El despilfarro de los EX de las Autonomías

Dicen las encuestas que Miguel Ángel Revilla podría quedarse en paro tras las elecciones del 22-M. Pero lo último que le preocupa es cómo pagará las facturas si le arrebatan su nómina de 3.400 euros al mes.

"No me gusta que los políticos se quejen tanto", recalca el presidente cántabro. "Si has llegado a liderar tu comunidad autónoma, muy tonto tienes que ser para no poder ganarte la vida fuera de la política. No necesitas privilegios".

En eso, como en tantas cosas, Revilla se encuentra en minoría. Once de las 17 autonomías endulzan la retirada de sus ex presidentes con todo tipo de prebendas. La lista es inagotable: coches oficiales, pensiones vitalicias, viajes, secretarios, asesores, despachos con muebles de diseño... La minuta anual, por estimación dada la opacidad de las cuentas regionales, superaría los dos millones de euros: suficiente para pagar los 400 euros a 417 parados durante 12 meses. Y eso sin contar los gastos de seguridad, financiados por el Ministerio del Interior.

En estos momentos, España ya roza los 70 jarrones chinos autonómicos. Y, tras el 22-M, la lista echará nuevos michelines. Algunas incorporaciones están aseguradas: ni Marcelino Iglesias ni Vicente Álvarez Areces volverán a presentarse. Otras dependen del veredicto de las urnas: Guillermo Fernández Vara, José María Barreda, Francesc Antich, el propio Revilla...

"Pero, en todo caso, nos plantaremos en 150 ex presidentes dentro de unos años...", denuncia María Josefa Ridaura, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad Valenciana y autora de un exhaustivo informe sobre el fenómeno. "Además, cada comunidad autónoma regula la situación como le parece. A largo plazo, esto no hay Estado que lo mantenga".

El epítome del boato ex presidencial es el despacho de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en Mérida. 888.714 euros les ha costado a los extremeños el refugio de jubilado de su ex presidente. Eso sí, el mobiliario está a la altura de un ex con 24 años de servicio en su currículo: un perchero de pie de 657 euros, un sofá Le Corbusier de estructura cromada y piel roja de 3.050 euros, más 27.800 euros en bolardos y pilonas.

Pero ahí no se agotan las regalías del extremeño. Rodríguez Ibarra también dispone de dos Audi A6, un Volkswagen de gama alta, un chófer, teléfono móvil, ocho policías, viajes gratuitos y tres empleados: un director de oficina, un asesor y una secretaria. En total, el mantenimiento de su despacho cuesta más de 350.000 euros al año. Eso sí, Ibarra renunció a su pensión presidencial, que le habría reportado el 80% de su sueldo durante 12 años, más el 60% hasta su muerte.

Sí que ofrece explicaciones el socialista Pérez Touriño. Como ex presidente gallego, es miembro nato del Consello Consultivo de su comunidad. A cambio, disfruta de un sueldo de unos 60.000 euros anuales, más despacho, coche oficial y secretaria particular. "Pero creo que llamarlas prebendas, como hace Revilla, es amarillista", se queja. "No le quepa duda de que si mañana volviera a mi puesto en la Universidad, podría tener una retribución superior. Nunca necesité la política para vivir". Pero no renuncia a las "prebendas".

Estas explicaciones no convencen a Revilla. Y se indigna cuando le mencionan las condiciones de prejubilados como José Montilla. "¡Gana tres veces más que yo! ¡Y tiene coche, despacho, guardaespaldas y tres secretarias! Si renunciásemos a estos gastos, podríamos pagar el sueldo de cientos de parados, si no miles".

De todas formas, Cantabria no es la única región donde el café no alcanza a todos. En Asturias, Aragón, Baleares, Murcia y Canarias tampoco amortiguan la caída de sus ex presidentes. Ni, por supuesto, en Ceuta y Melilla. Como decía Revilla, la mayoría sobrevive sin excesivos problemas, dentro o fuera de la política. Aunque sí que se ha dado alguna llamativa excepción.

El ex presidente murciano Andrés Hernández Ros, de 62 años, hace un cuarto de siglo que abandonó el poder, acusado de un intento de soborno de dos periodistas de La Verdad que no llegó a probarse. Luego viajó a Chile, donde montó varios negocios (un restaurante, un aserradero) que no cuajaron. De allí se trasladó a África para invertir en el sector pesquero. Y, en este trajín, sufrió cuatro malarias que le han dejado renqueante y algo desmemoriado.

Un hombre gallardo como él se niega a quejarse de su situación o a compararse con otros ex. Así, asegura que pretende retomar su actividad en una empresa de pescados en Senegal. Pero dicen sus allegados que las finanzas familiares dependen en gran medida de la jubilación de su esposa, una maestra retirada. Él no cobra pensión, pese a su deteriorado estado de salud. "Siempre ha sido un hombre desprendido, pero ha tenido mala suerte en las empresas que ha intentado sacar adelante", explica uno de sus amigos más próximos.

La oleada de prebendas surgió en 1983, cuando Navarra aprobó el primer Estatuto del ex presidente. Fue el detonante de una alocada carrera armamentística entre las autonomías. Todas querían ser las que arroparan a sus ilustres jubilados con más coches, más despachos, más secretarias. Era la España pre-crisis, cuando los políticos todavía no se habían convertido en el tercer mayor problema de los ciudadanos.

Ahora, todo ha cambiado. En los últimos años, cuatro comunidades (Aragón, Baleares, Murcia y Canarias) han abandonado sus planes de privilegiar a los ex ante el descontento popular. Algo parecido ocurrió en Castilla La-Mancha: hace tres meses, José María Barreda renunció a sus futuras regalías para evitar una escabechina el 22-M.

Sin embargo, ninguna comunidad se ha atrevido a recortar los derechos ya adquiridos. Y, en este capítulo, la autonomía más gastona es Cataluña. La Generalitat destinó el año pasado unos 184.000 euros a los alquileres para sus ex. Además, extiende sus prebendas al ex presidente del Parlament: así, Ernest Benach cobrará 104.000 euros anuales durante cuatro años. Y, también ampara a los cónyuges de sus molt honorables, que tienen derecho al 50% de la pensión de su pareja cuando fallecen.

Tal es su generosidad que Cataluña iguala o incluso supera las ventajas de los ex inquilinos de la Moncloa. Por ejemplo, el recién jubilado Montilla dispone de coche, oficina y seguridad, igual que los ex presidentes españoles. Además, este año cobrará 115.224 euros y dispondrá de tres trabajadores, frente a los 80.000 y dos empleados de Aznar o González.

A la estela catalana se encuentra el País Vasco. Además de pagar el 50% de su sueldo como lehendakari a Juan José Ibarrechee y Carlos Garaikoetxea, también les costea oficina, chófer y secretaria. Mientras, José María Ardanza sólo goza de coche oficial: al ser presidente de Euskaltel, ha tenido que perdonar los otros servicios. (No olvidar que Zarzalluz creó Euskaltel para darle la presidencia del Ente a Ardanza).

En Valencia, Andalucía y Castilla-La Mancha, la ley también ofrece sustanciosos privilegios a sus ex. Pero, para alivio del contribuyente, sus potenciales beneficiarios tienen otras ocupaciones que les impiden pasar la factura. Sólo ha habido una excepción, José Bono, que disfrutó de las regalías cuando dimitió como ministro de Defensa, pero renunció cuando le nombraron presidente del Congreso.

Entre ambos extremos,el dispendio catalán y la austeridad murciana, existe una tercera vía: camuflar los privilegios con puestos de jugosa remuneración. Es lo que ocurre en Madrid, Galicia y Castilla y León, donde los ex son miembros natos de sus consejos consultivos, unos organismos con tanta dotación presupuestaria como escasa es su influencia real. Esta es la salida que se le buscó al madrileño Joaquín Leguina, que cobra 87.440 euros y dispone de secretaria, despacho y coche oficial.

¿Cómo justifica este gasto en un país con cinco millones de parados?

Por si queda alguna duda, Revilla sí que tiene un plan B en caso de que los cántabros le expulsen del poder. A sus 67 años, daría clases de Economía Aplicada en la Universidad y cobraría la pensión.

"La normal, la de todo el mundo", recalca. Y, antes de despedirse, lanza una advertencia... "Esto no sólo lo piensa Revilla... Esto lo piensa el 90% de los españoles".

Tellagorri

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