06 diciembre 2016

Los ricos de "pega" y los "pobres" de Hacienda


Siempre ha habido gente que se pretende rica sin serlo en realidad. Se trata de pobres advenedizos que por haber juntado más dinero del que se creían capaces de reunir, o del que alguna vez creyeron que era probable que acumularan, sucumben a la ilusión de haber alcanzado una cierta opulencia.

Un auténtico rico, por ejemplo, no sabe a ciencia cierta cuánto dinero tiene, ni se le ve demasiado preocupado por echar la cuenta, a diferencia del que quiere y no puede, que está siempre mirando el saldo.
Otra forma generalmente admitida de saber si uno es rico de veras es la relación que mantiene con el trabajo: si en lugar de un pasatiempo libremente asumido, y despachado como una especie de juego, se trata de una carga inexorable. Cueste lo que cueste el coche que tiene aparcado en la puerta.

Hay maneras más sofisticadas de tomar conciencia de la verdadera riqueza y, por contraste, de su engañoso simulacro. Quizá la más clara e inequívoca sea el tener que soportar, o no, las estupideces y las impertinencias del prójimo.
Si uno se ve encajando una y otra vez sandeces o desaires, sin poder levantarse y dejar olímpicamente con la palabra en la boca al necio o al grosero, ya puede llevar la ropa hecha a medida en el mejor sastre de Londres, que sigue siendo un destripaterrones.

La imposición sobre la renta: un invento de los Estados que en teoría viene dictado por criterios de justicia y que, en consecuencia, vendría a gravar con mayor intensidad a quienes más ingresos perciben, lo que lleva a algunos despistados, víctimas de altos tipos impositivos, a creer que por ello han pasado a formar parte de la capa más acaudalada de la población.
Según los lugares y épocas, ese tipo impositivo bien puede rebasar el 50%, lo que aflige pero a la vez hace sentirse en lo más alto a los incautos que han llegado a creerse el cuento de la justicia tributaria.

La realidad, sin embargo, es mucho más cruda. Grandes corporaciones multinacionales, con cientos de millones de clientes y miles de millones de euros de beneficios, satisfacen tipos irrisorios, que pueden bajar hasta el 1% efectivo, sobre la suma de sus ganancias, convenientemente embalsadas en paraísos fiscales. Hay deportistas millonarios que pueden llegar a reducir el impacto del fisco a un 4% de sus rendimientos.

Los verdaderos ricos, en el mundo, no pagan impuestos. Tú que pagas los suficientes como para que te duela, desengáñate: eres el pardillo que aligera su factura.

L. Silva

POST DATUM.
La misión de una encuesta no es predecir un resultado electoral, sino mostrar un estado de ánimo social del momento en el que se realiza. Si lo que quieren es adivinar resultados electorales, hay métodos mucho más baratos: El Tarot, la quiromancia, la bola de cristal y, sobre todo, la lectura de vísceras de animales, muy apreciada, por cierto, en tiempos del imperio romano.

8 comentarios:

  1. Voy a discrepar un poco. De acuerdo que los ricos de verdad pagan unos tipos muy muy bajos, pero no es cierto no paguen impuestos. Ejemplo, los impuestos sobre los coches, algunos, son en funcion de cilindrada, etc, bueno, pues he visto graficas que muestran como del total recaudado en funcion de no pocos impuestos sobre coches, la mayoria, pertenecia a los no demasiasdos coches de gama altisima que hay. Era un pastizal bastante severo sabiendo que en realidad, no son muchos los coches que hay de esos.

    Por otra parte, si tan poco fuera, si no importara realmente lo que dan a la sociedad, se les crujiria a impuestos, y asi no habria que oir a coletas y derivados. El porque no se hace, es porque a veces confundimos patrimonio personal con el de la empresa. Esos patrimonios enormes, crean riqueza, investigan y generan un bienestar social, por mucho que esto moleste a los commies piojosos

    Y en ultima instancia vivimos en un mundo globalizado, que permite a la gente moverse por buena parte del mismo con mucha libertad. Porque los ricos no iban a poder hacerlo para evitar impuestos. A fin de cuentas, ¿alguien paga mas impuestos de los estrictamente necesarios? ¿alguien pagaria impuestos sino fueran obligados? ¿alguien no recurre a las triquiñuelas disponibles con tal de no pagar mas que lo estrictamente necesario?

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    1. SEÑOR OGRO.
      Ese argumento tuyo, muy bien elaborado, no me sirve. Te contestaré con lo quien dice que ojalá pudiera tener un un Lamborghini aunque tuviera que pagar más impuestos que por un Seat Ibiza. La cuatión de los IMPUESTOS INDIRECTOS es el que coge a todo el mundo, incluídos ricos y pobres.

      Pero en los impuestos directos la proporcionalidad entre lo que paga el asalariado de nómina con lo que paga un rico de verdad (por ejemplo la difunta Duquesa de Alba) es inexistente. Los creadores (escritores, etc.) abonan hasta un 50% de sus ingresos y los grandes constructores, empresarios del acero o de la cerámica se amarran al impuesto de Sociedades cuando pagan sin evadir. Y las evasiones, en cantidades no igualables a los Bárcenas o Pujol, son inmensas en pequeñas cantidades de varios cientos de miles de euros.
      Lo sé porque la mayoría de abogados, médicos o dentistas, profesionales que jamás emiten facturas, esconden sus ingresos como mejor sepan hacerlo y declaran a Hacienda lo que consideran buenamente pasable a efectos de inspectores.

      Y ha sido así en España desde tiempos de Witiza o de Wamba.

      Ya me gustaría saber qué parte de sus beneficios, que ingresan cada año pagan como impuesto los grandes finqueros tradicionales del país. En tanto que quien cobra una nómina no tiene escape alguno. Y conozco a dueños de empresas con beneficios muy importantes que constan ante Hacienda como empleados de sus propias empresas y con su nómina y lo que pagan es lo que figura en ésta como ingreso.

      Naturalmente que nadie pagaría impuestos si no estuviera obligado. La cuestión es que no existe, y ese es el argumento eterno desde Lenin, auténtica JUSTICIA DISTRIBUTIVA o "que cada quién lo que le corresponde".

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  2. Estoy más en concordancia con lo que dice Tella.
    Un asalariado que percibe en nómina alrededor de 2.000 euros mensuales abona o le retienen los de Hacienda entreun 18 y un 20% de IRTP o impuesto sobre las Personas Físicas. No creo que ninguno de los grandes millonarios abonen, a título personal de Persona Física un 20% de sus INGRESOS PERSONALES. Y estoy hablando de los Pascual, Pino, Ybarra, Barandiarán, Egaña, Salegui, Delclaux, Bergareche, Iribecampos, Arregui, Urrutia, Aguinaga, Castellanos, Juan Abelló, Demetrio Carceller, Manuel Manrique (el nuevo primer ejecutivo), José Manuel Loureda, Luis F. del Rivero, Sanjuán Jover, José Moreno Carretero, la familia Fuertes (El Pozo), Francisco Javier Gayo, etc. etc..

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    1. DON MARTIN.
      Gracias. El ejemplo que pones es muy indicativo de la realidad.
      Estamos de acuerdo en el tema.

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  3. Se ha dicho (y creo que es cierto a tenor de los números) que quienes sostienen el sistema impositivo que tenemos son los asalariados, los autónomos y las pequeñas empresas, esas de dos o tres trabajadores en plantilla, el resto, o no paga, o paga en función de situaciones privilegiadas pensadas para ellos con la disculpa de que una gran empresa, si se le grava demasiado, se marcha para otro lado, pero la cosa es tan flagrante y se siente uno tan impotente, que algunas veces piensas: ¡Pues que se vayan!

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    1. DON TRECCE.
      Estoy totalmente de acuerdo con todo tu comentario. Y estoy convencido de que la realidad es tal cual dices.
      No es necesario, para no pagar la debido, que las empresas sean gigantes. Basta con una empresa de cien trabajadores y en forma mercantil de Sociedad Anónima para que los dueños únicamente abonen por impuesto de Sociedades en el cual a los ingresos se les puede deducir toda clase de gastos (reales y ficticios) de forma que la empresa paga muchísimo menos de lo que en la realidad obtiene de beneficios. Y los dueños de tal Sociedad mercantil no constan a título personal en parte alguna como recipiendarios de beneficios.

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  4. Es curiosa lo enraizado que tenemos la coerción impositiva del Estado. La discusión trata sobre subir o bajar, pagar o estafar, cuando -creo, sinceramente- una solución satisfactoria para todos sería el empleo justo, consciente, transparente y riguroso de los presupuestos: lo imprescindible, fuera mercadeo de sumisiones. Las cosas funcionarían mejor y la presión fiscal no sería un arma arrojadiza en manos del déspota de turno... pero estas posibilidades ni se plantean. Hablando con cualquier parroquiano del bar, el hecho impositivo es defendido como un dogma de fe.
    Un saludo, don Javier.

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    1. DON HEREP.
      Muy cierto lo que dices. Y creo que ese enraizamiento viene de las costumbres feudales primero, y las monarquías absolutistas después, que cargaban todo el sostenimiento de los tinglados en los campesinos, denominados PECHEROS. Hasta los pobres diablos como Don Quijote se libraban de ser objetivo fiscal por tener HIDALGUIA. Tanto la nobleza como el clero nunca han estado sometidos a las cargas del Estado, es decir hasta que llegó la sociedad liberal con sus Constituciones que proclamaban la igualdad de todos los ciudadanos ante la LEY.

      Algo que jamás se ha cumplido en España y que en la mente de los políticos gobernantes, sean de derechas o zurdosos, sigue incrustado el principio de que los trabajadores por cuenta ajena son los actuales PECHEROS.

      Esos parroquianos de bar lo que no saben es que el clero y los ricos siguen sin abonar los impuestos por razones hoy muy diferentes. Básicamente por disponer de más medios para burlar las normas tributarias de forma legal.

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