28 junio 2008

ETA y PNV


El PNV siempre se ha considerado portador exclusivo de las esencias vascas. En su caso, no le falta cierta razón: aquí coinciden el fundador del partido con el fundador de una ideología. Como tal, en la Transición impuso a los vascos su himno, su bandera y su policía. Desde entonces, ha instaurado en el País Vasco un régimen antiliberal donde el partido se confunde con el gobierno y con la sociedad civil, donde todos los aspectos económicos, culturales, sociales o institucionales están fusionados con Sabin Etxea.

ETA, por el contrario, se presenta a sí misma como la alternativa nacionalista real y auténtica al PNV. Ante el viejo nacionalismo de Dios y leyes viejas, del orden y la religión, ETA propuso la revolución nacional y social, a golpe de tiro en la nuca y coche bomba. Ante el "inmovilismo" mostrado por el PNV aceptando el Estatuto de Guernica, ETA optó por una enmienda a la totalidad mediante el crimen, la extorsión y el secuestro. Propugna la guerra total contra los españoles.

¿Es menos independentista el PNV que ETA? En absoluto. Uno y otro, el padre y el hijo, tienen un único enemigo: España.

Tienen claro que su país está ocupado por la fuerza, y creen que su deber político es liberarlo. Consideran a los no-nacionalistas ocupantes o traidores, y ven en el castellano algo a exterminar. No difieren en la intensidad de su odio a todo lo español; difieren en la estrategia a seguir, que es algo bien distinto. Mediante la violencia salvaje y la revolución unos, y mediante la erosión constitucional más o menos pacífica, los otros.

Cuando se han tenido que poner de acuerdo en grandes proyectos, lo han hecho sin mayores problemas; cuando el PNV ha tenido que acudir en auxilio de ETA, tras importantes golpes policiales, lo ha hecho; y cuando han tenido que pactar tácticamente para salvaguardar intereses particulares, no han tenido ningún escrúpulo en hacerlo. Se sienten rivales, pero se sienten aún más unidos ante el enemigo común. Discuten, pero negocian sin problemas. Utilizan entre sí la táctica del palo y la zanahoria, con la condición de que el primero no sea demasiado duro.

Al final se trata de la construcción de un Frente Nacional Vasco, cuyo liderazgo se vienen disputando ETA y el PNV desde hace décadas. Con los pactos de ETA con Zapatero, ésta se destacaba como cabeza del Frente.

El PNV trató de participar en los apaños, tal y como ahora ETA trata de participar simbólicamente en los planes de Ibarretxe. Pero Zapatero iba demasiado lanzado a favor de ETA, y el PNV se tuvo que retirar de Loyola, estupefacto ante lo que veía. Una vez que Zapatero traicionó los pactos alcanzados con ETA, llegó la oportunidad del PNV de encabezar el frente nacionalista. Ahora era la oportunidad del PNV de encabezar la marcha arrastrando a los demás con la zanahoria independentista.

La anomalía de todo esto la representa el Partido Socialista. Primero, porque está dispuesto a la voladura constitucional y estatutaria, que es lo que significa el Plan López, e introduce un tercer competidor en la carrera soberanista, en el que pueden apoyarse unos u otros. Segundo, porque jamás ha llegado tan lejos como de la mano de Zapatero, negociando soberanía y autodeterminación, situándose por fin más cerca del nacionalismo que del constitucionalismo. Y tercero, porque lo ha hecho con los asesinos de mil españoles, lo que lo sitúa a la altura moral del PNV, que lleva décadas haciéndolo.

Puesto que su único horizonte es ganar las próximas elecciones autonómicas –para hacer después Dios sabe qué–, carece de una visión histórica más allá de las urnas. Pero hasta entonces, la pelota está en como gestionen PNV y ETA sus relaciones entre sí y con los socialistas españoles, en qué punto utilizarán el palo y en cual la zanahoria.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
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