08 mayo 2009

El hombre que creía que era él el "pueblo vasco"


Dice Anson que es "un NAPOLEONCITO de pitiminí, augusto César virtual, diminuto sátrapa de ocasión, tórpida marioneta de Xavier Arzallus, ideólogo de hoja de calendario".

Juan José Ibarreche nos ha dado a todos un disgusto inconmensurable al anunciar su retirada, privándonos así cruelmente del torrente de su sabiduría.

Nos obsequió con su petulancia, su endiosamiento, su estúpida sonrisa de superioridad. No se puede actuar con peor estilo.

¡Qué caballerete este lendakari ( lo de "lehendakari" se lo inventaron hace poco), empecinado en su alucinación, incapaz de encajar la derrota con una mínima elegancia!

La lotería de la política encumbra no pocas veces a personajillos de tercera división. Ibarreche es un pobre hombre, un político mediocre, con cara de alumno que se acerca al tribunal sabiendo que le van a catear. Se había creído que él era el pueblo vasco, la legitimidad política, el salvador de la patria, el ungido por los dioses para la liberación de un país que forma parte de la unidad de España desde hace 500 años y siempre fue libre y admirable.

Ibarreche y Arzallus se aprovecharon de la mentecatez zapateresca y tensaron al límite la vida política española. Lo pidieron todo, lo exigieron todo. Querían un Estado libre asociado, un plan para que España tragara y se rindiera, el sofisma del derecho a decidir de los vascos, la secesión en fin, la pura y dura secesión.

Al final, el pueblo ha puesto a cada uno en su sitio. A Ibarreche en su casa de la que saltará a una institución bancaria para seguir haciendo daño. Y a Patxi López en Ajuria Enea para que intente desfacer los entuertos del tejido totalitario.

Un HASTA NUNCA a esa mediocridad de personajillo que se ha retirado sin gloria y con pena indecorosa.

Y lo triste es que el PNV no tiene a nadie con quien sustituirlo, pues los que están en el mando del Partido (Korkoreka, Txabarri, Urkullu, etc. ) aún son más mediocres y más garbanceros.


Tellagorri

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2 comentarios:

  1. Incluso al final le ha faltado grandeza,saber perder con elegancia y tener sentido de Estado y altura de miras.
    Se ha portado de manera miserable y ruín,atribuyendose esa represantitividad de los vascos que da náuseas.

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  2. Es que, Natalia, esa es la mentalidad generalizada de todos los dirigentes del PNV. Son bajunos, baratos y despreciables.

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