14 junio 2014

El penúltimo abdicado

ALFONSO XIII
Cuando desembarcó en el muelle de Marsella, Alfonso XIII parecía un distinguido viajante de comercio. Iba con traje y sombrero, y acababa de abdicar después de que en las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 hubieran ganado las candidaturas republicanas en las ciudades.

En el muelle tan solo lo esperaba el embajador Quiñones de León, que le dijo que la reina iría directamente a París. Un taxi lo condujo al hotel, pero don Alfonso prefirió pasar esa noche en Hotel de París, de Montecarlo, en cuyo bar lo fotografiaron los periodistas franceses.

Cuando el jueves 16 de abril se reunió en el vestíbulo del hotel Meurice con doña Victoria Eugenia, sus hijos y los nobles españoles que se habían exiliado con ellos, lo esperaban periodistas, autoridades y cientos de curiosos. Don Alfonso, que apenas saludó a su familia, encargó a Quiñones que le comprara media docena de camisas de seda en Sulka, en la rue de Rivoli, y se lanzó a conceder entrevistas y a sumergirse en un carrusel sin fin de actividades en un estado de euforia enfermizo. 

Aunque más tarde el historiador Guillermo de Cortázar cifró la fortuna de don Alfonso en 16 millones de euros al cambio actual, el ex rey temió arruinarse y despidió a nobles, servidores, vendió los coches, y en un viejo Hispano, al que habían raspado las flores de lis de las portezuelas, obligó a su familia a refugiarse en Fontainebleau, en el Savoy, un hotel de medio pelo con las habitaciones tan pequeñas que los baúles se colocaban en los pasillos. No tenían cuarto de baño y costaban cinco francos por noche.

Lo cierto es que el rey guardó una suite en el Meurice para sus citas galantes y se compró un Bugatti para recorrer el trayecto París-Montecarlo a la velocidad de 120 kilómetros a la hora. Pero, poco a poco, la gente empezó a cansarse de la familia real española.

El matrimonio, que en España no se hablaba desde hacía tiempo. se veía obligado a soportarse a diario.El rey le reprochó a su mujer su estrecha relación con los Lécera y le exigió: "O ellos o yo".La reina casi le escupió con toda la rabia acumulada durante 25 años de infidelidades y humillaciones: "¡Los escojo a ellos y no quiero ver tu fea cara nunca más!". Se fue a Inglaterra junto a su madre abandonando marido e hijos, y se enfrentó a su cónyuge en los tribunales reclamando su dote, los intereses durante 24 años y una pensión anual, arguyendo que estaban separados "de facto".

Amargado por este largo pleito del que se hizo eco ávidamente toda la prensa europea, don Alfonso se convirtió en un nómada de lujo, dedicado a deambular por París, Roma, la Riviera, Cannes, los cotos de caza europeos, el Hotel Semíramis de Egipto o Deauville, en cuyo casino jugaba a le chemin de fer cuya apuesta mínima eran 80 libras.

Era una figura decadente y patética. Diez años duró esta vida, hasta que el 28 de febrero de 1941, en el Gran Hotel de Roma, temblaron las luces de las velas y don Alfonso murió.

P. Eyre


REINA VICTORIA EUGENIA

2 comentarios:

  1. El comentario no es mío; lo leí en:
    http://www.libertaddigital.com/chic/entretenimiento/2014-06-13/fray-josepho-y-monsieur-de-sans-foy-abajo-los-borbones-71861
    y comienza así:
    "QUE LES VAYAN DANDO
    por Monsieur de Sans-Foy:
    Maldita dinastía analfabeta...
    ¡A ver si no me sobran las razones
    para despotricar de los Borbones!:
    "Zarzuela no precisa de poeta".................."

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    1. DON F.J. de C.
      Está claro que el autor NO es monárquico.
      La verdad es que los últimos Borbones han destacado por ser unos VIVIDORES GOLFOS, ya desde la "Puttana" de Isabel II.

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