Nuestro Cardenal de la Ilustración, Don Arturo Pérez Reverte, puso las cosas de reporteros de guerra en su sitio en un artículo que publicó en 2003, y que es reconfortante leerlo para información de lelos y memos.
No conocía a Julio Anguita Parrado ni a José Couso. Eran jóvenes, y yo me jubilé después de los Balcanes; donde, por cierto, enterramos a cincuenta y seis colegas.
No sé qué llevó a Julio y José Couso hasta el misil o la granada que los mató, aunque puedo imaginarlo. En cuanto a por qué murieron, debo decir lo que creo: que murieron porque querían estar allí.
Fueron voluntarios a un lugar peligroso, y el padre de Julio Anguita lo resumió con una entereza admirable: "Mi hijo murió cumpliendo con su deber". Punto. Hacían un trabajo duro, y salió su número. En la lotería donde se combinan el azar y las leyes de la balística, les tocó a ellos. Suma y sigue. El resto es demagogia y literatura.
Por qué estaban allí, supongo que es la pregunta. Por qué cerca de la línea de fuego, como Julio, o filmando asomado a una ventana en plena batalla, como José. No por dinero, desde luego. Ni por amor desaforado a la información y a la verdad.
Tampoco, como he oído decir estos días, por amor a la humanidad, para detener con su testimonio las guerras. La milonga del periodista buen samaritano es una tontería.
Ni siquiera Miguel Gil Moreno, a quien han estado a punto de beatificar desde que cascó en Sierra Leona, iba por eso. Uno ayuda, claro. Lo hace cuando puede. Incluso a veces piensa que su trabajo puede cambiar algo. Pero de ahí a que un reportero sea un filántropo, media un abismo.
En veintiún años de oficio no encontré ninguno así. Al contrario. Nunca conocí a un reportero que al sonar el primer cañonazo no sintiera la excitación, el hormigueo, de quien empieza una aventura peligrosa y fascinante. Luego vienen los años, la reflexión y la experiencia. Te asustas y no vuelves; lo sigues, y te matan o te haces una reputación.
Mientras, en tu corazón cambian algunas cosa. Descubres responsabilidades y remordimiento Pero eso ocurre después. Digan lo que diga quienes no tienen ni idea del asunto, lo que lleva a un periodista a sus primeros campos de batalla es poder decir: estuve allí. Pasé la más dura reválida de mi perro oficio.
Hablar de asesinatos particulares en una guerra donde mueren miles de personas es una incongruencia. Montar el número de la cabra en torno a la muerte de un reportero -aparte el respetable dolor de familia y amigos-, es insultar la memoria de un profesional valiente que ha hecho su oficio con impecable dignidad, pagándolo con su pellejo.
Por supuesto, cuando un tanque lo mata hay que procurar reventar al cabrón del tanque, si se puede. Pero con realismo, no con retórica idiota. Un combate, una batalla, son un caos de miedo, incertidumbre y bombazos, y nadie puede esperar que la gente se comporte con humanidad o cordura. Quien se asoma a una ventana a filmar, lo sabe. Y si no lo sabe, no debería estar allí.
El problema con toda esta demagogia es que al final la gente termina creyéndose eso de la guerra limitada y las bombas inteligentes, y de tanto oír tonterías a los políticos y a la prensa del corazón -que esa es otra, el periodismo basura hablando de compañeros muertos-, al final existe el riesgo de que los periodistas crean que los ejércitos son oenegés y la guerra un juego virtual con reglas y principios, y se metan allí creyendo que alguien va a garantizarles la piel o la vida, que cuando se vaya todo al carajo detendrán los combates para evacuarlos, o se pedirán responsabilidades morales y económicas al marine con fatiga de combate y gatillo fácil, o al negro que le rebane los huevos con un machete.
Por eso me inquietó que el otro día un telediario anunciase que el Ministerio de Defensa español comunicaba que no garantizaba la seguridad de los periodistas españoles en Bagdad. Naturalmente. Ni el español, ni el norteamericano, ni nadie. Claro que no.
Ni en Bagdad, ni en Sarajevo, ni en Saigón, ni en el saqueo de Roma, ni saliendo del caballo de madera, en Troya. Las guerras son, a ver si nos enteramos, peligrosas y putas guerras.
Nos han vuelto tan estúpidos que de semejante obviedad hacemos una noticia.
ventana a la guerra
Guerras, las putas guerras, son el instrumento de que se valen los pacifistas sin escrupulos para sacar provecho propio.
ResponderEliminarPodriamos hablar horas y horas, del porque, y por quien se producen, y siempre llegariamos a la misma conclusión, se hacen por cuestiones economicas, para sacar ventaja de una situación, y siempre por los mismos mercaderes , señores de la politica, y de las finanzas, que de esta forma arreglan un negocio bien remunerado.
No hay ideologias, ni cuestiones territoriales, ni siquiera el romanticismo del honor mancillado, solo quedan los muertos, la destruccion y el olor a podrido, que todo lo envuelve.
Un saludo
DON MANUEL
ResponderEliminarEs como lo dice : No hay ideologias, ni cuestiones territoriales, ni siquiera el romanticismo del honor mancillado, solo quedan los muertos, la destruccion y el olor a podrido, que todo lo envuelve.
En la Roma republicana esto era algo clarísimo. El joven aristócrata cayo Julio Cesar ambicionaba ser alguien y para ello sabía que el Poder llegaba a traves de hacer la guerra. Y para ello, obtuvo el mando de una Legión y arrasó a sangre y fuego, sin necesidad alguna, toda la Hispania, luego invocó una falsa afrenta a Roma e invadió las Galias, Helvetía, Germania y Britannia. Todo eso le supuso ser el amo de Roma.
Los generales de dos estrellas del Pentágono y los fabricantes de carros y misiles necesitan de guerras para tener tres o cuatro estrellas y ser más más ricos.
Tellagorri, despuès de esta semana tan agitada y con la copa del mundo en la mano, vuelvo por mis fueros: què decir de esta excelente entrada? nuestro cardenal lo ha dejado claro, un periodista va a un conflicto a hacerse una carrera, porque necesita esa adrenalina, porque quiere recordar que estuvo allì...no son, como dice Reverte, santos sino informadores...todo lo demàs es bazofia.
ResponderEliminarSaludos.
Que las guerras son pavorososas y terribles, no creo que nadie lo niegue, dicho esto, disiento con alguna cosa que leo, como que no hay ideologías ni cuestiones territoriales....
ResponderEliminarLas guerras se han hecho por avaricia u otros motivos, pero en la modernidad sobre todo por ideologías y por cuestiones territoriales. La guerra más devastadora, la 2ª guerra mundial, precisamente surge por esos dos conceptos. La guerra fria (y lo que pasó por ella), lo mismo.
En cuanto a los paises, ¿que son sino el resultado de innumerables conflictos resueltos normalmente a cañonazos, hachazos y disparos?.
La guerra es horrible, y precisamente por ello deberíamos saber que habiendo alcanzado al menos en occidente una estabilidad entre las fronteras y entre los paises y entre las gentes, es trágico y pavoroso el ver de nuevo una balcanización que de completarse será el perfecto semillero de futuras guerras.
¿O es que alguien cree absurdo guerras por aguas o un territorio?..no, no somos más listos que hace 100 años, pero tampoco más listos que hace 800 años. Tenemos algo más de experiencia, pero de manos de esta Casta política y de nuestro gusto por olvidar, yo no me creo que la sociedad sea mucho más lista. Y si no somos más listos, sino se mira al pasado, seremos carnaza para repetir los mismos errores, guerras incluidas.
Y de muchos engaños acerca de las actuales guerras, tienen la culpa esos mismos reporteros de guerra de los que habla Don Arturo; vease el caso israelí. Yo desde luego desmitifiqué la profesión de reportero de guerra, porque siendo efectivamente peligrosa y letal, muestra la misma putrefacción que la periodista goldo afín al partido X.
CAROLVS
ResponderEliminarTambién pienso, tal como lo explica Reverte, que los corresponsales de guerras son periodistas que necesitan mover la adrenalina y buscarse un hueco en su profesión anodina, huyendo de rutinas.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarSí, las guerras se han hecho siempre por razones de ambición, no por defensa de territorios. Las guerras mundiales del siglo XX eran iniciativa de unos teutones que querían comerse el mundo. Los demás de dedicaron a pararlos, y la fría es más de lo mismo a cargo de Stalines con cerebro de Adolf.
También la existencia de España, Francia o Gran Bretaña son consecuencia de guerras entre territorios vecinos, pero porque el señor feudal de uno o más de ellos se quería tragar al de al lado.
Alejandro hizo sus guerras para imitar las historia de Homero, y Cesar las hizo para dominar el Poder en Roma.
Napoleón se lanzó a lo mismo por ego personal de ser el amo de Europa.
De todo esto personalmente deduzco que los pobladores de cada lugar no son los que buscan la guerra, sino sus impuestos caudillos.
Y esos caudillos siempre ansían las riquezas ajenas en beneficio propio. Yo no creo que al emperador Carlos le importara tanto la religión para pasar a fuego los países bajos y Alemania, como su amor propio de no ser obedecido.
Hoy las guerras, son tal como lo dices : una engañifa explotada por propaganda muy organizada para dar salida a las ambiciones de unos cuantos ricos mundiales.
Los caudillos efectivamente lideraban las guerras, pero no se puede olvidar que en muchas ocasiones con el apoyo popular (al menos menos ganaban claro). En algun caso, como Adolf Hitler, hasta ganó unas elecciones democráticas, con todos los peros, pero lo hizo.
ResponderEliminarEl tema de las fronteras y naciones me parece de lo más interesante, porque si bien muchas veces las naciones han empezado cruentas guerras, no podemos olvidar que esas fronteras significan también estabilidad y orden.
Se dice a menudo acerca del patriotismo que es "el último refugio de los cobardes", pero el patriotismo significa defender unas fronteras, una estabilidad, una sociología, unas leyes. Otra cosa que el político mamarracho de turno utilice esos conceptos para su propio beneficio.
El mundo es cabrón y las fronteras son necesarias, así lo veo yo, pero bueno, lo dejo que me desvío y me voy por los cerros de Ubeda.
Tampoco creo yo como Reverte que los periodistas sean santos ni que puedan cambiar una situación de guerra, tan sólo pueden informar, buscar la verdad; y en ocasiones no conviene que se sepa dicha verdad, no lo olvidemos.
ResponderEliminarCreo que cualquier situación es mejor que la muerte y la destrucción que deja tras de sí una guerra.
Un abrazo.
Recuerdo que del tal José Couso se decía que era muy buena persona porque en su cámara llevaba una pegatina del "no a la guerra".
ResponderEliminarEste sujeto iba a informar o a contar lo que le viniera en gana?
Cuando terminó la guerra se descubrió que el hotel en el que se hospedaba servía de polvorín para el ejército de Sadam.
Periodista o escudo humano disfrazado de periodista?
De la muerte de Anguita nadie quiso saber nada, puesto que lo habían matado los iraquíes cuando viajaba en un blindado estadounidense. Nadie pidió responsabilidades.
La típica hipocresía progre.
Hay países del mundo donde la profesión periodística es un riesgo, aunque no vayan a contarnos como va la guerra. Simplemente, su paseo de casa al despacho, puede ser el último. España es uno de ellos.
ResponderEliminarQue los periodistas de guerra corren un gran riesgo es algo tan obvio que parece increible tener que explicarlo. También es una opción vital personal, una decisión que adoptas a partir de tus circunstancias. Al final, corres un riesgo voluntariamente. No hay mucho más que decir.
España es un país naif en el que adultos hechos y derechos tienen una visión infantil del mundo. Creen que la realidad es como la de los dibujos animados del correcaminos y que, como el coyote, pueden caer por precipicios, estallarles una granada en las manos, o caerles un yunque de tres toneladas encima, que van a salir ilesos y prestos a perseguir de nuevo al correcaminos. Y si se mueren a protestar al dibujante porque no estaba en el guión.
ResponderEliminarImbéciles.
Señor Ogro
ResponderEliminarEl tema de las fronteras y construcción de naciones en épocas medievales ( salvo Alemania e Italia que son del siglo XIX)es apasionante pero se sale de lo que explica el post, por ello no me voy a meter en ese berenjenal largo y emocionante.
Elena, no coincido con esto de "Creo que cualquier situación es mejor que la muerte y la destrucción que deja tras de sí una guerra.". No creo que dejar ganar al nazismo o al comunismo hubiera sido lo mejor; como tampoco no creo lo de "dos no pelean si uno no quiere". El refrán correcto sería "si uno no quiere pelear, el otro le aplastará, humillará, explotará y seguramente asesinará".
ResponderEliminarYo creo que la paz consiste en prepararse para la guerra (guerra a evitar naturalmente); porque si no tenemos capacidad de defendernos, ¿debemos hablar de paz, o más bien de indefensión?.
ELENA
ResponderEliminarTal como dices los corresponsales de guerra van voluntariamente a jugarsela, y luego viene el hecho de que tengan que dar una versión global o parcial del tema, según quién les envia y paga.
También yo creo que la guerra es en sí una calamidad total. Salvo la que se haga para quitar de enmedio a tanto moro dispuesto a evangelizarnos.
ASPIRANTE
ResponderEliminarExcelente información la que facilitas sobre los dos personajes de los que se habla en el post.
Conclusión : en todas estas historias siempre está el lado oscuro a esconder por los que pagan a los periodistas.
INISFREE
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo con lo que dices. Es obviamente OBVIO que quien va a observar una guerra se la está jugando. Pero a voluntad propia.
DAMS
ResponderEliminarEsa visión infantil de las guerras que tan bien describes es la que interesa divulgar en los medios del Poder.
Pero eso ya no va a pasar, ahora llevarán los corresponsales de guerra DESTEPAÍS camisetas de los jurgolistas DESTEPAÍS y las balas les rebotarán y gritarán a los 4 vientos SOY APAÑOL APAÑOL APAÑOL y las guerras acabarán ipsofácticamente y los enemigos se abrazarán mientras suena de fondo alguna canción de Sabina.
ResponderEliminarSi tienes una profesión en la que en el sueldo va el que puedas palmarla, punto en boca si te toca.
ISRA
ResponderEliminarEsa variante de corresponsal de guerra "campeón del Mundo", no se había dado y va a ser el objeto de estudio próximo de todos los grandes Altos Estados Mayores de todos los Ejércitos.
Charne, que sabe mucho de estas cosas, seguro que encuentra la fórmula para que el negrata tanquista gringo que gusta de darle al gatillo ( porque siempre es él que recibe la fostia si no le da a ese gatillo), al ver observar un tío con cámara se acojone y mire a otro lado no vaya a pegarle un zambombazo a un EPAÑOL.
"La problema" viene cuando el que tiene el bazooka es un palestino o de por ahí. Pero parece que Moratinos ya va distribuyendo consignas entre sus amigos moros o afganos.