Si ya es difícil llevar con dignidad la condición de condenado a muerte, lo es más si se preside el movimiento cívico más importante de España.
Escritor, articulista, ensayista… presidente del Foro Ermua. Iñaki Ezkerra ha encontrado muchos sinsabores desde aquel día que decidió ponerse manos a la obra y jugarse el tipo por la defensa de las libertades en el País Vasco y España. Con el tiempo, a su imagen de intelectual de prestigio ha sumado la de ser una de las principales referencias morales del movimiento cívico.
No podemos olvidar a sus compañeros que se la juegan, como él, en el País Vasco; personas como Antonio Aguirre o Nerea Alzola, que junto a Ezkerra se han convertido en el espejo en el que los vascos se miran cada mañana y en el que encuentran la dignidad suficiente para seguir en este combate de manos blancas y justicia contra la imposición totalitaria.
Muy poco sería el Foro Ermua sin aquellos que son alma y espíritu de este movimiento que nació con Miguel Ángel Blanco, y que sus herederos, Ezkerra como uno de sus máximos exponentes, han sabido hacer más grande.
En ocho meses de trabajo silencioso y sosegado, Ezkerra ha logrado que muchos ciudadanos se acerquen al Foro y colaboren. Ha sabido abrir puertas a aquellos que hasta hace muy poco estaban apartados del movimiento cívico. Ha sabido, entre otras cosas, impedir que sectarios y sectarismos hicieran más pequeño el Foro Ermua. Por que él sabe que los tiempos que llegan van a ser duros, muy duros.
Él lo tiene muy claro. Tanto, que en su momento rechazó la escolta de la Ertzaintza que le proporcionaba el Gobierno Vasco porque desconfió públicamente de los responsables políticos y de los mandos que los nacionalistas habían colocado. “No te puedes fiar de quien es felicitado por los delincuentes públicamente.”
Los españoles estamos de suerte, todavía nos queda gente como este vasco de Bilbao.
Por MD
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