El que salió a bayoneta calada contra BBVA, el que ayudó a la financiación de La Sexta/Mediapro -la cadena de televisión fanática de Zapatero-, el que, con nocturnidad y alevosía, se personó en palacio para puentear a OHL en el tramo final del AVE a Barcelona, el mismo recluta que ha podido decidir el nombramiento como presidente de la Fundación Repsol del hermano de la vicepresidenta De la Vega, y el soldado Sacyr del que se puede imaginar que colaboró con el PSOE en la última campaña electoral, sepa Dios de qué manera, aunque algunos mortales lo podamos imaginar.
Y ahora Zapatero está decidido a salvar a su particular soldado Ryan, o el soldado Sacyr, al que a buen seguro ya han llenado de regalos -habría que estudiar los contratos recibidos por Sacyr de Fomento en los últimos años-, de favores, como la apertura de la entrada en Repsol, en su momento, con la concesión de un generoso crédito del ICO a Sacyr de cerca de 350 millones de euros, y ahora de más ayudas para salir de Repsol, con la bendición de la rusa Lukoil, tras la operación de despiste de Gazprom.
Un truco éste, el de Gazprón, donde al parecer anduvo enredado Aznar, y que a lo mejor hoy se lo saca Zapatero de la manga frente a Rajoy en el Parlamento cuando le pregunten por el sospechoso melodrama de Repsol y Sacyr, y el gigantesco olor a podrido que rodea toda esta operación, y que está causando alarma dentro del PSOE.
El cúmulo de favores mutuos entre Sacyr y la Moncloa es asombroso y no sólo permite al PP hablar de favoritismo, sino que no estaría nada mal que el fiscal anticorrupción investigara los detalles, las secuencias y los calendarios de esta promiscua relación -empezando por todos los contratos de Fomento-, no vaya a ser que estemos ante un caso de tráfico de influencias políticas y de prevaricación.
Y sí que importa la nacionalidad de Lukoil y que el control de Repsol se entregue a este gigante ruso, además sin poner un duro y recibiendo toda clase de ayudas de los bancos que están acudiendo a las subastas de fondos y de avales del Gobierno, sobre el dinero público del Estado, es decir, de los españoles, lo que agrava, más si cabe, semejante operación.
Porque, en las críticas circunstancias de liquidez que viven los bancos, resulta impensable que se hagan cargo de una deuda como la de Sacyr casi al doble del precio de lo que Repsol vale en Bolsa, lo que es el colmo de la operación.
Los de Sacyr, por su parte, están tan panchos y puede que muertos de risa porque creen tener todos los ases de esta partida en sus manos: por un lado cuentan con el as de oros de Zapatero, puesto a su servicio; por otra parte tienen el as de bastos, porque saben que si la constructora entra en quiebra y se hunde, el agujero de los 18.000 millones de euros que dejará a los bancos y cajas de ahorros será memorable; asimismo, cuentan en su hacer con el as de la espada de Damocles, que penderá sobre los trabajadores de Sacyr si se confirma la quiebra de la compañía; y finalmente tienen el as de copas para festejar con cava -a medias con La Caixa, claro está- el triunfo de la operación en curso que, al parecer, está en manos de Zapatero, que tuvo la desfachatez de decir ayer que el gobierno sabe lo que hace.
Y los ciudadanos empiezan a saber lo que hace el Gobierno con sus amigos, los ricos visitadores de la Moncloa, y en el PSOE también se temen lo peor, porque en este tipo de operaciones suele haber mucha gente implicada y, al final, todo son secretos a voces, y no digamos si alguien resulta dañado en la operación.
Después de todo lo llovido en España con los gobiernos de Zapatero, sólo le faltaba al presidente y a su Gobierno este escándalo del soldado Sacyr y de su petrolera rusa Lukoil, después de advertirnos sobre los peligros de la alemana Eon cuando se preparaba para entrar en Endesa y Moraleda nos decía que los germanos nos iban a apagar la luz (sic).
Esto huele muy mal, mucho peor que a favoritismo, huele a dinero turbio que va de aquí para allá, y el dinero siempre deja rastros imborrables que por un lado o por otro, tarde o temprano, aparecerán.
Lo dice Pablo Sebastián.
Corrupción,Moncloa
En el blog de JASP he encontrado este video demostrativo de que el hambre convierte al hombre en malabarista, si es necesario.
Yo me pregunto qué tipo de conciudadanos tenemos, estamos viendo como roban a manos llenas, como se favorece a los amigos y titiriteros, como nos han llevado a la más absoluta ruina, controlan la justicia a su antojo, insultan a las mayorías. ¿Qué necesita la gente para reaccionar?
ResponderEliminarSaludos
El gentío reacciona, a mi entender, sólo cuando comienza a sentir hambre, necesidades básicas sin cubrir.
ResponderEliminarMientras tanto, cada quién va a lo suyo, que es "no meterse en jaleos" y tomar unos vinos sin más preocupación. Incluso la Prensa sólo la lee unos pocos, y de esos la mayoría omite lo ajeno a deportes o pelis.
Es la sociedad creada en la ignorancia y en el desprecio a buscar la excelencia profesional.
No tiene remedio esto. Cuando alguien con carisma (que ahora no lo hay) proclame que hay que colgar a unos cuantos ladrones, quizá le empiecen a hacer caso si están sin trabajo o no llegan para comer todos los días del mes.
Cordiales