EMBAJADOR |
Cuando llegó, descubrió algunas cosas que funcionaban mal en la embajada. La primera, un tanto surrealista, es que el cocinero era a su vez el jefe de seguridad. De hecho, el monitor desde el que se visualizaban las cámaras de seguridad estaba al lado de los fogones.
Vega descubrió que había una cuenta corriente no conocida por el Ministerio de Asuntos Exteriores, abierta a nombre de la embajada. En esta cuenta las firmas autorizadas eran del canciller, Ismael Medina, y de otros dos trabajadores no aptos para figurar en ella, porque las cuentas a nombre de embajadas deben tener firma sólo del embajador, el canciller y un tercer diplomático con rango en la legación.
Vega denunció a Exteriores esta cuenta, que se utilizaba principalmente para comprar gasolina y alcohol y, al estar a nombre de la embajada, después el Gobierno finlandés devolvía los impuestos. Pero esto era ilegal, porque sólo el personal diplomático tiene derecho a esa devolución, mientras que en esta cuenta eran los no diplomáticos quienes recuperaban el dinero. A finales de 2011, Exteriores envió a Helsinki a una inspección de servicio formada por dos personas. Éstas, tras comprobar la existencia de la cuenta y saber para qué se utilizaba, ordenaron cerrarla.
Tiempo después, el propio canciller Medina reconocía ante el juez Ismael Moreno por qué tenían esa cuenta: "Para que el Ministerio de Asuntos Exteriores finlandés no detectara esa compra irregular de productos a nombre de la embajada se abrió esa cuenta".
Además, Medina reconoció que "desde tiempo inmemorial", todos los empleados de la cancillería "cobraban sobresueldos" con la compra sin impuestos de gasolina y alcohol para uso particular, "porque sus sueldos son muy bajos en comparación al salario medio finlandés".
A partir de denunciar la cuenta B empezaron los problemas para Vega. Al poco de llegar a su destino se produjeron dos bajas del personal de servicio y tuvo que contratar a un mayordomo y una asistenta a través de un concurso del Ministerio. Como el proceso duraba meses, él y el canciller contrataron a dos trabajadoras eventuales, con las que el canciller pactó un salario de 800 euros mensuales.
En octubre de 2011, el canciller Medina denunció al embajador Vega por los contratos de estas trabajadoras. Escribió un informe que envió a Exteriores en el que aseguraba que el embajador había falsificado los contratos y que tenía pensado acudir todos los meses al banco con las dos empleadas para quedarse una parte de su salario, y así contratar a una tercera persona para su residencia. Esta denuncia le supuso a Vega su destitución fulminante como embajador en primavera de 2012 y su imputación por un presunto delito de falsificación de documentos.
(Q. Alsedo)
Hombre, claro. A ver si nos creemos que con lo que se choriza en la peninsula, los enviados a las 4 esquinas del mundo no van a poder llevarse su cacho del pastel.
ResponderEliminarA la saca!!, hasta en la embajada!. Madre mía...
SEÑOR OGRO
EliminarUna cosa es saquear a lo Rato o Blesa y otra ser cutre hasta para el choriceo y más aún siendo de "la carrera diplomática". Fíjate que cutrez de mangancias : evitar el impuesto de la gasolina, descontarle del sueldo a las interinas un pico, etc. etc.