02 junio 2017

Contrabandistas de whisky en Irán


En Irán existen dos mundos: el público, regido por el orden, la censura y la moral; y el privado, donde la subversión, lo inmoral e incluso el pecado tienen cabida. Pero si en el país de los ayatolás el consumo de bebidas alcohólicas está tajantemente prohibido, ¿cómo han llegado hasta allí?

La respuesta se encuentra a los pies de Irfán, un contrabandista kurdo iraní de 32 años. Con semblante exhausto y recostado frente a una hoguera improvisada en el claro de una ladera, este joven de cuerpo atlético se despoja de sus maltrechas botas y de sus gruesos calcetines para mostrar la dureza de su trabajo. Uno, dos, tres... y hasta seis calcetines, que como si de capas de cebolla se tratase, protegen a unos pies castigados por las gélidas temperaturas y los kilómetros acumulados. La piel carcomida de los dedos y unas uñas de color cobrizo advierten de la extrema dureza de esta actividad ilegal. Escurridizos y sigilosos como una manada de lobos, localizar a los hombres que abastecen de alcohol a los muebles bar de Irán es una misión casi imposible.
Expuestos incluso a la pena de muerte si son atrapados, apenas existen documentos del modus operandi de unos porteadores que se juegan la vida por un puñado de dólares.

Los que más alcohol compran son los mismos que nos disparan. Un día me arrestaron, se bebieron lo mejor y el resto lo vendieron.





5 comentarios:

  1. Estoy convencido que los canallas (como siempre en todas partes) que han impuesto estas leyes con penas de muerte serán los que más le dan al "JARRO"y sus esposas con alta lencería miestras las demás con "sacos terreros".

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    1. DON JUAN CARLOS.
      Tal como lo detallas es así en ese mundo musulmám medivalizado e hipócrita. Los clérigos que mandan se hartarán de whisky y otras bebidas alcohólicas y sus mujeres seguro que son grandes consumidoras de lencería parisién.

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  2. Los clérigos fundamentalistas de la España musulmana, cada dos generaciones aproximadamente, tenía que pedir ayuda a sus vecinos africanos para que vinieran a Al-Andalus a ayudarles a meter en cintura a sus habitantes y a sus dirigentes, cuyas costumbres se habían relajado de tal modo que, entre otras cosas, el consumo de alcohol o de alimentos prohibidos era casi habitual.
    Los africanos llegaban aquí, se cepillaban a los mandamases y ya no se marchaban, restablecían con todo rigor las consignas del Corán y, a la vuelta de unos años, ya se habían acostumbrado ellos mismos a los placeres del jamoncito y el buen vino de la tierra.
    Como se ve, nada nuevo.

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    1. DON TRECCE.
      Bien explicado lo de las costumbres y la moral de los musulmanes historicamente. Incluso hubo una época en que se dedicaron a cultivar vides y fueron los creadores del hoy conocido como VINO DEL PRIORATO en Cataluña.

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  3. Como en todas las dictaduras una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Aquí con Franquito también pasaban cosas así.

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