También allí, una gran plataforma sagrada descansa sobre unos colosales bloques de piedra que ningún hombre ni máquina alguna de la antigüedad pudo haber movido, levantado o puesto en su lugar.
En los registros bíblicos de las idas y venidas de Abraham por Canaán hay dos situaciones aparentemente innecesarias e inconexas; en ambos casos, las situaciones acontecieron en el sitio de la futura Jerusalén.
En la primera ocasión, se da cuenta como un epílogo a la historia de la Guerra de los Reyes. Tras alcanzar y derrotar a los invasores en el norte, cerca de Damasco, Abraham volvió a Canaán con los cautivos y el botín:
“Y el rey de Sodoma le salió al encuentro, a su regreso, tras batir a Kedorlaomer y a los reyes que estaban con él, al Valle de Shavé, que es el valle del rey. Y Melquisedec, el rey de Salem, y éste era sacerdote ante el Dios Altísimo, sacó pan y vino, y lo bendijo, diciendo: «Bendito sea Abram ante el Dios Altísimo, Creador del Cielo y la Tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos.”
Ésta es la primera vez que se hace una alusión en la Biblia a Jerusalén, llamada aquí Salem.
Que ésta sea una referencia de la que posteriormente se conocería como Jerusalén no sólo se basa en antiguas tradiciones, sino también en la identificación evidente del Salmo 76,3. En general, se acepta que el nombre completo, Yeru-Shalem en hebreo, significaba "La ciudad de Salem", siendo Salem el nombre de una deidad. Sin embargo, algunos sugieren que el nombre pudo significar también "Fundada por Salem".
Y también se podría argüir que la palabra Shalem no era un nombre, ni siquiera un sustantivo, sino un adjetivo, que significaría "completo", "sin defecto". Esto haría que el nombre del lugar significara "el Lugar Perfecto". O, si Salem era el nombre de una deidad, podría significar el lugar de "El que es perfecto".
Tanto si honraba a un Dios, si fue fundada por un Dios o si era el Lugar Perfecto, Salem/Jerusalén se emplazó en el sitio más improbable e inhóspito, al menos en lo que concierne a las ciudades del hombre.
Tanto si honraba a un Dios, si fue fundada por un Dios o si era el Lugar Perfecto, Salem/Jerusalén se emplazó en el sitio más improbable e inhóspito, al menos en lo que concierne a las ciudades del hombre.
Se emplazó en medio de unas montañas áridas, no en un cruce de caminos de interés comercial o militar, ni cerca de fuente alguna de alimentos o de agua. De hecho, era un lugar casi por completo carente de agua, y el adecuado suministro de agua potable fue siempre el principal problema y la mayor vulnerabilidad de Jerusalén. Salem/ Jerusalén no es la protagonista ni en las migraciones de Abraham, ni en la ruta de la invasión desde el este, ni en su persecución de los invasores.
Entonces, ¿por qué desviarse para celebrar una victoria (desviarse, podríamos decir, hasta un lugar "dejado de la mano de Dios"), salvo que el lugar no estuviera en modo alguno dejado de la mano de Dios? Era un lugar (el único lugar en Canaán) donde estaba ubicado un sacerdote que servía al Dios Altísimo. Y la pregunta es: ¿por qué allí? ¿Qué había de especial en aquel lugar?
Dios impuso una prueba de devoción a Abram, miembro de la realeza sacerdotal de Sumer. Abram ya había llevado a cabo su misión en Canaán. Dios ya le había prometido que su recompensa sería grande, que Él mismo lo protegería. Ya había tenido lugar el milagro del hijo, del heredero legal, en una extrema ancianidad; el nombre de Abram había cambiado a Abraham, "Padre de una multitud de naciones".
Les fue prometida una tierra a él y a sus descendientes; esta promesa se incluyó en una alianza que implicaba un ritual mágico. Sodoma y Gomorra habían sido destruidas, y todo estaba dispuesto para que Abraham y su hijo disfrutaran de la paz y la tranquilidad a la que sin duda se habían hecho acreedores.
Entonces, de repente, de forma súbita, en esta segunda ocasión :
"fue después de todas esas cosas -dice la Biblia (Génesis, capítulo 22)-, que Dios puso a prueba a Abraham", diciéndole que fuera a determinado lugar y que sacrificara allí a su hijo amado:
“Toma contigo a tu hijo Isaac, a tu único hijo, al cual amas, y vete a la Tierra de Moriah; y ofrécelo allí como sacrificio en uno de los montes, el que yo te señalaré.”
Entonces, ¿por qué desviarse para celebrar una victoria (desviarse, podríamos decir, hasta un lugar "dejado de la mano de Dios"), salvo que el lugar no estuviera en modo alguno dejado de la mano de Dios? Era un lugar (el único lugar en Canaán) donde estaba ubicado un sacerdote que servía al Dios Altísimo. Y la pregunta es: ¿por qué allí? ¿Qué había de especial en aquel lugar?
Dios impuso una prueba de devoción a Abram, miembro de la realeza sacerdotal de Sumer. Abram ya había llevado a cabo su misión en Canaán. Dios ya le había prometido que su recompensa sería grande, que Él mismo lo protegería. Ya había tenido lugar el milagro del hijo, del heredero legal, en una extrema ancianidad; el nombre de Abram había cambiado a Abraham, "Padre de una multitud de naciones".
Les fue prometida una tierra a él y a sus descendientes; esta promesa se incluyó en una alianza que implicaba un ritual mágico. Sodoma y Gomorra habían sido destruidas, y todo estaba dispuesto para que Abraham y su hijo disfrutaran de la paz y la tranquilidad a la que sin duda se habían hecho acreedores.
Entonces, de repente, de forma súbita, en esta segunda ocasión :
"fue después de todas esas cosas -dice la Biblia (Génesis, capítulo 22)-, que Dios puso a prueba a Abraham", diciéndole que fuera a determinado lugar y que sacrificara allí a su hijo amado:
“Toma contigo a tu hijo Isaac, a tu único hijo, al cual amas, y vete a la Tierra de Moriah; y ofrécelo allí como sacrificio en uno de los montes, el que yo te señalaré.”
La Biblia no explica por qué decidió Dios poner a prueba a Abraham de aquél modo tan insufrible. Abraham, dispuesto a llevar a cabo la orden divina, descubrió justo a tiempo que no era más que una prueba de su devoción: un ángel del Señor le señaló un carnero atrapado entre unos arbustos, y le dijo que el que tenía que ser sacrificado era el carnero, no Isaac.
Pero, ¿para qué la prueba, si no era necesaria en absoluto, ni se llevaba a cabo allí donde Abraham e Isaac vivían, cerca de Beersheba? ¿Para qué emprender un viaje de tres días? ¿Para qué ir a esa parte de Canaán que Dios identificó como la Tierra de Moriah, para localizar allí un monte específico, que Dios mismo señalaría, para realizar allí la prueba?
Al igual que en el primer caso, tenía que haber algo especial en el lugar elegido. Se nos dice (Génesis 22,4) que, "al tercer día, Abraham elevó los ojos y vio el lugar desde la distancia".
La región era rica, si es que era rica en algo, en montañas áridas; y ciertamente desde la distancia, todas parecían iguales. Sin embargo, Abraham reconoció aquel monte en particular "desde la distancia". Algo tendría que haber allí que lo distinguiera de todos los demás montes. Tanto que, cuando terminó su calvario, le puso al lugar un nombre largo tiempo recordado: El Monte Donde Yahveh Es Visto. Como queda claro en 2 Crónicas 3,1, el Monte Moriah fue la cima de Jerusalén sobre la cual se construiría tiempo después el Templo.
En las escrituras judías, la roca recibió el nombre de "Piedra de Fundación", pues fue a partir de esa piedra que "todo el mundo se tejió". El profeta Ezequiel (38,12) la identificó como el Ombligo de la Tierra.
El Templo que construyera Salomón (el Primer Templo) lo destruyó el rey babilonio Nabucodonosor en 576 a. C., y lo reconstruyeron los exiliados judíos a su regreso de Babilonia 70 años después. Este Templo, conocido como el Segundo Templo, fue sustancialmente mejorado y agrandado con posterioridad, en tiempos de Herodes, entre el 36 y el 4 a.C.
Pero el Segundo Templo siguió en todas sus fases el trazado, la ubicación y la situación originales del Primero sobre la Roca Sagrada. Y cuando los musulmanes conquistaron Jerusalén en el siglo VII d.C, proclamaron que Mahoma había ascendido a los cielos en una visita nocturna desde aquella Roca Sagrada, y salvaguardaron el lugar construyendo sobre él la Cúpula de la Roca, para protegerlo y magnificarlo.
El Templo que construyera Salomón (el Primer Templo) lo destruyó el rey babilonio Nabucodonosor en 576 a. C., y lo reconstruyeron los exiliados judíos a su regreso de Babilonia 70 años después. Este Templo, conocido como el Segundo Templo, fue sustancialmente mejorado y agrandado con posterioridad, en tiempos de Herodes, entre el 36 y el 4 a.C.
Pero el Segundo Templo siguió en todas sus fases el trazado, la ubicación y la situación originales del Primero sobre la Roca Sagrada. Y cuando los musulmanes conquistaron Jerusalén en el siglo VII d.C, proclamaron que Mahoma había ascendido a los cielos en una visita nocturna desde aquella Roca Sagrada, y salvaguardaron el lugar construyendo sobre él la Cúpula de la Roca, para protegerlo y magnificarlo.
El enigma de la Roca Sagrada y de lo que se elevó encima de ella se hace aún más grande al pensar lo que pudo haber bajo ella.
La roca no es un simple afloramiento, ¡Está hueca!
De hecho, con el permiso necesario, uno puede bajar por un tramo de escaleras construidas por las autoridades musulmanas que llevan a una caverna cuyo techo rocoso es la parte de la Roca Sagrada que sobresale del suelo.
En esta caverna, que no se sabe con certeza si es natural o no, hay también profundas hornacinas y receptáculos, tanto en las paredes de roca como en el suelo.
También se ve lo que parece una abertura a un oscuro túnel; pero qué es aquello y adonde lleva es un secreto muy bien guardado por los musulmanes.
Lo que sí es cierto, no obstante, es que el salmista y los profetas bíblicos se referían a esta Roca Sagrada cuando utilizaban el término de "Roca de Israel" como eufemismo de "Yahveh".
También se ve lo que parece una abertura a un oscuro túnel; pero qué es aquello y adonde lleva es un secreto muy bien guardado por los musulmanes.
Lo que sí es cierto, no obstante, es que el salmista y los profetas bíblicos se referían a esta Roca Sagrada cuando utilizaban el término de "Roca de Israel" como eufemismo de "Yahveh".
Y el profeta Isaías (30,29), hablando del tiempo futuro de redención universal en el Día del Señor, profetizaba que las naciones de la Tierra llegarán a Jerusalén para alabar al Señor "en el Monte de Yahveh, en la Roca de Israel".
El Monte del Templo está cubierto con una plataforma de piedra horizontal, de forma rectangular ligeramente imperfecta (debido a los contornos del terreno), cuyo tamaño es de alrededor de 490 x 270 metros, para una superficie totalmente pavimentada de piedra de cerca de 140.000 metros cuadrados. Una construcción ciclópea.
Aunque se cree que la actual plataforma tiene secciones, en el extremo sur y posiblemente también en el norte, que se le añadieron entre la construcción del Primer Templo y la destrucción del Segundo Templo, lo que es seguro es que la mole de la plataforma es original; ciertamente es así en lo referente a la porción ligeramente elevada, donde está situada la Roca Sagrada (y, por tanto, la Cúpula de la Roca).
El Monte del Templo está cubierto con una plataforma de piedra horizontal, de forma rectangular ligeramente imperfecta (debido a los contornos del terreno), cuyo tamaño es de alrededor de 490 x 270 metros, para una superficie totalmente pavimentada de piedra de cerca de 140.000 metros cuadrados. Una construcción ciclópea.
Aunque se cree que la actual plataforma tiene secciones, en el extremo sur y posiblemente también en el norte, que se le añadieron entre la construcción del Primer Templo y la destrucción del Segundo Templo, lo que es seguro es que la mole de la plataforma es original; ciertamente es así en lo referente a la porción ligeramente elevada, donde está situada la Roca Sagrada (y, por tanto, la Cúpula de la Roca).
Como muestran los lados visibles de los muros de contención de la plataforma, y como han revelado excavaciones más recientes, el lecho de roca natural del Monte Moriah tiene una considerable inclinación de norte a sur. Aunque nadie puede decir con certeza cuál era el tamaño de la plataforma en la época de Salomón, ni puede estimar con exactitud la profundidad de las pendientes que hubo que rellenar, una suposición arbitraria de una plataforma que midiera sólo dos terceras partes de lo que mide ésta y con una profundidad media de 18 metros (mucho menos en el norte, mucho más en el sur), precisaría de 1.700.000 metros cúbicos de conglomerado (tierra y piedras).
Una construcción verdaderamente imponente.
Sin embargo, en ninguna parte en la Biblia se hace siquiera una mención o una insinuación de tal empresa. Las instrucciones para el Primer Templo llenan páginas y páginas en la Biblia; se da cada pequeño detalle, se precisan las medidas hasta un grado sorprendente, dónde se debería de prescribir este o aquel utensilio o artefacto, se especifica la longitud que debían tener las pértigas con las que se transportaba el Arca, y así una y otra vez.
Pero todo esto se aplica a la Casa de Yahveh.
Ni una palabra acerca de la plataforma sobre la cual se iba a elevar; y eso sólo podía significar que la plataforma ya estaba allí, que no había necesidad de construirla.
En completo contraste con esta ausencia de mención, destacan las repetidas referencias en 2 Samuel y 1 Reyes al “Millo”, literalmente "el relleno", un proyecto iniciado por el rey David y continuado por Salomón para rellenar parte de las pendientes de la esquina suroriental de la plataforma sagrada y permitir así que la Ciudad de David se extendiera hacia el norte, acercándose a la antigua plataforma.
En completo contraste con esta ausencia de mención, destacan las repetidas referencias en 2 Samuel y 1 Reyes al “Millo”, literalmente "el relleno", un proyecto iniciado por el rey David y continuado por Salomón para rellenar parte de las pendientes de la esquina suroriental de la plataforma sagrada y permitir así que la Ciudad de David se extendiera hacia el norte, acercándose a la antigua plataforma.
Evidentemente, los dos reyes se sentían bastante orgullosos de tal logro, y se aseguraron de que quedara registrado en las crónicas reales.
Excavaciones recientes en esa zona indican, no obstante, que lo que se hizo fue elevar el nivel de la pendiente construyendo una serie de terrazas de tamaño decreciente a medida que se elevaban; eso era mucho más fácil que rodear previamente toda la zona de expansión con unos altos muros de contención y rellenar el hueco con conglomerado.
Excavaciones recientes en esa zona indican, no obstante, que lo que se hizo fue elevar el nivel de la pendiente construyendo una serie de terrazas de tamaño decreciente a medida que se elevaban; eso era mucho más fácil que rodear previamente toda la zona de expansión con unos altos muros de contención y rellenar el hueco con conglomerado.
Este contraste corrobora sin duda la conclusión de que ni David ni Salomón construyeron la enorme plataforma sobre el Monte Moriah, con sus inmensos muros de contención y la ingente cantidad de relleno requerido.
Todas las evidencias sugieren que la plataforma existía ya antes incluso de que se contemplara la idea de construir el Templo.
Evidentemente, una respuesta es: los mismos maestros constructores que hicieron la plataforma de Baalbek y, también, la enorme plataforma, exactamente emplazada, sobre la cual se eleva la Gran Pirámide de Gizeh.
Por SANGABCN
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