27 abril 2009

Berlusconi y Zapatero


A su lado, Sarkozy parece Napoleón y Zapatero, Felipe II. Me estoy refiriendo a BERLUSCONI.

Hay gente que pertenece a esa especie de patosos indescriptibles en cuya presencia quisieras que te tragara la tierra, como pasó en L¿Aquila. Gente que se ríe de las desgracias ajenas, que cree que lo más profundo en una mujer es el culo, que no sabe si Obama es negro torrefacto o café con leche, y expresa estas chorradas en voz alta, con dos cojones, para que se partan de risa los amiguetes.

Normalmente no llegaría ni a presidente de una comunidad de vecinos, con lo que hay que reconocerle el mérito a un tipo que se ha empeñado en dedicarse a la política profesional y ha encadenado tres mandatos seguidos sin más méritos que su televisión y sus chistes machorros.

Berlusconi ha logrado que la bota de la península italiana huela a calcetín sudado y que los últimos vestigios del Imperio Romano parezcan las afueras de Marbella.Es normal que Carla Bruni pidiera asilo en Francia.
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Sin embargo, millones de italianos han confiado sus destinos en este personaje no una ni dos sino tres veces. Esa reiterada e inexplicable confianza en el error lo dice todo sobre los italianos y sobre su íntima relación con Berlusconi, igual que esas mujeres maltratadas que no sólo se niegan a pedir una orden de alejamiento sino que siguen adorando ciegamente a su marido.

También dice mucho acerca de las demás opciones y de la calidad de sus adversarios políticos. Berlusconi representa el grado último de un populismo de taberna que hace sangre de la herida y luego echa sal, para que pique.

En el siglo XIX surgieron, en España, legiones de arbitristas, cagones y embusteros con sus teorías disparatadas.Eran los sofistas del imperio. La costumbre de idear soluciones infalibles para los males de la patria jamás se ha extinguido; cada español tiene en su cabeza su alineación, su torero, su partido, su líder, su programa.

Los taxistas, los tertulianos, los peluqueros, los oyentes y los lectores, los economistas, los blogueros y los dentistas se tornan más arbitristas cuanto más aprieta la ruina.

Y el inefable y calamitoso ZAPATERO no teme a la ruina a largo plazo o endeudamiento del futuro. Sigue el principio económico de que: "A largo plazo todos estaremos muertos".

Zapatero está preguntando a sus asesores sobre las consecuencias de salirnos del euro. La nueva divisa seria devaluada para promover nuestra competitividad y hacer así que el sector exterior empujase la recuperación económica. Naturalmente la nueva divisa española debería devaluarse enormemente en relación al euro para tener efectos transcendentales, lo que tendría como efecto secundario nuestro empobrecimiento general.
Tellagorri

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1 comentario:

  1. Es conocido por el que se interesa que la izquierda vive de generar pobreza y miseria para aparecer como los salvadores con sus “ayudas”.
    Saludos

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