Shenzhen, una ciudad que se encuentra a 40 kilómetros de Hong Kong, conocida como la Silicon Valley china. Aldea de pescadores hace poco más 20 años, hoy es una enorme ciudad fábrica donde viven y trabajan 14 millones de habitantes.
Hai se despertó puntual el pasado 25 de mayo para iniciar una nueva jornada de trabajo en la cadena de montaje de teléfonos móviles. Nunca llegó a ocupar su puesto. En su lugar, subió a la azotea de esta fábrica situada en la sureña ciudad de Shenzhen y se arrojó al vacío. Tenía 19 años y en su dormitorio había dejado una nota de despedida dirigida a su padre: "Lo siento. No puedo mantener a la familia. Es lo que merezco".
Li y los otros 10 empleados de Foxconn que han seguido su ejemplo este año no se quitaron la vida en una fábrica cualquiera, sino en la mayor, más vigilada y secreta del mundo. Aquí, tras muros de cemento y sometidos a un control orwelliano, 420.0000 trabajadores manufacturan los juguetes tecnológicos más vendidos, incluidos los populares iPhone, iPod e iPad de Apple.
Las máquinas jamás se detienen en la conocida como la Segunda Ciudad Prohibida de China, un complejo amurallado de tres kilómetros cuadrados en el que se trabaja las 24 horas del día, siete días a la semana, 365 días al año.
Los empleados amanecen al son del himno que pide que "un millón de corazones [trabajen] con una sola mente" antes de desfilar en formación militar hacia sus puestos. La fábrica es una ciudad en sí misma: cuenta con su propia cadena de televisión (Foxconn TV), policía, parque de bomberos, hospitales, transporte público, supermercados y normas. ¿La primera de ellas? Los empleados deben firmar un documento en el que se comprometen a "no quitarse la vida".
El joven Li rompió su promesa después de 42 días de trabajo agotador por el que cobraba algo menos de 100 euros al mes a cambio de ensamblar un teléfono que nunca se habría podido costear. No pudo soportar un sistema en el que los empleados son reducidos al papel de meros robots. Tienen prohibido hablar, cientos de supervisores anotan cualquier error (y aplican severas sanciones) y no se marchan a casa al finalizar su jornada. Los empleados de Fabricolandia, donde hasta las tapas del alcantarillado llevan el sello de Foxconn, duermen en barracones de las zonas residenciales.
La empresa, que fabrica sólo para terceros, había operado durante años en el secretismo más absoluto hasta que las noticias de los suicidios empezaron a ocupar titulares el año pasado. Foxconn ha tenido que defenderse de la acusación de estar sometiendo a decenas de miles de chinos a un totalitarismo laboral.
La presión les ha obligado a tomar medidas que incluyen aumentos de sueldo del 50%, el envío a las fábricas de cientos de monjes budistas para dar apoyo a los trabajadores y la contratación de 2.000 psicólogos para averiguar qué lleva a un número creciente de operarios a desear terminar con todo.
"La soledad", resume An Ning. La joven de 23 años llegó hace tres meses de la provincia de Sichuan, al oeste del país, y dice que pasa 13 horas repitiendo un trabajo monótono y mal pagado que obliga a coger horas extra a los que desean enviar dinero a casa. "Vivimos aislados del mundo. Trabajas, comes y duermes. Nada más", dice An, cuyo departamento fabrica unos 20.000 iPhones al día. "También yo he pensado alguna vez si merece la pena vivir así".
Ni siquiera las noticias de suicidios detienen la actividad en la megafábrica de Terry Gou, el misterioso y autoritario dueño de Foxconn. El magnate taiwanés, de 59 años, empezó fabricando recambios para televisores en blanco y negro en un taller de 10 personas. Más de tres décadas después, convertido en una de las 200 personas más ricas del mundo, se aferra al ideario de que una empresa debe ser gestionada como una colonia de hormigas. "El beneficio de la empresa es más importante que el beneficio del trabajador", aseguró en una de las pocas entrevistas que ha concedido.
La estrategia de Gou quedó resumida durante la crisis financiera, cuando no le tembló el pulso a la hora de echar a la calle a 100.000 empleados. El dueño sigue un manual de principios escrito por él mismo y de obligada lectura para sus directivos. Uno de los artículos dice que "un líder debe tener el coraje decisivo para ser un dictador por el bien común", otro recuerda que "el tiempo es dinero" y en varios se reafirma en su convicción de que todo debe ser sacrificado por "la eficiencia".
Gou comenzó su andadura en 1974 después de que sus padres, chinos emigrados a Taiwán, le prestaran 5.000 euros de sus ahorros. El negocio comenzó a despuntar en los 80 cuando el empresario se centró en la fabricación de ordenadores justo cuando el país levantaba los cimientos que lo convertirían en la mayor fábrica del mundo.
Las multinacionales de la electrónica -Sony, HP, Dell, Nokia…- no tardaron en delegar la fabricación de sus productos en un hombre que prometía hacérselos mejor, más rápido y, sobre todo, más barato.
Shenzhen y Foxconn crecieron gracias a la mano de obra barata. La primera pasó de aldea de pescadores a megaurbe en dos décadas y la segunda de taller familiar al mayor productor de tecnología de consumo del mundo. El resultado es, para unos, el futuro en productividad empresarial y para otros, un intolerable Gran Hermano de la manufactura.
La Ciudad Prohibida II emplea a una plantilla superior a la población de Córdoba o Palma de Mallorca, un tamaño que, según sus críticos, hace inviable un ambiente mínimamente humano. Los enfermos, débiles o ineficientes son reemplazados por nuevos campesinos que esperan su oportunidad.
Qing Tong, una empleada que trabajó varios años en Foxconn y que ha relatado su experiencia en un libro, asegura que la empresa busca anular cualquier atisbo de individualismo para que los trabajadores se entreguen al único objetivo de producir, producir y producir: "Hay supervisores observándote todo el tiempo, no se permite ningún error, vives completamente alejada de la sociedad. Llega un momento en que incluso se te olvida cómo hablar. Te convierten en una máquina".
Los suicidios han provocado las primeras grietas en el imperio Gou. La compañía basa parte de su éxito en su capacidad para pasar desapercibida, ocultando los nombres de las multinacionales que la contratan. Ningún ejecutivo quiere salir en público para aclarar que sus productos no se fabrican en condiciones de esclavitud.
Trabajadores entrevistados aseguran sentirse oprimidos por un sistema en el que todos sus movimientos son vigilados para evitar que puedan desvelar detalles sobre productos que las multinacionales quieren mantener ocultos hasta su lanzamiento.
Sun Danyong, cuya muerte en 2009 fue la primera que recogieron los medios, se suicidó después de haber sido agredido por los guardias de la empresa. El joven empleado sufrió días de interrogatorios después de que los servicios de seguridad internos sospecharan que había robado un prototipo del iPhone 4G, lanzado esta semana. "En una comisaría nunca se debe utilizar la violencia, pero menos aún en una empresa. Sólo soy un sospechoso, ¿por qué me encierran y usan violencia contra mí?", escribió Sun en un SMS antes de suicidarse, según revelaciones en la prensa china.
Meses después, la propia empresa apuntaba a la posibilidad de que el teléfono no hubiera sido robado, sino extraviado durante su traslado a otro departamento.
Para entonces ya era tarde: Sun había saltado desde un piso 14.
Los trabajadores de Foxconn son en su mayoría jóvenes procedentes de provincias pobres. Los menores tienen 16 años y llegan con la idea de ayudar a sus familias. Muy pronto descubren que el salario inicial, por debajo de los 100 euros y algo más tras el aumento recién anunciado, apenas les llega para mantenerse a sí mismos.
Todo indica, sin embargo, que los trabajadores chinos están cada vez menos dispuestos a sostener el made in China que ha llenado los centros comerciales del mundo de productos a precios competitivos. Pese a que los sindicatos independientes están prohibidos, trabajadores de multinacionales como Honda o Toyota han salido a la calle a protestar.
La dirección de Foxconn asegura estar replanteándose el modelo de ciudad-fábrica que les ha obligado a instalar redes en sus fachadas para evitar más suicidios. Además, la empresa ha suspendido la indemnización equivalente al sueldo de 10 años para las familias de los fallecidos (se teme que incentive los suicidios) y ha creado habitaciones antiestrés donde los empleados pueden golpear con bates de béisbol a maniquíes que imitan a sus jefes.
Pero ni las huelgas ni las mejoras que Foxconn ha tenido que introducir constituyen, por ahora, una rebelión capaz de poner fin al modelo de mano de obra barata.
Un día después de que Li Hai se quitara la vida, al comprobar que sus aspiraciones de ofrecer una vida mejor a su familia no se cumplirían aunque pasara 16 horas diarias en la cadena de montaje, otros 8.000 jóvenes hacían cola en la oficina de reclutamiento de Foxconn, dispuestos a cruzar los muros de Fabricolandia.
Hay que enviar allí, con urgencia, a la Vicegallina acompañada de Cándido Méndez y Fernández Toxo. Para que organicen liberados sindicales.
Tellagorri
Foxconn ciudad fabrica
Tellagorri, Foxconn es un ejemplo de la industrializaciòn màs salvaje, como aquella que se diò en Europa/EEUU en tiempos de la segunda industrializaciòn, allà por la segunda mitad del s.XIX, donde los trabajadores vivìan y trabajaban en las grandes empresas en condiciones sobrehumanas, con horarios terribles, con ninguna seguridad social o higiènica, donde trabajaban incluso los ninos...es decir, esa industrializaciòn que dio lugar al surgimiento de las trade union o primeras uniones sindicales, al marxismo, al socialismo...es decir, a todos aquellos movimiento en defensa del trabajador que llevarìan al estado del bienestar del s.XXI...pues bien, China esta viviendo ahora su industrializaciòn, y como vemos los trabjadores (a su modo) estàn empezando a luchar, por tanto, no nos debe sorprender algo que pasaba en Europa y los EEUU hace apenas 150 anos...ellos estàn siguiendo los mismos pasos, solo que van con retraso y ahora nos toca verlo a nosotros en perspectiva...
ResponderEliminar...como dices habrìa que llevar a todos los sociatas y sindicalistas a ver estas empresas para que comprendiesen en que situaciones nacieron sus ideologìas, esas ideologìas justas y de lucha obrera que ahora han perdido para convertirse en ricachones burgueses con coches oficiales, y con recortes a aquellos trabajadores a los que deberìan ayudar...
Saludos
CAROLVS
ResponderEliminarSí, es tal como explicas. Lo que sucedía en la Europa de hace 150 años y especialmente en las fábricas de telares de Gran Bretaña.
Los golfos de los sindicatos terminaron de cumplir su función en cuanto todo eso desapareció.
Hay una forma imposible de eliminar esas industrias traga-personas : No comprando productos elaborados en ellas.
Hay una diferencia fundamental cuando comparamos el proceso chino con lo que se vivió en Europa. Los chinos se las tienen que ver con el sistema comunista: un sistema engrasado, reforzado y listo, como ya lo demostró, para sacar los tanques cuando sea necesario y aplastar a quien haga falta.
ResponderEliminarLos chinos tienen que vérselas con lo peor del sistema capitalista y con lo peor del sistema comunista, imposible no sucedan suicidios (y eso que la mentalidad china del trabajo, es la que es, uy sino)
La culpa de todo esto es tanto del sistema comunista como del propio occidente, empeñado en cerrar los ojos a los constantes atropellos a la dignidad humana con tal de importar a precio de ganga.
El otro día vi un reportaje de material falsificado (de todo tipo), los casos de china y camboya eran alucinantes. Y ojo que ese material falsificado y por tanto peligroso (frenos que se rompen, baterias de movil que estallan, etc), se estan mandado a europa por ejemplo.
Nuestros gobernantes se han vendido absolutamente, es indecente se mantengan relaciones con China, una dictadura salvaje y atroz. Deberían salir todas las marcas que fabrican allí en ese régimen de esclavismo para hacerles el consiguiente boicot.
Estimado Javier:
ResponderEliminarComo comenta Carlvs, es la historia que se repite: Industrialización hasta su extremo, la lucha encarnizada por la máxima eficiencia, la producción en masa y la reducción de tiempos hasta sus últimas consecuencias.
Más tarde irán llegando los cambios que llevará a China a un estado occidental. Pero para ello tendrán que estallar revoluciones, y por historia la población asiática es mucho más reticente a la rebelión que la europea. Sin embargo, llegará.
De cualquier manera, resultará curioso ver la evolución de un sistema, que terminará siendo similar al nuestro y cuya evolución solo la hemos estudiado en libros.
Resulta también curioso el silencio de todas las multinacionales metidas en Foxconn. Se les llena la boca cuando hablar de la sostenibilidad de sus compañías, de su preocupación social y su estricto control del outsourcing, pero ya se ve en qué queda todo eso. Hace un par de años tuve que hacer presentar un proyecto en Londres sobre el outsourcing de Nike. No sabéis los palos que les cayeron por mi parte y la de mi grupo de trabajo...
Un saludo.
No falla: en cuanto se empieza a poner el bien común por encima del bien del individuo, el colectivo por encima de la persona, dictadura al canto.
ResponderEliminarEl dueño de esa fábrica podría llamarse muy bien Adolfo Hitler o José Stalin. Lo único que ofrece a sus esclavos es no morir de inanición.
Desde luego, debiéramos dejar de comprar los productos de esas marcas.
¡Viva la dictadura China del proletariado!
ResponderEliminarHay que mirarlo con un poco de perspectiva, han llegado tarde y están quemando etapas muy rápidamente, etapas que nosotros llevamos quemando siglos, desde la explotación de los obreros en la revolución industrial hasta los liberados sindicales.
ResponderEliminarY no dejo de pensar si hiciesen lo mismo por estos lares los que no hacen bien su trabajo... lo del accidente del avión polaco con la cúpula política y económica del país iba a ser un tontá con la que se liaba aquí.
Por cierto Tella, cruel tu comentario final, si van la gallina se lanzan de 10 en 10.
El escalofriante ejemplo de lo que sucede en esa fabrica, y en otras, por el estilo (la utilización de mano de obra infantil en el sureste asiatico en industrias que fabrican para las grandes multinacionales), no es mas que la cara de la misma moneda, la explotación del hombre por el hombre, y en esa explotación, no hay ideologias, solo negocio, la única diferencia, es la ubicación; si en el siglo XIX, con la revolución industrial en Europa y EEUU, ocurrian esas cosas, ahora se ha trasladado todo a Asia y Africa, donde las condiciones de pobreza en que viven, les obligan a trabajar de sol a sol, por unos salarios infimos (joder¡¡, con el abaratamiento de costes), los modelos productivos no cambian, se transforman, porque no hay recursos, no hay ideas para buscar nuevas formulas, para que haya un reparto mas equitativo de los alimentos en todo el mundo, y ademas, tampoco interesa, porque asi, unos pocos seguiran gobernando el mundo y repartiendose los beneficios; y el ser humano, seguira siendo tratado como un medio de producción, en vez de como persona. Triste, muy triste.
ResponderEliminarInocente de mí, creía en la abolición de la esclavitud en el siglo XIX. Este interesante post
ResponderEliminardemuestra que está vivita y coleando.
Espero que esa pobre gente termine golpeando con los bates a los auténticos jefes, en lugar de a maniquíes.
Todos coincidimos en que es una copia de la explotación industrial de principios de siglo XIX en Europa y Usa.
ResponderEliminarCreo que la solución sería, pero jamás se dará, evitando que Occidente encargara allí ni palillos mondadientes (para los guarros que aún los usan).
Como dice Sr. Ogro, se da lo peor del comunismo y del capitalismo todo en uno.
Como dice Don Manuel es la explotación del hombre por el hombre en la forma más brutal.
Como dice Alastaroth, es inmenso el estruendo del silencio de las multinacionales.
Tienes razón, ISRA, si va la Vicegallina se tiran de deiz en diez. No había caído en eso. Mejor que vaya sólo el Cándido y que sea a él a quien tiren las pelotas.
Conforme a la opinión de Bwana, teminarán bateando las cabezas de los jefes reales.
ISRA
ResponderEliminarLamento que nuestra GALIA haya estado malita. Menos mal que es de tierra complutense.
Que mañana a más tardar vuelva a su habitual modo de ser y estar.
De todas formas, también hemos de aplicarnos un poco de eso del "mea culpa"; conozco muy pocas personas que comprueben donde se hacen los productos, y menos aún que prefieran pagar más para evitar un "made in china".
ResponderEliminarPor llevarnos las manos a la cabeza está muy bien, pero ¿de que sirve si seguimos comprando los productos manufacturados a base de esclavismo?
Dicho esto, ¿realmente hay posibilidades de encontrar productos alternativos al "made in china"?.. es realmente difícil por no decir imposible :(
Gracias Tella, ya está a pleno rendimiento (me imagino que toda su energía a obtiene de la poca que nos queda a su madre y a mi)
ResponderEliminarHola Tellagorri.
ResponderEliminarCreo que en China se da una paradoja, se está mezclando la revolución industrial con el sistema comunista, pero sin las ventajas del capitalismo y con todas las desventajas del comunismo. No sé si me explico.
Me hace gracia que las empresas quieran contratar psicólogos para analizar las causas de tanto suicidio. ¿Pero no se ven claritas?
En cuanto a a idea de mandar allí a unos cuantos, yo te apoyo, sobre todo a esos que disculpan los desmanes de ciertas dictaduras por ser comunistas.
Un abrazo.
Esas industrias-urbe fagocitan y degluten al trabajador como parte del operativo, como combustible que optimiza los recursos en los parámetros marcados en la dirección.
ResponderEliminarEs la deshumanización más absoluta,rayana en la esclavitud.
SEÑOR OGRO
ResponderEliminarEfectivamente, también yo propugno que en cuanto veamos que un producto tiene etiqueta de MADE IN CHINA lo rechacemos en el acto, sea cual fuere.
Hay productos mucho mejores e idénticos de utilidad (ordenadores, moviles, etc.) MADE IN KOREA o MADE IN JAPAN.
DOÑA ELENA
ResponderEliminarLo mismo había pensado yo : para qué necesitán dos mil psicólogos si todos saben el porqué de los suicidios. Será para despistar a las multinacionales de Usa.
Al igual que hizo De Gaulle con los comunistas franceses ( los envió a Rusia a montar una fábrica de Michelin) habría que mandar a los Bardem y compañía a CHINA.
DOÑA NATALIA
ResponderEliminarEs la deshumanización sin rayana. Pura esclavitud, estilo fábricas de Stalin.
Los Bardem y compañía a China, sí señor, Tellagorri. Y no olvides, por favor, a Guillermo Toledo y a Botto. Anda que no podrían pergueñar allí documentos de "abajofirmantes", que las autoridades chinas aceptarían con respeto y educación, claro, casi con cariño, jeje.
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