Por eso, a Javier Arzalluz no le extrañó nada la llamada telefónica de José Luis, uno de los miembros de la familia. Era el 19 de marzo de 1976. El que años más tarde sería el máximo dirigente del PNV vivía en un amplio piso situado en el número 21 del paseo Campo de Volantín, en Bilbao, enfrente de donde hoy se alza el museo Guggenheim y a unos doscientos metros de la centenaria Universidad de Deusto.
Acababa de despertarse, estaba aún tumbado en la cama, medio adormecido y los primeros timbrazos le hicieron sacudirse la modorra.
-Soy José Luis Astiazagan. Te llamo porque ETA ha secuestrado a Ángel Berazadi, el marido de mi hija y gerente de mi empresa. y no sé la forma de entrar en contacto con la organización -le dijo una voz al otro lado del hilo telefónico.
-¿Y qué puedo hacer por vosotros?
-Como sabes perfectamente, Berazadi es un ferviente nacionalista. Hace años que pertenece al PNV y carecemos de vías para comunicamos con ETA. Por eso, recurro a ti. Es la úhima tabla de salvación que nos queda, antes de que lo maten.
Director gerente de la fábrica familiar Sigma, Angel Berazadi Urbe había sido secuestrado el día anterior mientras se dirigía desde su empresa a su domicilio en el barrio donostiarra de Intxaurrondo. Ese mismo día, el comando terrorista envía una nota a la familia exigiendo doscientos millones de pesetas por su rescate, pero el ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne, prohíbe taxativamente que se negocie con ETA.
"Sepan los terroristas -asegura Fraga por televisión- que si los terroristas quieren la guerra la tendrán. El Estado la hará civilizadamente pero de modo eficaz e implacable"
Arzalluz sabía lo difícil que era, en esas condiciones, tratar de salvar la vida al primer secuestrado por ETA. Sin embargo, esa misma mañana, acompañado de su amigo y vecino, el constructor Ignacio Zabala, se dirige a la casa de los Berazadi, en el barrio de Intxaurrondo.
Por indicaciones del Ministerio de la Gobernación, la familia del industrial secuestrado quiere que el PNV haga público un comunicado condenando el secuestro, pero Javier Arzalluz es partidario de "pasar al otro lado" y averiguar qué grupo de ETA tiene retenido al gerente de Sigma y eso es lo que hacen.
Horas más tarde se reúne en San Juan de Luz con Joseba Rezola, un viejo gudari encargado del aparato clandestino del PNV, y con Mikel Isasi, consejero del gobierno vasco en el exilio y verdadero "ministro de Asuntos Exteriores" del nacionalismo moderado.
Los tres se dirigen a casa de Gorka Aguirre, un liberado del PNV nacido en Flandes (Bélgica), sobrino del lehendakari José Antonio Aguirre y pariente de Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA.
Oficialmente, Aguirre trabajaba en una imprenta de Bayona pero, tras esta tapadera, como hombre de confianza de los responsahles del aparato clandestino (Joseba Rezola y Luis María Retolaza (luego Consejero del Gobierno Vasco), con cuya hija se casaría- era el "enlace" entre el PNV y ETA.
El hombre en la sombra del PNV para los encuentros secretos les ha preparado una entrevista con el dirigente de ETA (p-m) José Luis Etxegaray. El encuentro entre Arzalluz y Etxegaray, sin embargo, resulta infructuoso. No puede garantizarles si los "poli-milis" tienen secuestrado a Berazadi sin consultar antes con la banda terrorista.
Pocos días después, José Luis Etxegaray se presenta en la casa de Mikel Isasi, la sede del "Ministerio de Asuntos Exteriores del PNV", acompañado por Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, jefe de la "oficina política" de ETA (p-m).
A preguntas de Javier Arzalluz, Pertur reconoce que ETA (p-m) ha secuestrado a Angel Berazadi y que le tienen oculto en alguna "cárcel del pueblo" de "Euskadi Sur". Y agrega unas enigmáticas palabras:
-Pero, ahora mismo, no está en mis manos proceder a su liberación.
-¿Por qué no? ¿Cómo que no está en tus manos? ¿Cómo se os ocurre secuestrar a un nacionalista, a uno de los nuestros? -se indigna Arzalluz-. Le soltáis ahora mismo u os las tendréis que ver con el PNV".
Moreno Bergaretxe le pone entonces en antecedentes acerca de la escisión producida en el seno de ETA (p-m) en dos grupos: los "poli-milis", entre los que se encuadran los partidarios de dejar la lucha armada, y los Comandos Bereziak, decididos a continuar con la política del tiro en la nuca.
-Berazadi ha sido secuestrado por los Bereziak -agrega.
Gorka Aguirre y Mikel Isasi inician entonces una carrera contrarreloj para entrar en contacto con la rama escindida de ETA. Contactan con un miembro de los Comandos Bereziak que les reitera la petición de doscientos millones de pesetas por la liberación del industrial. Isasi insiste en que el secuestro es una salvajada y que Berazadi es un patriota vasco. Imperturbable, su interlocutor le responde:
-Nacionalista o no, es un explotador de la clase trabajadora. Pues, entonces, decidle a su familia que pague.
La cita para convenir las condiciones del rescate se produce el 7 de abril en la localidad vascofrancesa de Sokoa. Llegan tarde. Ese día, las emisoras de radio transmiten la noticia. El cuerpo de Ángel Berazadi, con un tiro en la nuca, ha sido encontrado en una cuneta en la carretera de Elgoibar a Azkoitia, a dos kilómetros escasos de la casa donde nació Javier Arzalluz y donde su madre, Manuela Anda, se desenvolvía como modista pedaleando incansable una máquina de coser Sigma, regalo de los Berazadi, para alimentar a sus siete hijos.
Luego se supo que el industrial había pasado los veintiún días de secuestro en una inmunda cueva de Itziar (Guipúzcoa). La orden de ejecución la había dado, la noche anterior al asesinato, el máximo responsable de los Comandos Bereziak, Miguel Ángel Apalategui Ayerbe, Apala -un activista de ETA de veintidós años nacido en Ataun (Guipúzcoa) y considerado uno de los hombres más sanguinarios de la organización- con una despectiva expresión: "Si no pagan antes de la medianoche, que lo tiren a la basura."
Pocos días después, mientras medio pueblo vasco no ha salido aún de la consternación y el dolor, alguien cercano a Arzalluz comenta:
-¡Qué familia de mierda! Mira que dejar que maten a un hombre por doscientos cochinos millones...
La frase hace fortuna entre la izquierda nacionalista vasca y, catorce meses más tarde, tras el secuestro y asesinato del industrial Javier Ibarra Vergés, vuelve a ponerse de moda. Pese a haber asesinado a un empresario ejemplar, nadie se atreve a criticar a ETA, mientras la familia es objeto de todo tipo de críticas y censuraspor no haberse sometido al chantaje de los terroristas.
La organización terrorista ETA tarda por lo menos cuatro años en perpretrar el secuestro de un nuevo miembro del Partido Nacionalista Vasco.
La víctima sería el empresario José Garavilla Legarra, de 45 años, propietario de la empresa Conservas Garavilla, cuyo padre fue uno de los fundadores del PNV y uno de los cuatro empresarios vascos. a los que el Tribunal de Responsabilidades Políticas del franquismo intentó quitarle la empresa y desposeerle de sus bienes tras la guerra civil por su apoyo decidido al gobierno del lehendakari Aguirre.
El 22 de octubre de 1980, cuando se dirigía al volante de su coche por la carretera de Bermeo a Mungia, el empresario vizcaíno es abordado por un comando de ETA, capturado y retenido en un zulo de la organización.
Al día siguiente, en una carta enviada a la familia, los terroristas piden doscientos millones de pesetas por su liberación. La noticia corre como la pólvora por la localidad de Bermeo, la principal "cantera" de votos del PNV en aquella época, y llega a conocimiento de los máximos responsables de la junta municipal del pueblo.
El ex miembro del Euzkadi Buru Batzar del PNV; Antón Ormaza, naviero y amigo de la familia, uno de los hombres que más etarras había ayudado a pasar la muga durante la etapa de la clandestinidad, organiza inmediatamente una reunión en la sede del partido.
Horas después, la asamblea municipal del Partido Nacionalista emite un comunicado exigiendo a ETA la inmediata liberación del industrial conservero.
Y para que nadie se tome a broma la "advertencia", al día siguiente, dos miembros del servicio de seguridad del partido vinculados al sindicato ELA, Gimbo y Nocla, cruzan la frontera, se presentan en la sede de la asociación cultural Anai Artea y empujan la puerta que conduce a la trastienda.
Allí, en una minúscula habitación decorada con un cartel del Che Guevara, descubren al máximo dirigente de ETA. Domingo Iturbe Abásolo, Txomin, está sentado detrás de una pequefia mesa de madera, sin un solo papel y con un teléfono en una esquina.
Al ver a los dos intrusos, el dirigente de ETA, que ha sido víctima de dos atentados a manos del Batallón Vasco Español, se teme lo peor.
Instintivamente trata de sacar su arma, pero Gimbo y Noda se adelantan y en un santiamén exhiben sus pistolas. Allí mismo se identifican como miembros de los servicios de información del PNV.
Y le conminan a dejar en libertad al empresario bermeano antes de veinticuatro horas.
-¿Estáis locos o qué? ¿No se os ha pasado por la cabeza que estáis poniendo en peligro vuestra propia vida y la de Garavilla? -protesta Iturbe.
-Atreveos a tocarle un pelo y aquí se arma la gorda -le amenazan.
-¿Habéis olvidado que es un empresario y que está obligado a pagar el impuesto revolucionario?
-Y vosotros, ¿no os dais cuenta de que no se puede medir a todo el mundo por el mismo rasero? Garavilla es, antes que nada, un patriota vasco y un militante del PNV: Su contribución a la causa vasca está fuera de toda duda. Así que dejadle en libertad enseguida.
Cuatro días más tarde, el 26 de octubre de 1980, el conservero queda en libertad, sano y salvo, y no le concede demasiada importancia a su cautiverio.
Quienes no parecían tan cómodos eran los miembros del PNV; que se movilizaron y arriesgaron su vida por su liberación.
"Después de levantar a todo el pueblo y montar una odisea para rescatarle, el muy cabrón fue y pagó a ETA", afirma una de las personas que dirigió el operativo.
No había dudas. Según la documentación incautada por la policía francesa a la organización terrorista, en posesión de los autores al poco tiempo de su liberación, Garavilla tuvo un en encuentro con la dirección de la organización terrorista en el sur de F'rancia. Allí se compromete a abonar treinta millones de pesetas, entregando en el acto diez millones en efectivo. Poco después realiza otros dos pagos por importe de otros dos y tres millones, respectivamente. Y así hasta totalizar un total de veintiún millones en junio de 1986.
El conservero de Bermeo toma esa decisión un mes después de su cautiverio, tras acudir a visitar a su madre, una anciana de setenta y dos afios, y encontrarla bañiada en lágrimas. Su primera reacción fue acudir al PNV a pedir apoyo a su problema. La respuesta de Javier Arzalluz es descorazonadora. "¿Ése no es uno de los que apoyan al grupo de [Antón] Ormaza en la crisis del PNV de Bermeo? Pues que vaya donde Ormaza y que le saque él las castañas del fuego".
La industria del "impuesto revolucionario" y del secuestro, que movía entre mil y mil quinientos millones de pesetas al añio, era, por entonces, una de las actividades más lucrativas de ETA.
En las navidades de 1980, Juan y Andrés Etxebarria, dos canteros domiciliados en Carranza (Vizcaya), que viven modestamente del fruto de su trabajo, se desplazan al sur de Francia a pagar un chantaje de diez millones de pesetas exigidos por ETA.
Los dos empresarios forman parte de los millares de comerciantes, transportistas e industriales vascos que, por esa época, han recibido una carta similar en la que ETA solicita el llamado "impuesto revolucionario" o "impuesto de liberación nacional" para hacer frente a los gastos que la lucha armada ocasionaba a la banda.
A todos ellos se los conmina a no dar cuenta de la coacción a la policía y a ponerse en contacto en los medios vasco españioles del sur de Francia con "el sefior Otxia". "Si no sigue nuestras instrucciones y no hace la entrega en el plazo fijado, le buscaremos hasta ajusticiarle. Si avisa a la policía o en la entrega sucede cualquier contratiempo será igualmente ejecutado allá donde se encuentre", concluye la misiva del terror.
Juan y Andrés Etxebarria saben que no se trata de ninguna broma pesada. El País Vasco está lleno de coches incendiados, amenazas a familiares y empresas hundidas tras un atentado por no pagar a ETA.
Los canteros recuerdan con espanto el caso de José Luis Legasa Ubiria, un constructor de Irún, quien tras denunciar a los terroristas a la policía fue amenazado de muerte en el propio juzgado y asesinado el 2 de noviembre de 1978.
Tras desplazarse, como otros muchos de los extorsionados, a Bayona, Hendaya o San Juan de Luz, buscan afanosamente al "sefior Otxia" sin resultado alguno. Consultan la guía telefónica para ver si aparece alguna persona con ese apellido y la pesquisa es infructuosa.
Nerviosos, angustiados, desesperados de dar vueltas y más vueltas, preguntan en Anai Artea, la organización destinada a acoger a los etarras huidos; en la revista Enbata; en la catedral de Bayona y, por fin, en la iglesia de Sokoa.
Allí los recibe su párroco, el padre Mikel Larzabal, un colaborador de ETA hoy fallecido que desempeñió un papel importante en las movilizaciones contra el consejo de guerra de Burgos y en la trama de apoyo logístico a la banda armada en Francia.
Los hermanos Echebarria le exponen su angustiosa situación. ETA les pide diez millones de pesetas. Al carecer de liquidez, ellos, al principio, se niegan a pagar. Pero tras quemarles algunas máquinas, paralizar las obras y dejar sin trabajo a una docena de obreros, se han desplazado a Francia, como se les indica, para buscar alguna solución.
El "hombre de Dios" comprende su inquietud, los difíciles momentos por los que están pasando y los "tranquiliza": "Hijos míos, eso que os piden es una exageración pero tenéis que pagar algo", les dice.
Acto seguido, los pone en contacto con Domingo !turbe Abásolo, Txomin, el jefe de ETA. Y es que "Otxia" no respondía al nombre de persona alguna. Era el acrónimo de "Organización Txomin Iturbe Abásolo", la trama de extorsión de ETA.
Para Juan y Andrés Echebarria, como para otros muchos empresarios, empezaba así una dura negociación para evitar que las fuertes sumas de dinero exigidas por ETA supusieran la ruina de sus empresas.
Txomin !turbe, tras recibir a los empresarios, delega en la mayoría de los casos las negociaciones en sus dos colaboradores Sabin Euba Cenarruzabeitia y Carlos Ibarguren Aguirre. Éstos, junto a Ramón Sagarzazu Olazaguirre y José Luis Arrieta Zubimendi, son los cuatro responsables del "aparato de extorsión" de la banda terrorista.
Tras el envío masivo de cartas a una serie de empresarios de Amorebieta (Vizcaya), quedó demostrado que eran unos verdaderos maestros de la extorsión. Cuando negociaban con sus víctimas dirigiendo personalmente los interrogatorios, los dos etarras se repartían los papeles en un macabro juego ensayadode antemano.
A Carlos Ibarguren le correspondía el papel de "duro". Parsimoniosamente colocaba su pistola PK-38 sobre la mesa y miraba con cara de pocos amigos a su interlocutor. Cuando éste aseguraba que "no tenía ni cinco", cogía por el cuello, levantaba en vilo y visiblemente irritado encafionaba en la cabeza o le metía la pistola en la boca:
-¡O pagas ahora mismo o no sales vivo de aquí! -amenazaba.
Algunos empresarios, aterrorizados, rompían a llorar desconsoladamente, otros se hacían sus necesidades encima e incluso hubo quien llegó a desvanecerse durante el interrogatorio. Parsimonioso, Sabin Euba, de cincuenta y seis afios, y con un largo historial en la banda terrorista, intercedía.
-Déjato, déjalo, Carlos, y no te pongas nervioso. -¿Que no me ponga nervioso? Si este tiene más dinero que un banquero y trata de tomamos el pelo.
Los etarras les mostraban, en ocasiones, sus cuentas bancarias e incluso la contabilidad de las empresas haciendo hincapié en los ingresos obtenidos. El empresario tenía que explicarle entonces que gran parte de ese dinero se iba .en pagar los sueldos de los trabajadores, en la compra de materias primas y en la reconversión de sus industrias.
-¿Y de dónde has sacado el dinero para comprarte la casa que tienes y ese Mercedes que llevas a todas partes? -gritaba, fuera de sí, Ibarguren.
Tras una o dos horas de fuerte discusión, Ibarguren y Euba le proponían una nueva cita al extorsionado y lo dejaban marchar.
-Pero, la próxima vez que vuelvas, tráete la contabilidad de verdad de tu empresa para que podamos comprobar que no mientes. Y no trates de engañarnos. Nosotros disponemos de un buen servicio de información -solía decir Euba.
-Y, sobre todo, no se te ocurra venir con las manos vacías. Porque no sé si voy a poder contenerme -se despedía Ibarguren.
Las decenas de miles de documentos aprehendidos a ETA en los últimos veinte años revelan que, en la segunda entrevista, la mayoría de los extorsionados solía volver con una parte del dinero exigido. Pero antes de sentarse a negociar ponían una condición a Txomin Iturbe. "Estoy dispuesto a hablar con cualquiera, pero, por favor, que no sea con el Nervios".
Desde entonces, Carlos Ibarguren Aguirre, un individuo que ingresó en ETA tras robar, en noviembre de 1980, ochocientos kilos de explosivos en una cantera situada en el Alto de San Miguel, en Amorebieta, aparece en todos los escritos policiales con el alias de "el Nervios".
Por este procedimiento, entre 1970 y 1982, ETA envió más de ocho mil cartas a la clase empresarial vasca y extorsionó a un tercio de ella. La banda terrorista no hacía distingos. Muchos de los obligados a despojarse de su dinero eran, incluso, militantes del nacionalismo moderado.
Del libro "Arzalluz"
paisvasco,extorsion
Un post magnífico,Tellagorri.
ResponderEliminarEs terrible lo que sucede en esta tierra,donde está secuestrada la libertad,donde se vive en un gulag,donde no hay democracia,donde se ha llegado a pisotear conceptos básicos de convivencia con la complicidad de un PNV,perejil de todas las salsas donde se cocina la extorsión,el chantaje y el miedo.
Interesantísimo y esclarecedor.
ResponderEliminarLeido despues de tu anterior post "DESTERRADOS" sirve para comprender muchas de las cosas que ocurren en las Provincias Vascongadas, en particular la dolorosa sangria de 250.000 vascos en el exilio; el por qué ocurren, las miserables actitudes de muchos y cuántas culpabilidades, identificadas con nombres y apellidos existen de que la situación siga como está y no tenga visis de dar la vuelta.
Uff, Tellagorri, me he quedado sin respiración. Qué horror y qué crueldad.
ResponderEliminarPero aún más cruel es que esto no se diga una y otra vez en los medios.
Gracias por el post.
Abrazos.
NATALIA, gracias por opinar y comprender lo que viene sucediendo en territorio Sioux desde 1978.
ResponderEliminarEl caso es que el PNV no es sólo "un perejil" sino que deviene en autor y complice de todo lo que sucede incluída la existencia de ETA.
FJ, digo lo mismo que a Natalia, y gracias por ser un asiduo seguidor de este tipo de informaciones.
NORA, debes de saber que casi todo lo que se publica en este Blog sobre Territorio Sioux está hace tiempo publicado y denunciado en libros. Lo que sucede es que esas informaciones y tales libros no se difunden por razones de "correción política" y de negocios muy íntimos entre Prisa y el PNV.
Quien más ha escrito sobre estos temas y casi nadie conoce es Jon Juaristi, un escritor muy válido, ex-etarra y lingüista de verdad.
También lo han hecho José Diez e isabel Duran en libros de investigación.
Saludos muy cordiales a los tres.