El bloguero Trecce (El Dardo de la Palabra) hace un magnífico resumen de lo que supuso aquella batalla de la Primera Gran Guerra, y como se celebra el 100 aniversario de la misma deseo aportar algún granito de arena a la fecha.
El general Philippe Pétain, de 59 años, organizó la defensa con una estrategia de relevos por la única carretera que unía el frente con Bar-le-Duc, por la que circularon 6.000 camiones diarios.
Después de la guerra llamaron a esa vía la Ruta Sagrada.
Fue Pétain quien dijo a su estado mayor: "On les aura!" (¡les cogeremos!); pero la frase más gloriosa salió de la boca de su segundo, el general Robert Nivelle, que arengó al 2º Ejército al grito de "Ils ne passseront pas!" (¡no pasarán!). Como un eco resonarían esas palabras en otros defensores de otras guerras, incluida la española.
Pétain coincidió en Verdún con el capitán de 25 años Charles de Gaulle :, "El huracán me llevaba como una brizna de paja a través de los dramas de la contienda", escribió en sus memorias.
Jefe de pelotón del 33º regimiento, que mandaba Pétain, De Gaulle fue de los primeros en caer herido, condecorado por sus audaces escuchas de las trincheras enemigas y herido de nuevo con bayoneta, metralla, una mina y gas. Capturado por los alemanes protagonizó cinco intentos de fuga.
Los cuatro millones de proyectiles caídos sobre la colina de Mort-Homme la convirtieron en un volcán de lodo y rocas, la cima de la Cota 304 había perdido cuatro metros de altura. Aunque los bosques plantados en los años 30 han crecido y ocultan la mayoría de los cráteres, los visitantes del campo de batalla aún pueden ver un panorama selenita troquelado por 50 obuses por metro cuadrado.
Cien años después, unas 800 hectáreas, conocidas como Zone Rouge, tienen prohibido aún el acceso por el peligro de los millones proyectiles sin explotar. El Département du Déminage (departamento de remoción de minas) estima que en las colinas y bosques alrededor de Verdún quedan todavía 12 millones de obuses sin explotar.
El escritor francés Georges Duhamel, médico en la batalla, escribió: "Se come y se bebe al lado de los muertos, se duerme en medio de los agonizantes, se ríe y se canta en compañía de los cadáveres".
No era posible distinguir si el barro era carne o la carne era barro. "El que no ha luchado en Verdún no sabe lo que ha sido esta guerra", resumió el teniente D'Arnoux.
(Por Paul Jankowski)
Doce millones de bombas sin explotar dejaron muchas vidas intactas. Supongo que con la tecnología actual pocas serían las que dejaran de matar.
ResponderEliminarDON ULTIMO.
EliminarAquellos obuses que no explotaron no supusieron apenas nada en a quel infierno que desencadenaron los alemanes de artillería, barro y lluvia, en donde morian más por carencias de atención médica que por heridas. No obstante, ahora mismo la zona que se detalla con obuses sin explosionar resulta poco recomendable para hacer turismo de camping.
Ahora mismo estoy leyendo un libro sobre la WWI . Si bien ahora mismo nos horroriza lo que leemos del tema, imaginemos lo que supuso para aquella sociedad. Es algo que se sale de escala, algo casi grotesco.
ResponderEliminarA la zona esa de obuses voy a mandar a mas de uno de camping, a gastos pagados, por lo menos la ida... ya me entienden
SEÑOR OGRO.
EliminarPodriamos organizar una colecta de recaudación de fondos para financiar unas vacaciones en campings para algunos mozos y mozas de Bildu, Podemos y también para el Gran Jefe Sioux del PNV ( ese de la cara de tarta de manzana), en la ZONE ROUGE de Verdun.
Con preciosas vistas de bosques y campiñas.
Con un nulo valor estratégico, las autoridades francesas siguieron en el empeño de mantener las líneas en Verdún porque necesitaban crear un mito que uniera a los franceses y lo consiguieron.
ResponderEliminarDON TRECCE.
EliminarLa idea esa de conseguir la unidad del pueblo francés, me parece un argumento muy sólido para justificar el porqué de que los milicos gabachos mandaran al matadero en las trincheras de Verdún a tanto pobre soldado.
Los sufrimientos a los que se enfrentaron aquella generación de jóvenes no sé si podría repetirse en los tiempos que corren. La vida en las trincheras, las penurias, la muerte campando a sus anchas... Demasiado para los estómagos agradecidos que hemos ido criando, incapaces de sacrificarse por otra cosa que no sea el mando a distancia de la TV.
ResponderEliminarDON HEREP.
EliminarComo bien comentas, hoy los europeos no estamos a la altura de tener capacidad de sufrimiento y muchísimo menos la que soportaron los jóvenes de aquellos imperios (ruso, austriaco, alemán, inglés, y los franceses con sus colonias)de 1916.
Pero esas capacidades suelen llegar cuando toca y nosotros no estamos lejos de que tengamos enfrentamientos armados entre la población con tanto comunista descerebrado paciendo por las praderas.
Pelear en aquellas trincheras embarradas tenía que ser terrible. Tampoco debía ser agradable recibir el tajo de una espada o de una lanza, como en la antigüedad. La próxima será a base de "drones", al estilo de "tira la piedra y esconde la mano", cómodamente instalado en el cuartel.
ResponderEliminarDON BWANA.
EliminarCada vez son más duras y dolorosas las guerras y eso no tiene vuelta. Lo de las flechas, las lanzas, las espadas, etc. eran sangrantes y mutilantes, pero las de ahora con drones disparando rayos lasser, o enormes misiles teledirigidos desde miles de kms y con capacidad de destruir todos los edificios de COMPLUTUM de un golpe, es tremendo.
En cualquier caso aterroriza pensar en aquella guerra de trincheras, barro, falta de antibióticos y de remedios a los gases, debía de ser una pesadilla para los soldados.
Mejor es que las gentes se odien a base de partidos de futbol o de rugby en vez de usando armas de guerra.