30 marzo 2017

Indígenas Usa civilizados por España


Dos frailes y un reducido séquito de soldados se adentraban en cualquier amplio valle al oeste del Misisipi, y convocaban a los indios de la comarca. Mientras los soldados construían un Presidio o fuerte, los frailes, a cambio de regalos convencían a los indios para que les ayudaran a levantar una Misión, al tiempo que sembraban cultivos nuevos e introducían las primeras cabezas de ganado.

Una vez fundada, la Misión no se reducía a una iglesia y un patio, sino que contenía los elementos necesarios para hacer de ella un núcleo de desarrollo regional. Poseía talleres, huertas, campos de cultivo, potreros y corrales para el ganado, zonas de pastos, bosques maderables… así como habitaciones para alojar a los indios y sus familias, que durante los siguientes años iban a residir en la Misión.

La jornada comenzaba a las seis de la mañana, y tras una misa y la enseñanza del Evangelio, se desayunaba, tras lo cual los niños acudían a clases de castellano, de cuentas y de cultura general, y los adultos marchaban a sus trabajos. Unos, en los campos, desarrollando las nuevas labores agrícolas y ganaderas españolas; otros, en los talleres, aprendiendo oficios como la carpintería, los textiles, la albañilería o la herrería.

Cuando habían transcurrido diez años, los indios ya habían asimilado el conjunto de la cultura española, y se hallaban capacitados para gobernarse de forma autónoma.

La Misión se convertía en un pueblo, donde su plaza mayor sería el patio de la iglesia. Ellos mismos elegían Alcalde y gobierno municipal, correas de transmisión ante las autoridades virreinales.

Y los franciscanos, cumplido su objetivo, dejaban el nuevo pueblo en manos de los indios y se trasladaban doscientos kilómetros para reproducir el proceso. Así, una y otra vez, durante doscientos años. Muchos núcleos urbanos del Suroeste de Estados Unidos han nacido así, como San Diego, San Antonio, San Francisco y otros muchos pueblos menores

Y cuando los angloamericanos, tras la salida de España ocuparon el Suroeste, no se toparon, como en el Este, con unos nativos bárbaros a los que sería fácil despojar de sus tierras y desplazarlos, sino que encontrarían pueblos civilizados, capaces de cultivar una gran panoplia de productos europeos como el trigo, las legumbres, los frutales o las vides, de las que obtenían vino; que habían aprendido a criar vacas, ovejas, cabras, cerdos, gallinas, de las que obtenían leche, huevos, lana, carne, manteca…; que confeccionaban vestidos, fabricaban objetos de carpintería o de metal, o hacían curtidos; pueblos que hablaban la lengua española, que tenían nociones de aritmética, de música, de teatro; que habían abandonado sus hechicerías, estaban bautizados y celebraban las fiestas del calendario religioso católico. Pueblos, en suma, civilizados.



12 comentarios:

  1. A día de hoy, y por desgracia, estos frailes como Junipero Serra por ejemplo, son más conocidos y apreciados en USA que en su tierra natal.

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    1. DON CSC.
      Cierto y además las generaciones actuales no estudian Historia en el bachillerato por lo que apenas saben nada de la Historia de España, y menos la de España en países que colonizó.

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  2. Junípero Serra y otros misioneros españoles, sobre todo franciscanos, que se hicieron cargo de la evangelización en California tras la expulsión de los jesuítas por Carlos III, están presentes y su memoria viva en amplias zonas de aquellos territorios del oeste de Norteamerica y México.
    Aquí, como buenos cainitas que somos, los tenemos medio olvidados, mientras que Fray Junípero es el único español que tiene una estatua en Salón Nacional de las Estatuas situado en el Capitolio, donde reside el poder legislativo de los Estados Unidos, y lugar donde están representados los personajes más ilustres de esa nación. Cada Estado federado del país únicamente tiene derecho a proponer dos nombres de personajes ilustres a quienes se les inmortalizará con un monumento. La estatua de fray Junípero está en el pasillo principal y fue propuesta por el estado de California.

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    1. DON TRECCE.
      Fenomenal aportación la tuya a este tema.
      Me enorgullece que en el Capitolio, como comentas, haya una estatua de Fray Junipero de Serra. Y en calidad de estodounidense ilustre.

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  3. Para que luego vengan unos mindundis HOLANDESES o alemanes a calificarnos de borrachos mujeriegos. No nos llegan a la altura de las alpargatas.
    A los que no llegamos a civilizar los suficiente fue a los CATALANES. Lástima.

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    1. DON ERNESTO.
      Los holandeses mejor estarían callados porque allí en donde entraron ellos, Sudafrica e Indonesia, dejaron los mayores rastros de genicidios y explotaciones inhumanas de indígenas. Cuando el boom de la explotación cauchera eran los más negreros que ha habido entre europeos colonizadores.

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  4. Lo que se explica aquí es el modo más inteligente y práctico de colonizar y civilizar que conozco. Ya podrían ahora hacer algo parecido con los africanos los que están metidos en los embrollos de pacificar zonas de guerras de tribus.
    Pero ahora los que van allí se dedican a expoliar las riquezas al igual que hicieron los anglosajones y holandeses por donde pasaron y durante siglos.

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    1. DOÑA CANDELA.
      Sí, llama la atención de cómo organizaron sus misiones colonizadoras y su resultado práctico.
      Hoy los yankees, franceses y rusos van a africa o América del Sur a EXTRAER el coltan, los diamantes o los plátanos de las tierras a las que llegan.

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  5. Enorme la entrada, justicia histórica sobre tantos mares de leyenda negra, cainismo y estupidez.

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    1. SEÑOR OGRO.
      Muchas gracias por tus palabras, pero estamos en una época en la que casi nadie de menos de 30 años sabe nada de lo que se hizo MUY BIEN por los españoles. Y ésta de la colonización de los indios californianos merece la pena de ser divulgada.

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  6. Menos mal. Alguna vez que se lee un artículo histórico donde no nos pongamos a "parir" a nosotros mismos.

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    1. DON JUAN CARLOS.
      Sí, llevas razón porque en los últimos doscientos años de Historia hemos sido manejados por cuadrillas de ineptos que avergonzarian al más tolerante.

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