En el caso del presidente Sánchez, alguien debería decirle que su empeño en mantener viva la llama de la desinflamación no responde a ningún análisis objetivo sino a su ceguera.
Sánchez no puede sobrevivir sin los apoyos de los secesionistas. De ahí su mendicante actitud para entrevistarse con Torra y la genuflexión de Moncloa a la hora de aceptar un formato de minicumbre, tal como exigía el Govern.
En estos momentos, Moncloa está en modo 'control de daños', tratando de minimizar los desperfectos de la visita: la duda es si la reunión del Ejecutivo va a acabar en fiasco o en tragedia. Pero es casi seguro (salvo sorpresa de última hora) que del 21-D no saldrá nada positivo, ni para los intereses del Ejecutivo de Sánchez ni, lo que es peor, para las relaciones entre los gobiernos central y autonómico.
Sólo servirá para que Sanchez siga en la Moncloa con los votos separatistas a los presupuestos.
Hoy es más canalla que nunca el SANCHEZ.
ResponderEliminarSí, cierto lo que dices Bruno.
EliminarEl Sanchez es tan misereble como Torra. Ha vendido, una vez más, al Estado de todo el país.
ResponderEliminarEstán a la par en miserables.
EliminarDebieran de inhabilitarlo para toda actividad política cuando lo pongan ante los tribunales.
ResponderEliminarYa lellegará la hora de pagar por sus felonías.
EliminarNo ha habido otro igual de canalla desde que el conde Don Julián vendió España al moro Tarik en el 711.
ResponderEliminarMás o menos y a pesar de que hemos tenido montones de malnacidos.
EliminarSin duda no hay en Europa otro político tan miserable como éste.
ResponderEliminarEs muy probable que tengas razón, Rafa.
EliminarSiendo los de un lado unos chorizos incurables, y los del otro lado unos apátridas vende-burras, los habitantes de España estamos en manos de vocacionales delincuentes.
ResponderEliminarEs la tradición desde que los romanos se fueron.
EliminarAl fin y al cabo es lo que pretende, ganar tiempo para continuar en la poltrona, se ve que lo demás bien poco le importa.
ResponderEliminarAsí es. Y ha armado un follón mil decibelios en Barcelona, con carreteras y calles rotas para en resumen celebrar un Consejo que no ha aprobado nada de fundamento.
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