La ciberguerra global presenta una cronología confusa. No hay un detonante claro ni dos bandos identificados como en el mundo físico. Tampoco se ha asesinado a ningún archiduque austrohúngaro en Sarajevo ni un ejército ha invadido Polonia. Los precedentes históricos han dejado de servir de referencia.
"De cierta forma, esto acaba con la noción de estado tradicional", explica un alto mando de Ciberdefensa de las Fuerzas Armadas de Israel. "De repente, las fronteras son irrelevantes, el Derecho Internacional no impera o tiene muchas interpretaciones... Sólo rige la ley de la jungla".
Al contrario que en el fútbol, en el ciberespacio es mucho más difícil defender que atacar. Por eso, gobiernos y empresas han iniciado una carrera armamentística de programadores y herramientas informáticas. "Cuando repeles un ataque sabes que tu enemigo volverá mañana. Tú tienes que ganarle todos los días, mientras que a él le basta un mal día tuyo para vencer", explica el español Jose Selvi, investigador de Seguridad Senior de Kaspersky, multinacional rusa especializada en ciberseguridad.
El problema es que cada vez hay más posiciones que defender: este año se alcanzarán los 8.400 millones de dispositivos conectados a internet, cifra que supera el número de habitantes del planeta. Demasiadas puertas para aquellos que quieren entrar sin llamar.
Kaspersky es un gigante del sector y ejerce de forense en numerosos casos de guerra electrónica. Uno de ellos fue el Stuxnet: para muchos especialistas, la primera superarma virtual destinada a causar daño físico. Se trata de un gusano (programa diseñado para copiarse y propagarse por sí mismo) que en 2010 se introdujo en el programa nuclear iraní para sabotearlo.
El contraataque de toda la vida, a sangre y fuego, está justificado en un documento de la OTAN conocido como el Manual de Tallin, que recoge una serie de reglas dedicadas a la ciberguerra. Una de las más polémicas es la que legitima matar a hackers enemigos, aunque estos sean civiles, si han provocado daños graves.
¿Qué pasaría si se manipularan los semáforos de una ciudad o la torre de control de un aeropuerto? Por desgracia, los acontecimientos recientes desvelan los agujeros de seguridad de muchos sistemas electrónicos que afectan a la ciudadanía. A la denominada guerra económica se han unido también agresiones físicas como las registradas en Ucrania. Dos días antes de la Navidad de 2015, un malware bautizado como BlackEnergy se infiltró en una central eléctrica de este país de Europa Oriental. Estaba programado para borrar archivos y sabotear el sistema de esta infraestructura crítica. Más de 600.000 personas se quedaron sin calefacción en invierno durante unas horas.
Kiev acusó a Rusia de estar detrás del ataque. La ciberguerra ha dejado de ser un asunto exclusivo de espías, militares y empresarios.
La injerencia rusa en una campaña presidencial de tal magnitud ha sido un hito crucial en la historia de la I Ciberguerra Mundial. Lo que no había logrado el Ejército Rojo en la Guerra Fría con ojivas nucleares y su presencia en Cuba lo ha conseguido Vladimir Putin a golpe de clic: influir en la elección del cargo más poderoso de la Tierra. El 9 de diciembre, el Washington Post publicó que la CIA acusaba a fuentes cercanas al Kremlin de filtrar a WikiLeaks los emails pirateados a la campaña de Hillary Clinton con el fin de perjudicarla en la carrera por la Casa Blanca. Sorprendentemente, se rompía la ley del silencio. Una superpotencia acusaba a otra de una intromisión política directa y gravísima.
Jorge Benitez
EL HACKER MÁS PELIGROSO DEL MUNDO |
Hoy la Humanidad se halla en un uno de sus periodos más vulnerables desde hace tiempo. Todo está bajo soporte tecnológico electrónico y eso nos convierte en ciudadanos indefensos.
ResponderEliminarCon ataques cibernéticos a centrales eléctricas, torres de mando de aeropuertos,a Bancos y oficinas de las Administraciones, a Farmacias y factorías de cualquier tipo, nuestras ciudades, viviendas y transacciones se van al carajo de forma irremediable.
DON ZALDUM.
EliminarEstoy contigo en lo que comentas : nunca, creo, las sociedades (no los Estados) han sido más vulnerables al caos y el desastre. Antes Occidente con su bienestar de automoviles para todos quedó a merced del petroleo de los jeques camelleros. Ahora es peor : cualquier listo habil puede dejarnos son trabajo, sin poder mover un euro en los Bancos o sin poder obtener una medicina en una farmacia.
Basta con que los cajeros de los Bancos, los ordenatas de las farmacias o los semáforos dejen de funcionar, para que se organice un caos sin precedentes. Y si además nos quitan la luz, la calefacción y las cocinas de vitrocerámica o los ascensores de los grandes edificios, la población tendría que empezar a aprender a vivir a lo pastor de cabras.
ResponderEliminarDOÑA PAOLA
EliminarNo me imagino una ciudad estilo New York con la gente sin poder subir o bajar de sus oficinas en los rascacielos. Y es algo que puede suceder en cualquier momento.
Al igual que lo que comentas de que en casa de cada uno no haya electricidad : un caos total.
Ni físicos nucleares, ni artilleros de misiles ni pilotos de bombarderos. Con un par o media docena de informáticos con buenos aparatos es suficiente para PARALIZAR y rendir a un país.
ResponderEliminarY lo que es más grave : millones de niñatas y niñatos destinados al suicidio colectivo al no funcionarles los móviles.
DON MARIO.
EliminarTiene gracia lo que comentas de "millones destinados al suicidio colectivo por no funcionamiento de móviles".
Pues sí, es tal y como están contando sus mercedes. Y es natural, a mayor dependencia tecnologica, más servicios criticos informatizados, ergo conectados a la red. Hay un dicho informático con el que estoy muy de acuerdo: si quieres que algo sea seguro, NO lo conectes a la red (a internet). Y si lo conectas a la red, ten backups, y la capacidad de reponerte en breve de un fallo crítico (planes de contingencia)
ResponderEliminarY lo de matar hackers, me parece natural.Tu me tocas una estructura critica, ergo te considero un espía. Yo lo haría, pocos juegos con eso.
Y si bien estas cosas llevan su peligro, a destacar que cualquier gobierno es mas peligroso: pregunten en Venezuela. O miren lo que pasa en una CA como Cataluña. No hacen falta informaticos para que un pais se hunda o se quede sin farmacias, medicinas o servicios medicos.
SEÑOR OGRO.
EliminarPues, sí, y tú lo confirmas, estamos bien jodidos por ese lado de la red. Cualquier día nos dejan sin agua, luz, medicinas o calefacción y eso ya afecta de lleno hasta a los más bobos que siguen no queriendo saber cómo funciona un cajero de Banco.
Lo otro, lo de que cualquier descerebrado gobernante es aún más peligroso, también es cierto y basta, como dices enterarte de los abastecimientos elementales en Cuba, Venezuela o Cataluña.
Pronto todos los automóviles, buses, trenes, viones y hasta bicicletas estarán informatizados y habrá una generación de jóvenes que van a sustituir a fontaneros, albañiles y electricistas.
Nuestras vergüenzas (las de los estados, empresas y particulares), están ocultas por algo tan débil que, cualquiera con los conocimientos y los medios que tenga interés en hacerlo, puede dejarnos con ellas al aire en cualquier momento.
ResponderEliminar¿Las consecuencias?
Imprevisibles. Esto es un peligro real que puede ocasionar cualquier catástrofe dependiendo de la reacción del atacado o de los daños sufridos.
DON TRECCE.
EliminarEfectivamente nuestros secretos personales y los funcionamientos de los aparatos que usamos están, como comentas, a un minuto de que nos dejen como a los Picapiedra.
Ten en cuenta que ahora todas o casi todas las empresas tienen máquinas que funcionan por tecnología cibernética, así como los comercios, los Bancos y hasta las farmacias.
Y ya en plan gordo sabemos que recibimos energías eléctricas y de gas a través de medios informatizados.
Todo se puede ir al carajo si algunos listos lo desean.
buen dia
ResponderEliminarun placer encontrarte y conocer como piensas y el valor de tus letras....me has gustado
DOÑA RECOMENZAR.
EliminarAgradecido por tus palabras y me satisface que coincidan algunas ideas con las tuyas.