06 diciembre 2011

Svetlana Stalin, estadounidense

Para su legión de detractores, José Stalin era uno de los mayores monstruos de la historia, autor de la muerte de millones de enemigos, reales. Para su menguado club de "fans", fue el líder que salvó a Europa de la tiranía nazi y puso freno al colonialismo yanki. Entre medias, se encontraba Svetlana, su única hija, que pasó la vida en un fútil intento de escapar de la pegajosa sombra de su padre, dictador de la Unión Soviética entre 1941 y 1953.

Su vida, que empezó como adorada descendiente del tirano, a quien frecuentemente se retrató derrochando sobre ella verdadero cariño, iba a conducir a aquella niña a una odisea de lo más extraña a lo largo de más de 80 años.

El 22 de noviembre, su viaje terminó con su muerte como viuda norteamericana, de nombre Lana Peters, en una pequeña ciudad de Wisconsin.

En ese periplo, después de desertar de la URSS en 1966, vivió en la India, en EEUU, en Inglaterra, otra vez en Rusia y luego en Georgia, en un atribulado período hasta que en 1986 regresó a EEUU, donde en 1970 se casó con su tercer marido, el arquitecto William Wesley Peters.

A lo largo de los años, ella denunció de diferentes modos el país donde nació, creció y vivió en el corazón del poder como el "gorrioncito" de su temido líder; abrazó el capitalismo y la ciudadanía estadounidense, rechazó ambas cosas y la jerarquía soviética aceptó su regreso como penitente hija pródiga.

Por fin, ella y la hija de su matrimonio norteamericano retornaron a EEUU, en un momento en el que el Kremlin, cansado, estuvo encantado de dejarla marchar. Una cosa que no hizo nunca fue continuar con el apellido de su padre, que rechazó por el de soltera de su madre, Aliluyeva, en 1953, el año de la muerte de Stalin.

Nació con el nombre de Svetlana Yosifovna Stalina en 1928, única hija de Stalin y su segunda mujer, Nadezda Aliluyeva. Su madre murió cuando tenía seis años. Como causa de la muerte se registró una peritonitis, pero es casi seguro que se suicidó.

En su autobiografía, Nikita Jrushev, que sucedió a Stalin como secretario general del PCUS en 1953 y emprendió la campaña de desestalinización contra lo que se vio como la influencia maligna del dictador, ofrece varios ejemplos de ese comportamiento brutal hacia su esposa, a menudo influido por los efectos del alcohol.

Hasta que se hizo suficientemente mayor para tener ideas propias sobre sus gustos y aversiones (particularmente a la hora de elegir a los novios), Svetlana fue una niña mimada, a la que llovían los regalos y que se entretenía con películas de Hollywood que le proporcionaba un padre que la adoraba.

En una de las escasas entrevistas que concedió, el año pasado al periódico Winsconsin State Journal, a Peters la preguntaron si Stalin la quería. "Oh, sí", respondió. "Me parecía mucho a su madre. Tenía el mismo pelo rojo, que todavía conservo. No lo llevo teñido. Es mi propio pelo. Tengo pecas por todo el cuerpo, como ella".

En un documental sobre su vida, Svetlana sobre Svetlana, ella recordaba el orgullo con que el dictador la miraba al volante, ya que él no sabía conducir. "Se sentó a mi lado, radiante de felicidad...", recordó.

Durante los años de Stalin, su nombre se convirtió en uno de los preferidos para poner a las hijas, y también la homenajeó un perfume, Aliento de Svetlana. En 1944, como luego recordó en sus memorias, mantuvo una animada conversación con Winston Churchill cuando éste visitó a su padre en Moscú.

Sin embargo, la guerra pasó factura a Stalin, quien se volvió una figura mucho más lejana de sus hijos. Cuando los alemanes hicieron prisionero a su medio hermano Yakov en el frente oriental y ofrecieron canjearle por el general Friedrich von Paulus, también capturado, Stalin se negó a dar su autorización y dejó morir a Yakov.

A los 16, Svetlana se enamoró de un director de cine, Alexei Kapler, un hombre que mereció la violenta desaprobación de Stalin, por motivos entre los que no debe minimizarse el hecho de que fuera judío. La hija querida descubría ahora que estaba sometida a los mismos juicios arbitrarios que sufrían las personas que no eran de la familia, y su nuevo amor fue enviado durante 10 años a la ciudad industrial-penal de Vorkuta, en Siberia.

Svetlana estudió en la Universidad de Moscú, donde se graduó en Historia y Ciencias Políticas, y después trabajó de profesora y traductora. En realidad, ella quería dedicarse a la literatura, pero Stalin se lo impidió con gruesas palabras: "¡Bohemios! ¿Quieres estar con bohemios?".

Pronto creció en ella una segunda atracción, en esta ocasión por un compañero de facultad, Grigor Morosov, con quien se casó a los 17 años. Stalin dio su visto bueno a regañadientes (Morosov también era judío). La pareja tuvo un hijo, Josif, en 1945, y se divorció dos años más tarde.

Su siguiente marido, Yuri Zdanov, fue el hijo de uno de los esbirros más próximos de Stalin, Andrei Zdanov, uno de los ejecutores del Terror y el artífice de la persecución de Shostakovich, Prokofiev y Kachaturian por sus tendencias "burguesas". Este matrimonio, del que nació otra hija, Yekaterina, tuvo lugar en 1949 y también se disolvió poco tiempo después.

La muerte de Stalin y el periodo de desestalinización que siguió afectaron a la privilegiada posición de Svetlana. Pero ella asumió la situación y se puso a trabajar de traductora (dominaba el alemán, el francés y el inglés). En 1963, mientras se hallaba ingresada en el hospital para quitarse las amígdalas, conoció a Brajesh Singh, un comunista indio que estudiaba en Moscú. Se enamoró de él cuando los enviaron a ambos a recuperarse al destino turístico de Sochi, en el mar Negro.

Las autoridades les prohibieron casarse, pero, en una iniciativa un tanto extraña, cuando Singh falleció en 1966 sí se la permitió viajar a la India para devolver las cenizas a su familia, de modo que pudiera esparcirlas en las aguas del Ganges.

Durante su estancia con la familia de Singh, se sumergió en la cultura religiosa de la India y abandonó su ateísmo soviético. La imagen de la hija de Stalin suelta en la India resultó tentadora para la inteligencia de EEUU, y los funcionarios de la Embajada norteamericana en Delhi se acercaron a ella.

El presidente Lyndon B. Johnson, en realidad, mostraba menos entusiasmo por provocar una grieta con la URSS por culpa de la hija de Stalin, en un momento en el que las relaciones entre ambos países mejoraban ligeramente, pero al final dio su consentimiento a aceptarla en EEUU como gesto humanitario.

Para evitar que aquello pareciera un golpe de propaganda, Svetlana viajó por etapas a través de Roma y Ginebra, donde pasó varias semanas, antes de llegar en abril de 1967 a Nueva York, en lo que trató de escenificarse como una entrada modesta al país. Sus dos hijos, que por entonces ya eran adultos, permanecieron en la Unión Soviética.

Naturalmente, la deserción más renombrada desde la del bailarín Rudolf Nureyev en 1961 causó una verdadera sensación, que Svetlana completó al quemar en público su pasaporte soviético y denunciar a su padre como "un monstruo moral y espiritual". En una rueda de prensa también anunció su intención de publicar una obra autobiográfica. En la URSS, su deserción también provocó un escándalo. Primero, la llamaron "traidora" y "herramienta de la CIA". Luego, en 1970, le arrebataron la nacionalidad soviética.

En 1973 se divorció del arquitecto Peters, pero conservó la custodia de su hija, con la que se mudó primero a California y en 1986 a Inglaterra, estableciéndose en Cambridge.

Por entonces, echaba de menos a los hijos de su matrimonio soviético, y, cuando en noviembre de 1984 a su hijo Josif le negaron el permiso para ir a verla a Inglaterra, viajó a Moscú con su reticente hija de 13 años.

Madre e hija se marcharon a Tblisi, Georgia, pero pronto sintieron que su hogar tampoco estaba allí, y en 1986 regresaron a EEUU.

Por esta época, ni a EEUU ni a la URSS les importaba gran cosa lo que hiciera con su vida. Olga volvió a la escuela en Inglaterra, y, ante la falta de perspectivas de obtener ingresos en los que apoyarse, Svetlana deambuló por EEUU durante varios años, sin dar nunca la sensación de sentar raíces.

Por fin, se mudó a Richland Center, en el pequeño condado del mismo nombre en el estado de Wisconsin, donde vivió recluida en una pequeña vivienda con rudimentarias comodidades hasta su muerte. Peters murió en 1991 y su hijo Josif en 2008. La sobreviven su hija Yekaterina y la hija de su matrimonio con aquel, que ahora se hace llamar Chrese y vive en Portland, Oregón.


18 comentarios:

  1. El conflicto emocional que crea esa situación es terrible.
    No se puede dejar de querer a un padre, pero tampoco se puede aceptar el que sea un monstruo.
    Para volverse loco.

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  2. CAPITAN TRUENO
    Lo mismo pensé yo cuando me enteré de esta historia. Recuerdo perfectamente cuando llegó a N.Y. y renunció a la nacionalidad sovietica al tiempo que decía pestes de su padre. Pero al fin y al cabo había sido la "niña mimada y consentida" del dictador.

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  3. Yakov lo tubo peor Stalin le despreciaba, le consideraba un flojo y algo amanerado,por eso lo dejo morir en manos de los nazis, Svetlana hacia en Moscu todo lo que pudiera irritar al camarada numero uno, bebía fumaba y salia con cien mil tíos a ser posible judíos o que incomodaran a su viejo, como una niña burguesa mal criada. No me extraña sabiendo que tu viejo es un monstruo al que el siguiente mandamas pone como mal ejemplo de, violento, asesino y borracho. El viejo de Stalin también era un borracho por eso su madre lo metió interno en un colegio de Jesuitas, porque pensaba que si seguía en casa uno de los dos acabaría matando al otro. 70 años de comunismo y de viaje a ninguna parte.
    Saluditos.

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  4. Un caso similar se dio con la hija iligitima de Fidel Castro.Alina Fernandez Revuelta que se exilio de Cuba en 1993,Una vez mas un magnifico reportaje.un saludo.

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  5. Ni sus hijos le soportaban a Joselín Stalin, aunque a decir verdad él tampoco lo hizo con sus dos hijos varones, a uno de los cuales dejó incluso morir en un campo de cocentración nazi negándose a intercambiarlo con otro prisionero.

    La niña se ve que tuvo más suerte, al menos hasta la muerte de la segunda mujer del Zar rojo..luego todo cambió...creo que la experiencia de la Svetlana esta debería servir de lección a más de uno en este país, ya que vemos mucho tonto-del-culo con ganas de comunismo entre los pijo-flautas del 15-M...

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  6. DON ZORRETE
    Veo que sabes bastante más que yo sobre Tío Josiph. El "Padrecito" de los desheredados de la Tierra", adorado por tantos intelectuales occidentales hasta los años 1960, entre ellos Alberti.

    No sé cómo era el padre de este tirano pero desde luego éste se cargó, de forma rápida, a todos los compañeros de Lenin en cuanto murió, siendo el último León Trotski en México.

    Sí, 70 años de comunismo para quedar demostrado su fracaso y con millones de asesinados.

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  7. DON AGUSTÍN
    Cierto, con la hija de Castro sucedió algo similar.
    Los tiranos no acostumbran mucho a cuidar de sus familias, y ahí tienes a los hijos de los falangistas de Franquito convertidos todos en dirigentes sociatas.

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  8. DON CAROLVS
    Mira, eso que dices me recuerda que aún podriamos ver a las "góticas" ingresar en un convento de benedictinas. Claro que para ver lo monstruo que es tu padre primero hay que tener alguna neurona y sospecho que esas no tienen ninguna.

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  9. Satalin..digo Stalin..que tipo.

    De su hija, hasta que que salió la noticia de su muerte hace unos días, no sabía nada la verdad. Pero leyendo esta entrada me da que no tuvo la cabeza en su sitio durante muchos años.

    No pudo ser fácil ser la hija de un sanguinario dictador, en una época como aquella, y además dentro de un aparato tan represor, controlador y peligroso como el soviético. Al final parece que encontró cierto sosiego y paz.

    Los "paraisos" comunistas.. esas "democracias avanzadas" que decían. Y que todavía hoy, en pleno siglo XXI, occidente siga sin destapar aquella caja de los horrores.. tela. Así vamos.

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  10. Esta pobre cayó en lo que era su padre, siendo una niña mimada y consentida, cuando se casó y al marido lo envió a Siberia. Es como para espabilar a cualquiera.
    El sistema sovietico estaliniano fue repudiado hasta por su sucesor Kruschev, pero no por ello los Breznev y compañía dejaron de usar los mismo métodos. Aún hoy el Putin es un gran hijodeputa con su gente.

    Lo triste es que haya habido durante décadas tanto intelectual occidental alabando, como dices, el PARAISO SOVIETICO.
    Siempre se ha dicho que en la Unión Sovietica se cobraba poco sueldo pero tampoco nadie daba golpe. Claro que no había parados porque hasta al más "zapatero" de ellos le ponian una escoba en la mano y lo dedicaban a barrer calles.

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  11. Esa señora nunca tuvo la cabeza en su sitio, a juzgar por sus numerosos matrimonios y divorcios. A su padre, por muy bestia que fuera, hay que reconocerle que le paró los pies a Hitler.

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  12. Dicen por aquí que quien no quiere a su padre es un "mal parit". No tiene nada que ver lo que fuera Stalin con que su hija lo quisiera o no. Otra cosa es cómo marcase su vida y parece ser que en este caso no fué para bien, sobrevivio sin psiquiatra..?

    Está muy bien el post, me gusta enterarme de cosas que no conocía. No entiendo cómo le quedaron ganas de regresar a la madre Rusia, se la podrían haber cargado en una de las operaciones de marketing de las que estaban de moda por aquella época.

    Las góticas correrán mejor suerte, aunque no tengan neuronas siempre pueden enchufarse en Tele5. Los demás compatriotas de la clase "comparsa", seguidores del comunismo, acabarán pidiendo en la esquina de una catedral en nombre de la libertad, la subvención y el no pasarán..

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  13. Interesantísima historia, aunque comparto el punto de vista de Bwana, tiene toda la pinta de niña malcriada que no sabe qué hacer con su vida y va probando de todo un poco sin que nada le guste.

    Eso está bien en la adolescencia, pero ya crecidita y con hijos a tu cargo es de una inmadurez de libro.

    Y si me permiten Vds. les haré una comparación actual, el éxito de Rajoy frente a ZP es el mismo que el de Stalin frente a Hitler, más deméritos de los segundos que aciertos de los primeros.

    Y Stalin se fue a la tumba con una gran pena (nada que ver con los millones que se pasó por la piedra), él sabía que Hitler se le escapó vivo, que lo que había en el búnker fue la representación de una pantomima, pues desde el final de la guerra no cesó de buscarle para capturarle, al respecto me autorreferenciaré (y le pido disculpas por ello):

    http://elvis071.blogspot.com/2010/09/algun-malpensado-podria-creer-que-la.html

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  14. DON BWANA
    Es normal que con un padre así la niña estuviera más que desquiciada. Lo no admisible, como dice Isra, es que de señora mayor seguía siendo igual de inestable que con 16 años.

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  15. Me ha gustado conocer la historia de esta mujer. Una vez más te doy las gracias, no sabes la de cosas que aprendo en esta casa.

    Qué curioso, parece ser que los únicos descendientes de dictador que viven como reyes, no se arrepienten de nada y se sienten orgullosos de su totalitario familiar, son los de Franco. Incluso los llevan a las televisiones y les pagan por contar cuatro chorradas.

    Saludos.

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  16. DOÑA CANDELA
    Yo creo que se acostumbró a ser "la reina de la feria" y toda su vida tendía a querer ser portada de prensa por algo. Por eso quizá se volvió a Rusia. Y no se portaron mal con ella los políticos comunistas. Porque con otros muchos sucedió lo contrario : escapado de la Urss que cazaban lo hacían desaparecer.

    Es posible que la góticas terminen en Telecinco si aún dentro de un par años sigue funcionando. Sin subvenciones y sin berlusconis mal van andar los Jordis y Maria Antonia Iglesias y comparsas.

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  17. DON ISRA
    Sí, creo que aciertas al decir que era una desequiibrada emocional toda su vida porque a ciertas edades no se sigue haciendo el indio bravo.

    Lo poco que sé de la retirada rusa de Stalin ante el avance nazi en comparación a tí, me hace pensar que estrategicamente Stalin jugó la misma carta que el general Kutúzov ante Napoleón : retirarse y contratacar con un poderío de carros de combate impresionante, además de con millones de mongoles rusos.

    Ya te he leído antes tu teoría de que Adolf no muerió en el bunker, que hizo la pantomina y que huyó a sudamerica. Lo documentaste muy bien.

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  18. ELENA
    Ten en cuenta que los nietos de Franquito no tienen nada que ver con aquel régimen y que el que ahora sale en las teles, Francisco Franco, tiene toda la pinta de ser un hombre muy cabal que asume lo que su abuelo suponía. Y no vive de privilegios sino de su carrera de médico. La que sí se aprovechó a fondo del sistema fue la madre de todos éstos e hija del dictador. Lo mismo que la nieta mayor, la casada con el Dampierre.

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