Los chicos "souflé"

EL Chico del Maletín, el que vehiculaba la financiación de gobiernos extranjeros hacia su formación política, el que utilizaba meandros societarios para pagar menos al fisco, el fenómeno capaz de cobrar casi medio millón de euros por un informe desconocido, está triste y desengañado y se va a su casa.
Se llama, como saben, Juan Carlos Monedero y es uno de esos profesores salvapatrias que convirtieron la Facultad de Políticas de la Complutense en una pobre comuna de extremistas. 
Monedero, ese atisbo de Trosky contemporáneo que consideraba sencillo hacer política desde el bar de la Facultad, se considera engañado por la deriva del grupo político que crearon unos cuantos iluminados antidemocráticos.

El comunista siempre tiende a la escisión. Y al camuflaje inicial. Junte usted a veinte marxistas leninistas en un piso y cuando vuelva de comprar el pan los tendrá separados en habitaciones irreconciliables, los prochinos aquí, los troskos allá, los estalinistas en otro lado… y así.
Cuando alcanzan el poder se destrozan entre ellos, crean una nomenklatura poderosa y proceden a la eliminación de los contrarios.

Clérigos iraniés ahorcadores financian a Podemos 

Eso ha ocurrido, evidentemente, cuando han tenido que pasar de la Protesta a la Propuesta y se han percatado de que todo no es circular por la vida como intelectuales de la televisión basura.
Lo que reclama Monedero es vivir en ese infantilismo feliz de creerse siempre jóvenes por el simple hecho de reclamar bobadas tales como prohibir los toros o romper relaciones con la Santa Sede.

Monedero dice con sinceridad estupefaciente que cada día le cuesta más "sobrellevar la Partitocracia" y en ello desvela su corazón totalitario, al que quiere que regresen todos.
No nos engañemos. Estos ya eran viejos antes de nacer. Peleas. Intrigas. Purgas. Escisiones.

(C. Herrera)