El "Samurai"

En un escrito de este Blog se contaba cómo Ciudad Juarez, en México, es la urbe más peligrosa del Mundo. Está en
http://tellagorri.blogspot.com/2009/11/ciudad-juarez-la-urbe-mas-peligrosa-del.html

Ahora un periodista,Jacobo G. García, se ha metido en una cárcel mexicana a entrevistar a un personaje peligroso de verdad : el SAMURAI, para intentar hallar claves que expliquen el porqué de la violencia descontrolada que asola México..

Jesús, conocido por "El Samurai", es el rey de la cárcel de Ciudad Juárez.

El golpe de la aldaba contra el hierro deja en los pasillos de la prisión en un eco seco y metálico que se prolonga con cada vuelta de llave que el funcionario da al candado. Una puerta, otra puerta, un pasillo, otro puerta más y, por fin, El Samurai.
-¿Eres el líder de Los Aztecas?
-Digamos que soy el portavoz.
-¿Por qué estás aquí?
-Por homicidios.

-¿Cuántos?

-Unos cuantos...

-¿Por qué?

-Era parte de mi trabajo.

-¿En qué consistía tu trabajo?

-En entregas... y en ejecuciones.

El Samurai prefiere no entrar en detalles sobre el delito que lo condenó a la cárcel y menos si entre esos "cuantos homicidios" está parte de su familia.

Le cayeron 20 años, se llama Jesús y es el líder de Los Aztecas pero le llaman El Samurai porque cuando se pone hasta arriba de marihuana se le achinan los ojos. Pero hoy no hay ni rastro de marihuana, ni en su mirada ni en sus respuestas. Se ve a un tipo calmado, con tatuajes en el cuello y la piel desfigurada, que lanza respuestas como disparos de AK-47, tan breves como secas, sentado sobre la cama de la celda.

Tiene el cargo de sargento dentro de la estructura de una de las sanguinarias bandas que están atiborrando México de crímenes. Aunque él ya no está en primera línea por aquella condena, en la cárcel de Ciudad Juárez es el rey. A él nos remiten los propios presos para saber qué pasa aquí dentro. A su lado es la única forma de caminar tranquilamente por los pasillos de esta prisión, mientras el resto de internos se echa a un lado para dejarnos pasar.

Aunque lleva varios años a la sombra, la banda que lidera es uno de los brazos ejecutores del cártel de Juárez en la guerra que sostiene contra el cártel de Sinaloa por hacerse con el control de una de las plazas más jugosas en el mundo del crimen organizado.
Estamos dentro de una de las prisiones más peligrosas del planeta con un singular cicerone. A los pasos del Samurai van cediendo las puertas de la cárcel. Así hasta llegar al patio. Ya en la celda, siguen las preguntas.

-¿Cuál es la situación actual?

-Estamos en una guerra...

-¿Por qué esta guerra?

-Porque el Gobierno no está haciendo las cosas como deben ser.

-¿Cómo se deben hacer?

-Con Policía y Ejército esto se hace más grande. Lo estamos viviendo. Aquí hay una guerra y el presidente la quiere frenar con más guerra. Trayendo miles y miles de policías y soldados. Esto era como un animalito al que su dueño tenía con una cadena, pero al que le fueron dando más y más de comer hasta que se revolvió y ahora el dueño (el Gobierno) es el que está con la cadena al cuello y son los demás los que juegan con él.

-¿Entonces?

-Hay que crear industrias y puestos de trabajo porque esa es la base. Cuando se descompone el núcleo familiar, los hijos van y corren donde les ofrecen dinero rápido. Las soluciones que está dando el Gobierno están obsoletas. No saben lo que pasa en las calles. Debe mezclarse con la sociedad y no lo hace. Tiene que vivir lo que vivimos nosotros, pasar lo que pasamos y carecer de lo que nosotros carecemos para entender lo que aquí pasa.

-¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos?

-Todos son malos... Pero tiene arreglo.

-¿Qué tipo de arreglo?

- El Gobierno tiene que sentarse y hablar como usted y yo de cuántas toneladas puedes meter por aquí o por allí. Llegar a un acuerdo, ejercer la autoridad y dirigirles... pero ya sin más muertes.

-¿La Policía y el Ejército pueden solucionar esto?

-No, el problema sólo se hace más grande, como se puede ver. Llevamos cuatro años de guerra salvaje. Así, nunca se va a acabar la violencia.

Moreno de piel, voz grave, espigado y fibroso. Sin voces, ni estridencias, El Samurai reparte órdenes a sus soldados con un sencillo movimiento de cejas. Lo mismo para que despejen la puerta como para que traigan agua a los recién llegados. Oficialmente, todas las celdas son iguales, "pero igual que hay personas distintas, hay celdas distintas", remata para explicar que aquí, como en el campo de batalla, también hay jerarquías.

La celda que utilizamos para la entrevista es de las sencillas. Seis literas, manchas de humedad, un aparato de música, una televisión, fotos de vírgenes y familiares, algunas velas prendidas, un váter sin tapa, una ducha y la reja.., siempre la reja.
En los patios de la prisión, murales prehispánicos con dibujos de Cuauhtémoc, de la mítica ciudad de Tenochtitlan o de Quetzlcoatl, la serpiente emplumada de los aztecas. Son las señas de identidad de una banda nacida en los 90 en las cárceles de EEUU, pero que hoy trabaja a destajo para los grandes cárteles del narcotráfico.

Pero al otro lado de estos muros, México arde por los cuatro costados. Paradójicamente estamos en el lugar más seguro de Ciudad Juárez. Lo dicen los de fuera y lo dicen los de dentro: "Aquí estamos mejor. Fuera de la cárcel ya me hubieran matado", explica el malamadre de la cárcel de Juárez.

Las cifras conocidas esta semana dan cuenta de un país con 10.000 muertos en los últimos 10 meses, 33 cada día, 1,3 por hora. Y en el centro de toda esa violencia, Ciudad Juárez, con un tercio de todas las muertes. La urbe que un día fue motor industrial del norte de México y puticlub del sur de EEUU, la misma a la que llegaron para divertirse gente como Frank Sinatra, Merilyn Monroe o Steve Mcqueen, es hoy una polvorienta población atenazada por el miedo y que se desayuna cada mañana con una masacre. Octubre terminó en Juárez como el más sangriento, del año más sangriento, del México más sangriento desde la Revolución.

La versión oficial dice que Juárez es el suculento objetivo de la guerra que sostienen los sicarios de Vicente Carrillo, jefe del cartel de Juárez, y del Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa. Desde aquí, casi en el centro geográfico de los más de 3.000 kilómetros de frontera entre México y EEUU, es fácil distribuir la droga hacia cualquier punto del país vecino.

Pero desde hace tiempo, a los cárteles del narcotráfico que se pelean por la plaza ya no les vale con matar, si no que hay que hacerlo con saña, descuartizando al contrario, metiéndole los testículos en la boca y colgándolo de un puente. Y al que no muere en la primera ráfaga, se le remata en el hospital. Hay que salir en televisión

-¿Cómo es el sicario de ahora?

-Son jóvenes e inmaduros que no han estado nunca en el negocio. Chicos de familias humildes y descompuestas, que tienen ganas de comer bien y de vivir bien. La lástima es que duran muy poco. En este mundo nuestro la vida es corta, todo se queda en sueños.

-¿De dónde salen?

-Algunos son padres de familia que hasta trabajaban en la industria ensambladora y de repente les ofrecen 10 veces más de lo que ganaban. Sólo por vender o informar.

-Sí, pero al final siempre mueren los mismos.

-Son jóvenes humildes y desgraciadamente nos ofrecen lo que no nos ofrece el Estado. Empleos y dinero para mantener a nuestros hijos. La gente piensa que por el grado de violencia que vivimos a nosotros nos vale todo, pero también tenemos corazón y queremos a nuestros hijos y a nuestra familia. Los niños tienen que vivir, pasan hambre y tienen que comer.

-Pero los de arriba siguen tranquilos...

-Sí, ellos se sientan en primera fila para ver cómo nos destruyen. Y les divierte.

-¿Se han perdido los valores, incluso en el mundo del crimen?

-Sí, es parte del problema. Antes las familias no se tocaban, tampoco había necesidad de descuartizar a nadie en veinte partes para que entendiera las cosas. Sabías que había gente inalcanzable a la cual no podías hablar o ponerte en frente. Todo eso se ha perdido.

-¿Cómo se ha llegado a la situación actual?

-Ahora se mata a los hijos, a la familia y se les corta la cabeza. Es un grado muy alto de violencia. Ya no es por poder, por influencias o por negocio, se mata por gusto.

-¿Por gusto?

-Sí, la mitad de las muertes en las calles son por gusto. Hay gente cansada y enrabietada y cualquiera tiene un arma.

-¿Cuánto se cobra?

-Varía. Depende los trabajos. 500 dólares, pero también 250 por ejecución.

-¿Qué opinas de la cadena perpetua para violadores y asesinos que empezará a aplicarse en Chihuahua?

-Va a tensar aún más las cosas. Si por un muerto me echan cadena perpetua, y hay por ahí dos cabrones cerca, me los echo también.

Con Margarito recorremos el resto de la cárcel. Es bajito, gordito, usa gafas y huele a colonia fresca. Pero a pesar de su nombre y de un aspecto que nada tiene que ver con las películas de Hollywood, es otro de los pesos pesados de la cárcel, fiel escudero de El Samurai, y el hombre que le cuida las espaldas.

Margarito nos enseña la huerta, la granja y los gallos de pelea que están criando. Nos explica que los Aztecas están obligados a ducharse y afeitarse cada día, y a mantener limpias las habitaciones. Los que venden chucherías o artesanías en el patio pagan impuestos a este pequeño Estado creado en el interior de la cárcel. Pero Margarito sólo puede acompañarnos unos metros, hasta donde comienza un gigantesco muro. Más allá están los Mexicles, al servicio del cártel del Golfo y los Artistas asesinos (AA), brazo ejecutor del cártel de Sinaloa.

La prisión, concebida para 1.600, pero al doble de su capacidad, está dividida en tres zonas de enemigos que ni se ven ni se tocan. Nada más traspasar el muro y entrar en territorio de los Mexicles, las palabras jerarquía, respeto y orden de los Aztecas toman sentido. Se nota en su aspecto físico y en que, más que hablar con el periodista, su único interés es sacarle unas monedas y unos cigarros.

"Aquí estamos mejor organizados que los de ahí fuera", dice El Samurai. "Aunque el Gobierno quiera tenernos encerrados, somos el problema pero también la solución", añade.

-¿Tienes familia?

-Tres hijas de 12, 14 y 16 años.

-¿Y tu mujer?

-Ya no me llevo con ella. Maté a su padre y a su hermano.

-¿Y tus padres?

-Hace cinco años que no hablo con mi padre. Mi madre viene todas las Navidades pero él no quiere saber de mí. Mejor así, si no me lo matan ahí fuera. Por cierto, ¿usted no tendrá un móvil para llamarlo?

Y ahí lo dejamos en la celda, hablando con su padre después de cinco años.

Tellagorri

NOTA
Las propuestas del "Samurai" para evitar asesinatos, como la de que el Gobierno negocie cuánta droga vende cada cartel o grupo, me recuerdan a las de los Batasuno-etarras, también secundadas por kurkullus y korkorekas : "Si el Estado nos dejara en paz organizar Euskadi sin intromisiones ni policias, se habría acabado el "konflikto".

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