20 julio 2009

Corsarios Vascos


Aunque el Mediterráneo fue visitado asiduamente a partir de la Edad Media por mercaderes y corsarios vascos, el verdadero medio donde actuaron éstos fue el Atlántico.
La geografia vasca, su situación stratégica entre la península y el continente, la orografia y la constitución de su costa, con puertos naturales y rías aceptables para la navegación, ofrece un teatro a propósito para la práctica de la navegación, pero asimismo para la escaramuza, la maniobra y el juego de tintas y engaños que se convertirán en la salsa habitual de muchas facetas de la vida marinera.

Una vez preparado el escenario, los factores individuales y sociales emergen, poderosos, a inicios de la Baja Edad Media.

Marineros e instituciones, individuos y villas recién fundadas sobre anteriores poblamientos, se convertirán en actores de primera linea en el mundo atlántico.

En el siglo XIV, la presencia vasca era tan temida que el propio rey inglés se quejaba de que "Tanta es su soberbia que habiendo reunido en las partes de Flandes una inmensa escuadra, tripulada de gente armada, no solamente se jactan de destruir del todo nuestros navíos y dominar el mar anglicano, sino también de invadir nuestro Reino", y se tienen noticias de que, a principios del siglo XV, barcos vascos atacan la costa inglesa, en busca de confrontación o de ventajas comerciales.

En otra ocasión, unos pasajeros vascos que viajan en un barco inglés aprovechan el cansancio de los miembros de la tripulación, que estaban descansando tras una tormenta, para asesinarlos y llevar el barco a Galicia con el objeto de venderlo.

Alguno de estos transgresores se había refugiado en ORIO, y los que lo perseguían se encontraron con dificultades para detenerlo, puesto que la comunidad portuaria lo protegía contra la interferencia de autoridades extrañas.

El descubrimiento y el control de las Indias cambian el panorama de las relaciones entre las naciones europeas.
La conquista de las Indias, unida a las posesiones heredadas en Centro-Europa por Carlos V, suscita en otras monarquías inquietud y envidia, sobre todo, de ingleses y franceses.

Señala Linch que, a partir del enfrentamiento entre Carlos V y Francisco I, del que salió vencedor el primero, "el monarca francés permaneció siempre atento a la posibilidad de fortalecer su posición atacando los puntos débiles de su rival".

Dentro de la estrategia de los monarcas franceses, es comprensible la importancia que tomaron puertos como SAN JUAN DE LUZ, cuyos corsarios jugaron un papel de primera magnitud en esta nueva dinámica.

Ducéré afirma que "San Juan de Luz es la primera villa de Francia, entrando por Guipúzcoa, que los reyes de Francia han cuidado siempre fuertemente, porque los habitantes son belicosos, particularmente sobre el mar.
Sus numerosos corsarios atacan y pillan hasta barcos que vuelven de las Indias.
Enriquecidos por las presas que hicieron en otros tiempos, han adornado la villa de edifIcios soberbios
".

El fenómeno corsario estaba muy extendido a lo largo de la costa atlántica, pero algunas áreas concretas se convirtieron en las preferidas por quienes habían optado por este estilo de vida.
En particular, la zona de Bretaña era como la patria de los corsarios, quienes encontraban en su accidentada costa el medio adecuado para sus maniobras y fechorias a la vez que para su refugio y reposo.

Los grandes navíos no se atrevían afrontar los peligrosos fondos marinos, que dominaban a la perfección las pequeñas embarcaciones utilizadas por los corsarios.
La topografIa era, por tanto, un elemento muy a tener en cuenta para la práctica del corso, o para defenderse del mismo.

BILBAO, a pesar de la barra de Portugalete y de hallarse alejada de las costas, ofrecía un flanco fácil:
"Abierto como un saco", en expresión de entonces, se halló bloqueado permanentemente por corsarios y enemigos, lo que movió a las autoridades a proteger el acceso:
"En 1532 se edifIcó una torre de defensa contra corsarios en Portugalete".

Michel Iriarte opina, sin embargo, que puertos como Bilbao y Bayona eran muy dificiles de abordar, y mantiene la opinión de que los puertos vascos estaban en general bien protegidos, sobre todo los situados en rías como DEBA, BIDASOA, ORIO y ZUMAYA.

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Actualmente tenemos la fortuna de disponer del espléndido atlas confeccionado por Texeira, donde se aprecia, como si de una fotografia aérea se tratase, el exacto escenario contemporáneo del fenómeno CORSARIO.

Pero no son menos importantes las notas que este autor nos ofrece al respecto sobre la importancia de la topogratia y las medidas adoptadas para fortalecer la lucha contra los enemigos.

En referencia a la costa de Guipuzkoa, comenta que "Desta villa de Fuenterrabía corre la costa al norte. Media legua está el cabo de Yguer, donde dan fondo muchos navios en 15 y 25 brazas.Solían de ordinario dar fondo muchos piratas y,para estorvársele aquel abrigo, mandó azer el católico rey don Felipe Segundo un castillo en el dicho cabo, con que oy no pueden parar los enemigos como de antes lo azían".

Este es el panorama que se divisa en torno al campo de actividades de los corsarios, donde se aprecia un perfecto conocimiento del terreno y, sobre todo, una infinita audacia que les impulsaba a realizar hazañas y fechorías, con frecuencia a la vista de los observadores de la costa, quienes aplaudían las capturas como si de la caza de ballenas se tratara, o lamentaban impotentes los ataques enemigos que sufrían sus pescadores y pinaceros.

La habitual violencia que se vinculaba al mar se aceptaba con fatalismo, como un inevitable resultado del destino.

Con o sin licencia de sus soberanos, abordando a sus victimas sin atender a que llevaran o no salvoconducto, los encuentros en el mar eran frecuentemente incontrolables.

Lo que ocurriera en esas ocasiones dificilmente se llegaba a saber.

En el siglo XVII la reglamentación estaba más o menos definida, pero los casos de anteriores épocas tenían pocas posibilidades de ser conocidos.

Las circunstancias de los encuentros marinos únícamente podemos vislumbrarlas a través de testimoníos legados en pleitos o cuando el caso alcanzaba una resonancia social que obligaba a la investigación.

Ondarroa

Sólo un bajo porcentaje de quienes sufrieron ataques en el mar sobrevivió a las tropelías sufridas en dichos ncuentros. Asimismo, unos pocos afortunados lograron salir con vida tras ser abandonados en islas desiertas tras sufrir algún ataque.

En ocasiones excepcionales, algunos testigos supervivientes conseguían llegar a tierra en barcas desguarnecidas y sin aparejos, o contando con una misera vela, al amparo de Dios y a merced de los vientos.

No era mejor la suerte de quienes, valorada su pericia en el arte de la navegación, eran obligados a formar parte de la tripulación que les había acosado.

Pero existia una suerte más negra y nefasta, que se evitaba por todos los medios al alcance: caer en manos de los turcos, quienes constituían para los cristianos motivo de auténtico terror.

Ser apresados por los moros conducía a un cautiverio del que sólo se salvaban quienes disponían de dinero o conseguían recabar la ayuda de instituciones humanitarias.

Las cartas de súplicas que los desventurados cautivos podían hacer llegar a sus familias inician un proceso que, en el mejor de los casos, podía durar años antes de la liberación. Cuando el silencio se interpone en las negociaciones, puede tratarse de la señal del fallecimiento del desventurado preso.

Los sucesos que han dejado reflejo en algún tipo de documentación sólo nos muestran una ínfima parte del ingente historial protagonizado por piratas y corsarios o, si se quiere, por los marinos que se han enfrentado con sus enemigos declarados u ocasionales, siendo éstos con harta frecuencia sus propios compatriotas.

De las noticias que leemos en la documentación, es dificil sacar conclusiones válidas y seguras, porque los relatos son, en la mayor parte de las ocasiones, interesados y se prestan fácilmente al equívoco. Otro aspecto que no conviene olvidar es el relativo a lo que, en términos actuales, se define como "daños colaterales".

La población marinera, los pueblos de la costa, honrados mercaderes, humildes pescadores o viajeros accidentales, dejarán su testimonio si logran sobrevivir al ataque de profesionales de la piratería o del corso, o bien de tripulaciones que deciden probar fortuna en actividades irregulares que, en su mayor parte,pasarán desapercibidas para la historia.

Dentro del escenario en el que se desarrolló el corso caben todos estos elementos. El panorama lo completan no sólo los elementos fisicos, las rías, puertos y acantilados, la mar brava y el paso de barcos amenazantes que obligan a buscar la cercanía de la costa.

La comunidades marineras, los sistemas de vida, la defensa de los espacios económicos, conforman igualmente un escenario que nunca permanece fijo, porque los elementos que modelan están en la mano del hombre, en las líneas de sus destinos y apetencias, en los proyectos que los lanzan al mar abierto y en las añoranzas que los devuelven a sus casas, a los puertos que les dan seguridad, a las siluetas de los montes costeros que les aperciben de la cercanía de los suyos.

Esta compleja mezcla de datos fijos y sucesos imprevisibles queda plasmada en los documentos, aparentemente irrelevantes, de los protocolos notariales, y en el rico mundo que se vislumbra a través de los múltiples pleitos ocasionados con ocasión de los hechos corsarios.

Tellagorri

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3 comentarios:

  1. Como siempre Tellagorri, ante este despliegue de conocimientos sólo queda sentarse delante del ordenador, relajarse y disfrutar de la lectura.

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  2. ISRA y CHOPINGO
    Terminaís abochornándome con vuestros elogios.
    Uno procura sacar lo mejor posible aquellos temas que no suelen ser habituales.
    Y no hay más mérito que el mi no medible vocación por la LECTURA.

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