Titulados....por pistolas

En el año 2001 el presidente del Gobierno, Aznar, ordena realizar una investigación sobre los pistoleros de ETA que cursan hasta dos y tres carreras en la Universidad del País Vasco.
El informe arroja alarmantes irregularidades.

Belén González Peñalva, una de las integrantes del Comando Madrid, responsable de una decena de asesinatos, ha aprobado tres cursos de la carrera de Ciencias Políticas con unas notas altísimas; Elena Beloqui, del aparato de Internacional de la banda armada, y supuesta com­pañera sentimental de José Antonio Urrutikoetxea o Josu Ternera, demuestra tener también una gran habilidad para los estudios.

Lo significativo de ambos casos es que González Peñalva fue examinada de Ciencias Políticas en unos años en que estaba huida de la policía, y Elena Beloqui fue examinada de Derecho Penal por una profesora de Derecho Administrativo.

Estas anomalías constituían, sin embargo, la punta del iceberg de una políti­ca de discriminación positiva y favoritismo en beneficio de quienes sólo habían causado daño y dolor a la sociedad.

Un repaso más detallado al informe del Go­bierno determinaba que la mayoría de los alumnos se inscribían en la Universidad en los cursos dictados en español. Pese a no conocer el euskera, meses después trasladaban la matrícula a los cursos en la lengua vascuence, donde impartían cla­se los profesores abertzales, y demostraban ser todos ellos unos genios.

Albert Einstein y Stephen Hawkin, los dos grandes genios del siglo xx, no hubieran de­mostrado juntos tanta capacidad para los estudios.

Posteriormente se supo que la mayoría de las actas eran falsas y un amplio sec­tor de doctores en carreras experimentales que no habían realizado una sola práctica ni pisado un laboratorio que no fuera el utilizado por ETA para fabricar el amonal y el amosal.

Por si los agravios comparativos con el resto de los alumnos no fueran sufi­cientes, a los estudiantes-etarras la Universidad del País Vasco les ofrecía ayudas no extensibles al resto de la cominidad educativa, entre las que cabe destacar li­bros de texto, material didáctico y matrículas gratuitas, visitas de profesores a los centros de internamiento en España y el extranjero, y hasta ayudas de tipo familiar, vía Gobierno, para que sus novias y parientes pudieran hacerles más grata la estancia en la cárcel.

Lo más delicado de todo este montaje era que, según la Ley General Peni­tenciaria, cualquier preso que quisiera estudiar una carrera debía matricularse en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Con los asesinos de ETA, pese a ser incapaces de mostrar el mínimo rasgo de humanidad ni de arre­pentimiento hacia sus víctimas, se hacía la excepción de que pudieran estudiar en la Universidad del País Vasco, aunque cumplieran condena en El Salto del Negro (Las Palmas de Gran Canaria) o en la isla de Santo Domingo.

De esta manera, España se convierte en el único país del mundo donde la cul­tura del gatillo y del tiro en la nuca en lugar de conducir a la silla eléctrica o a la cadena perpetua, como en otros países del llamado mundo civilizado, es una puerta abierta a los estudios superiores y a la Universidad, donde en todos los paí­ses se forman los cuadros dirigentes de las sociedades democráticas.

En la Universidad del País Vasco, subvencionada con los fondos de todos los españoles, se ha formado hasta el año 2005 a dos generaciones de pistoleros-uni­versitarios, que serán sin duda los cuadros dirigentes de la banda terrorista que pre­dicarán el odio a España desde las instituciones, si alguna vez, con la ayuda de Rodríguez Zapatero, alcanzan el poder.

Tellagorri

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