La Dictadura de lo ALDEANO

Es sabido que aldeano proviene de "aldea" o lugar pequeño en el que todos recelan y murmuran entre sí por falta de horizontes físicos y sociales, y cuyos hábitos suelen estar a niveles muy atrasados en relación a los de los lugares con más casas, personas y comodidades.

Ortega acertó con aquello de "las masas" pero no imaginó nunca que las masas un día fueran a ser de "aldeanos". Y a eso hemos venido a parar en esta España de "progres", maricones, tortilleras, periodistas de la bragueta y husmeadores de anatomias de bajo vientre.

Proclamo, sin duda alguna ya, que vivimos hoy en España sometidos a la peor de las imposiciones sociales : La Dictadura de los aldeanos.

Es lo que explica la existencia de programaciones televisivas como las que hay y gustan a la mayoría, la de tanto incompetente en todas las areas públicas, la famosidad de palurdos semi-analfabetos, la implantación de unas vestimentas tan rústicas y alejadas de la elegancia tanto como la habilidad en un buey, etc.etc., y el dominio de lo público por nacionalistas trasnochados que odian lo complicado y sueñan con idílicas praderas medievales que sustituyeran a los rascacielos.

Basta con pasear, estos días, por cualquier pueblo o ciudad considerado antes como punto turístico de gentes "bien". Sólo se huele a rancios sudores de sobaquillos y se ven cuerpos uniformados con indumentaria que los rústicos de la montañas considerarian apto unicamente para ir a las cuadras a dar de comer al ganado.

Ortega no hubiera ni creído ni ideado de forma alguna que unas gordas a lo Narbona o unos mindundis como Pepiño fueran MINISTROS del Gobierno de España, o que los Presidentes de Diputaciones y Alcaldes de las Comunidades más industriales y ricas de la Península fueran individuos sin bachillerato elemental y cuya obsesión fuera que los mozalbetes pasaran las noches emborrachándose en plazas públicas a ritmo de músicas sufragadas por lo público.


¿Que esto todo es lo habitual en el Mundo? NO SEÑOR.

Vaya Ud. a Francia y observe cómo educan a los niños, qué tipo de modales les imponen desde la infancia, qué nivel cultural exigen a quien quiera abrir la boca en una reunión de media docena de ciudadanos, y verá que somos la basura social de Europa en calidad ciudadana.

Los suecos se suelen asombrar cuando se cometen (en su tierra) asesinatos "sin móvil de venganza" y lo consideran como actos de dementes.No conciben que haya "señoritos" de corbata y traje o cargos de Magistrado, Ministro, Responsable de algo público que sean capaces de propagar mentiras evidentes con el único ánimo de angañar al gentío.

¿Dónde comienza el señorío, eso tan propio de generaciones anteriores y hoy desconocido en nuestros políticos?
A mi entender el "señorío" es inherente a la integridad moral de toda persona, a ese saber perder y ganar con el mismo espíritu deportivo, a tener conciencia de lo que no está bien ni se debe de hacer.

Lo que más me repele de estos aldeanos urbanizados en urbe es su carencia de BUEN GUSTO. Es lo que más destaca en todos ellos.

Al fin, nos encontramos en una sociedad que en vez de moderna es de auténticos gilipollas, en el sentido que Arturo Pérez Reverte lo entiende.

El diccionario de la Real define la palabra gilipollas como tonto, o lelo. Es buena definición, pero a mi juicio le falta un matiz. Yo lo definiría como tonto, lelo, con un punto de pretenciosidad o alegre estupidez.

Esa distinción es importante, a mi juicio. Pongo un ejemplo casual como la vida misma: no es igual, como dirían en mi tierra, un tonto a secas que un tontolpijo. El tonto es tonto, y no da más de sí.
En Aragón, verbigracia, el tontolhaba no es más que un cenutrio elemental, querido Watson. Un tonto de infantería. Sin embargo, en Cartagena o Murcia el tontolpijo es un tonto con maneras de otra cosa. Un tonto ligeramente cualificado, o con ínfulas de ello.

Entre uno y otro podríamos situar también al tontolculo y al tontolnabo, que son especies intermedias pero más bien bajunas. Tirando a cutre, vamos.

La joya de la corona, sin discusión, es el tontolpijo. Ése se sitúa por mérito propio en la parte alta del escalafón. En esencia, el tontolpijo es un tonto que suele dárselas de listo. Que no se entera de lo tonto que es, y encima se cree divino de la muerte. Un capullín puesto de perfil, o sea. Sabidillo y frivolón al mismo tiempo, con pujos de cantamañanas. Un tonto al que a menudo podríamos definir como políticamente correcto. O sea: un gilipollas.

Toda manifestación de este tipo de gente es debido única y exclusivamente a la dominación social de los aldeanos auténticos, esos que ignoran que los científicos son personas con estudios.

Por Tellagorri


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