Cuando quien ostenta el poder político es el más interesado en mantener ocultos a los criminales cerrando en falso la Comisión Parlamentaria que investiga el crimen ; cuando los policías que ellos dirigen presentan pruebas falsas; cuando los jueces y fiscales encargados de instruir los sumarios no lo hacen con arreglo a derecho y tergiversan dichos sumarios; cuando el mismo poder político se alía con los terroristas en un simulacro de un mal llamado Proceso de Paz; cuando el Fiscal General sustituye al Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional Fungariño por no someterse a sus dictados, por otro fiscal más acomodaticio; cuando un juez “estrella” se entromete en un sumario que no es el suyo y acusa a personas inocentes de falsificar documentos con el fin de tapar el caso con una cortina de humo más falsa que Judas; cuando son acusadas del crimen personas inocentes y se impide a la verdadera policía investigar la verdad y tienen que ser los `periodistas quienes realicen dicha investigación, es indudable que no nos encontramos ante una “duda razonable” al sospechar de dicho poder político en la autoría del crimen, si no ante la certeza de que son los autores o, cuando menos, los cómplices en dicho crimen, debido a la extraordinaria acumulación de indicios que así lo indican.
Así pues vamos a centrarnos en el estudio del crimen más cruento y salvaje cometido en nuestro país a lo largo de toda su historia: La masacre del 11-M del año 2004.
La primera pregunta es:
¿Cuándo?
Aunque lo parezca la pregunta no se refiere a la fecha en qué se cometió el crimen que esa ya la sabemos, si no a la fecha en que se perpetró el atentado y esto parece darnos la impresión de que tendremos que movernos en el terreno de las hipótesis… pero la verdad es que no hay tal hipótesis y si la certeza, derivada del análisis de las investigaciones periodísticas, de que comenzó a perpetrase dicho atentando en el año 2000, después de que el Partido Popular ganara las elecciones generales por mayoría absoluta y terminó con la firma del infame Pacto del Tinell, en la que separatistas (que incluye a Etasuna), socialistas y el resto de las izquierdas españolas incluyendo a Coalición Canaria, se pusieran de acuerdo para lapidar de una vez por todas al Partido Popular que hoy figura en la oposición; un partido político que en los últimos comicios generales obtuvo casi tantos votos como todos los demás partidos juntos.
Si hoy está en la oposición no es sólo culpa de la izquierda socialista y separatista, si no del grave error cometido por el Presidente Aznar al no limpiar toda la mugre que se escondía bajo las alfombras del anterior gobierno socialista padre de la corrupción y del Terrorismo de Estado, aunque, en buena medida, la Corona lo obligó a mantener la mierda donde estaba.
Precisamente fue en el año 2000 cuando Felipe González, la misma tarde que se enteró de quien sería nombrado nuevo ministro de Interior supo que su próxima morada era una celda en Alcalá Meco.
Sin pérdida de tiempo telefoneó al ex presidente Adolfo Suárez para que presionara a la Corona con el fin de impedir que Aznar nombrara ministro de Interior al joven Fernández Cuesta que hubiera limpiado sin contemplaciones y cayera quien cayese, aquel corrupto Ministerio de las Infamias.
La conversación entre el alterado González y el ex presidente Suárez a las diez de la noche (indicaré mis fuentes al final de este estudio) fue la siguiente:
-- G: Me he enterado que nombran ministro del Interior a Fulano de tal. --
S: Aún no está confirmado, Felipe. --
G: Si lo está, lo sé de buena tinta y quiero que hables con el Rey. --
S: Pero, hombre ¿A estas horas quieres que me presente en la Zarzuela? --
G: Sí, a estas horas, y le dices de mi parte que si Eduardo Serra no es nombrado Ministro del Interior, antes de entrar en la cárcel me llevo por delante a la Corona. Quiero que se lo digas tal como te lo digo yo ahora, y tú sabes muy bien que lo haré. Tú verás lo que haces. --
S: Vale, hombre, no te alteres. Haré lo que me dices.
Aznar fue llamado a Palacio. La conversación entre Aznar y el Rey no ha trascendido porque Aznar no era ni será nunca un forajido como lo es y siempre será el ex presidente socialista González. No sabemos, por lo tanto, cuales fueron los argumentos del Rey para hacer retroceder a un hombre como Aznar de una decisión que ya tenía tomada, aunque no anunciada.
Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Quién era el topo que informó a González de la decisión de Aznar antes de que este anunciara el nombramiento?
No lo sabemos pero dado a como se desarrollaron posteriormente los acontecimientos no es muy difícil imaginarlo.
Lo cierto es que Eduardo Serra fue nombrado Ministro de Interior.
Por lo tanto es indudable que a partir de este suceso comenzó a fraguarse lo que cuatro años más tarde terminaría en la masacre del 11-M.
Pero… ¿Cómo?
¿Por qué le interesa a Maragall que salga Zapatero como SG?
Porque sabe de su estulticia y cree conocerlo bien para manejarlo a su antojo. Bono resultaba menos manejable y no digamos nada de Rosa Díez. No se equivocó en muchos kilómetros. Logró su objetivo: ser presidente de la generalidad catalana. Si más tarde el viento le vino de bolina la culpa fue suya.
Tras las elecciones del XXXV Congreso socialista del año 2000 y elegido Zapatero secretario General para la “regeneración del PSOE”, sus primeros pasos parecen indicar una decidida marcha a un entendimiento con PP, el partido mayoritario de la Oposición, al aceptar las propuestas de Redondo Terreros en este sentido. El Tiburón Cántabro, altar ego de FG, no estaba dispuesto a consentirlo.
FG no ha perdonado a Aznar su derrota en las urnas. Hombre soberbio y orgulloso no se lo perdonará jamás y aunque abandonó la secretaría del partido, no así el acta de diputado que mantuvo durante tres años durante los cuales sólo acudió al Congreso seis veces.
Tras de si deja varios cadáveres políticos amigos íntimos y grandes personalidades de sus gobiernos, alguno de los cuales como Rafael Vera y José Barrionuevo, acaban en prisión, aunque por poco tiempo, si bien el primero de ellos vuelve a la cárcel años más tarde y, ante tal disyuntiva, amenaza públicamente al gobierno con tirar de la manta si su encierro es riguroso y prolongado, y ya estamos hablando del gobierno Zapatero.
De hecho su encierro se convertirá pronto en dormir cuatro días a la semana en la cárcel casi en las mismas condiciones que en un hotel.
Existen indicios de que la conjura para derrocar al gobierno de Aznar comenzó ya a partir de 1.996 y, por lo tanto, creo necesario retroceder en el tiempo y recordar cómo y cuándo se firmó el acta de fundación de los GAL, brazos ejecutores del Terrorismo de Estado promovido por el primer gobierno de Felipe González.
El correcto planteamiento y subsecuente respuesta a la pregunta ¿CÓMO?, nos dará la solución correcta a las preguntas clave de ¿Quién y Por qué?
Y es, por lo tanto, la pregunta más extensa y difícil de contestar. La respuesta a la pregunta ¿Dónde? Es la más fácil de responder porque ya la sabemos: Los trenes de cercanías del corredor ferroviario de Alcalá de Henares- Madrid.
Considero pues imprescindible retroceder en el tiempo para desenredar la madeja de acontecimientos que nos llevarán hasta el ovillo de la verdad.
La V Legislatura, que empezó tras las elecciones de 1993, se anunciaba difícil para el Partido Socialista, que por primera vez desde 1982 se veía en la necesidad de recurrir al apoyo de los nacionalistas catalanes si quería tener mayoría suficiente para gobernar.
Pero este apoyo se fue desvaneciendo a medida que pasaba el tiempo y Jorje Pujol se veía cada vez más arrastrado por el rosario de escándalos que se desgranó en 1995: muchos episodios de corrupción se conocían ya por la opinión pública, y emergían datos muy inquietantes sobre la actuación del Gobierno, nada menos que desde 1983, en materia de lucha antiterrorista.
Los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación, según pomposamente se autodenominaron) aparecían cada vez con mayor claridad como el producto de la voluntad gubernamental a través del Ministerio del Interior.
Felipe González, y con él todo el Gobierno y todo el PSOE, se atrincheraba en la ausencia de pruebas (No hay pruebas, ni las habrá jamás»), y se negaba obstinadamente a asumir ninguna clase de responsabilidad política mientras no hubiera sentencias judiciales firmes.
Esto, unido al hecho de que el juez Baltasar Garzón había vuelto al Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional tras un breve y tormentoso paso por la política (precisamente de la mano de González, a quien acompañó como número dos de la candidatura del PSOE en las recientes elecciones generales), desencadenó la apertura de varios sumarios que versaban sobre asuntos que estaban a punto de prescribir, como el secuestro de Segundo Marey, primero del caso GAL.
(Al juez Garzón hay que tenerlo muy en cuenta porque no desencadenó la acción judicial contra el Gobierno de Felipe González por afán de Justicia, sino por venganza al no verse correspondido con la correspondiente cartera de ministro de Interior como se le había prometido, cartera que le birló Juan Alberto Belloch al ser nombrado biministro de Justicia e Interior por FG.)
ABRIL DE 1993. Amedo relata cómo Garzón interrogó de manera privada en su despacho a Michel Domínguez, policía condenado también por los GAL. Procedimiento totalmente ilegal.
Dice así Amedo;
"El juez le indicó que estaría dispuesto inicialmente a solucionar su problema si contaba todo lo que sabía. Michel le dio las claves del secuestro [de Segundo Marey], no las pruebas. En ese momento Garzón los hizo salir del despacho para realizar una llamada telefónica. Eran las siete de la tarde.
Veinte minutos más tarde volvieron a entrar en el despacho y Garzón les dijo que ya no había que decir nada, porque iba en las listas electorales de Madrid por el PSOE y que sería el próximo ministro del Interior. Él se encargaría personalmente de solucionar la situación desde su nuevo destino.
Finalmente, les encargó que dijesen a Amedo que siguiese callado".
La lenta, pero implacable, acción de los tribunales de justicia se había puesto en marcha, y la Legislatura terminó con la convocatoria de elecciones anticipadas para marzo de 1996.
Pujol ya no soportaba más un apoyo que le iba a salir carísimo.
(POR BAUPREST
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