Los líderes del pensamiento a escala universal han de ser muy cautos cuando se pronuncian sobre la actualidad política, pues sus opiniones pueden influir decisivamente en los procesos electorales abiertos en las principales potencias del globo terraqueo.
Pepiño Blanco, figura señera del panorama intelectual a escala planetaria, es consciente de su responsabilidad y por ello, según confiesa en su blog, no ha querido mostrar sus preferencias por Barak Obama hasta que su nominación como candidato del partido demócrata ha sido un hecho.
Obama es, en efecto, el trasunto norteamericano de Z y su cuadrilla. Su sectarismo ideológico, su abismal ignorancia en materia económica, su profunda bisoñez en política internacional y el haberse criado intelectualmente a los pechos de los personajes menos recomendables del radicalismo marxista (algunos de ellos, que pasan por ser sus referentes morales, implicados en actos terroristas, de los que aún no se han arrepentido), le convierten en la elección lógica de alguien como Pepiño, para quien Z es la reencarnación de las más altas virtudes morales desde los clásicos griegos y el cerebro más privilegiado de la actual generación.
En el cuartel general de Obama aún no se han enterado de que los chicos de Z le apoyan entusiásticamente.
De hecho no tienen ni puta idea de quién es Pepiño Blanco ni a qué se dedica. En cuanto alguien les cuente la crucial revelación que Pepiño ha hecho en su blog seguramente agotarán las existencias de ansiolíticos en las farmacias de la zona.
El apoyo de Z a cualquier candidato de izquierdas es sinónimo de batazo electoral. El de Pepiño es directamente letal.
En los cuarteles de invierno (de verano, en este caso) de Mc Cain, en cambio, desde que sus asesores leyeron el blog del estadista de Palas de Rei (como es sabido los directores de campaña en las elecciones norteamericanas tienen un equipo de analistas dedicado exclusivamente a escrutar las chorradas del socialismo español), el champán no deja de correr.
No hace falta ni que hagan campaña el próximo mes de noviembre. Con Pepiño de cheer leader, el futuro político de Obama es un montón de escombro.
Por Pablo Molina
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