Tras 15 años de investigaciones y contrastes con datos y mapas de centros oficiales de China, Japón, India, Italia y Portugal, un historiador ha descubierto que en los años 1421 a 1423 los chinos habían VISITADO y cartografiado TODO EL GLOBO TERRESTRE, desde Africa, América del Norte y del Sur, hasta Australia.
Una investigación efectuada por un Historiador-marino de guerra- británico y que ha sido avalada por un sinfín de Universidades, como Cambridge, Belfast, Nankin, Pekin, Oxford, Instituto Scot de Investigación Polar, la Royal Geographical Society, , etc. etc.. El autor es Gavin Menzies.
Los mapas chinos de las costas mundiales, levantados en esos años, son exactos a la realidad topográfica actual. Lo que demuestra que tanto Colón como los navegantes portugueses que colonizaron Africa o América lo hacían sobre unos datos existentes dejados u escondidos en China.
La transimisión de tales mapas a Europa se hizo a través de un italiano residente durante esos años en China, CONTI, que copió y vendió la información a ENRIQUE EL NAVEGANTE de Portugal.
Con sus datos los portugueses llegaron al Cabo de Buena Esperanza, bordearon Africa y colonizaron Etiopia.
Los chinos usaban BARCOS que permitian cargar 2.000 toneladas en 1400, cuando las naves más avanzadas de Europa (las venecianas) no pasaban de 50 toneladas.
En tales navíos llevaban CAÑONES similares a los que luego se usaron en Trafalgar en el siglo XIX.
Sus flotas constaban de cientos de navíos inmensos que surcaban todos los oceanos y, conociendo la brújula y la imprenta desde los años 1.000, llevaban consigo barcos cisternas de agua, de frutas y verduras, de plantas y semillas para dejarlas en la tierras en que recalaban, y construian enormes ESTELAS de piedra en puntos de todo el globo con inscripciones conmemorativas de sus visitas en chino.
Hoy se han encontrados varias de esas estelas que tenían las inscripciones originales tapadas por el transcurso del tiempo, y descifradas.
COPIO una página de esta investigación a efectos de corroborar lo que digo :
"Los barcos de la gran armada podían permanecer en el mar durante más de tres meses, y cubrir un trayecto de más de siete mil kilómetros sin hacer escalas para aprovisionarse de alimentos o de agua, ya que junto a ellos navegaban embarcaciones cargadas de cereales y buques cisterna que transportaban agua.
"Los grandes barcos llevaban también una rica variedad de flora que los chinos pretendían plantar en tierras extranjeras, parte de ella como un beneficio más del sistema tributario y parte con el fin de proporcionar alimento a las colonias chinas que se crearían en los nuevos territorios.
También se llevaban a bordo perros, algunos como animales de compañía, otros como alimento y otros para cazar ratas, y había gallineros llenos de pollos asiáticos, que se llevaban como valiosos presentes para los dignatario s extranjeros.
En barcos caballeriza independientes viajaban las monturas de la caballería.
El asombroso tamaño de cada barco, por no hablar del de la propia armada, solo se puede calibrar si lo comparamos con otros navíos de la misma época.
En 1421, la segunda flota en importancia después de la de China era la de Venecia.
Los venecianos poseían alrededor de trescientas galeras: embarcaciones rápidas, ligeras, de delgada estructura y construidas sobre un armazón de madera blanda, impulsadas por remeros y aptas únicamente para cruzar de isla en isla en la calma del verano mediterráneo.
Las mayores galeras venecianas tenían unos cuarenta y cinco metros de largo 'por seis de ancho, y podían cargar como mucho alrededor de cincuenta toneladas.
En comparación, los barcos de Zhu Di eran monstruos de alta mar construidos de teca. El timón de uno de aquellos grandes barcos tenía más de diez metros de altura, casi la longitud íntegra de la Niña en la que Colón zarparía más tarde hacia el Nuevo Mundo.
Cada barco podía transportar más de dos mil toneladas de carga y llegar a Malaca en cinco semanas, y a Ormuz, en el golfo Pérsico, en doce.
Eran capaces de navegar por los océanos más embravecido s del mundo, en viajes de varios años de duración.
El hecho de que en los viajes de descubrimiento chinos se perdieran tantos barcos testimonia no una debilidad de construcción, sino, más bien, lo peligroso e inexplorado de las aguas que surcaron, desde costas rocosas y afilados arrecifes de coral hasta los océanos plagados de icebergs de los extremos septentrional y meridional del globo.
Las galeras venecianas estaban protegidas por arqueros; los barcos chinos estaban equipados con armas de pólvora, cañones de latón y de hierro, morteros, flechas incendiarias y proyectiles que al explotar esparcían excrementos sobre sus adversarios.
En todos y cada uno de sus aspectos -construcción, capacidad de carga, control de daños, armamento, campo de tiro, comunicaciones, capacidad de navegar en océanos desconocidos, y de reparar y mantener los barcos en el mar durante meses y meses-, los chinos estaban varios siglos por delante de los europeos.
El almirante Zheng He no habría tenido dificultad alguna en destruir cualquier flota que se hubiera cruzado en su camino.
Una batalla entre la armada china y todas las demás flotas del mundo juntas habría parecido una lucha entre una jauría de tiburones y un banco de sardinas.
CHINA en 1400
En 1421 los chinos tenían más de seis siglos de experiencia en la navegación oceánica, basando sus cálculos tanto en la estrella Polar como en las estrellas que rodean el polo en altitudes elevadas, que nunca salen ni se ponen.
De hecho, una vez que los chinos hubieron determinado la posición absoluta de la estrella Polar en la esfera celeste, "vincularon" a ella otras estrellas del hemisferio norte.
Cuando observaban una estrella o constelación, sabían exactamente dónde estaban las otras en relación con ella, incluso cuando todavía no habían aparecido en el cielo nocturno.
Se hallaban, pues, en situación de conocer la localización exacta de una estrella, incluso cuando esta resultaba invisible por hallarse debajo del horizonte, observando el tránsito meridiano, es decir, el paso por el punto más alto de su trayectoria por el cielo nocturno visto desde cualquier punto concreto, de las estrellas circumpolares a las que se hallaba "vinculada".
Sin embargo, los chinos todavía no habían aprendido a utilizar el sol para obtener la latitud, algo que los portugueses lograron por primera vez en 1747 y que les permitió medir la latitud en el hemisferio sur, además de poder hacerla en el hemisferio norte.
Los chinos no podían determinar su posición al sur del ecuador, donde la estrella Polar no resultaba visible, y ese era un problema que se debía resolver. Había que identificar una estrella o estrellas en el hemisferio sur que pudieran realizar la función de la estrella Polar en el norte para realizar el sueño de Zhu Di (tercer emperador de la Dinastia Ming) de CARTOGRAFIAR EL MUNDO ENTERO.
En el siglo VII los chinos podían determinar con exactitud el rumbo a seguir, puesto que habían inventado la brújula.
Sabían que las propiedades magnéticas de la calamita se podían transmitir por inducción al hierro, y que se podía hacer flotar ese hierro magnetizado en aceite, permitiéndole girar libremente, de modo que uno de sus extremos señalaba siempre hacia el norte magnético terrestre.
En 1421 los chinos podían mantener el rumbo fijado con una precisión de dos grados utilizando brújulas magnéticas fiables. También eran capaces de medir la distancia recorrida empleando relojes de arena. El reloj de arena medía períodos de dos horas y media, el tiempo que duraba una guardia para un marinero de servicio.
El cálculo de la longitud, sin embargo, seguía siendo un problema que al inicio de este sexto viaje todavía no habían resuelto plenamente.
Los cambios en la longitud dependían de cuatro cosas: el rumbo fijado, la velocidad del barco, el tiempo transcurrido y la distancia al norte o sur del ecuador.
Registrando el número de guardias, la velocidad en relación con el agua y el rumbo en la brújula, el piloto podía estimar el cambio de longitud. Pero el método chino de navegación presentaba una gran desventaja: si la masa de agua sobre la que el barco navegaba se movía, por ejemplo, en el caso de una corriente que avanzara a favor del barco o en contra de éste, el marinero no tenía forma alguna de medir el cambio de longitud.
Eso solo se podía lograr midiendo el tiempo absoluto, algo que los europeos no lograrían hasta tres siglos y medio después, cuando John Harrison perfeccionó finalmente un reloj que podía medir el tiempo exacto en el mar.
En los inicios del sexto viaje de las flotas chinas este defecto causó enormes errores en los cálculos de la longitud. La navegación basada en la estrella Polar les permitió calcular la latitud y desembarcar al norte del ecuador con notable precisión, pero no se perfeccionó un método para calcular la longitud con algo que se aproximara a la misma precisión hasta el final de sus viajes.
Con siglos de experiencia en la construcción de barcos preparados para navegar por océanos sacudidos por las tormentas, los ingenieros náuticos chinos habían desarrollado un robusto armazón dividido en secciones.
Cada sección estaba cerrada por mamparos estancos en ambos lados, a semejanza de las separaciones interiores de un bambú, y dichas secciones estancas se mantenían unidas entre sí con clavos de latón de varios kilogramos de peso.
Se clavaban tres capas de madera dura sobre una estructura de teca, luego se calafateaban las tablas (es decir, se impermeabilizaban) con fibra de coco, y se sellaban con una mezcla de aceite de tung hirviendo y cal.
Este duro barniz impermeable se utilizaba para sellar los barcos oceánicos chinos desde el siglo VII, pero en la construcción de las flotas de Zheng He (Almirante Jefe chino) se necesitó tanto aceite de tung que fue necesario adquirir varias hectáreas de tierra a orillas del Yangzi para plantar huertos de tungs.
ZHU DI
Antes del siglo IX los barcos que viajaban más allá de las aguas costeras eran casi siempre de propiedad extranjera, pero partir de aquel siglo China desarrolló su propia flota de alta mar.
Las dinastías Song y Yuan (esta última, la dinastía mongola) habían mantenido grandes flotas, enviado emisarios a ultramar y establecido un sustancial comercio exterior, arrebatando gradualmente el control del comercio de las especias a los
ÁRABES, que antaño lo dominaran.
Zhu Di emprendía ahora una increíble ampliación de la flota china. Además de los barcos de guerra y de la flota mercante que había heredado, Zhu Di encargó mil seiscientos ochenta y un barcos, entre ellos numerosos "barcos del tesoro", gigantescas naves de nueve mástiles así denominadas debido al enorme valor y cantidad de bienes que podían transportar en sus inmensas bodegas.
Para fabricarlos, se puso a trabajar a decenas de miles de carpinteros, veleros y constructores de las provincias meridionales de los alrededores de los astilleros.
Además de doscientos cincuenta barcos del tesoro, la flota contenía más de TRES MIL QUINIENTAS NAVES de otros tipos.
Había mil trescientos cincuenta barcos patrulleros y el mismo número de naves de combate anclados en puestos de vigilancia o en bases insulares; cuatrocientos barcos de guerra de mayor tamaño y otros tantos cargueros destinados al transporte de cereales, agua y caballos para la flota.
Los barcos del emperador habrían de surcar y cartografiar los océanos del mundo, impresionando e intimidando a los gobernantes extranjeros, incorporando al mundo entero al "sistema tributario"de China.
Los gobernantes pagaban a China un tributo a cambio de privilegios comerciales y protección contra sus enemigos; pero China proporcionaba siempre a sus socios comerciales bienes por un valor mayor (sedas y porcelana a precios rebajados, a menudo financiadas mediante préstamos en condiciones favorables) del que recibía de ellos.
Y éstos se hallaban, pues, en perpetua deuda con China.
Desde el momento en que reclamó para sí el trono imperial, Zhu Di decidió trasladar la capital a su antiguo reducto de Pekín.
El anciano mongolTamerlán había decidido conquistar el último y mayor de sus trofeos, China, y Zhu Di resolvió abordar aquella amenaza frontalmente.
Tamerlán (forma occidentalizada de Timur Lang, un apodo surgido a consecuenda de las heridas de flecha que había sufrido combatiendo) había demostrado ser un digno sucesor de sus antepasados, Gengis Jan y Qubilay Jan.
Desde su capital en Samarcanda, situada en la ruta de la seda, la gran vía comercial que cruzaba Asia central, Tamerlán había llevado a cabo constantes campañas a través de Asia,conquistando el norte de la India, Persia y Siria, y derrotando a los otomanos en Ankara en 1402.
Ahora había vuelto la vista hacia el este, con el objetivo de destruir los ejércitos chinos, derrocar a Zhu Di y restaurar el dominio mongol en China.
Para contrarrestar aquella poderosa amenaza, el nuevo emperador se llevó consigo a su corte a Pekín, custodiada por un ejército de un millón de efectivos; pero su visión de la nueva capital imperial iba mucho más allá de su mera función de baluarte defensivo frente a Tamedán.
Qubilay Jan había construido Ta-tu siguiendo un tradicional diseño chino, desviando el curso de los ríos para hacer que rodearan la ciudad.
Zhu Di incorporó los elementos básicos de la capital de Qubilay Jan, pero demolió el recinto real y lo reemplazó por un complejo imperial clásico, la CIUDAD PROHIBIDA, con proporciones mucho más perfectas que el anterior diseño.
La ciudad amurallada que habría de rodeada se construiría a una escala impresionante: con una extensión equivalente a mil quinientas veces el área que ocupaba la Londres amurallada de la época, y albergando a una población cincuenta veces mayor que la de esta última.
Pero construir la ciudad más grande del mundo para deslumbrar a su pueblo e intimidar a sus enemigos y a todos los Gobernantes del globo constituía solo una parte del magistral plan de Zhu Di.
También repararía la Gran Muralla, construida por el primer emperador chino, Qin Shi Huangdi, durante la dinastía Qin (221-206 a.e.).
Qin Shi Huangdi había unificado las provincias hasta entonces enemistadas de China, y fue el primer hombre que gobernó el país entero.
La muralla se erigió, con un coste ruinoso, para proteger las fronteras septentrionales de China de posibles ataques, pero durante los siguientes mil seiscientos años se había dejado que se desmoronara y deteriorara.
Zhu Di inició un programa de reconstrucción y refuerzo, añadiendo atalayas y torrecillas a los cinco mil kilómetros de muralla ya existentes, y ampliándola con otros mil cuatrocientos kilómetros.
Pero los objetivos de Zhu Di eran mucho más ambiciosos.
Envió expediciones a los vecinos orientales de China, y a lo largo de toda la ruta de la seda a través de Asia central, con el fin de recrear el imperio comercial que China poseía en la edad de oro de la dinastía Tang, más de cinco siglos antes.
Y todo esto, además de su programa de ampliación de la flota.
Zhu Di pretendía lograr todos aquellos formidables objetivos en el plazo de dos décadas. Lo que caracterizaba a todas sus medidas era su determinación de que los chinos debían creer de nuevo en sí mismos y en su ilustre historia.
Una vez expulsados los mongoles, China era de nuevo para los chinos.
Zhu Di tenía un interés personal en la ASTRONOMÍA, así como en los medios con los que podía incrementar el maravilloso legado que había heredado en ese ámbito. Los astrónomos chinos tenían más de dos mil años de experiencia registrando los eventos del cielo nocturno.
En el año 1300 a.e. habían señalado la aparición de una nueva estrella, desde el 240 a.e. consignaban todas las apariciones del cometa HALLEY, y en 1054 describieron la explosión de la supernova que dio origen a la nebulosa del Cangrejo, con su correspondiente acompañamiento de púlsares, quásares y estrellas de neutrones.
En el primer año de su reinado, Zhu Di restauró la práctica nocturna de registrar las estrellas. Sus astrónomos cartografiaron no menos de mil cuatrocientas de ellas en su travesía del cielo, y fueron capaces de predecir tanto los eclipses de sol como los de luna con considerable precisión.
Por Tellagorri
Una investigación efectuada por un Historiador-marino de guerra- británico y que ha sido avalada por un sinfín de Universidades, como Cambridge, Belfast, Nankin, Pekin, Oxford, Instituto Scot de Investigación Polar, la Royal Geographical Society, , etc. etc.. El autor es Gavin Menzies.
Los mapas chinos de las costas mundiales, levantados en esos años, son exactos a la realidad topográfica actual. Lo que demuestra que tanto Colón como los navegantes portugueses que colonizaron Africa o América lo hacían sobre unos datos existentes dejados u escondidos en China.
La transimisión de tales mapas a Europa se hizo a través de un italiano residente durante esos años en China, CONTI, que copió y vendió la información a ENRIQUE EL NAVEGANTE de Portugal.
Con sus datos los portugueses llegaron al Cabo de Buena Esperanza, bordearon Africa y colonizaron Etiopia.
Los chinos usaban BARCOS que permitian cargar 2.000 toneladas en 1400, cuando las naves más avanzadas de Europa (las venecianas) no pasaban de 50 toneladas.
En tales navíos llevaban CAÑONES similares a los que luego se usaron en Trafalgar en el siglo XIX.
Sus flotas constaban de cientos de navíos inmensos que surcaban todos los oceanos y, conociendo la brújula y la imprenta desde los años 1.000, llevaban consigo barcos cisternas de agua, de frutas y verduras, de plantas y semillas para dejarlas en la tierras en que recalaban, y construian enormes ESTELAS de piedra en puntos de todo el globo con inscripciones conmemorativas de sus visitas en chino.
Hoy se han encontrados varias de esas estelas que tenían las inscripciones originales tapadas por el transcurso del tiempo, y descifradas.
COPIO una página de esta investigación a efectos de corroborar lo que digo :
"Los barcos de la gran armada podían permanecer en el mar durante más de tres meses, y cubrir un trayecto de más de siete mil kilómetros sin hacer escalas para aprovisionarse de alimentos o de agua, ya que junto a ellos navegaban embarcaciones cargadas de cereales y buques cisterna que transportaban agua.
"Los grandes barcos llevaban también una rica variedad de flora que los chinos pretendían plantar en tierras extranjeras, parte de ella como un beneficio más del sistema tributario y parte con el fin de proporcionar alimento a las colonias chinas que se crearían en los nuevos territorios.
También se llevaban a bordo perros, algunos como animales de compañía, otros como alimento y otros para cazar ratas, y había gallineros llenos de pollos asiáticos, que se llevaban como valiosos presentes para los dignatario s extranjeros.
En barcos caballeriza independientes viajaban las monturas de la caballería.
El asombroso tamaño de cada barco, por no hablar del de la propia armada, solo se puede calibrar si lo comparamos con otros navíos de la misma época.
En 1421, la segunda flota en importancia después de la de China era la de Venecia.
Los venecianos poseían alrededor de trescientas galeras: embarcaciones rápidas, ligeras, de delgada estructura y construidas sobre un armazón de madera blanda, impulsadas por remeros y aptas únicamente para cruzar de isla en isla en la calma del verano mediterráneo.
Las mayores galeras venecianas tenían unos cuarenta y cinco metros de largo 'por seis de ancho, y podían cargar como mucho alrededor de cincuenta toneladas.
En comparación, los barcos de Zhu Di eran monstruos de alta mar construidos de teca. El timón de uno de aquellos grandes barcos tenía más de diez metros de altura, casi la longitud íntegra de la Niña en la que Colón zarparía más tarde hacia el Nuevo Mundo.
Cada barco podía transportar más de dos mil toneladas de carga y llegar a Malaca en cinco semanas, y a Ormuz, en el golfo Pérsico, en doce.
Eran capaces de navegar por los océanos más embravecido s del mundo, en viajes de varios años de duración.
El hecho de que en los viajes de descubrimiento chinos se perdieran tantos barcos testimonia no una debilidad de construcción, sino, más bien, lo peligroso e inexplorado de las aguas que surcaron, desde costas rocosas y afilados arrecifes de coral hasta los océanos plagados de icebergs de los extremos septentrional y meridional del globo.
Las galeras venecianas estaban protegidas por arqueros; los barcos chinos estaban equipados con armas de pólvora, cañones de latón y de hierro, morteros, flechas incendiarias y proyectiles que al explotar esparcían excrementos sobre sus adversarios.
En todos y cada uno de sus aspectos -construcción, capacidad de carga, control de daños, armamento, campo de tiro, comunicaciones, capacidad de navegar en océanos desconocidos, y de reparar y mantener los barcos en el mar durante meses y meses-, los chinos estaban varios siglos por delante de los europeos.
El almirante Zheng He no habría tenido dificultad alguna en destruir cualquier flota que se hubiera cruzado en su camino.
Una batalla entre la armada china y todas las demás flotas del mundo juntas habría parecido una lucha entre una jauría de tiburones y un banco de sardinas.
CHINA en 1400
En 1421 los chinos tenían más de seis siglos de experiencia en la navegación oceánica, basando sus cálculos tanto en la estrella Polar como en las estrellas que rodean el polo en altitudes elevadas, que nunca salen ni se ponen.
De hecho, una vez que los chinos hubieron determinado la posición absoluta de la estrella Polar en la esfera celeste, "vincularon" a ella otras estrellas del hemisferio norte.
Cuando observaban una estrella o constelación, sabían exactamente dónde estaban las otras en relación con ella, incluso cuando todavía no habían aparecido en el cielo nocturno.
Se hallaban, pues, en situación de conocer la localización exacta de una estrella, incluso cuando esta resultaba invisible por hallarse debajo del horizonte, observando el tránsito meridiano, es decir, el paso por el punto más alto de su trayectoria por el cielo nocturno visto desde cualquier punto concreto, de las estrellas circumpolares a las que se hallaba "vinculada".
Sin embargo, los chinos todavía no habían aprendido a utilizar el sol para obtener la latitud, algo que los portugueses lograron por primera vez en 1747 y que les permitió medir la latitud en el hemisferio sur, además de poder hacerla en el hemisferio norte.
Los chinos no podían determinar su posición al sur del ecuador, donde la estrella Polar no resultaba visible, y ese era un problema que se debía resolver. Había que identificar una estrella o estrellas en el hemisferio sur que pudieran realizar la función de la estrella Polar en el norte para realizar el sueño de Zhu Di (tercer emperador de la Dinastia Ming) de CARTOGRAFIAR EL MUNDO ENTERO.
En el siglo VII los chinos podían determinar con exactitud el rumbo a seguir, puesto que habían inventado la brújula.
Sabían que las propiedades magnéticas de la calamita se podían transmitir por inducción al hierro, y que se podía hacer flotar ese hierro magnetizado en aceite, permitiéndole girar libremente, de modo que uno de sus extremos señalaba siempre hacia el norte magnético terrestre.
En 1421 los chinos podían mantener el rumbo fijado con una precisión de dos grados utilizando brújulas magnéticas fiables. También eran capaces de medir la distancia recorrida empleando relojes de arena. El reloj de arena medía períodos de dos horas y media, el tiempo que duraba una guardia para un marinero de servicio.
El cálculo de la longitud, sin embargo, seguía siendo un problema que al inicio de este sexto viaje todavía no habían resuelto plenamente.
Los cambios en la longitud dependían de cuatro cosas: el rumbo fijado, la velocidad del barco, el tiempo transcurrido y la distancia al norte o sur del ecuador.
Registrando el número de guardias, la velocidad en relación con el agua y el rumbo en la brújula, el piloto podía estimar el cambio de longitud. Pero el método chino de navegación presentaba una gran desventaja: si la masa de agua sobre la que el barco navegaba se movía, por ejemplo, en el caso de una corriente que avanzara a favor del barco o en contra de éste, el marinero no tenía forma alguna de medir el cambio de longitud.
Eso solo se podía lograr midiendo el tiempo absoluto, algo que los europeos no lograrían hasta tres siglos y medio después, cuando John Harrison perfeccionó finalmente un reloj que podía medir el tiempo exacto en el mar.
En los inicios del sexto viaje de las flotas chinas este defecto causó enormes errores en los cálculos de la longitud. La navegación basada en la estrella Polar les permitió calcular la latitud y desembarcar al norte del ecuador con notable precisión, pero no se perfeccionó un método para calcular la longitud con algo que se aproximara a la misma precisión hasta el final de sus viajes.
Con siglos de experiencia en la construcción de barcos preparados para navegar por océanos sacudidos por las tormentas, los ingenieros náuticos chinos habían desarrollado un robusto armazón dividido en secciones.
Cada sección estaba cerrada por mamparos estancos en ambos lados, a semejanza de las separaciones interiores de un bambú, y dichas secciones estancas se mantenían unidas entre sí con clavos de latón de varios kilogramos de peso.
Se clavaban tres capas de madera dura sobre una estructura de teca, luego se calafateaban las tablas (es decir, se impermeabilizaban) con fibra de coco, y se sellaban con una mezcla de aceite de tung hirviendo y cal.
Este duro barniz impermeable se utilizaba para sellar los barcos oceánicos chinos desde el siglo VII, pero en la construcción de las flotas de Zheng He (Almirante Jefe chino) se necesitó tanto aceite de tung que fue necesario adquirir varias hectáreas de tierra a orillas del Yangzi para plantar huertos de tungs.
ZHU DI
Antes del siglo IX los barcos que viajaban más allá de las aguas costeras eran casi siempre de propiedad extranjera, pero partir de aquel siglo China desarrolló su propia flota de alta mar.
Las dinastías Song y Yuan (esta última, la dinastía mongola) habían mantenido grandes flotas, enviado emisarios a ultramar y establecido un sustancial comercio exterior, arrebatando gradualmente el control del comercio de las especias a los
ÁRABES, que antaño lo dominaran.
Zhu Di emprendía ahora una increíble ampliación de la flota china. Además de los barcos de guerra y de la flota mercante que había heredado, Zhu Di encargó mil seiscientos ochenta y un barcos, entre ellos numerosos "barcos del tesoro", gigantescas naves de nueve mástiles así denominadas debido al enorme valor y cantidad de bienes que podían transportar en sus inmensas bodegas.
Para fabricarlos, se puso a trabajar a decenas de miles de carpinteros, veleros y constructores de las provincias meridionales de los alrededores de los astilleros.
Además de doscientos cincuenta barcos del tesoro, la flota contenía más de TRES MIL QUINIENTAS NAVES de otros tipos.
Había mil trescientos cincuenta barcos patrulleros y el mismo número de naves de combate anclados en puestos de vigilancia o en bases insulares; cuatrocientos barcos de guerra de mayor tamaño y otros tantos cargueros destinados al transporte de cereales, agua y caballos para la flota.
Los barcos del emperador habrían de surcar y cartografiar los océanos del mundo, impresionando e intimidando a los gobernantes extranjeros, incorporando al mundo entero al "sistema tributario"de China.
Los gobernantes pagaban a China un tributo a cambio de privilegios comerciales y protección contra sus enemigos; pero China proporcionaba siempre a sus socios comerciales bienes por un valor mayor (sedas y porcelana a precios rebajados, a menudo financiadas mediante préstamos en condiciones favorables) del que recibía de ellos.
Y éstos se hallaban, pues, en perpetua deuda con China.
Desde el momento en que reclamó para sí el trono imperial, Zhu Di decidió trasladar la capital a su antiguo reducto de Pekín.
El anciano mongolTamerlán había decidido conquistar el último y mayor de sus trofeos, China, y Zhu Di resolvió abordar aquella amenaza frontalmente.
Tamerlán (forma occidentalizada de Timur Lang, un apodo surgido a consecuenda de las heridas de flecha que había sufrido combatiendo) había demostrado ser un digno sucesor de sus antepasados, Gengis Jan y Qubilay Jan.
Desde su capital en Samarcanda, situada en la ruta de la seda, la gran vía comercial que cruzaba Asia central, Tamerlán había llevado a cabo constantes campañas a través de Asia,conquistando el norte de la India, Persia y Siria, y derrotando a los otomanos en Ankara en 1402.
Ahora había vuelto la vista hacia el este, con el objetivo de destruir los ejércitos chinos, derrocar a Zhu Di y restaurar el dominio mongol en China.
Para contrarrestar aquella poderosa amenaza, el nuevo emperador se llevó consigo a su corte a Pekín, custodiada por un ejército de un millón de efectivos; pero su visión de la nueva capital imperial iba mucho más allá de su mera función de baluarte defensivo frente a Tamedán.
Qubilay Jan había construido Ta-tu siguiendo un tradicional diseño chino, desviando el curso de los ríos para hacer que rodearan la ciudad.
Zhu Di incorporó los elementos básicos de la capital de Qubilay Jan, pero demolió el recinto real y lo reemplazó por un complejo imperial clásico, la CIUDAD PROHIBIDA, con proporciones mucho más perfectas que el anterior diseño.
La ciudad amurallada que habría de rodeada se construiría a una escala impresionante: con una extensión equivalente a mil quinientas veces el área que ocupaba la Londres amurallada de la época, y albergando a una población cincuenta veces mayor que la de esta última.
Pero construir la ciudad más grande del mundo para deslumbrar a su pueblo e intimidar a sus enemigos y a todos los Gobernantes del globo constituía solo una parte del magistral plan de Zhu Di.
También repararía la Gran Muralla, construida por el primer emperador chino, Qin Shi Huangdi, durante la dinastía Qin (221-206 a.e.).
Qin Shi Huangdi había unificado las provincias hasta entonces enemistadas de China, y fue el primer hombre que gobernó el país entero.
La muralla se erigió, con un coste ruinoso, para proteger las fronteras septentrionales de China de posibles ataques, pero durante los siguientes mil seiscientos años se había dejado que se desmoronara y deteriorara.
Zhu Di inició un programa de reconstrucción y refuerzo, añadiendo atalayas y torrecillas a los cinco mil kilómetros de muralla ya existentes, y ampliándola con otros mil cuatrocientos kilómetros.
Pero los objetivos de Zhu Di eran mucho más ambiciosos.
Envió expediciones a los vecinos orientales de China, y a lo largo de toda la ruta de la seda a través de Asia central, con el fin de recrear el imperio comercial que China poseía en la edad de oro de la dinastía Tang, más de cinco siglos antes.
Y todo esto, además de su programa de ampliación de la flota.
Zhu Di pretendía lograr todos aquellos formidables objetivos en el plazo de dos décadas. Lo que caracterizaba a todas sus medidas era su determinación de que los chinos debían creer de nuevo en sí mismos y en su ilustre historia.
Una vez expulsados los mongoles, China era de nuevo para los chinos.
Zhu Di tenía un interés personal en la ASTRONOMÍA, así como en los medios con los que podía incrementar el maravilloso legado que había heredado en ese ámbito. Los astrónomos chinos tenían más de dos mil años de experiencia registrando los eventos del cielo nocturno.
En el año 1300 a.e. habían señalado la aparición de una nueva estrella, desde el 240 a.e. consignaban todas las apariciones del cometa HALLEY, y en 1054 describieron la explosión de la supernova que dio origen a la nebulosa del Cangrejo, con su correspondiente acompañamiento de púlsares, quásares y estrellas de neutrones.
En el primer año de su reinado, Zhu Di restauró la práctica nocturna de registrar las estrellas. Sus astrónomos cartografiaron no menos de mil cuatrocientas de ellas en su travesía del cielo, y fueron capaces de predecir tanto los eclipses de sol como los de luna con considerable precisión.
Por Tellagorri
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