21 enero 2007

LOS PISTOLEROS NO SON PROBLEMA




¿Los pistoleros? Esos no son ningún peligro.

Cierto que han asesinado y seguirán haciéndolo, pero resultan ser el factor menos importante cuando el problema se analiza en todo su conjunto de forma fría y desapasionada.


El problema -el verdadero- está en los nacionalismos inventados de la nada y que a fuerza de machaconería han impreso a fuego en no pocas cabezas hechos diferenciales, historias de fuentes ignotas, así como pasados de represión y sometimiento que, o son inexistentes, o son comunes al resto de españoles.


Los fines y propósitos nacionalistas ya se vienen perfilando claramente desde los años treinta del pasado siglo, cuando gallegos, vascos y catalanes acordaron combatir conjuntamente al estado opresor. No puede decirse que no vengan anunciando sus propósitos claramente y desde hace bastante tiempo.



En tiempos contemporáneos la batalla ha tenido dos estrategias bien diferenciadas: por una parte las acciones pistoleras y gangsteriles; por otra la de la lengua.


Ésta última consistió en copar los resortes de los distintos departamentos de cultura de las instituciones, en desplegar medios de comunicación (más que de comunicación, de propaganda) como la EITB incluso en territorios allende las fronteras vascas (y otro tanto ocurre en otras comunidades, que han tomado buena nota de los buenos resultados de esta estrategia).


A los pistoleros se les puede combatir con eficiencia siempre que exista la voluntad de hacerlo (que pocas veces la hubo), pero el entramado de intereses políticos y sociales que se ha creado en los últimos treinta años es de difícil erradicación.


A no ser que se tomen medidas similares a las del Ulster y se suspendan las autonomías de aquellas zonas que caminan abiertamente hacia la secesión y se corrijan con mano de hierro comportamientos traidores y delictivos.


Ahora bien ¿que partido o líder político actual se detendrá siquiera a considerar esta solución?


La existencia de pistoleros no es el verdadero problema mientras exista un sustrato político y social que permita la regeneración de nuevos matones y se mantenga a una parte de la población onnubilada por historias a cerca de lo que hay o había a la otra parte del arco iris.


El verdadero problema, la aberración, es la existencia tolerada de tales sistemas de sustento y que, además, participan activamente en el gobierno de la nación.


Las intenciones de esa participación en el gobierno de los intereses generales ya pueden ustedes imaginarse cual es y, sin necesidad de dar alas a la especulación, los resultados a la vista están: un auténtico golpe de estado en las cámaras legislativas y deliberativas.



La cita electoral con las municipales y autonómicas está a la vuelta de la esquina y, o todos tomamos conciencia de lo que puede sucedernos en un periodo de tiempo tan corto como de aquí a a cuatro años, o durante el transcurso de esta misma generación España quedará para los libros de historia.


Mucho me temo que, como dice Tellagorri en su blog, la mayoría se quedará repanchigada en el sofá a verlas venir.


Especialmente, desearía que los navarros tomasen muy en serio estas consideraciones. Yo no tengo el talento suficiente para expresarlas -ni siquiera para resumirlas-, pero sí hay quien lo tiene:


Utrimque roditur



Navarra se llama Libertad


Quiero traer a colación unas palabras de quien fuera presidente del Gobierno republicano en el exilio e insigne historiador, Claudio Sánchez Albornoz, que poco antes de su muerte, ocurrida en 1984, dirigió este emocionado "adiós a los navarros":


"Desde lejos he seguido su lucha por resistirse a la incorporación a Euzkadi. Tienen toda la razón. La causa de ustedes es la mía. Adelante. Les asiste el derecho... Yo espero que sabrán hacer honor a la Historia, manteniendo la libertad, la milenaria personalidad, dentro de la adorada Madre Patria. En nombre de la sangre navarra que corre por mis venas, les requiero a defender sus inalienables derechos a vivir libres y españoles".



Hace ya unos cuantos años, siendo presidente de la Diputación Foral de Navarra, invité a Navarra a Josep Tarradellas, presidente de la Generalidad de Cataluña recién restaurada.


Visitamos el monasterio de San Salvador de Leyre, cuna de la espiritualidad cristiana del reino de Navarra. Allí, un periodista preguntó al honorable president si tenía algo que decir sobre los reproches lanzados contra él desde las filas del nacionalismo.


En efecto, el PNV había hecho público un comunicado de repulsa por considerar que su viaje oficial a Navarra suponía tomar partido a favor de los "navarristas".


La contundente respuesta de Tarradellas se me quedó profundamente grabada: "Soy navarrista porque amo la libertad de los pueblos".


Somos, pues, navarristas porque amamos la libertad.


Porque amar a Navarra, amar a España es luchar por la libertad, por el derecho a vivir con la dignidad de los hombres libres.


Amar a Navarra, amar a España, es enfrentarse a la violencia, al terror y a la muerte, con las solas armas de la razón, del respeto, de la tolerancia; en una palabra, con la fuerza irresistible de la democracia y del Estado de Derecho.



Somos muchos los navarros dispuestos a luchar por la libertad y la democracia, por Navarra y por España, bajo el imperio de la Constitución y de nuestros viejos Fueros. Ese ha sido y será siempre mi compromiso personal.


Nunca, estoy seguro, se arriará del corazón del pueblo navarro la bandera de Navarra y la bandera de España.
Navarra, hoy más que nunca, se llama Libertad.


(Juan Ignacio del Burgo)

Saludos dominicales.
POR IBAIA

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