Los prejubilados

La amenaza de las cajas de ahorro de llegar a un acuerdo para mandar a sus casas a 13.100 empleados, por esta vía, los ha puesto en el centro de los flashes. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, aboga por "prohibirlas en las empresas con beneficios". El coste es enorme para el Estado: más de 2.000 millones de euros.

Ahora que se anuncia la elevación de la edad de jubilación a los 67 años, Moncloa está en contra de que se utilice la prejubilación como alternativa al despido masivo. Pero de mentirijillas porque así disfrazan el paro.

Ya son miles, no obstante, los españoles que disfrutan de un retiro privilegiado. Hasta ahora, la ley permite prejubilaciones a partir de los 52 años pero la realidad es que se ha permitido mandar al retiro pagado (con el 70%, o más, del salario) hasta a treintañeros. Algunos con indemnizaciones millonarias, otros mileuristas.
Rara avis con sueldo fijo vitalicio en este período de crisis. Ojo. No todo es fácil. Los suicidios no les son ajenos.

El tiempo se detiene mientras Ernesto (62 años) y Alejandro (60 años), dos ex compañeros de la banca privada, degustan sendos gin tonic. "El mundo de la banca privada, sórdido y despiadado, nunca nos gustó", afirma Alejandro. Han pasado casi 15 años desde que dejaron definitivamente el traje y la corbata. Ernesto (divorciado, una hija y nietos) emplea su tiempo en "aprender": se ha licenciado en Geografía e Historia y pronto en Filosofía y Letras.

Alejandro, en cambio, se ha volcado en su nueva ocupación (asesor financiero freelance) y, sobre todo, en la caza del jabalí en el Montseny.

"Tras dejar el banco y coger la indemnización (unos 45 millones de pesetas brutos en 1999), me fui de cacería a Namibia. Pero me cansé rápidamente de viajar tan lejos, y ahora voy a pueblos como Arbúcies o Sant Hilari, en la provincia de Barcelona".
Y también emplea su tiempo en ver películas de la Nouvelle Vague o en perderse en librerías de la ciudad condal. "Igual que otros prejubilados pasean por obras, nosotros nos metemos en librerías en que nos dejan leer gratis".

Es habitual toparse con Ernesto subido a su bicicleta holandesa por el litoral barcelonés o sentado frente al sol invernal en una terraza con una cañita, sus inseparables cigarros de liar y un libro viejo: "Estos días ando releyendo Ensayos, de Montaigne; Viejas Historias de Castilla, de Delibes y también a Schopenhauer".

"Otro de mis hobbies de prejubilado es ir a comprar al mercado de La Boqueria el mejor marisco y preparar una paella en casa para mis pandillas de amigos", detalla Ernesto. Él es capaz de vivir laxamente con su nómina (unos 3.000 euros). "No somos ricos, pero no tenemos ni una sola deuda".

María Teresa Rodríguez fue prejubilada el 28 de diciembre de 1992, el Día de Los Santos Inocentes. "Pensé que era mentira". Llevaba toda su vida en Alcatel y se tenía que ir. "Tras 42 años de cotizacion". Esta vital mujer cántabra comenzó en la compañía en el año 63, cuando aún se llamaba Standard Electrica. Entró tras dejar su empleo como maestra de escuela al departamente financiero.

"Con 50 años me sentía joven y muy a gusto trabajando. Yo lo llevé bien, pero otros compañeros míos no. Conozco a uno que se despertaba a las 6 de la mañana y se iba de casa. Volvía por la tarde noche. Como si aún tuviera empleo. Era porque no se atrevía a decirselo a la mujer".
Los dos primeros años se suicidaron siete prejubilados de Alcatel. "Uno de ellos era muy amigo mio. Un día se fue de pesca y nunca volvio. Murió ahogado. Él era perito, tenía mucho rango y, de pronto, nada". "Otro ex compañero vivía en un quinto piso. Pero no le pareció suficiente y se lanzó desde un noveno. Era obrero".

Carmen Eiras se encontró con todo el tiempo por delante en 2005, cuando un ERE de Telefónica la envió a las filas de las clases pasivas con sólo 48 años. A esa edad, con la ley en la mano, ni siquiera se le llama a uno prejubilado. Eres un desvinculado.

Un final prematuro para una vida laboral más larga de lo que cabría esperar.

Jose tiene 47 años. Entró al ejército con 17. A los 35, en el año 1998, él y toda su escala (unos 800 compañeros) pasaron a la Reserva Activa del Ejército (con un ascenso reservado y un sueldo de unos 1.300 euros). Actualmente, a sus 47 años, los días de prejubilado del ejército son felices en su hogar en Castilla-LaMancha. Invierte en bolsa por la mañana, después de leer la prensa y consultar noticias de su interés en internet. Entrena con sus amigos por la tarde, disfruta de su familia cada día y viaja siempre que puede. Cuando cumpla 65, habrá trabajado 18 años y no lo habrá hecho, al menos por obligación, otros 30.

Tellagorri

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