Aventurera empedernida, durante un tiempo el gobierno británico la observó muy de cerca, incómodo por cómo se movía por territorios en conflicto, pero la dejaban ir, normalmente a cambio de información, lo que llegó a conferirle una cierta fama de espía. Forbes no tenía escrúpulos para decir o hacer lo que fuera con el fin de obtener lo que quería. En una de sus cartas a un delegado del gobierno británico en el Mar Rojo al que llevaba tiempo insistiendo por un salvoconducto para viajar al Yemen, se lee: "…Puedo disfrazarme de cualquier cosa. Me puedo teñir la piel de cualquier color. Puedo fingir muy bien que soy musulmana. Viajo sola. Puedo decir que soy la segunda esposa de un jeque…".
En la primavera de 1931, Arthur y yo recorrimos España de camino a Portugal. El rey Alfonso estaba en Inglaterra pero la reina acababa de regresar a Madrid con su cuñada, Lady Carisbrooke. Fuimos a ver a Irene al Escorial. (…) En aquella habitación gélida, lo típico en muchos palacios de esa meseta azotada por el viento, "Nos dijo temblando de frío: "El peligro de revolución ya ha pasado. Estoy segura. Tenéis que decir en Inglaterra que el trono está a salvo. Ojalá hubiérais visto cómo recibieron a la reina cuando volvimos. Oíamos un ruido, mucho antes de que cesara la lluvia, y ninguno sabíamos de qué se trataba. Nos asomamos por la ventana y aguzamos el oído para escuchar a las multitudes, pero no distinguíamos si estaban aclamándonos o condenándonos." (…)
El rey, nos dijo, era demasiado popular para perder el trono por una cuestión política. Que la Guardia Civil le era leal. Igual que la iglesia y la mayor parte de la población. Que se podía asumir el riesgo de adelantar elecciones, sin problemas. Que el campesinado votaría al rey de corazón. Arthur y yo lo dudábamos. Ya habíamos visto muchas cosas en España. Sin embargo, aquel día de primavera en El Escorial, exactamente 15 días antes de que cayera el trono, la familia real al completo y todo el cuerpo de casa a su servicio, seguían convencidos de que el peligro había pasado. Su ignorancia me pareció pavorosa".
Dos semanas después, cuando Rosita Forbes y su esposo ya habían llegado a Portugal para embarcarse en un largo viaje por América, se proclamó la II República en España.
Así era el Adolf Hitler que Forbes entrevistó en 1933:
"Aquel día de junio, el canciller me recibió sentado detrás de una mesa enorme. Estaba dibujando unas casitas, arquitectónicamente bien diseñadas, en un trozo de papel secante. Levantó la mirada y dijo, sin presentaciones: "Detesto la destrucción". Probablemente pensaba en los viejos edificios que rodean el Tiergarten, que admiraría como artista, pero cuya demolición ya había aprobado como realista.
Herr Hanfstängel y yo nos sentamos al otro lado de la mesa y Hitler siguió modificando y añadiendo detalles a sus dibujos mientras conversaba. "Felicidad", dijo Adolf Hitler, "eso es lo que deseo para Alemania. Me gustaría devolver a los hombres a la tierra y a las mujeres al hogar. No es necesario que la vida sea tan complicada. Nos podemos apañar con bastante menos de lo que nos dicen que necesitamos, pero sí tenemos que tener algo... Ese algo es lo que yo voy a dar a Alemania, amor propio, confianza, seguridad y un poco de dinero, un poco de bienestar y, por supuesto, salud".
Detrás de la puerta del despacho del canciller se apostaban dos magníficos miembros de su guardia personal. Medían más de seis pies de alto y cuando levantaban los brazos para hacer el saludo romano, bien podría parecer que respondían al aplauso de un circo romano.
La primera parte de su obra autobiográfica contiene, además de su gran trasiego geográfico de 1921 a 1935, nombres como D'Annunzio, Mussolini, Clemenceau, Lawrence de Arabia, Roosevelt, Haile Selassie, el rey Faisal, miembros de la realeza y la aristocracia europeas que incluyen la Familia Real española, algunos dictadores y otros personajes, desde esclavas a adoradores del diablo.
En 1923 hizo un viaje al Marruecos colonial en pleno conflicto para confeccionar la insólita biografía del entonces célebre jerarca El Raisuni, que había adquirido fama por sus sonados secuestros de occidentales en la zona que inspiró, aunque lejanamente, la película El viento y el león. Para confeccionar El Raisuni, Sultán de las Montañas, cuenta que recurrió a sus contactos en España, entre ellos el duque de Alba.
Pero la expedición que le dio la fama a la manera de los grandes exploradores ya había tenido lugar en 1921: atravesó el desierto de Libia hasta llegar a los santos lugares de Al Kufra. Para ello se formó en topografía y cartografía, aprendió todo el árabe que pudo, estudió el Corán y se adiestró en los rituales islámicos. Tiró de sus enlaces diplomáticos, se vistió de árabe y se tiñó la piel haciéndose pasar por una joven viuda de familia egipcia que iba en peregrinación. Tal vez fuera la primera mujer blanca que consiguió llegar allí y la aventura concluyó en uno de sus mayores éxitos: The secret of the Sahara: Kufara.
Hay consecuencia escrita de casi todos sus viajes. Supo detectar los momentos clave con una mezcla de cierta frivolidad y perspicacia en un tono que hoy nos resulta muy actual. Su paso por el crack de 1929 la llevó hasta el mismísimo Roosevelt.
"En un santiamén ya estaba dándome la mano aquel hombre al que América consideraba el último y más indisoluble de los milagros. "Hábleme de los camellos. He oído que a usted se le dan bien", me propuso alegremente. "¿Les ha establecido algún código de actuación?", le pregunté yo, refiriéndome a la N.R.A [una agencia del New Deal americano]. "Oh, sí, eso lo llevamos muy bien", y sacó un paquete de cigarrillos Camel de su bolsillo y me ofreció uno. De esa manera tan irresponsable empezó mi relación con Franklin D. Roosevelt".
Forbes apenas emite juicios morales y se expresa con franqueza cuando algo le gusta o le desagrada.
"Viajé a Moscú con un grupo de maestras. Íbamos bajo el auspicio de la Sociedad para la Mejora de las Relaciones Culturales, de la cual fui miembro entusiasta hasta que la URSS pactó con Alemania en 1939. Entonces, dimití. (…) Algunas maestras eran muy rojas y otras, muy blancas. Las primeras estaban terriblemente desilusionadas pues esperaban el paraíso y quedaron consternadas ante las incomodidades y las inevitables privaciones que hay en la etapa experimental de la revolución. Las últimas estaban encantadas. Pues esperaban lo peor y, en vez de eso, encontraron un pueblo entusiasta, volcado en la creación de una realidad".
Cinco años después, recorrió Siria, Palestina, Irak y Jordania. También visitó Persia, Kenia y Rusia.
En 1935 atravesó Afganistán, país también prohibido a los extranjeros y sobre el que escribió su tercer libro: "La ruta prohibida: de Kabul a Samarcanda". Para cumplir esta proeza, Rosita alquiló un coche con chofer, echó su equipaje en el maletero, además de su cámara de fotos y muchos rollos y así emprendió el gran viaje desde Peshawar (Pakistán), al pie del paso Khyber, hasta Kabul, de allí a Mazar-I-Sharif y por último a Samarcanda.
Mujer independiente y poco convencional, durante años se esforzó, sin mucho éxito, en reflejar la realidad del mundo árabe y corregir estereotipos, tema por el que sentía verdadera pasión. Pero la prensa solía interesarse más por los vestidos y sombreros que llevaba. Ella supo, con disimulada amargura, que sus intereses reales y su talento quedarían siempre enturbiados por su imagen de aventurera glamourosa. Posiblemente por ello, y por sus propias renuncias, incluido su retiro a las Bahamas, su obra cayó en el olvido a pesar de su innegable interés y riqueza.
Rosita Forbes asumió los impulsos de la celebridad y resistió las consecuencias. Además del éxito editorial, recibió condecoraciones, reconocimientos e incluso propuestas políticas, pero entendió que eso implicaba perder lo que más le gustaba: viajar a su manera. Y así lo expresa en sus memorias: "Al final caí en la cuenta de que yo había empezado partiendo de tres graves errores. El más relevante de ellos era irrevocable. Por esos disparates de la vida, había nacido mujer. Además, era joven. Y, supongo que, en aquellos tiempos, era guapa. En América, en Rusia, en la Europa moderna, esas cosas no tendrían la menor importancia. Pero en Inglaterra aquel triple handicap era demasiado fuerte. (…) ".
Tellagorri
rosita forbes
Concluyes el post con lo que yo estaba pensando: que era mujer, y ese hecho no le era muy favorable precisamente. Por lo que cuentas, conocía muchos países y a los personajes más relevantes de la época, debió ser un poso de sabiduría que de haber sido hombre se le hubiera tenido en cuenta.
ResponderEliminarNo conocía al personaje, digno de protagonizar una película a lo Mata Hari.
Un abrazo.
Esto es ver mundo y el resto zarandajas. Y esto es abrir camino desde el punto de vista de la mujer, no como las Aido, Pajines y demás petardas.
ResponderEliminarDicho esto, da que pensar que esos viajes serían muy difíciles ahora mismo, yo creo que mucho más peligrosos en cierta forma.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarLa Rosita tenía un mérito extraordinario sólo por los viajes que hizo, y triple mérito en una época en que los viajes a Africa, Asia, etc. eran terroríficos hasta para equipos de hombres, y ella iba siempre sola. Para colmo a primeros del XX a la mujer no se le permitía ni alejarse de la iglesia del pueblo.
Como dice Señor Ogro, eso es luchar por el feminismo y no las pichiflautadas de las actuales feminazis con sus diccionarios inventados y sus leyes para marimachos.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarSuscribo cuanto dices respecto a la peligrosidad de los viajes, de la valentía de la dama y especialmente de buscar con hechos la IGUALDAD de las mujeres.
Muy interesante. Textos como este hacen que merezca la pena la visita diaria a su blog.
ResponderEliminarVaya vaya vaya para mi esta mujer no hizo ni la mitad de cosas que nuestras grandes damas de la política: Pajín y Bibiana, las más excelsas miembras de nuestro gobierno, así que no entiendo sus adulaciones hacia la Forbes...
ResponderEliminarUn saludo.
RUFFIAN
ResponderEliminarAgradecido por tu defensa de este blog. Mi modo de entender ser bloguero consiste en no ser monotemático ni defensor de ninguna ideología política ni religiosa.
CAROLVS
ResponderEliminarTe estás contagiando de el Isra y vas a terminar adorando a la Vicegallina, especialmente cuando se pone en bikini.
Una persona valiosísima esta mujer, con ímpetu, valor, inteligencia y mucha iniciativa.
ResponderEliminarDe haber sido hombre, las puertas se le habrían abierto más fácilmente y su trabajo habría sido más reconocido.
DOÑA ADELAIDA
ResponderEliminarEn aquella época si hubiera sido hombre hubiera pasado a la posteridad como una gran escritora de viajes y como famosa exploradora británica.
Lo triste es que estas mujeres que lucharon por disponer de iguales derechos que los hombres en cuanto a capacidades intelectuales, posteriormente las Bibianas y cuadrilla lo hayan degenerado en un estereotipo de fémina como ejemplar repelente y abusivo.
De haberse mantenido las mujeres en su rol de femeneidad y sensibilidad con derecho a igualdad de reconocimiento de sus inteligencias y acciones, la sociedad habría dado un inmenso avance.
Ahora da pánico dejar pasar primero, por una puerta a una dama, porque es casi seguro que te van a calificar de machista y facha.
Sólo de imaginar a de la Vega en bikini ya me pongo berraco, espero que el Isra nos ponga un primer plano de sus encantanos y no de las feas de sus primas...
ResponderEliminarSiempre he pensado -y lo mantengo- que la caballerosidad con una dama no merma en absoluto el reconocimiento a su igualdad como persona.
ResponderEliminarTampoco comparto la continua exibición del lenguaje "no sexista" del que hacen gala nuestros políticos.
Cuando alguien dice "buenas noches a todos", yo me siento incluida, sin necesidad de que añadan "y a todas".
Siempre que lo escucho en algún acto, esbozo una pequeña sonrisa (políticamente incorrecta), al tiempo que pienso "¡menuda gilipollez!"
Yo sé perfectamente cuando se vulneran mis derechos y cuando se me considera inferior por ser mujer, y sabré reclamarlo y hacerlo notar sin necesidad de los patéticos giros lingüísticos que en los últimos (al menos a mí) nos están avergonzando.
Absolutamente apasionante, Tellagorri. Una mujer que yo no conocía, pero de un curriculum vital maravilloso. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLa conozco Tella, era, como no podía ser de otro modo, de Complutum (aunque su biografía diga lo contrario).
ResponderEliminarLo mejor de todo es que no estaba allí por la cuota, de todos modos como dijo aquél, quien mucho abarca poco aprieta, y aunque estuvo en muchos sitios no se enteraba demasiado bien de la película. Alfonsito no era muy listo pero si es verdad que los concejales monárquicos en las municipales del 31 cuadriplicaban a los golpistas (pacto de San Sebastian) que las consideraron un plebiscito contra la monarquía solo porque ganaron con diferencia en Madrid y Barcelona.
No obstante creo que un biopic sobre tan excelso personaje debería recaer en una mujer a la altura de las circunstancias, veamos... cuota, cejuda, roja de toda la vida, me parece que Ana Belén seria ideal de la muerte, además, como buena roja la alta costura la luce como nadie, y me imagino que el vestuario de esta película será parte importante.
Siento no estar de acuerdo con el insigne residente en Complutum, esta claro que esta señora era progresista y que estudio con Pajines, Bibianas y Cospedales. Y es que sino, es imposible que una mujer, siendo mujer, y por que sí hiciera, visitara y conociera a tantas personalidades de la época. Y la señora, todo esto lo consiguió sin ministerio de igualdades, poniendo su integridad física en peligro, sin acudir a estupideces varias como se suele hacer durante el moderno siglo XXI.
ResponderEliminarVamos una mujer de los pies a la cabeza. Interesante y desconocida para mi la vida de esta señora "nacida" en la insigne Complutum.
No conocía la existencia de esta señora, aunque ya había leído su conocida revista.
ResponderEliminarMe llama la atención la habilidad del Hitler para escribir en un papel secante, cosa bastante complicada. Supongo que se derivaba de su afición a la pintura.
Interesante entrada.
INISFREE
ResponderEliminarSí, es una mujer entera. De temple a prueba de cañonazos.
ISRA
ResponderEliminarNo lo sabía pero acepto que fue adoptada por Complutum y que de niño la veías a la vuelta de sus safaris.
Lo que es imposible y no pué ser es que como ésta sea una "cuota, cejuda, roja de toda la vida, me parece que Ana Belén seria ideal de la muerte".
JAVIER POL
ResponderEliminarAunque fuera adoptada por los complutenses es la cara opuesta, como dices, de las pijas actuales de cuota. A las últimas les enseñas un camello y salen corriendo a pedir ayuda al Ejército.
BWANA
ResponderEliminarEres un detallista y realmente es dificil de dibujar sobre un papel secante, pero el Adolf era muy suyo. Y además teutón, que significa que si quiere escribir sobre papal de lija, se escribe.
Si a la revista a que te refieres es a esa que publica la relación de millonarios mundiales, no tiene nada que ver con esta señora.
Ante una mujer como Rosita Forbes ¿Que podría hacer un hombre?. Yo lo tengo claro, le llevaría las maletas...!Y sería un gran honor!.
ResponderEliminarCHARNEGUET
ResponderEliminarMuy bien dicho. Eso demuestra la capacidad de admirar a las féminas por sus méritos y no por sus encantos físicos.
Luego dicen que "semos" machistas.
No se le debe tener lástima, solo reverencia. Vivió como quiso, disfrutó de la vida, viajó y conoció mundo y también a los principales protagonistas de su época. Yo diría.."Que le quiten lo bailao" y un retiro en las Bahamas..ya lo quisiera yo para mí.
ResponderEliminarLo único que conocía de ella es la biografía de "El Raisuli", un personaje increible. Por cierto, la película "El Viento y el León", aunque modifica sustancialmente los hechos es una gran olvidada dentro de su género, merece ser rescatada sin duda.
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarA tenor del título de tu Blog sabía que te iba a gustar la vida de esta valiente dama.
Su vida es envidiable y admirable. Lástima que esté en el olvido de las gentes.
Feminismo o ganarse el respeto de todo el mundo como mujer, es lo que ella y otras han hecho. No las chiflautadas de las pijas totales de Psoe y Pepé.
Señor Tellagorri, le felicito por elegir el artículo sobre Rosita Forbes; ella , sin duda, lo merece. Sólo una precisión: 'Forbidden Road, from Kabul to Samarkanda'(1937) (La ruta prohibida, de...') no fue su tercer libro, sino el vigésimo de los treinta y uno que publicó hasta 1949, sin contar con sus artículos y ponencias en periódicos y revistas. Me hace feliz saber que la hemos sacado del olvido. - Catalina.
ResponderEliminarGRACIAS, CATALINA.
ResponderEliminarEra un mujer que merece ser conocida de forma más popular. Valiente y elegante. El FEMINISMO se construye así.