—Es que me has pillado con los originales de los papeles de Bárcenas en la mano. Y nadie puede saber dónde los guardamos...
El custodio de los papeles es uno de los 25 trabajadores del legendario Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Es el epicentro de la vida judicial española. El organismo que, desde los tiempos de Garzón, investiga los asuntos más turbios de nuestro país. Y que ahora, en plena oleada de corrupción, ha redoblado su importancia. Y su juez, Pablo Ruz, es quien marca la hora. Al fondo de la escena, parapetado en su espartano despacho, el magistrado trabaja en silencio. A sus 37 años, el espigado juez ha asumido la misión de que su rebosante cartera de pesquisas llegue a buen puerto. Y eso que el mero enunciado de sus causas provocaría mareos al juez más curtido: Faisán, SGAE, Rumasa, Pretoria, Falciani...
Pero todo palidece ante Gürtel. Y, sobre todo, ante su vástago endiablado: los papeles de Bárcenas. Una causa que, este lunes, colocó todos los focos sobre el magistrado, con su esperadísimo interrogatorio al ex tesorero del PP. Así, en silencio, lleva trabajando desde que, hace tres años, ocupó su despacho en comisión de servicio tras la suspensión de Baltasar Garzón. Y así siguió el resto de la semana: cinco días de seísmos en el crucial juzgado nº5. La propia supervivencia del juez al frente del organismo quedó en entredicho. Cosas del venenoso mundillo judicial...
Tras infinitos desmentidos, el ex tesorero se dispone a admitir la autoría de la contabilidad B del PP. Todo un triunfo para la silente maquinaria del juez Ruz. Decenas de periodistas aguardan apostados a la puerta del juzgado. Pero, en su despacho, el magistrado tiene asuntos pendientes antes de lidiar al miura Bárcenas. Le toca tomar declaración a los detenidos del fin de semana: tres por casos de blanqueo y droga, otro por una orden de detención europea en Alemania...
Solventado el papeleo, se encara con el ex tesorero. Son cinco horas y media de declaración. Se celebra del tirón, sin una sola pausa. Juez e imputado se conocen bien. Es la cuarta vez que cruzan sus miradas en una sala de interrogatorios. Se trata de un momento cumbre para la carrera del juez Ruz. Y también para el equipo de funcionarios que le ayudan a instruir el caso.
Dos se encargan de los papeles de Luis Bárcenas. Otros cinco, del mastodóntico sumario Gürtel, la pieza de la que nació lo demás. Trabajan, literalmente, codo con codo, en apenas 20 metros cuadrados. Son cinco mesas, cinco sillas y cinco ordenadores. El escaso hueco sobrante está repleto de cajas, archivadores y legajos. Parece imposible que aquí se dirima un caso tan relevante para el futuro de España. Pero así es.
Este lunes se deja 12 horas en el juzgado. Tras la declaración de Luis Bárcenas, pide un sandwich y una cocacola. Su jornada habitual es de 9:00 a 21:00. Y hacia las once de la noche, cuando ya ha acostado a sus cuatro hijos, sigue estudiando papeles en su casa, un segundo piso de una urbanización de Pozuelo.
Pablo Ruz heredó de Garzón los casos más aparatosos. No sólo hablamos de Gürtel: también del Faisán, la SGAE, Pretoria, Nueva Rumasa, Al Qaeda, las herriko tabernas... "Cuando se fue el superjuez, abrieron los cajones de su despacho y de allí salieron sapos y culebras", cuenta un ex magistrado de la Audiencia Nacional.
Por Suarez
BARCENAS |
¡ HAY GARZON,GARZON.
ResponderEliminarDON MAMUNA
EliminarSí, ese tipo es el modelo de juez SINVERGUENZA internacional. Terminará de alcalde comunista de algún pueblo de Jaén.
Cuando veo que nombran al juez Garzón, recuerdo su último romance con Da. Cristina, la argentina, con quien se reencuentra después de muchos años y que es muy similar a una historia de amor que he leido esta mañana en un blog chino, donde una pareja inglesa que fue separada durante la guerra, se reencuentran casualmente luego de sesenta años, en un vuelo de British Airways a Bilbao, y deciden casarse, se comen un sandwich y una cocacola y fueron felices...
ResponderEliminarDOÑA LUCRECIA
EliminarCon esa rememoranza que haces de Garzón se me saltan las lagrimas de emoción. Especialmente con el detalle de la cocacola y el sandwich.
Lo que quizá no sepas es que el "chino" en cuestión tuvo un amor parecido en Maracaibo, cuando era mozo, con una menor y que no les dejaban ni cartearse. Le he sugerido al "chino" que busque a la moza aquella y así completamos otra historia como la tuya.