannetes guerras por razón de "amores propios ofendidos".

    Es sabido que uno de los espadachines y militareas más crueles habidos fué la MONJA ALFEREZ o Catalina de Erauso, dama disfrazada de hombre.

    Una dama de 18 a 40 años de edad es una bomba disfrazada de mermelada, pero a partir de los 45 es un potencial carro de combate lleno de misilis.

    En cualquier caso, confieso humildemente que TIENES RAZÓN.

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  6. SEÑOR OGRO
    México tiene dificil solución por culpa de la droga y la pobreza inmensa generada por unos caciques desalmados durante siglos.

    Concuerdo contigo que con esos matarifes no habría que perder ni tiempo ni dinero en juzgarles y encerrarles. Directamente al hoyo tras una rociada a un metro de distancia de balas dum-dum.

    No es posible eliminar la droga o Coca porque están en ella interesados ( de intereses económicos) los dirigentes de muchos países.

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  7. Sicarias: lo más fácil es igualarse en lo malo, en este caso, en que también ellas puedan ser tan asesinas como los que más, lo difícil es igualarse ambos sexos en lo que de mejor pueden tener ambos.
    Pero, es verdad, vaya tenebrosoa moda
    Saludos blogueros

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  8. DON JOSE ANTONIO
    Sí, lo más facil es igualarse ambos sexos en lo MALO. Lo dificil es lo contrario.
    Como bien dices, TENEBROSA MODA ésta de las sicarias.

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  9. No lo apruebo ni lo justifico, pero lo comprendo. Entre matar y que te maten, la elección está clara, esas personas han nacido y crecido en un ambiente violento, con poca o ninguna opción para ser algo diferente.

    En cuanto a la diferencia con los hombres, creo que a ellos los educan para ser "hombres" y eso conlleva un cierto toque exibicionista, nosotras solo debemos ser eficaces y resolutivas, pero no solo para matar si no en general. Por lo demás y como dice Elena, los hombres siempre han sido unos buenos maestros.

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  10. DOÑA CANDELA
    Sí, esta pobre gente ha crecido en un mundo de supervivencias a base de estar en el lado correcto o equivocado de los gangs.

    Estoy de acuerdo en lo que dices sobre los roles tradicionales de varones y hembras, pero prefiero ese tipo de educación, por muy aberrante que haya sido, al actual de promover maricas e inútiles totales, con unas féminas que han dejado lo bueno de la mujer, ser femeninas, para convertirse en unas DOBLES de los viejos machos hispanos.

    En los parques de niños, donde voy con mis nietos a veces, me duele en lo más profundo oir a unas madres con niños de 3 y 4 años ( madres de entre 25 y 35 años) que para expresar cualquier nimiedad usan y abusan de las palabras "hostia", "cabrón", "hijoputa", "cojones", etc. etc.

    A esos niños ese lenguaje les resulta normal y además de "mamá" con lo que es el bueno.

    Ver mujeres actuando así supone el fin de la mujer femenina y educadora de una familia.

    Esas mujeres no hablan así por carencia de medios económicos, sino por la actual moda y educación social existente.

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  11. Pues qué quiere que le diga; si se trata de recibir un plomazo en medio de la frente, siempre será menos traumático que te lo pegue una de esas tres sicarias de la foto que un tipejo repugnante.

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  12. BWANA
    Buena filosofía sobre la muerte, aunque el plomazo, sea de quien sea, no es muy aconsejable, al menos disfrutas durante algunos segundos de la visión de esas figuras.
    Si ISRA las viera daría su particular versión al respecto y sería divertida de leer.

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  13. Pues muy poquito falta para que Andalucía sea una ciudad Juárez. y lo digo en serio y sin exagerar.
    Cuando llegue, que llegará, que nadie se sorprenda.
    Mi respuesta a la tuya en mi blog lo deja entrever, amigo Javier.
    Por cierto, en una parte de Andalucía ser "güera" es ser "estéril" o incapacitada para procrear.
    ¡Qué bien escogido el mote por la machopingo ésta!.
    :D

    Antes de que se me olvide, me encantan los cuadros de barcos antiguos que pones.
    Gracias, son un placer para la vista.

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