Cuando Ramón Laso encontró a su primera mujer, Loli, decapitada en las vías del tren, cerca de L'Aldea (Tarragona), el 8 de junio de 1988, hizo lo siguiente: se acercó impasible al cadáver; cogió la cabeza por los pelos; la elevó hasta la altura de su propia cara, y la miró a los ojos.
Juan Camacho, el padre de Loli, quien presenció la escena, no vio más porque se desmayó al instante.
Los psicópatas son incapaces de empatizar con sus víctimas o sentir remordimientos. Las utilizan para satisfacer sus fines y actúan con ellas como si fueran un objeto.
Por mucho que Laso insistiera en el suicidio y aunque la Guardia Civil cerrara el caso sosteniendo la misma tesis, desde aquella noche a Juan lo atormentaba el convencimiento de que su hija no había puesto la cabeza sobre aquel raíl voluntariamente.
La imagen de Laso sujetando el rostro decapitado de Loli como si nada le persiguió hasta su muerte (Juan Camacho falleció en 2008). Aunque Laso estaba acostumbrado a tratar con cadáveres (condujo una ambulancia y un coche fúnebre) su reacción ante la esposa guillotinada no parecía muy humana.
El psicópata podría pasar a la historia de la crónica negra española con el apodo de el asesino del viernes. En viernes estranguló a Loli y, ya muerta, le colocó el cuello sobre la vía del tren minutos antes de que pasara un mercancías.
Otro viernes, nueve meses después, asesinó a su propio hijo (Daniel, 6 años) simulando un accidente de tráfico. Y un viernes de hace dos años (27 de marzo de 2009) se presentó en el hospital donde trabajaba su cuñada Mercedes, hermana de su nueva pareja, Julia Lamas, bastante alterado. Muy rojo, sin gafas, sin parar de beber agua y hablando atropelladamente le dijo a Mercedes que su marido, Maurici Font, y Julia, se habían fugado.
Los Mossos d'Esquadra, que lo detuvieron el miércoles y se llevaron de su casa picos, palos, cajas y un gran saco, lo que se preguntan ahora es en qué lugar del enorme terreno que Laso tiene en Els Pallaresos (Tarragona) podrían estar enterrados los cadáveres.
¿Cómo es posible que Ramón Laso, condenado a 57 años por el asesinato de su mujer y su hijo, estuviera en la calle en 1999 cuando sólo había cumplido 9 años? ¿Es justo que se le redujera la pena por buen comportamiento pese a que en el juicio fue calificado de inteligente y peligroso psicópata? ¿Quién le explica a los familiares de sus nuevas víctimas por qué estaba en la calle?
Mercedes Lamas, apenas a 50 metros de la que ocupaba su hermana y Laso, se da ya por viuda. "He sentido un fuerte alivio, pero también la certeza de que ni Maurici ni Julia volverán", dice mientras el teléfono no para de sonar y sus cuatro perros jadean nerviosos. "Mi cuñado se muestra como alguien dulce y trabajador, pero es un psicópata convencido de lo que hace. Y le mueve siempre el dinero".
Esto lo sabe Mercedes ahora, porque ni ella ni nadie de la familia conocían su macabro pasado. "Contó que su mujer y su hijo murieron en un accidente de coche", dice Mercedes, quien, superada la conmoción del descubrimiento, decidió contratar a Jorge Colomar, el detective que dos décadas atrás le había echado el guante a Laso.
Mercedes buscaba a los desaparecidos, visitaba al investigador, contrataba un abogado... Y Ramón Laso mostraba la nula empatía con sus víctimas de siempre. Ni colocó un cartel de búsqueda ni preguntó a los vecinos. Eso sí, tres días después, puso la furgoneta de Julia en venta y se quedó con su puesto de trabajo en una portería. También llamó a la inmobiliaria Parkinsonies y les pidió que ofertaran su casa por 240.000 euros aunque no podía venderla sin la firma de Julia.
A la compañera desaparecida (no estaban casados) le encontró sustituta enseguida.
En diciembre pasado, Laso, de 56 años, desposó a Margarita Gisela, colombiana, con la que vivía en la urbanización Jardins de l'Imperi. A la firma del contrato matrimonial le siguió inmediatamente la rúbrica de otro documento: un seguro de vida a nombre de la colombiana y con el de Ramón Laso impreso en la casilla del beneficiario.
"Ella era la próxima. Estoy convencida", verbaliza Mercedes Lamas lo que es un runrún en Els Pallaresos. "Yo misma me ocupé de que terceras personas se lo hicieran saber, pero no hace ni caso. Va diciendo que es un buen hombre y que le cree a él".
El periodista tocaba el timbre de Margarita Gisela el jueves a las 18.30. Atrincherada en su casa desde la detención de Laso, ese día tampoco abría la puerta.
"Gordita, bajita, media melena rubia con mechas, ojos claros, gafas, aspecto algo desaliñado...". La descripción física que de ella dan sus vecinos no difiere mucho de la desaparecida Julia Lamas. La colombiana, cuentan, conoció a Laso dando un paseo por la urbanización, en la que trabajaba cuidando los cuatro hijos de un matrimonio de comerciantes, residentes en un chalé vecino. Conectaron enseguida. Un día se veía a Margarita con los niños en casa de Laso, al poco ya entraba en la vivienda con su propia llave y finalmente se trasladó con él.
"¿Quién te dice que no iba a matar a la colombiana y fugarse a otro país con la indemnización de seguro?", especulan en un bar del pueblo, donde el suceso monopoliza las tertulias. "O peor aún: mandarla a ella a Latinoamérica, simular su muerte, cobrar el dinero y reunirse con ella en una nueva vida para los dos", fabula otro cliente.
Lo que no son fabulaciones son las sospechas de los Mossos d'Esquadra que siguen el caso. "Se busca a dos presos que coincidieron con él en la cárcel y que están desaparecidos; también a un ex compañero suyo de cuando trabajaba en las ambulancias", añaden sin dar más detalles de sus identidades.
¿Se les perdería el rastro a éstos también un viernes?
Asegura Mercedes que sin la ayuda de Jorge Colomar, el detective que contrató, Laso seguiría libre. Colomar no puede revelar detalles de esta investigación, pero sí de los asesinatos anteriores, que también destapó él. Loli, la primera esposa asesinada, dejó dos huérfanos, Daniel, de 5 años entonces, y Carlos, quien no había cumplido 2.
Laso se desentendió de ellos y los hermanos fueron separados. Daniel, el mayor, se quedó en Amposta (Tarragona) con sus abuelos maternos. Mientras que Carlos viajó hasta Quesada (Jaén) para vivir con los padres de Laso, donde aún reside. Su familia materna no lo ha vuelto a ver más.
En Quesada, el pueblo en que nació el psicópata y en el que vivió hasta los 20 años, no quieren ni oír su nombre.
El 3 de marzo de 1989 (de nuevo viernes, nueve meses después de la muerte de Loli), Ramón Laso, que ignoraba a su hijo Daniel pese a residir en el mismo municipio, sorprendentemente acudió a recogerlo al colegio. "El niño no quería irse con él", cuenta Miguel Camacho, hermano de Loli, "pero lo obligó a subirse al coche y se lo llevó sin avisar a mis padres".
Horas después, desde la cama del hospital, Laso relataba a la familia los pormenores de la nueva tragedia. Se había llevado al niño para tomar una Coca-Cola, perdió el control del coche en una curva; el vehículo se despeñó por un barranco; él salió despedido por una ventana y perdió el conocimiento. Al despertar (contó con la misma sangre fría con la que alzó la cabeza de Loli) se encontró a Daniel calcinado dentro del coche. Sólo unos días después, acudía al seguro para reclamar los 3,5 millones de pesetas de indemnización y montaba un videoclub con lo cobrado por la muerte de su hijo.
A Juan Camacho se le acabó de romper el alma. Aún no había digerido lo de su hija y no estaba dispuesto a que la muerte de su nieto Daniel también quedara impune.
En junio de ese año se presentó en el despacho del detective barcelonés Jorge Colomar, clave en la resolución del caso. "Cuando una persona se suicidar en las vías, se tira al tren, no se tiende inerte con la cabeza sobre la vía. El cuerpo de Loli, además, no presentaba contracciones en las extremidades como suele ser habitual...", explica.
Más claro aún parecía el caso del pequeño Daniel Laso. Su padre contó que, deslumbrado, hizo una maniobra brusca y cayó por un terraplén. Pero no había huellas de derrape ni de frenazo, el vehículo tenía puesta la primera velocidad, alguien había desenroscado el tapón del depósito de gasolina, el coche empezó a arder por los asientos posteriores...
No fue un viernes sino un jueves 2 de marzo de 1990 cuando Ramón Laso, para alivio del afligido Juan Camacho, fue detenido. Confesó el asesinato del hijo y aunque siguió negando el de la esposa, en 1993 fue condenado a 57 años de cárcel por ambos crímenes
En prisión hizo gala de la inteligencia y del carácter frío y calculador que se le atribuyó en el juicio. Consiguió el puesto de jefe de cocina del penal de Tarragona y se ganó a los funcionarios por el estómago. Las canastas de comida que les preparaba para que se llevaran a casa le sirvieron de salvoconducto porque los funcionarios le devolvían el detalle sacándolo a escondidas a tomar alguna copa.
Las valoraciones que los empleados de la prisión hicieron del reo fueron fundamentales para que le redujeran la pena. Sólo nueve años por dos vidas.
Tellagorri
(Con información de Amelia Brenes)
psicopata viernes
Evidentemente, la política de reducción de penas por "buen comportamiento" es demencial, lo lógico sería lo contrario, que en caso de observar mal comportamiento, pudiera aumentarse la condena.
ResponderEliminarEl buen comportamiento es algo que se supone y es obligatorio, precisamente están en la cárcel cumpliendo un castigo, en principio, para su corrección, luego al que se porte mal, se le arresta X días sin salir de su celda o en una de castigo y como en la mili los arrestos a prevención, los días de arresto no cuentan en el cómputo de la condena; así debería ser.
En cuanto al caso concreto de este monstruo, no solo habría que sacarle de la manera que fuese dónde están los cadáveres, sino que habría que empapelar a los funcionarios de prisiones irresponsables por su conducta criminal, suspender una buena temporada al juez, por cretino y al angelito este, meterlo otra vez en chirona, pero tapiando la puerta de la celda.
Da escalofrío pensar que gente así exista.
Totalmente de acuerdo
EliminarBueno bueno bueno, las horas que son y lo que me haces leer. Me has puesto los pelos de punta con esta macabra historia. Algo terrorífico. Y pensar que gente como ésta anda suelta por ahí engañando y asesinando.
ResponderEliminarYa sabemos que matar en España sale muy barato, y éste es un caso más que así lo prueba.
Sobre el comportamiento de los funcionarios que señala el artículo intentaré informarme para hablar con conocimiento de causa, y si lo consigo, te cuento mañana.
Un abrazo.
TANNHAUSER
ResponderEliminarRealmente el sistema penitenciario es uno de los grandes problemas que han creado los sociatas desde 1980. Es demencial.
Unos ropones condenan a algunos a 1.500 años de prisión y los ropones penitenciarios los convierten en 16 o 20 años al final.
Entre las idioteces de reducción pòr estudios, días de detención preventiva que cuentan por dos o tres días cada uno, buena conducta que debiera de "presumirse" al igual que el valor en el soldado, y un sinfín de chiriflautadas más las condenas y su cumplimiento son una chufla y burla al ciudadano.
A éste habría que, como dices, tapiarle la puerta de entrada y dejarlo dentro.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarEsta historia es como una novela de terror. Y como a algunos les encantan esas cosas, se lo van a pasar mordiéndose las uñas hasta terminar de leer.
Como bien dices, véte a saber cuántos tipos como éste andan sueltos por ahí, y sirviéndote el cafelito o poniendo gasolina a tu coche o atendiendo la recepción de un hospital.
Quedo a la espera de la información que prometes sobre los funcionarios de prisiones.
Tan increible como lo de ese pobre preso común que lleva casi 30 años a la sombra sin ningun delito importante, ni de sangre por supuesto.
ResponderEliminarClaro que mas barato le salen a los etarras sus multiples crimenes, el último ejemplo, el sanguinario Troitiño, 24 años por 22 crimenes, "u séase", 1,09 años por crimen.
Para aquellos lectores que no lo conozcan, aqui dejo un enlace a un interesante y documentado artículo:
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/troitino-parot-y-cons
F.J. EUGENIO
ResponderEliminarEs bien triste lo de ese preso común que por una tontería inicial que le detuvieron lleva cuarenta años de prisión.
Y el Troitiño de juerga, tras 24 asesinatos, a los 20 añoa.
Es el SISTEMA PENITENCIARIO montado de cuando el Felipato. En parte alguna del Mundo suceden estas cosas. Salvo, quizá en Malawi y Botswana.
Un relato aterrador, digno de la peor de las películas de terror, pero verdad. Así es la justicia de Estepaís. Mientras el preso más antiguo de España lleva 35 años en la cárcel sin tener ningún delito de sangre, tan solo temas de trapicheos de drogas y otras "chorradas", estos psicópatas asesinos, los pederastas o los terroristas con decenas de víctimas a sus espaldas salen a la calle tras unas "mini-vacaciones" de no más de 10 años en la cárcel...DE VERGÜENZA.
ResponderEliminarDE VERGUENZA, lo has dicho tú y es la única forma de calificar estas situaciones.
ResponderEliminarY lo grave es que el tipejo criminal éste sigue SUELTO.
Muy macabro pero muy real, Tellagorri, los límites a la reinserción de los asesinos, la falta de derechos de las víctimas, la visión victimista de los asesinos, todo eseo se desprende de tu relato, llevado con pulso magistral.
ResponderEliminarSaludos blogueros
No puedo comprender como la Guardia Civil cerró el caso de la mujer decapitada y lo pudieron considerar como suicidio, es absurdo. Es de suponer que actuaría un forense, el espasmo puede ser signo de muerte previa a la decapitación, la sangre derramada post mortem no infiltra tejidos..en fin, que de entrada se podían haber evitado las muertes posteriores, la del niño por ejemplo.
ResponderEliminarParece ser que hubo meteduras de pata por todas partes, aunque sin duda la mayor es considerar que un psicópata es reinsertable, por lo tanto no deberían aplicarse reducción de penas, es lo mismo que los violadores, tampoco son reinsertables.
Pero mientras los criterios de reinserción sean político y no técnicos estaremos en las mismas. Es nuestro primer problema, la política metiendo las narices hasta en la sopa.
Ya había leído el caso de este individuo, y resulta patético, que hubiera cumplido solo nueve años por la muerte de su hijo y su mujer, y ahora nuevamente se le procese por la desaparición de su nueva compañera, eso si, seguro que no pasara de presunto, porque el cuerpo no ha aparecido, y como coincido con los comentarios anteriores sobre el preso mas antiguo de España que lleva 35 años en la cárcel sin delitos de sangre, y para colmo hace pocos días el tribunal supremo le ha denegado la revisión de condena. Había que colgar a todos los ropones de un gancho de carnicero junto con los canallas que hacen las leyes.
ResponderEliminarUn saludo
Lo prometido es deuda y aquí estoy con la información que me ha sido imposible recabar antes.
ResponderEliminarLos informes de tipo conductual los hacen los funcionarios siempre, pero no implican jamás reducción de condena. Sólo sirven para que el recluso reciba beneficios penitenciarios que pueden ser permisos o cambio de grado.
Cuando en la condena de un preso pone que saldrá en libertad tal día, saldrá dicho día independientemente de los citados informes conductuales.
No es raro que un preso de cocina prepare algo para los funcionarios, por ejemplo mi marido lleva su comida de casa pero alguna vez pide que le preparen un gazpacho y el recluso lo prepara. Y si algún día no ha podido llevar su comida, el preso le prepara un bocadillo.
También es bastante normal que a media tarde se preparen unos cafés para los funcionarios. No creo que esto implique ningún tipo de corrupción.
Es muy poco probable que un preso salga de la mano de un funcionario a la calle a tomar copas en una prisión de alta seguridad, pues los controles por los que hay que pasar son numerosos y ello implicaría que son muchos los funcionarios implicados en el hecho. Y quien me da la información dice que a lo largo de los muchos años trabajando en prisiones, son más los trabajadores honrados que los de comportamiento poco ético, aunque los haya también como en cualquier trabajo.
Por último, digo que los informes de conducta que hacen los funcionarios no tienen nada que ver con el delito cometido por el preso. El funcionario se limita a hacerlos según el comportamiento del interno contando la verdad de dicha conducta, no miente según se trate de un asesino, de un ladrón o un simple traficante de barrio.
Así, es muy normal en prisiones que el asesino más vil tenga un magnífico comportamiento y un simple niñato que sólo ha trapicheado en su calle con mariguana sea un hijo de su madre. El funcionario sólo cuenta lo que ve y percibe independientemente de la hijoputez del preso en la calle. Es lo que se le pide.
Saludos a todos.
DON JOSÉ ANTONIO
ResponderEliminarSospecho que en este país hay muchos tipos MÁCABROS como éste que andan sueltos por culpa de unos ropones ineptos y vagos.
Todo esto, así como el sistema educacional que produce analfabetos funciones, proviene de las leyes que en su día promovieron los ministros de GONZALEZ.
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarCon las víctimas de éste fallaron hasta los fotografos forenses. Todo es una chapuza, y lo grave es que debe de haber muchísimos casos similares porque ahí está también el Celador de Olot que se cargó a docenas de ancianos en un geriátrico y sólo le imputan uno o dos asesinatos y con muchas dudas.
La tontorrona política basada en "la reinserción del reo" es estúpida, además de que en España REOS hay solo los que cogen por conducir a 160 kms/hora.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu fidedigno informe al respecto. Sin embargo, juraría, tal como sucede en otras muchas profesiones, que hay funcionarios corruptos y directores de prisiones que debieran de estar remando en galeras.
En la abogacía hay tales y tales limitaciones, lo mismo que en las Notarías, en donde se supone que todos son como es debido pero te garantizo que hay exceso de Notarios y Abogados que son unos QUINQUIS.
DON MANUEL
ResponderEliminarA tenor de lo que comenta se me ocurre que es una lástima que las naves de guerra no funcionen a REMO para poder enviar a galeras a las tres cuartas partes de ropones.
Según he leído aprendian mucho de conducta cívica los que sobrevivían a la experiencia.
Este país siempre se pasa por exceso : o quemaban vivos a quienes leían simplemente un libro prohibido por los que se vestían con faldas, o sueltan a asesinos en serie para que degusten cafés brasileños en las ciudades.
Que se lo dejen una noche a la familia de los asesinados, y que estos diriman, machete en mano, si la psicopatía de este hijo de la grandísima puta se puede curar o no.
ResponderEliminarLuego, lo de nuestra "justicia", sueño de todos los ladrones, orgasmo de violadores, eden para terroristas, masaje de corruptos, pesadilla de las víctimas, temor de los inocentes, y paraiso de la gentuza en general.
No se que diablos tiene que pasar en este país para que cambien las leyes. Hoy he hablado de estos temas con un amigo que ha trabajado en prisiones, y la cosa es mucho peor de lo que parece: todo esta diseñado para complacer al recluso, como la sociedad tuviera alguna deuda con el tipo, por el hecho de encerrarlo x tiempo. ¿Suena mal?..sí, pues es peor.
Lo dicho, ¿psicopatia?..que lo dirima el machete.
No estaría nada mal aplicar a estos tipos tu sugerencia de aplicar el principio del Juez Linch, y con machetes.
ResponderEliminarSubrayo tu párrafo siguiente, por no tener desperdicio = "lo de nuestra "justicia", sueño de todos los ladrones, orgasmo de violadores, eden para terroristas, masaje de corruptos, pesadilla de las víctimas, temor de los inocentes, y paraiso de la gentuza en general.
"