19 julio 2015

La mosca, esa torturatriz cabrona

Cuenta el periodista navarro Hidalgo que en el escaparate de una ferretería de San Sebastián ví hace años una "Raqueta Matamoscas Eléctrica". ¡Qué inventiva! Se trataba de una raqueta, en efecto, como de tenis, que al abatirse sobre la mosca mediante un contundente smash nuestro (del paranoico usuario), recibía, amén del golpetazo, tal descarga voltaica que se quedaba atónita y, sobre todo, churruscada. Qué gozada. Este sofisticado artefacto ferretero supone un gran avance respecto al tradicional matamoscas de plástico que manejaba una pariente mía en las sobremesas de mi infancia. La pariente, mientras todos veíamos Bonanza después de comer, arreaba a las moscas un cacharrazo seco que las dejaba inertes sobre la mesa, no lejos de las ruinas de pan y de los huesos de las ciruelas. Ahí estaba, a mi juicio, el problema. Aunque ella, con vertiginoso gesto de muñeca, digno de Garbiñe, arrastraba y despeñaba hacia el suelo el cadáver del insecto (lo cual tampoco daba lugar al colmo de la higiene y la limpieza), permanecía sobre el hule un microscópico resto sanguinolento que, como poco, te llevaba a pensar en la conveniencia de que, al día siguiente, el mantel para comer no debería ser el mismo bajo ningún concepto.
País de moscas, el nuestro. Moscas en el vaso, moscas en el plato. Moscones. Moscas cojoneras. Moscas, detrás de la oreja. Gente que está mosca y gente que está mosqueada. Cada vez más.

El progreso, como ya se ha sugerido, es imparable. Seguimos matando moscas a cañonazos (los políticos son especialistas), pero, por lo general, las matamos con cierto decoro, sin escándalo, con aparatos térmicos, lumínicos o de sonido (que no se oye), que no dejan tanto rastro a la vista.

¿Qué decir de aquellas cintas adhesivas que, hace no tanto tiempo, colgaban de los techos de bares, pescaderías, ultramarinos e, incluso, de las casas? Debían de tener alguna sustancia atrayente para las "golosas", de manera que las moscas acudían a ellas y, con el concurso de algún sutil engrudo pegajoso, quedaban atrapadas hasta estirar sus patas. Aquellas cintas de cuando no habíamos entrado ni en Europa ni en el consabido euro, se ennegrecían sobre nuestras cabezas, sobre las merluzas, sobre los racimos de uvas, sobre las tortillas, y no puede decirse que semejante hecatombe y mortandad de moscas causaran en nosotros una impresión favorable, pero sí una indiferencia acostumbrada.

PISTOLA DE SAL PARA MATAR MOSCAS

10 comentarios:

  1. Una de las escasas ventajas de vivir en zonas frias, es que tenemos menos moscas. No hay demasiadas la verdad, pero a la que sales a otras latitudes, ya ves los ejercitos de zumbadoras.

    Un amigo me contaba el porque es tan dificil coger una mosca con la mano o pillarla; parece tienen un sistema predictivo cuando vas directo a por ellas. La forma de cogerlas es calcular trayectoria y zasca. Y no crean sus mercedes eran palabras huecas, me hizo una demostracion al momento y al segundo intento la cazo.

    En el curro tuvimos la mosca cojonera. Creo estuvo 1 semana dando la tabarra, y no se iba!!. Un dia la cogi con la mano y en vez de espachurrala, la lance con fuerza contra suelo. Bueno, estaba inmovil, y se puso a volar de nuevo.. increible.

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    1. SEÑOR OGRO.
      Pero en verano me imagino que la "Atenas del Norte" también "disfrutará" del incordio zumbón de esos insectos voladores capaces de sacar de quicio al más pacífico. Creo que las únicas que las aguantan, por resignación, son las vacas. Y eso que se pasan día y noche dando barridos con la cola.
      Aún con todo, peores son los mosquitos y estando en la cama. Acribillan a picotazos al más pintado.

      Lo de tirarlas al suelo una vez cazadas, como comentas, sólo las atonta. Y sospecho que el "napalm" no hace efecto en las moscas.

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  2. Ignoro si todavía existirán aquellos famosos "Polvos matamoscas" que vendían en Barcelona durante mi niñez y que resultaban fulminantes para esos desagradables bichos. La única pega era cazar las moscas a mano, para "Abrirle la boca e introducirle una pizca del producto", como indicaba el prospecto

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    1. DON BWANA.
      Muy bueno el método mata-moscas : cazarlas a mano, abrirles la boca y meterles en ella el polvo venenoso.
      Con ese sistema, si alguien es capaz de aplicarlo, se puede ganar hasta un Nobel a la PACIENCIA y LA HABILIDAD.
      Lo más parecido a eso es utilizar una escopeta de aire comprimido y dispararles balines.

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  3. Es cierto que es un país de moscas, ya en los Episodios Nacionales hablaba Galdós de la sorpresa de los acompañantes de José Bonaparte ante la "habilidad" de algunos altos preclaros hijos del país para la caza del insecto.

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    1. DON TRECCE.
      Imagino que en tiempos de Galdós aún habría más moscas que ahora en España. Aunque la tierra más productora de ellos es Africa del Norte y sus países integrantes.
      Sin embargo hay una ciudad llena de moros en donde no se ve nunca una sola mosca : Estambul. A pesar de que sus calles están llenas de vendedores de carne picada y otras menudencias como mejillones rebozados, fritos en aceite conocidos como Midye tava, y los variados KEBAB.

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  4. Del abandono del uso de esas raquetas viene el fracaso ante Rusia en la Copa Davis.

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    1. DON ULTIMO..
      Pos, sí, no había caído en la cuenta. Estamos desentrenados todos.

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    1. DOÑA MARIBELUCA.
      Plenamente de acuerdo, los odio por su persistencia de no abandonar un trozo de cuerpo de las personas, aun dando manotazos a diestro y siniestro.

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