Entre 1942 y 1981, y sólo en el cantón de Berna, más de 10.000 personas fueron encarceladas, sin juicio ni sentencia, siguiendo leyes morales de mediados del siglo XIX. Muchos de ellos eran menores de edad. Los embarazos, las borracheras, la desobediencia a los padres, la vagancia... eran motivos suficientes para acabar en prisión.
"Destrozaron demasiadas vidas y esto lo llevaremos con nosotros hasta el día que nos muramos", recuerda entre sollozos Ursula, la cara visible de unas víctimas que han estado en silencio durante décadas.
Ahora, la publicación de un libro sobre una de las mayores vergüenzas de Suiza en el siglo XX ha puesto el pasado sobre la mesa y ha obligado al Gobierno a disculparse oficial y públicamente por tanto dolor injusto.
El país alpino, que suele alardear de tener la democracia más participativa del mundo y ser un buque insignia del respeto a los derechos humanos, guarda en el patio de atrás prácticas dictatoriales. Aquellas "detenciones administrativas", que recuerdan a la Ley de Vagos y Maleantes del régimen franquista, fueron un intento, casi eugenésico, de apartar de la sociedad a aquellos que no encajaban en ella moralmente. La mayoría de las víctimas que acabaron en la cárcel por mala conducta pertenecían a familias desestructuradas y de pocos recursos. Los hijos de los ricos tenían más suerte y acababan en internados de postín.
En 1967, con 17 años y un niño de cinco meses en sus entrañas, Ursula ingresó en la prisión de mujeres de Hindelbank, a pocos kilómetros de Berna. Estaba embarazada de un hombre divorciado de 24 años con el que hacía dos que mantenía una relación estable.
Sus padres querían salvarla de semejante deshonra y pidieron ayuda a las autoridades locales. Aunque intentó huir a Italia con su pareja, fue detenida "para su propia protección" y encarcelada durante un año y una semana.
"Mis padres pensaron que me llevarían a algún reformatorio, pero Hindelbank no era otra cosa que una cárcel subsidiada por los crédulos", explica todavía escandalizada de que sus progenitores tuvieran que pagar 6.774 francos suizos (unos 5.400 euros) por el tiempo que allí pasó.
Un negocio redondo para el Estado porque cobraba un dinero que no se gastaba. Los internos ni contaban con terapia psicológica ni educación académica ni se les enseñaba una profesión para que después pudieran reinsertarse en la sociedad, explica Dominique Strebel, autor del libro que ha ruborizado al pueblo suizo, hasta ahora ignorante en su mayoría de estas atrocidades.
"La única terapia era el shock de estar en la cárcel con otros criminales para que no quisieran acabar como ellos", subraya el periodista.
Sin duda, el momento más duro para Ursula fue dar a luz y que le quitaran a su hijo a los 10 días para darlo en adopción. "Me pasaba el día gritando e intenté quitarme la vida varias veces", dice con la misma impotencia que debió de sentir en aquellos días. A los tres meses, consiguió que se lo devolvieran.
Otras no tuvieron tanta suerte. Su amiga Mady, detenida con los mismos pretextos, también parió en la cárcel: 44 años después, todavía no ha encontrado a su hijo. A otras, además de quitarles a sus recién nacidos, las esterilizaban. Una medida sin vuelta atrás.
En Hindelbank, las presas por "detención administrativa" eran tratadas como el resto de criminales, explica Strebel. Trabajaban cinco días y medio a la semana en jornadas de 10 horas. El resto del tiempo estaban aisladas en sus celdas. Lo único que las diferenciaba de otras presas, además del color de su ropa, eran las condiciones de su encierro: las criminales cobraban por su trabajo, las díscolas lo hacían gratis. Y lo que es peor, a diferencia de las que habían sido juzgadas, no sabían el tiempo que pasarían entre rejas ni tenían derecho a apelar su sentencia.
"Durante 30 años me sentí como un cubo de basura", se lamenta Ursula Biondi. Los intentos de suicido se repitieron a lo largo de 30 años, en una vida marcada por la depresión, la bulimia, la soledad y la rabia perpetua. Con los psicólogos no hacía grandes avances, así que hace ocho años, decidió escribir un libro a modo de autoterapia para ahuyentar los fantasmas del pasado. Y nadie la creyó, ni siquiera muchas personas de su entorno más cercano.
Aun así, la vida de Ursula ha sido como la de Cenicienta. Tras su paso por la cárcel y una juventud durísima, acabó trabajando en Naciones Unidas. Ahora vive en uno de los barrios más exclusivos de Zúrich y disfruta de una vida acomodada al lado de un abogado de renombre. Su caso se cuenta entre las excepciones porque la mayoría de los "detenidos administrativamente", al recuperar la libertad, acabaron cayendo en las drogas, el alcohol y la prostitución, como explica Christoph Pöschmann, otra de las víctimas.
Casi todos, pasaron por graves problemas económicos al resultarles muy difícil encontrar trabajo con antecedentes penales.
Los hombres lo tuvieron todavía peor. A pesar de que las que dan hoy la cara son mujeres, lo cierto es que el 90% de las víctimas eran del sexo opuesto.
Christoph todavía se emociona cuando habla de aquellos años. Su delito fue huir de las duras condiciones del campo para alistarse en la escuela naval de Hamburgo con tan sólo 16 años. Pero en 1976 le detuvieron en la frontera y pasó seis meses en la prisión de Dietisberg, donde fue obligado a hacer trabajos forzosos. "Íbamos a la montaña a buscar leña, con botas finas y clavos en las suelas", recuerda este mecánico.
Corría el año 1970, Gina Rubeli se sentía ahogada en su pueblo. Quería vivir en Sankt Gallen, convertirse en librera, salir con sus amigos y escuchar a Jimmy Hendrix. Pero sus padres la amenazaron y Gina intentó cortarse las venas. La ingresaron en un reformatorio y después en un psiquiátrico, pero un buen día, tras haber sido sedada, se despertó en Hindelbank. Empezaba el horror de 12 meses de confinamiento. Al salir, le seguirían 14 años de terapia y "un gran complejo de inferioridad".
En 1974, Suiza ratificó la Convención de Derechos Humanos, pero la ley de la vergüenza no se derogó hasta 1981. Tras décadas de silencio, un grupo de parlamentarios de izquierda trabaja para que se repare el honor de estas víctimas y se las compense económicamente. Por el momento, ya han conseguido la disculpa pública de la ministra de Justicia, Eveline Widmer-Schlumpf.
Sorprendentemente, este no es el único capítulo oscuro en la historia reciente del país. Todavía queda pedir perdón por las esterilizaciones forzadas y la venta de niños pobres a granjeros.
¿Necesita Suiza una ley, justificada, de la memoria histórica?
Estos helvéticos nos la han pegado durante décadas figurando como el modelo de "civilizados", liberales y ultra-demócratas. Al parecer, el nazismo y la simiente de Adolf llegó a demasiados sitios y ha estado y está vigorizándose permanentemente.
Tellagorri
los sucios secretos de los hel
Interesante y sorprendente. Es de esperar que, hoy en día, las cosas ya no sean así.
ResponderEliminarEn cualquier caso, debo decir, no me extrañaría que, analizadas con detalle, no pocas legislaciones de países avanzados nos causen más de una sorpresa. Me refiero a que, posiblemente, podamos encontrar testigos y documentos sobre excesos de uno u otro tipo en la mayoría de los países, si no todos.
INISFREE
ResponderEliminarEso que dices también lo había pensado yo. Que cualquier día se descubre que en los super civilizados países nórdicos utilizan métodos nazis para luchar contra las borracheras, saltándose toda legislación constitucional, al igual que en Berna.
Sabiamos que los suizos no se andan con bromas en temas de impago de multas de tráfico o de incivilidad callejera, pero lo de estos chicos encerrados sin más en prisiones, y además a cargo de sus padres, viene a ser una rama de nazismo en estado puro.
Los cherifs gringos de algunas zonas de USA ya han demostrado sobradamente que también son más nazis que Adolf.
Si esto hubiera quedado reducido a los años 42-45.. tal vez hasta los años 50, los hechos habrían tenido cierta "lógica" (aunque fueran igualmente reprobables), dentro de aquella Europa en guerra o convulsa. Lo sorprendente es que esta aberración durara hasta 1981. Una cosa es el orden (del que nos hace falta mucho en España), y otra cosa el fascismo, encarnado en estas actitudes que la verdad no conocía yo de los Suizos.
ResponderEliminarDe las legislaciones decir que efectivamente son muy curiosas. Por ejemplo, hace poco un jerifalte mexicano se quejaba de las nuevas leyes americanas respecto a la inmigración, las calificaba de totalitarias, injustas, etc, etc. Todo es opinable desde luego, pero lo curioso y no opinable es que este señor nada dijo de las leyes de inmigración de su propio país, Mexico, que por lo visto deben ser todavía mas restrictivas, abusivas y duras que las americanas.
Yo con esto de las leyes para digamos "ordenar" a la sociedad saco la siguiente conclusión. No pueden ser opresoras, pero desde luego tampoco pueden ser laxas; porque cuando se cae en la laxitud, tengan por seguro que luego la unica solucion posible serán medidas represoras, y creo que es mejor no llegar a ninguno de esos extremos. Y sino miren a España, y díganme como diablos vamos a salir de la actual situación de indefensión del ciudadano honrado. Vean esta entrada del blog de CaballeroZp... aclara mucho de como está el percal:
http://www.caballerozp.com/2010/10/como-rubalcaba-cocina-las-estadisticas.html
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarCierto. Las normas de convivencia básica social no pueden ser ni opresoras ni laxas, pero desde la Ilustración se había asumido en todo el mundo civilizado que nadie puede ser encarcelado sin juicio con garantías procesales, previa legislación que tipifique el acto como sancionable y con derecho a apelaciones.
Todo lo demás deviene en totalitarismos localistas muy parecidos a los que ejercían los señores feudales con sus siervos. Y aquello parecía que se había superado.
Ilustrísima, como dice el refrán "en todos sitios cuecen habas"...estos suizos que siempre alardean de democracia y libertad resulta que lo que estaban construyendo era un estado nazi con gente perfecta y feliz, pero quien no encajaba en esa moral, en esa concepción suya de la perfección debía ser "eliminado"...por eso desde fuera todo parecía tan bonito, porque a la gente con problemas los hacían desaparecer...esperemos que todos los culpables paguen y que estas gentes dejen de alardear porque en este mundo todos tenemos algo que callar...
ResponderEliminarUn saludo.
Qué historia tan tremenda, me recuerda a los peores años del nazismo, pero con una diferencia, aquéllos lo hacían con luz y taquígrafos, éstos lo tenían todo bien escondido bajo el disfraz de la libertad, la neutralidad y la democracia.
ResponderEliminarVemos que en todos sitios cuecen habas, y el mundo entero necesitaría una Memoria Histórica globalizada desde los tiempos de..., hasta los de...
Un abrazo.
CAROLVS
ResponderEliminarTal como dices, mucho alardear de democracia y libertad y escondían a los que no les gustaban usando métodos nazis.
Losa relojeros y chocalateros éstos, amén de lavadores de dinero negro, ya pueden hacer una buena limpia de elementos estatales si quieren que se les siga respetando.
ELENA
ResponderEliminarLos suizos, a los que en su día traté en su territorio, gustan de aparecer como simpáticos y acogedores. Nunca me he fiado mucho de ellos porque tienen un gran componente social de germanos en su sangre.
Y el germano, desde tiempos de Cayo Julio Cesar, era un tipo muy peligroso y sanguinario.
Estoy seguro que si rascaramos un poco en los de origen vikingo, noruegos, suecos y daneses, encontrariamos también bastante de todo esto que se esconde.
Mi opinión es una visión que mantengo hasta....bueno,hasta que encuentre algo que la cambie (Luigi Pirandello).Y desde luego con este post, me ha cambiado la opinión que tenia sobre este gran país; aunque siempre me han asaltado muchas dudas sobre la fortaleza y el peso que han tenido en la sociedad de naciones, ya se que se debe a la fortaleza de sus bancos, que esconden muchos tesoros en sus cuentas secretas, provenientes en la mayoría de los casos de los robos y desmanes cometidos durante la Second World War, incluso del dinero que custodian de los sátrapas, dictadores y demócratas de todo el mundo, fruto de sus chanchullos y manejos en las políticas de sus respectivos países, también que es un país respetado en la Sociedad de Naciones, porque?,no lo sé, pero un país que solo tiene vacas, y montañas, tiene que tener una buena industria lechera para mantenerse.
ResponderEliminarInteresante post D.Javier, por cierto la foto que tiene puesta es de Heidelberg?.
Un saludo
DON MANUEL
ResponderEliminarCreo que a muchos sucederá lo mismo con respecto a este país, aunque cualquier pensante puede deducir que tras sus vacas y chocolates o relojes esconden la industria del mayor lavadero de dinero negro del Mundo.
Sí, es Heidelberg con su puente de columnas bizantinas en los extremos, y con una Universidad tipo a la de Salamanca en fama. Veo que conoce rapidamente los paisajes. Cerca se halla otra localidad igual de interesante, Feiburg in Breisgau, capital de la Selva Negra.
Cuando tenía 20 años pasé un verano entre ambas ciudades y me quedó un gran recuerdo, especialmente porque aquí aún no habiamos llegado a tener como vehículo universal el 600, y ellos no se bajaban de sus Volswagen escarabajo y Mercedes.
Y estas cosas ¿Porqué no se publican en la prensa ordinaria?. Me he quedado de piedra porque cuando, de pequeña, oía hablar a unos familiares que vivían en Suiza siempre contaban lo bien que se vivía allí. Contaban que no había delincuentes, ni un solo papel en el suelo y que en una ocasión casi los multan por regresar al anochecer a casa yendo niños con ellos.
ResponderEliminarCon razón...
De todas formas a ellos no les gustaba mucho el caracter suizo, lo veían seco y retraido..y eso a pesar de que permanecieron allí durante muchos años. No lograron acostumbrarse.
Desconocía la historia, interesantísima, pero no me sorprende, una compañera de facultad vive en Suiza (y por cierto, trabaja en Berna, tengo una foto casi desde el mismo ángulo que la que cierra el post) y confirma el grado de locura de esos helvéticos.
ResponderEliminarEnte otras lindezas tiene llenos de dinamita puentes y túneles para que en caso de guerra dinamitarlos y quedar aislados del continente, por no hablar del racismo, ya ves, mi prima que pasa más por centro-europea que por la típica española, trabaja en la UPU un Berna... y todavía la miran "raro".
Es, bueno, era, lo que llaman ciudadanos grises, tienen que pagar todos los impuestos pero sin beneficiarse de casi ningún derecho. Y eso que estaba casada con un Chuizo.
DOÑA CANDELA
ResponderEliminarAl parecer ni los propios habitantes normales de Suiza lo sabian hasta que se ha publicado ese libro con testimonios reales y con gente que vive y puede contar lo sucedido.
En Suiza el orden es total. Pero esconde bastante nazismo.
Un amigo me contaba que en Geneve (Ginebra) si no pagas una multa de tráfico te viene la Policia a casa a cobrartelo y si les dices que no tienes dinero, se llevan el televisor o un sofá o cualquier mueble. Sin contemplaciones.
ISRA
ResponderEliminarLo que cuentas no lo sabía pero era de imaginar porque ni Napo ni Adolf se atrevieron a entrar. Deben de tener montañas enteras perforadas y llenas de armamento de última, incluso con hangares de aviones y lanza-misilis.
Eso por un lado. Por el otro está la cuestión de que son bastante germanos y miran por encima del hombre a cualquiera que no lo sea, so capa de sonrisa.
No creo que los emigrantes latinos consigan, tal como comentas, penetrar mucho en esa sociedad cerrada.
Personalmente, he estado allí, nunca me han gustado los CHUIZOS.
Hola Javier:
ResponderEliminarTan sólo una puntualización sin importancia. La ley de vagos y maleantes fue proclamada en la segunda República.
Un saludo y enhorabuena por el "blog"
En España sucedió exactamente lo mismo bajo el auspicio de una institución llamada Patronato de Protección a la Mujer, presidida por Carmen Polo de Franco. Hasta 1985 miles de menores fueron encerradas en reformatorios, regidos por distintas órdenes religiosas.
ResponderEliminar