04 octubre 2010

Esos servicios públicos modelnos

No sé quién es el maquiavélico hijo de puta que diseña los servicios públicos de bares, cafeterías y restaurantes. No puede ser casualidad. Rara es la vez que no salgo blasfemando en arameo.
Antes, uno abría el grifo del agua, se lavaba las manos con una pastilla de jabón y las secaba con una toalla más o menos mugrienta, puesta en un toallero o en uno de aquellos chismes donde corría por tramos, o en un servidor de toallas de papel de ésos que hacen clic-clac y sale una. Estaba chupado.

Ya no es así. En algunas tabernas con serrín en el suelo y borracho en la barra, todavía.En locales modernos, ni de coña. Si llegas a un restaurante y sale una pava sofisticada que te tutea, precediéndote hasta una mesa donde, gentileza de la casa, ponen una espuma de erizo deconstruida al jarabe de grosella con virutas de morcilla ibérica, sabes que cuando vayas a lavarte las manos puedes darte por jodido.
Siempre que voy al servicio de un restaurante supermegapijo me detengo cauto en el umbral, mirándolo todo como cuando iba a cruzar con Márquez u otros colegas una calle bajo fuego de los malos. A ver dónde están las trampas, me digo. Dónde se esconde el profesor Moriarty: el Napoleón del mal de la fontanería moderna. Diseño incómodo aliado con mínimo esfuerzo y poco desembolso por parte del propietario.

Así que, suspicaz, antes de avanzar estudio el lavabo, el toallero, el dispensador de jabón, los pulsadores, y sobre todo las células fotoeléctricas, fotosensibles o como carajo se llamen. Dónde acechan esas malas zorras, considero. Hay días en que me veo como aquel espía de la película "Bajo diez banderas", dispuesto a sortear los haces de rayos invisibles que protegían la caja fuerte donde la Kriegsmarine guardaba los secretos del corsario Atlantis.

La luz es lo primero: ese dispositivo que en teoría se enciende cuando entras y se apaga cuando sales, automáticamente, y que en realidad lo hace cuando le sale de los cojones. Entras a oscuras buscando el interruptor de la luz, pero no lo hay. Te paras, sales a explorar, preguntas al camarero, entras de nuevo y pasas un rato moviendo el cuerpo como un idiota hasta que se enciende, o no.

Eso, cuando no se apaga a media faena dejándote sin saber a dónde dirigir el chorro. Que levante la mano el lector varón que no ha tenido que abrirse la bragueta a oscuras, apuntando al buen tuntún en la noche procelosa de un restaurante pijo, o miccionar con un mechero Bic quemándole el pulgar de la otra mano. Porca miseria.

Lo del agua es otra. Ahora los grifos son automáticos. O sea, que llegas, pones las manos debajo, y teóricamente sale agua. En realidad, cuatro de cada cinco veces no sale una puñetera mierda. Te quedas esperando en seco, a veces con un poco de jabón líquido que tuviste la imprevisión de ponerte antes, moviendo las manos en vaivén, mientras te miras la cara de gilipollas en el espejo, hasta que descubres que si colocas la muñeca izquierda exactamente a 48 grados de latitud norte del puto grifo, sale un chorro. Con el emocionante plus de que, si el lavabo es de diseño moderno, ese chorro de agua rebotará en el borde y se proyectará fuera alegremente, salpicándote de cintura para abajo.

Lo mismo pasa con los secadores de manos con aire caliente. Lo de menos no es que el aire no salga caliente jamás -aunque algún modelo inesperado puede abrasarte el pellejo en tres segundos-, sino que éste funcione, o no. Por lo general es que no.

Como en el grifo, pones las manos mojadas debajo, las mueves de un lado a otro, y verdes las han segado. Otra posibilidad es que haga puuuf cuatro segundos y se apague, y no vuelva a hacer puuuf hasta medio minuto más tarde, tras varios movimientos de manos y atroces juramentos por tu parte. Además, como ya nunca hay toallas para secarte si te refrescas la cara, una bonita variante es cuando te contorsionas con crujido de vértebras para situar el careto bajo el chorro.

Ahí pueden darse dos casos: el del chorro abrasador que despelleja, o el intermitente flojito que sale frío. Con lo que sueles volver a tu mesa con las manos y la cara mojadas, y una llamativa mancha de humedad en la salpicada bragueta.

La última vez vestía yo chaqueta, corbata y camisa de puños con gemelos; y al presionar con la palma de la mano el dispensador de jabón, éste me proyectó un chorro de gel verde, no sobre la palma, sino sobre el puño blanco de la camisa. Cuando zanjé aquello tenía el puño chorreando; y por supuesto, el secador de aire dijo si te he visto no me acuerdo. Y así volví a mi mesa: secándome las manos con disimulo en el mantel, un puño de camisa mojado y otro no, goteándome la cara y con la bragueta salpicada de agua. Como esos abueletes que no se la sacuden bien al acabar, o tienen el muelle flojo.

ARTURO PEREZ REVERTE


21 comentarios:

  1. El bueno de D. Arturo es un clásico, y no se percata de que lo que él toma por fallos técnicos son servicios añadidos que proporciona el local para hacer más entretenida la micción, además de proporcionarle una nueva imagen mediante el rediseño de su vestimenta, considerada demasiado clásica por el dueño del establecimiento.

    Para evitar estos percances nunca entro en ningún restaurante donde lea en la carta algo deconstruido, huyo de los que me prometen nubes de cosas raras en los platos y salgo despavorido de aquellos donde adornan los platos con virutas.

    Y es que no hay nada como un bocata de calamares de la Plaza Mayor, que en esos bares nada es refinado pero uno sabe lo que come y no se corren riesgos en los lavabos, excepto que no haya papel higiénico.

    ResponderEliminar
  2. Esos servicios "añadidos" que indicas, están ya en casi todos los servicios de todos los bares más menos nuevos.
    La "lus" dura 5 segundos y tienes que mover una pierna o un brazo para que se vuelva a encender durante otros 5 segundos.
    Y luego viene la retahila que detalla don Arturo.

    Vuelves a tu mesa con la chaqueta quitada y puesta delante para que no se note el mojado del pantalón a la altura de la braqueta.

    ResponderEliminar
  3. Hago lo mismo que el amigo Aspirante, nunca voy a esos lugares en que te timan con un plato enorme medio vacío que cuesta un riñón.
    Me gustan los bares de siempre, los mesones y sitios rústicos en los que se harta una de comer buena cocina tradicional.
    La única pega es la falta de papel higiénico, falta que he suplido gracias a que siempre llevo servilletas de papel en los bolsillos (por lo que pueda pasar y por mi condición de mujer práctica, je).

    Y jamás se me ocurriría secarme las manos, y mucho menos la cara, con una toalla del servicio de un restaurante, vaya guarrada, qué asco. Prefiero salir empapada.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. DOÑA ELENA
    Sí, a no ser que uno sea medio esnob, hay que huir de los restaurantes de Nueva Cocina porque son un cuento chino y un timo.

    Lo de los servicios públicos actuales en muchísimos bares es tal como explica Arturo. Una tomadura de pelo cabreante. Ni hay luz, ni agua que funcione como es debido ni toallas de papel para secarse las manos.

    No era necesario que informaras de tus previsiones porque eran de suponer. Como el "valor" en los militares, en tí se presume la PREVISIÓN ante eventualidades.
    Un cariñoso saludo

    ResponderEliminar
  5. Este Perez Reverte... ya me hizo golpearme la frente contra el escritorio miles de veces... sin duda no tiene pelos en la lengua, jajaja.

    Una vez fui al bar más emblematico de Asunción solo para usar el baño, y encima de "modelno" era mas pequeño que el pudor de Elsa Pataky!.

    Saludos

    ResponderEliminar
  6. Coincido con lo de los platos decorados, me hace gracia como elevan a los altares a ciertos timadores gastronómicos.
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. D. Javier, menos mal que nos pone usted un post serio, de los de verdad, y nadie tan serio como D. Arturo Perez Reverte, para diseccionarnos las situaciones tan comprometidas que nos podemos encontrar cuando salimos a tomar algo, y por desconocimiento nos metemos en garitos "under ground", que nos ponen cosas tan fashion como unos pimientos del piquillo rellenos de ancas de rana al chocolate, que pides una barra pan, para poder mojar la salsa, y te encuentras que te traen un plato muy grande con una cagada de mosca pinchada en un palillo y como guarnición un salpicado oscuro de salsa de pimiento, que asi pasa, te tienes que ir al servicio rapido, y para entrar tienes que dar una palmada para que se encienda la luz, que antiguamente en los bares, asi se llamaba al camarero, dando un par de palmadas; luego al terminar la faena, buscas para tirar de la cadena, y notas lo que relata el sr.Perez Reverte, que salta una célula fotoelectrica que suelta el agua a destiempo, y para lavarte las manos, tienes que liarte a leches con el grifo .......suelta el agua mamon, luego con el jabón, que sale contado,30 gramos por persona, y despues tienes que poner las manos en un secador de esos que al final no seca nada, y para salir airoso tienes que terminar de secarte en los pantalones.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  8. DON MATIAS I
    Me alegra saber que te alegra la pestaña el leer a este señor. Y lo que cuenta es lo que sucede en esta coditiana vida, en que cada vez te encuentras más incomoidades disfrazadas de modernas.

    ResponderEliminar
  9. CABALLERO ZP
    Creo que cada vez hay más gente consciente de que esos restaurantes, además de ser un timo económico, toman el pelo al cliente con sus preparados de fantasía.

    ResponderEliminar
  10. DON MANUEL
    Este es, como bien dice, uno de los post más serios de este blog porque refleja la más ruda realidad diaria facilmente contrastable.

    Esos servicios, tan generalizados ahora, de bares, cafeterías y restaurantes en donde es un poema tratar de lavarse las manos o de orinar sin estar a oscuras.
    Lo de los cocineros esos es un atraco y un cuento chino que ha enriquecido a los "inventores" : Arguiñano, Arzac, Subijana y el catalán ese que inventó el sifón.

    Donde haya una cocina a la navarra o gallega, tradicional, con sus pochas o macedonia de verduras para seguir con 20 tipos de cordero o cochinillo y terminar con un arroz con leche o unas leche-fritas, todo lo demás es puro cuento.

    En un tiempo servían en todo el País Vasco una sopa de pescado que era un manjar y que hoy nadie sabe cómo se hace. O un pato a la naranja o una chuleta de galicia a la parrilla, limpia y tierna, previa desgustación de un besugo del Cantábrico, o una merluza de 5 kgs al horno.

    ResponderEliminar
  11. JAJAJAJAJAJAJAJA!!! genial Reverte! aún me estoy partiendo de la risa Tella...es tal cual lo cuenta: miles de meadas a oscuras, braguetas mojadas, caras de tonto buscando el truco del almendruco...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  12. CAROLVS
    Ya veo que eres otro de los que han experimentado la "modelnidad" de los actuales servicios en restaurantes y cafeterías.

    Está garantizado que salgas con la bragueta mojada y las manos húmedas, además de en busca de luz, con los brazos hechos polvo de tanto moverlos para que se enciendan.

    ResponderEliminar
  13. O para salir medio noqueado , como leocurrió a un amigo. Al secarse las manos una descarga eléctrica lo lanzó contra la pared y casi no la cuenta.

    Es menos aventurero comer pez globo..y más exótico. Hay que ver lo que hace Reverte con un tema como éste jaja!!, le ha dado casi para un ensayo..

    ResponderEliminar
  14. DOÑA CANDELA
    Esa es otra. Que hasta puedes salir medio electrocutado o como tu amigo, semi-noqueado.

    Reverte es capaz de sacarle chispas a cualquier tema por nimio que sea. Esa es la base del ingenio y la calidad.

    ResponderEliminar
  15. ¿Y qué decir de los cartelitos? Parece que compiten por el más chorra o retorcido. Más de una vez he entrado en el de las féminas pero afortunadamente suele estar vacío y mi intuición -no sé si femenina- me decía: J. F. creo que te estás metiendo en territorio comanche.

    Siempre genial don Arturo.

    ResponderEliminar
  16. F.J.EUGENIO
    Luego viene lo que dices : los dibujos raros en las puertas de acceso a varones y féminas, en donde hay que ser un ISRA para descifrar a qué sexo pertenece cada puerta.

    ResponderEliminar
  17. Desde luego, yo también apuesto por la cocina tradicional frente al plato enorme, cuasi-vacío y carísimo.

    Me acuerdo una comida con la cuadrilla, en la que fuimos a un restaurante vamos a decir pijete (elegía el del cumpleaños y al resto nos tocaba asentir). La comida era de esta moderna, y sabíamos mientras comíamos las escasas porciones, que íbamos a tener que adelantar la cena (como así pasó). Pero lo curioso vino cuando en los postres, y ya con un poco contentos con el vino, uno fue al baño y volvió todo excitado.

    Resulta que en aquel baño a disposición del cliente había cepillos de dientes y un bote enorme de colonia. Ni que decir hace falta, que como buenos aprovechategis, y a cambio de tan escasas viandas, nos limpiamos todos los dientes y salimos oliendo a la misma colonia.

    Pero lo dicho, mucho plato y poca comida.

    ResponderEliminar
  18. SEÑOR OGRO
    Buen uso de servicios y malo del restaurante. Para eso podiáis haber ido, si lo llegaís a saber, a una buena perfumería. Y más barato.

    Ese timo de restaurantes actuales se les va a terminar porque el gentío ya huye de ellos.

    Los turistas son les que suelen caer en sitios como Arzac o Arguiñano.

    ResponderEliminar
  19. Brillante.

    Yo en estos casos opto por la retirada, es más honrosa que cagar en una maceta o perder 15 minutos buscando donde estará el botoncito del agua.

    Lo de la luz es curioso, un chorro cuya trayectoria básicamente no varia hasta casi el final se vuelve una manguera enloquecida que apunta en cualquier dirección en el momento que "de repente" se hace de noche en esos cuartuchos.

    Pero lo mejor, por muy pijos que sean, es cuando entras en unos de esos habitáculos donde hay evidencia gráfica, fétida y material de la orgía pedorra y cagueril que ha habido allí, con trallazos por las paredes y ese olor nauseabundo que te agarra por el cuello y no te suelta hasta que echas la primera papilla...

    Oh, que bien siente hablar de estas cosas.

    adenda - seguro que lo has ponio pa que diga estas cosas...

    ResponderEliminar
  20. ISRA
    Lo tuyo no podía fallar. Era casi seguro que ibas a realizar un ensayo de escatología post-moderna. Viene a ser el dadaismo de Arturo.

    ResponderEliminar
  21. Amigo Javier, los duendes de internet nos han debido jugar una mala pasada; tu respuesta de las 07:43am a un supuesto comentario mio inexistente:
    "F.J.EUGENIO
    Luego viene lo que dices : los dibujos raros en las puertas de acceso a varones y féminas, en donde hay que ser un ISRA para descifrar a qué sexo pertenece cada puerta.

    7:43 AMnte:"

    ResponderEliminar