26 diciembre 2012

Emperador Cine chino

El granadino Antonio Ramos Espejo fundó el primer cine comercial de China en 1908 y abrió seis salas más en el Shanghái colonial de principios del XX  Rodó sus primera películas en Filipinas con una cámara Lumièrs que le enviaron de Francia  Personaje frecuente de los ecos de la sociedad, invirtió lo ganado en propiedades inmobiliarias

En los años 20 del siglo pasado, Shanghái era la ciudad más importante y populosa de Asia y uno de los principales puertos del mundo.  Controlando los negocios gracias a la debilidad de la Primera República del doctor Sun Yat-sen, los extranjeros eran dueños y señores de este puerto franco pese a estar claramente en minoría.

De sus dos millones de habitantes, unos 20.000 eran japoneses y 8.000 rusos, la mayoría refugiados "blancos" que habían huido tras la revolución comunista. Por parte europea había 900 franceses, que residían en las suntuosas mansiones que aún perduran en su famosa concesión, y solo una veintena de españoles, la mayoría misioneros supervivientes del Desastre del 98 en Filipinas.

Entre el puñado de empresarios procedentes de la excolonia figuraba Antonio Ramos Espejo, a quien una revista de la época bautizó como "el emperador español del cine chino" por abrir la primera sala de proyecciones de este país y tener a mediados de los años 20 media docena de teatros donde se exhibían películas.

Tras enterarse del nacimiento del cine en 1895, compró una cámara Lumière que le enviaron desde Francia y con la que proyectó y rodó sus primeras películas en Filipinas. Como era habitual en esa época, se trataba de escenas de calle con títulos como "Panorama de Manila", "Fiesta en Quiapo" y "Puente de España".

El éxito de estas proyecciones diarias, que eran rollos muy cortos y seguían un programa establecido, le animó a fundar en 1908 el Hongkew (Hongkou) Cinema, el primer cine de Shanghái y, probablemente, de China continental.  En pie hasta hace poco más de diez años en la confluencia de las calles Zhapu y Haining, era un local de suelo mugriento y con un aforo de 250 asientos individuales donde el público no paraba de vociferar.  Un año después, el empresario abrió el Victoria, que era un cine en condiciones diseñado por Abelardo Lafuente, un arquitecto español afincado en Shanghái. Obra suya y de Ramos Espejo es también el Olympic, que empezó a proyectar películas americanas en 1914 y se convirtió en el gran cine del momento en Shanghái gracias a su estilo neoyorquino.

En 1917 vendrían el National y el Carter y en los años 20 el Empire y el Palace.

El pionero español del cinematógrafo no solo estrenó en sus salas grandes títulos como "El chico" de Chaplin, que le valió ser acusado de contrabando por hacerse con una copia ilegal, o "Purity", prohibida para los chinos por sus desnudos, sino que estableció la productora The Ramos Amusement Company para rodar en su propio estudio de cristal películas mudas y con subtítulos en mandarín para el público local.

Casado con una joven de Ucrania, con la que tuvo un hijo, Antonio Ramos dejó la mansión que le había diseñado Abelardo Lafuente y se marchó de Shanghái a finales de 1927 con cinco millones de pesetas en la maleta y una renta anual de 60.000 yuanes de plata por sus cines.

En España, fundó en la Gran Vía de Madrid el cine Rialto en 1930, que según la Prensa de la época se iba a llamar Shanghái. Con la fortuna hecha en Asia, sobrevivió a la Guerra Civil, pero falleció en 1944 dejando una buena herencia y una trayectoria que pocos recuerdan hoy pese a su influencia en el mundo del cine.

(Información del corresponsal P. Diez)


7 comentarios:

  1. Curiosa esta biografía de un empresario español que triunfa en China, en el gremio del espectáculo, precisamente.
    En cuanto al Rialto de Madrid ha dejado actualmente de ser propiamente cine y, siguiendo la tendencia comercial en este tramo de Gran Vía, se ha convertido en teatro de musicales, que con exageración propia de "los de Bilbao" algunos llaman “el Broadway madrileño”. En el sótano del cine, había un local aparte que primero fue salón de té (J'Hay) y después popular sala de fiestas, cabaré y discoteca.
    Como anécdota, te comentaré que fue en este local del sótano donde nació una de las más populares canciones de la posguerra, “La vaca lechera”.
    Del interior, destacar las molduras del vestíbulo art-deco y especialmente su espléndida vidriera cenital.

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    1. DON F.J. EUGENIO
      Te agradezco de verdad la información porque quería saber qué había sido de ese cine creado en 1930. Y ya veo que ha tenido variadas funciones y que encima resulta que aún funciona, como teatro de variedades, pero sigue siendo un local de espectáculos.

      Matizando un poco tu afirmación creo que los pichicastizos madriles no se diferencian mucho de los bilbainos. Je,je, je,je.
      Lo de la "Vaca Lechera" es información privilegiada. No tenía ni idea.

      Gracias, Don Francisco Javier.

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  2. la verdad es que este Antonio Ramos Espejo tiene todo un libro y una gran peli con su propia peripecia a cuestas. El embrujo de Granada en Shangay, desde luego.Gracias por ponerlo.
    saludos blogueros

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    1. DON JOSÉ ANTONIO
      No sabía que había hecho esa gran peli que comentas, y menos que había escrito un libro.
      Me alegra saber que conoces al personaje.

      Un cordial saludo

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  3. Interesante historia la de este empresario español triunfando en un país tan lejano. Una buena muestra de lo que otros paisanos han logrado allende nuestras fronteras.
    El Rialto lo conocí como cine y me pareció tan incómodo como otros locales de la Gran Vía madrileña. Me resultaba desagradable que hubiera que comprar asientos numerados y no pudiera sentarse uno donde le diera la gana. Desde la aparición del video no he vuelto por esos andurriales y prefiero ver las películas en el televisor o por Internez. Las salas de cine, conmigo, están aviadsa. No hay comparación con ver una peli tumbado en el sofá y sin tener que escuchar las toses de vecinos.

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    1. DON BWANA
      Este empresario y tantos otros que triunfaron en tierras lejanísimas, tal como comenta, tienen un extraordinario mérito.
      Dicen que en Buenos Aires hay más gallegos que en toda Galicia, de los que muchos crearon escuela empresarial.

      Lo del CINE en locales ad hoc tampoco soy nada aficionado desde hace algunos años. Me aburre tener que ir a sacar entradas y hacer colas.
      Que no se entere el Isra que ya sabe que es un fanático total de las pelis y de las acomodadoras.

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  4. no, me refería a q se merece un libro y una peli.saludos

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