Lamentó la violencia que genera el conflicto. Después vino la ya grotesca letanía de lamentos. Se suman todos los errores y perversiones políticas que han hecho de algunas zonas del País Vasco un territorio comanche en el que vives gracias a la magnanimidad de los asesinos y sus funcionarios. La seguridad es ficticia. Por mucho que los corifeos de la negociación con los terroristas sentenciaran el final de ETA.
En Azpeitia han sacado a relucir sus armas y sus votos ayer.
Algunos autores, entre los que destacan Robert Gellately y Eric A. Johnson, han venido a demostrar fehacientemente que la Gestapo por sí misma no hubiese llegado hasta donde lo hizo si no se hubiese producido una colaboración íntima de la ciudadanía, pues resultaba (y es comprensible) poco menos que imposible detectar los menores signos de desobediencia en ámbitos tan íntimos como la vida privada, la social, la familiar, etc.
Así pues resulta que se daba una interacción total entre la policía, el pueblo alemán y la puesta en práctica de las políticas nazis.
El éxito de la política racial del Reich se debió en gran medida a la buena disposición que mostraban los ciudadanos alemanes a la hora de proporcionar a aquélla informaciones sobre actividades “delictivas” o “sospechosas”.
De esta manera tenemos que la Gestapo no era una organización gigantesca, sino relativamente pequeña, con pocos comisarios y espías, y que dependía por completo de la complicidad de la población alemana.
Hoy nos encontramos con que la mayoría de medios de comunicación y la propia sociedad vasca adoptan el papel de Geheime Staatspolizei y que nadie se escandaliza en estas tierras de tan anómala función de unos medios que, en primera instancia, debieran estar al único y exclusivo servicio de la información veráz, y de unas Administraciones Públicas que jamás se oponen a la existencia de MIEDO en la población.
Los treinta años de manejo del Poder en el País Vasco por parte del PNV, ha creado una sociedad cobarde, acomodaticia a los postulados del nacionalismo-secesionista y racista, y completamente enferma en cuanto a capacidad crítica.
Idéntica sociedad a la que describen Robert Gellately y Eric A. Johnson sobre la alemana nazi, plena de colaboradores silenciosos de ese mundo falaz que ha creado el PNV, y que la mantiene en el temor perpetuo la cuadrilla de sicarios con pistola y bomba.
Ignacio URIA y sus hermanos sabían que en los últimos años parte de sus vecinos, de su pueblo de toda la vida, ya no les miraba igual. ETA había decidido poner a empresas como la suya en el punto de mira. Había que impedir el Tren de Alta Velocidad que ellos, junto a otros muchos empresarios, construían.
Y ¿porquè están contra el TAV?
Simple : quieren una sociedad vasca copiada a la afgana, rural y sin nada que ver con el mundo occidental, ajena a profesiones liberales (abogados, arquitectos, ingenieros, Notarios,, etc.) y más próxima a la de los pastores del siglo XVII.
Esa misma aspiración la comparten los que en el siglo XVII dominaban a la sociedad con terrores de infiernos : los curas vascos.
Ignacio no era la primera vez que sufría el aliento de ETA. A comienzos de los 90 su empresa soportó las amenazas por participar en la construcción de la autovía de Leizarán, que, como el TAV, ETA condenó. Junto a ello, en su pueblo hace año y medio que ANV marca los designios del municipio y, en gran medida, el ambiente que se respira en las calles por las que Ignacio paseaba, a veces bajo pancartas que amenazaban a las empresas que construyen la Alta Velocidad.
Paradojas de la vida. Ignacio y su empresa vivían rodeados de la presión de la izquierda abertzale, de los colectivos anti TAV y de los lugares en los que intentó fraguar el final de ETA.
En torno a la Basílica de Loyola, por la que Ignacio solía pasear, vio cómo fracasaban los acuerdos de paz que el Gobierno de Zapatero intentó alcanzar con la banda.
Unas negociaciones en las que además, coincidencias de esta Euskadi maldita, participó un antiguo empleado de Ignacio Uria; Jesús Eguiguren, actual presidente del PSE y uno de los artífices del proceso de paz. Eguiguren fue albañil en la empresa Altura y Uria.
Por TELLAGORRI
Euskadi,TercerReich
Me hace gracia escuchar a Alonso contándonos los pormenores de la Ley, para justificar que no disuelvan los ayuntamientos. El problema es que se le olvida comentarlos los pormenores de la misma que si les autoriza a disolverlos, al igual que hicieron con el de Marbella.
ResponderEliminarPor cierto el que inicio la guerra contra los crucifijos es un ex trabajador de Egin, ósea un etarra. Lo público en el post de hoy con video de cámara oculta incluido.
Saludos
Lo que pasa es que no existe voluntad política para hacerlo (en referencia a la disolución de los ayuntamientos dominados por etarras.) Tácticas dilatorias y esperar a ver que ocurre en los comicios vascos; seña de que todavía estan pensando en negociar, o están negociando bajo cuerda que todavía es peor.
ResponderEliminarCuando un gobierno quiere hacer una cosa, aunque sea de dudosa legalidad, la hace y si luego alguna instancia superior la censura, ya se verá lo que ocurre.
Un ejemplo: CASO RUMASA.
La intervención del gobierno en Rumasa se hizo "manu militari", decreto ley que te crió y en cuestión de horas RUMASA fue intervenida. ¿Legalidad de esta actuación? Muy discutible, tánto que el TC de entonces por poco se la carga y a posteriori hasta el TS dió la razón a Ruiz-Mateos.
Otro caso mas reciente y muy ejemplar: MARBELLA; se disuelve su Ayuntamiento y en paz, aquí si interesaba dar un golpe de mano sin contemplaciones.
Por tanto que no nos vengan con historias estos picapleitos que ya no cuela nada y no tragamos ni un pelo: ESTA CLARO QUE NO QUIEREN HACERLO .
http://fj-lasideasdejeugenio.blogspot.com
Estoy de acuerdo contigo FJ. Ni a ZP ni al PNV les interesa lo más mínimo proceder a eliminar a los batasunos porque los tres siguen en el Pacto "de la Paz".
ResponderEliminarlgunos autores, entre los que destacan Robert Gellately y Eric A. Johnson, han venido a demostrar fehacientemente que la Gestapo por sí misma no hubiese llegado hasta donde lo hizo si no se hubiese producido una colaboración íntima de la ciudadanía, pues resultaba (y es comprensible) poco menos que imposible detectar los menores signos de desobediencia en ámbitos tan íntimos como la vida privada, la social, la familiar, etc.
ResponderEliminarPor supuesto, el problema es la gente que pasa del tema, no vaya a ser que les pase a ellos. Absolutamente asombroso el testimonio inocente del hermano de Ignacio Uría en plan "si hemos hecho todo lo que nos han dicho y fíjate lo que ha pasado".
Y digo inocente no porque lo sea respecto de los asesinos, si no porque se creyeron que metiéndose en el PNV, ellos estaban a salvo porque no eran como los otros no nacionalistas. Da verdadero asco.
CIERTO, Nora. La sociedad vasca está anestesiada y acobardada por los propios peneuveros, ya que son éstos los que difunden (desde Arzalluz con su "los no nacionalistas vivirán como los alemanes en Mallorca")que "estar fuera de la iglesia nacionalista" supones MARGINACIÓN social y empresarial.
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