03 febrero 2010

El Carlismo

Los grupos carlistas existián ya en época de Fernando VII, y a lo largo de su historia no dudaron en cambiar de dinastía cuando les hacía falta. Los especialistas dicen que las causas del carlismo son dos fundamentalmente:
Una es una causa político-religiosa y otra es una causa social.

a) Las causas político-religiosas:

Ante todo el carlismo es antiliberal, en primer lugar por la cuestión religiosa, no entienden los carlistas las medidas contra los privilegios de la Iglesia, por lo tanto subrayan sustancialmente la religiosidad, pero no cualquier religión, sino una religión tradicional ultramontana.

En segundo lugar dentro del antiliberalismo, subrayan  son antiliberales por el centralismo y frente a este ellos proponen unas leyes para cada región (foralismo). El foralismo no es una causa del carlismo, pero es uno de sus fundamentos.

b) Las causas sociales:

Las medidas liberalizadoras, primero del reformismo ilustrado de los borbones y luego de los liberales y las medidas para favorecer la incorporación de los jornaleros sin tierra al campo, van a afectar a estos grupos del norte que eran propietarios de tierras (hidalgos del norte), van a perder su capacidad adquisitiva frente a la burguesía que va a adquirir más importancia que ellos y además debido a estos cambios van a perder muchos elementos tradicionales (que servían para el dominio social)

La guerra carlista aparece de una manera sorpresiva e inconexa. Cuando muere Fernando VII, en su testamento dejó como heredera a su hija Isabel II y de regente a su esposa Mª Cristina, ese mismo día se proclama rey por su propia cuenta el hermano de Fernando VII Carlos Mª Isidro y surgen en esos focos (Navarra, Galicia, Tarragona, etc.) levantamientos favorables a Don Carlos.

La guerra en un primer momento es una guerra de desgaste y resistencia, donde se luchaba por el día y se iba a dormir por la noche a casa. ( Prácticamente de guerrillas).

Esta primera fase de la guerra no servía para avanzar en el territorio, no había tropas ni ejércitos organizados, había una serie de líderes esporádicos que hacen esta guerra de desgaste.

En una segunda fase se van a organizar los carlistas y van a formar un ejército, aunque no había coordinación en todos los focos geográficos, cada foco tenía su propio jefe. En esta segunda fase se establecen asedios a ciudades con lo que la guerra carlista entró en una nueva dinámica de tipo territorial.

En el año 1837 cuando los liberales subieron al poder de nuevo (del 34-37 los absolutistas) nombran un nuevo general que es el general Espartero. Éste utiliza una doble táctica en la lucha contra los ejércitos carlistas.

Por un lado hace la guerra en los territorios carlistas y por otro lado establece negociaciones de paz con aquellos carlistas que cansados de la guerra querían la paz y para ello les ofrece mantener y respetar los fueros (navarros principalmente) y respetar en sus puestos a los militares carlistas.

El principal general carlista, Maroto, acepta las condiciones de paz, asesina a los carlistas más intransigentes y en el año 1839 se produce el abrazo de Vergara. Con esto se produce el final de la primera guerra carlista.

Pero esta guerra no era solamente dinástica sino que entroncaba con las profundas diferencias ideológicas entre absolutistas y liberales. Así la sublevación carlista no sólo tenía por objeto el acceso al trono de Carlos María Isidro, sino también defender la monarquía tradicional frente a la creciente influencia de los liberales.
El apoyo de los liberales a Isabel II era un intento de evitar la subida al trono de un rey aún más reaccionario que Fernando VII.

Otros aspectos a tomar en consideración eran el religioso y el foralista. El triunfo de las tesis liberales suponía la pérdida de poder de la Iglesia y el establecimiento de un régimen político homogéneo que chocaba con los privilegios organizativos de determinadas partes de España (los fueros).

Por eso la insurrección carlista triunfó el las zonas de España donde mayor era la influencia del clero y de los privilegios forales existentes o perdidos tras la Guerra de Sucesión Española (1700-1714).

El Carlismo era fuerte en Galicia, Navarra, las provincias vascas (salvo las capitales de las provincias, de tendencias liberales), algunas regiones de la antigua Corona de Aragón, como Cataluña y parte del propio Aragón y, ocasionalmente, en algunas zonas de Castilla y León. Todas ellas de claro predominio dominante de los curas.

La guerra se desarrolló en tres fases. La primera, que abarca entre 1833 y 1835, fue una fase en la que los carlistas llevaron la iniciativa de la mano del brillante general Zumalacárregui. Sin embargo en este periodo comenzaron a producirse discrepancias en ambos bandos. Los Carlistas empezaron a dividirse entre pactistas e intransigentes y los Isabelinos, a su vez, entre moderados y radicales.

Estas diferencias dentro de los dos bandos produjeron un estancamiento de la situación de la guerra. Los carlistas eran incapaces de extender la rebelión fuera de sus zonas y los isabelinos no podían sofocar la rebelión. En gran parte, el fracaso carlista se debió a la muerte de Zumalacárregui durante el sitio de Bilbao en 1835.

La segunda fase abarca de 1837 a 1840. En ella se produce un recrudecimiento de la influencia carlista en Aragón y Cataluña de la mano del general Cabrera, otro brillante militar.

La guerra parecía no tener fin, pero dentro de cada bando comenzaron a tener preponderancia los elementos pactistas y moderados que lograron llegar a un acuerdo en el que se hacían mutuas concesiones, reconociendo los fueron sin perjuicio de la unidad constitucional.

Con el denominado "Abrazo de Vergara" entre el General en Jefe carlista, Maroto, y el General liberal Espartero, se puso fin a la guerra en el norte pero la misma continuó en Cataluña hasta la definitiva derrota de Cabrera.

La causa de la continuación de la insurrección carlista en Cataluña era el sentimiento de traición por el abrazo de Vergara, que consumaba el mantenimiento de los fueros en las provincias que aún los tenían, mientras las provincias que reclamaban su restablecimiento habían sido olvidadas.

El incumplimiento de las promesas liberales condujo a otras dos guerras carlistas. La segunda, de escasa importancia y duración, en la década de los 40 y la tercera, entre 1872 y 1876, que supuso el ocaso del Carlismo. Y el nacimiento del nacionalismo de la mano de los carlistas y jesuítas derrotados.

En resumen, son las guerras de quienes pretenden perpetuar al absolutismo real y clerical contra los que aspiraban a instalar un sistema de libertades e igualdad de los ciudadanos.

Don Miguel de Unamuno, liberal por esencia, escribió una novela histórica del cerco de Bilbao por los carlistas y titulada "Paz en la Guerra".




LA DINASTIA CARLISTA


CARLOS V (Isidro Mª Carlos)
CARLOS VI
JUAN III

CARLOS VII
ALFONSO CARLOS I

DOÑA BLANCA
JAIME I
DON JAVIER
CARLOS-HUGO y SIXTO


Tellagorri


14 comentarios:

  1. El carlismo basa sus ideas en una monarquía absolutista, y serian muy felices si esto ocurriera. Claro que ahora edulcoran sus ideales bajo el manto de la democracias. Si estés consiguiensen volver a colocar alguno de los suyos en el trono, que nadie dude que la Iglesia aplaudiría de lo lindo, aun a costa de los actuales Borbones.

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  2. JAVIER

    Ya no quedan carlistas, ahora sus sucesores, tanto en Cataluña como en Vasconia son los NACIONLISTAS, con el mismo ideario integrista, antiliberal y absolutista.

    Por eso los apoyan los clérigos y especialmente los jesuítas.

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  3. Excelente lección de Historia, como siempre.
    Y muy acertado el apunte de que los antaño Carlistas son ahora los nacionalistas, se basan de manera elemental en lo mismo, lo he visto enseguida.

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  4. A mi entender el Carlismo tiene como objetivo y se mueve exclusivamente por causas político-religiosas.

    Al carlismo más acérrimo las causas sociales se la traía al pairo. Su consigna fue y es Dios, Patria y Rey, pero nada decían o hacían a favor de los currantes campesinos, si no era para reclutarlos con el fin de incorporarlos a sus partidas armadas que batían el cobre en sus interminables trifulcas dinásticas.

    Quien siempre ha cortado el bacalao en el carlismo ha sido sin duda la Iglesia católica más fanática y retrógada y los curas, jesuitas de por medio, que alternaban la cruz con el trabuco.

    Saludos.

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  5. LEONA

    Me alegro de que te hayas percatado de la relación existente entre estos cavernarios del Antiguo Régimen ( el anterior a la Revolucón Francesa), y los NACIONALISTAS de Cataluña y Vasconia. Son lo mismo.

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  6. JOSE LUIS

    Es como dices. Eran carlistones todos los propietarios de fincas rurales y que vivian de rentas en el pueblo, fumando puros, decidiendo a quien poner de alcalde, y en tertulia diaria con el párroco, mientras se cepillaban unos cuantos tazones de chocolate con picatostes.

    No se movía una flor sin su permiso.

    Los peones eran colonos que trabajaban en sus fincas, por una miseria, y que les abonaban las rentas de las que estos caciques vivian.

    Tanto Prat de la Riva como Sabino Arana provenian de ahí. De ese mundo, mejor dichos, eran los prototipos de es carlismo.

    La única obediencia a la que se sometian era a la del cura.

    Sacaron a sus inquilinos, pobres y analfabetos, del trabajo en las fincas, y les dieron unas alpargatas y una escopeta para ir morir por Díos y su Santa Causa.

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  7. ¡A mí es que todo lo huela a monarquía nada de nada!
    Saludos

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  8. Hola Tellagorri.
    Magnífica lección de historia.
    A mí me ha venido fenomenal porque no tenía muy claro el papel del Carlismo en España.
    Creo que esta parte de la historia nunca me la enseñaron en clase, y siempre que oí hablar de Carlismo, nunca supe su ideología real o sus pretensiones.

    Recuerdo que hace muchos años, un amigo de mi hermano mayor, dijo delante de mí que era carlista. Cuando se marchó pregunté a mi hermano qué era ser carlista, y me respondió que conociendo a su amigo, sería un movimiento de izquierda, jajajaj...¡Lo que es la ignorancia! (de todos)

    Besos.

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  9. Muy bien explicado, sí, señor. Pasé por el blog de Charneguet y me gustó mucho la entrada... Y me digo yo, les digo a Vds., con perplejidad,... vaya con los mosqueteros... Así que al españolito de a pie, la izquierda megamoderna y superculta, le-nos ha vendido durante mucho tiempo la idea de que los militares eran una panda de bestias, muchos semianalfabetos, chusqueros de pocas luces, acostumbrados a la "obediencia debida" y al peliculero y duro "¡¡señor, sí, señor!!"... Y me encuentro con otra cosa bien distinta. Vaya que sí. Gente sensata, lo primero; leída, lo segundo; nada dócil, lo tercero; viril, en el hondo y sabroso sentido de la palabra, como es lo propio en una institución hecha entre hombres valientes para la defensa de los otros ciudadanos.
    En fin, no me enrollo más... pero que, ¡vaya!, dejan Vds. tres el pabellón de sus profesiones ciertamente alto.
    Y me alegro mucho.
    Y es de justicia.
    Y es una pena que no se dé más publicidad a esta forma de SER militar.
    Saludos.
    Y que, por favor, no le pase nada a Valero por contarnos esas verdades por Youtoube.

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  10. CABALLERO ZP

    El tema de hoy NO va de monarquías ni de dinastias, en esencia. Sino de las dos Españas que desde el siglo XVIII han tratado de imponerse : Los absolutistas clericales y los Ilustrados liberales partidarios de las libertades que disfrutan todos los países occidentales modernos.

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  11. ELENA

    Ya ves. Creo que en los coles ya ni se enseña Historia y los que se han formado tras el sistema imperante en el franquismo, NO SABEN NADAD DE NADA de la Historia de España.

    Tremendo error e inmensa carencia, porque eso mismo que pasaba en el soglo XIX entre LIBERALES y CARLISTONES, sucede ahora entre Nacionalistas y Constitucionalistas, o partidarios de una Constitución que regule los derechos y deberes de todos los habitantes de n país, sin clases privilegiadas por las leyes.

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  12. HABIA UNA VEZ

    Aquí, en los blogs eramos hasta ahora unos pocos mosqueteros, De Valero, Javier Pol, Charneguet, Leona Catalana, Isra y el suscribiente.
    Pero, por gran desgracia para los que gustan de la Cultura y del sentido del humor, ISRA se no va.

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  13. Habrá pocos que sepan de historia tanto como sabes tú, "Tella".
    Eres todo un filón de sabiduría. Ni te imaginas lo que aprendo cada vez que te leo.


    Un abrazo, "Tella".

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  14. LOLA

    Vas a hacer que salga a la calle con sombero de plumas por creerme que soy el Gran Houdini o el Gran Sandíos.

    Gracias por tu comentario. Lo que uno ha aprendido a lo largo de la vida LEYENDO libros tiene que servir para algo.

    Yo lo uso para centrar muchos temas que se nos olvidan de dónde proceden, y mirando atrás se halla el origen de muchas de las actuales gilipolleces que nos hacen soportar.

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