23 abril 2012

Cámara Dien Fú

En abril de 1954, el Vietminh cercaba la base francesa de Dien Bien Fu, en la Indochina francesa que pronto se llamaría Vietnam. Sometido a un espantoso bombardeo, el símbolo del orgullo colonial estaba a punto de caer. El gobierno de París, aun sabiendo que la derrota era inevitable, no quiso aceptarla sin un estúpido gesto teatral, así que lanzó en paracaídas a un último contingente de voluntarios, conscientes de que su único destino era la muerte o el cautiverio.

Asombrosamente, se presentaron muchos. Entre ellos había tres hombres del servicio de prensa del ejército. Saltaron el primer día, entre las bombas, y cuando pisaron tierra uno estaba muerto y otro había perdido una pierna.

Cuatro días después, en un segundo salto, llegaron otros dos reporteros para cubrir esas bajas: un fotógrafo y un camarógrafo. El cámara se llamaba Pierre Schoendoerffer y tenía veinticuatro años.

Durante cincuenta y dos días filmó la carnicería, replegándose hacia el último bastión a medida que iban cayendo los reductos exteriores. No hubo rendición. Se peleó hasta que los viets penetraron en el puesto de mando y éste dejó de emitir.

Hecho prisionero, Schoendoerffer vivió dos años en condiciones horribles, en un campo de concentración donde innumerables compañeros dejaron la piel que habían salvado de la batalla.

Después hizo películas y escribió libros. Lo conocí hace algún tiempo en París, con Pat, su mujer, cenando en casa del periodista Jean-Christophe Buisson en compañía de mi amigo Etienne de Montety. Yo acababa de dejar atrás veintiún años de reportero, pero aún tenía frescos los instintos y los mitos.

Así que me pasé toda la cena como deben pasarse estas situaciones ante la gente adecuada, e incluso ante la que no lo es: hablando poco, lo imprescindible para que sea el otro quien hable. Y más cuando, como era el caso de Schoendoerffer, no se trataba de alguien demasiado hablador.

Me había hecho el honor de leer algunas cosas mías y tuvo la amabilidad de mencionarlas; pero le dije que no me avergonzara con tan extrema cortesía. Que yo estaba allí para escucharlo hablar de él, de su trabajo, de sus películas y sus libros; y que todas mis novelas juntas, lo juraba por Toutatis, no valían una de sus imágenes tomadas en Dien Bien Fu. Si me hice reportero, añadí, fue posiblemente porque con quince años leí  La 317e section, que en España se llamó Sangre en Indochina, y luego vi la película del mismo título, con un inolvidable Bruno Cremer interpretando al sargento Willsdorf.

Y si estaba sentado a la mesa, mirándolo como quien mira a Dios, era porque había visto en el cine L’Honneur de un capitaine, La Section Anderson –un documental sobre Vietnam por el que ganó un Oscar–, Le Crabe tambour y Dien Bien Fu, y leído todos sus libros, incluido l’Adieu au roi, que tenía y sigo teniendo subrayado de principio a fin. Y del que, le dije y se mostró humorísticamente de acuerdo, Coppola tomó abundante material para recrear su Kurtz-Marlon Brando de Apocalypse Now.

Recuerdo sus ojos azules y su sonrisa melancólica cuando Jean-Christophe Buisson, que había hecho un magnífico documental para televisión revisitando con Schoendoerffer los lugares donde éste estuvo durante la guerra colonial, puso sobre el mantel palabras como lealtad, sacrificio, valor y sentido del honor. Todavía brillaba la mirada del veterano cámara de guerra entre el humo de sus cigarrillos cuando pronunciaba esas palabras, quizá porque en francés suenan menos devaluadas que en español.

Y recuerdo, sobre todo, otras palabras suyas, dichas con sencillez en respuesta a uno de mis comentarios: "Envejecer es tener más camaradas muertos que vivos. Cuando piensas en ello, se te hace la supervivencia incómoda". No usó la palabra amigos sino camaradas, y entendí lo que pretendía decir. Los amigos son seres entrañables que la vida te depara. Los camaradas, no forzosamente amigos, son quienes han estado contigo allí. Sea donde sea.

 Pierre Schoendoerffer murió hace cuatro semanas, en el hospital Percy de Clamart, en una Francia que siempre supo hacer bien ciertas cosas: se le concedió funeral con honores militares en los Inválidos, con la insólita asistencia de todo el gran mundo de las armas, la política, el cine y la literatura.

Tenía 83 años y se llevó en la retina la historia mundial de dos tercios del siglo XX. Hace cinco años aún tuvo los arrestos de viajar a Afganistán, invitado por el 1º RCP, regimiento paracaidista que lo nombró soldado de honor.

En cuanto a mí, incluso después de la cena en París, nunca dejé de ver en aquel anciano distinguido, flaco, de pelo blanco, al joven de 24 años que saltó en paracaídas sobre el paisaje lunar y las explosiones de Dien Bien Fu.

ARTURO PEREZ REVERTE
Académico



8 comentarios:

  1. Se batieron con cojones los paracas franchutes sabiendo que estaban perdidos. Dicen que allí Francia perdió a su ejercito, luego los volvieron a putear en Argelia. No me extraña lo de la OAS lo raro es que Degaulle saliera vivo.
    Saluditos.

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    1. DON ZORRETE
      Pero, ¿qué haces tú aquí? Se supone que debieras de estar en una cama y sin moverte.

      En Indochina a los militares los machacaron en primer lugar su propio gobierno, seguido por los boicots de los yankees que querían quedarse con aquello ( y lo consiguieron para meterse en el mayor avispero del Mundo)y la ineptitud de los políticos. Después de aquello sucedió lo mismo en Argelia.

      Al final un militar con mucho prestigio y cerebro los sacó de todo aquello y trataron de asesinarlo : De Gaulle.

      Pero lo mismo sucedió a continuación en el Congo y allí estaban también los mercenarios excombatientes de Indochina.

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  2. Soldados sacrificados en el altar del orgullo frances, para nada... si la degradación en las guerras siempre es pavorosa, la degradación política aun es peor, ya que suele ser el origen de los peores conflictos, de las peores decisiones contra las poblaciones civiles en las guerras que suelen provocar ellos mismos.

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    1. SEÑOR OGRO
      Sí, es como dices. Aquella Francia de la IV República, en la que cada tres meses había un gobierno distinto, mandó al matadero a cientos de miles de buenos soldados.

      Al menos tienen la cultura y grado de civilización, desconocidos aquí, de reconocer a posteriori los méritos de los ciudadanos más destacados, aun siendo simples soldados, otorgándoles honores póstumos.

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  3. Increible,si,lo había leído y me pareció expectacular historia.Ultimamente estás que te sales con las historias aunque esta sea del señor Reverte!Es indignante lo que hacen con los soldados....experimentan con ellos cuánto quieren y algo más.Son sus conejillos de indias en todosssss los sentidos.Gracias don Tella, por este articulo que....pareceeeeee que me va gustando te fijas???jajjajajajajajajajja.Millllllllllllll besitossssssss.

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    1. DOÑA MIDALA
      Aquí, en Bloger, la que se sale con sus relatos a cual más impresionantes es VUESÁ.

      Lo que me está dando en la nariz es que ya no aborreces tanto al faxista de P. Reverte. Aunque lo disimules, te encantan sus historias.

      Un abrazo y mil besos, zurdosa galeguiña.

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  4. Una historia muy bonita, a pesar de todo. Es una pena porque cada vez escaséan más este tipo de personajes y si existen nadie les va a echar flores, aunque deberíamos. Ahora se le tacharía de fascista colonialista sin ver más allá.

    Que no se a qué viene ese sentimiento de culpa colectiva que no solo se da en España sino en Occidente en general, quizá por eso esa mansedumbre y esa aceptación a que ahora nos colonicen en casa propia, una verdadera estupidez...

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    1. DOÑA CANDELA

      Muy bueno eso de que les tachan de "fascistas colonialistas" a los héroes de las guerras de cada país en otros tiempos diferentes. Por eso los más facistas de todos eran Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra, Pedro II de Aragón, Alfonso II de Portugal,el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada y Diego López II de Haro, quinto señor de Vizcaya, que derrotaron ( con mala baba)al ilustre moro Miramamolín. Allá por 1212.

      Qué gentuza, echando a la fuerza a los naturales "aliados de civilizaciones".

      Que no se enteren mucho los progres de lo que digo no vaya a ser que organicen por todo lo alto una manifa contra esos franquistas que cito.

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