Colecciono combates navales desde niño, cuando mi abuelo y mi padre me contaban Salamina, Actium, Lepanto o Trafalgar, veía en el cine películas como Duelo en el Atlántico, Bajo diez banderas, Hundid el Bismarck, La batalla del Río de la Plata o El zorro de los océanos –John Wayne haciendo de marino alemán, nada menos–, o leía sobre el último zafarrancho del corsario Emden con el crucero Sidneyfrente a las islas Cocos.
Dos episodios de la Guerra Civil española se contaron siempre entre mis favoritos: el hundimiento del Baleares y el combate del cabo Machichaco. Los conozco de memoria, como tantos otros. Cada maniobra y cada cañonazo. A veces, en torno a una mesa de Casa Lucio, cambio cromos con Javier Marías o Agustín Díaz Yanes, a quienes también les va la marcha aunque sean más de tierra firme: Balaclava, Rorke’s Drift, Stalingrado, Montecassino. Sitios así.
La del cabo Machichaco es mi historia naval española favorita del siglo XX. Sé que lo de historia española incomodará a alguno, pues se trata del más gallardo hecho de armas de la marina de guerra auxiliar vasca durante la Guerra Civil; pero luego matizo la cosa.
Un episodio, éste, heroico y estremecedor, que tuvo lugar el 5 de marzo de 1937 frente a Bermeo, cuando el crucero Canarias dio con un pequeño convoy republicano formado por el mercante Galdames y cuatro bous armados de escolta. La mar era mala; el Canarias, el buque más poderoso de la flota nacional; y los bous, unos simples bacaladeros grandes, armados de circunstancias.
Después de incendiar uno de ellos, el Gipúzkoa, que tras combatir pudo refugiarse en Bermeo, y alejar a otros dos, el crucero nacional dio caza al mercante, que paró sus máquinas. Luego decidió ocuparse del Nabarra.
Háganse idea. Un crucero de combate, blindado, de 13.000 toneladas, con cuatro torres dobles de 203 milímetros, capaces de enviar proyectiles de 113 kilos a 29 kilómetros de distancia, enfrentado a un bacaladero –el ex Vendaval, incautado por el gobierno vasco– de 1.200 toneladas, dotado con sólo un cañón de 101,6 a proa y otro igual a popa.
El comandante del Nabarra era un marino mercante asimilado a teniente de navío, que había pasado toda su vida profesional en los bacaladeros de la empresa pesquera PYSBE, y que al estallar la contienda civil decidió seguir la suerte que corrieran los barcos de ésta.
Y al verse encima al Canarias, que lo batía desde 7.000 metros de distancia con toda su artillería, decidió pelear. Puesto a ser hecho prisionero y fusilado, dijo tras reunir a sus oficiales en el puente, prefería hundirse con el barco. Todos estuvieron de acuerdo. Así que se pusieron a ello.
Fuerte marejada. Un cielo gris, viento y chubascos. Y hombres que se vestían por los pies. Arrimándose cuanto pudo, el humilde bacaladero consiguió meterle al crucero algún cañonazo en la amura de babor y otros que le tocaron palos y antenas.
Durante una hora, maniobrando entre el oleaje, el Nabarra sostuvo el fuego de un modo que los mismos enemigos –el comandante y el director de tiro del Canarias– calificarían luego en sus partes de eficaz y admirable.
Al fin, el cañoneo devastador del crucero liquidó el asunto cuando un impacto directo acertó en el puente del Nabarra, matando al timonel y al segundo oficial. Otro proyectil de 203 milímetros alcanzó la sala de máquinas y destrozó a cuantos estaban allí.
Ya sin gobierno, aunque disparando sin cesar, el bacaladero encajó nuevos cañonazos enemigos. Al fin, viendo imposible proseguir el combate, su comandante dio orden a los supervivientes de que intentaran salvarse, quedándose él a bordo con el primer oficial hasta que el barco estalló y se fue a pique.
Sólo veinte de los cuarenta y nueve tripulantes consiguieron llegar a los botes salvavidas. El resto, comandante incluido, desapareció en el mar.
Y ahora quiero apuntar un detalle que las fanfarrias oficiales y algún historiador de pesebre local suelen dejar de lado cuando se menciona la acción del cabo Machichaco: el comandante que de ese modo cumplió su deber y su palabra, hundiéndose con el barco después de tan atrevido combate, respetado y obedecido por sus hombres hasta el último instante de sus vidas, no era vasco.
Había nacido en La Unión, Cartagena. Paisano mío. Estaba casado con una guipuzcoana llamada Natividad Arzac, hija del médico de Pasajes –una sobrina suya, Pilar Echenique Arzac, vive todavía en San Sebastián–, y peleó, como mandaban las ordenanzas, con la ikurriña izada en la proa y la bandera tricolor de la República Española ondeando en la popa, hasta que a las dos las desgarró, juntas y al mismo tiempo, la metralla del Canarias. Enrique Moreno Plaza, se llamaba el tío. Teniente de navío de la Euzkadiko Gudontzidia. Con un par de huevos exactamente donde hay que tenerlos. Acababa de cumplir treinta años.
ARTURO PÉREZ-REVERTE
gudari,cartagena
Aunque la Unión no pertenezca al municipio de Cartagena, ya que es municipio, pertenece a la Comarca de Campo de Cartagena. Una historia interesante de otro cartagenero. Si no somos pocos los que hemos nacido allí.
ResponderEliminarGRACIAS, José Enrique por la visista y por el comentario. Ya ves que que los cartageneros sois gente de muchos redaños.
ResponderEliminarLa verdad es que como en otros casos, desconocía esta interesante historia, siempre salgo aprendiendo algo nuevo de tu blog.
ResponderEliminarSaludos
Buenas noches, Javi.
ResponderEliminarVeo con agrado que tú también eres fan de Pérz-Reverte. Yo tengo y me he leído todos sus libros más de una vez, así como su intervención semanal en ABC. Siempre se aprende de un escritor tan directo.
Otra cosa: Te comunico que esta misma noche subiré a Radio TV Antizp, "nuestro" vídeo.
Tu nombre figura en los títulos de crédito al inicio, pero sería conveniente que si haces un comentario incluyas en el mismo el link de tú página donde figura el texto original.
Un abrazo.
Gracias por el comentario CZP, y que sepas que el que aprende es el abajo firmante cuando entra en tu Blog
ResponderEliminarDE VALERO :
Gracias por la información, estoy deseando ver el video que has preparado porque eres el MAESTRO, en mayúsculas, en la escenificación de cualquier tema.
Sí me gusta mucho Arturito y también he leído todos o casi todos sus libros desde que se dedicó a escritor. Estos día he leído un par de libros que son buenísimos.
Por si te interesa : IMPRENTA BABEL de Andreu Carranza, y LA SAGA DE LOS MALDITOS de Chufo Llorens.
Cordiales y tal
La verdad es que D.Arturo para mí es como Sagitario, siempre marca el sur, importantísimo en el Mediterraneo.
ResponderEliminarMe identifico, le admiro y le añoro cada vez que afloja. Entiendo a de Valero porque para cualquiera que ame a España cada vez que escribe nos hace sentir un poco menos hombres. Por cierto cada día es más criticado buen síntoma. Hay que revindicarse.
P.D: hay que decir a la Chacón que lo primero que se hace al subir (embarcar) a una nave del ejercito español es saludar a la bandera y no enseñar pierna. VIVA ESPAÑA.
De los nacidos en la otrora Kart Hadashat, no sé si todos tenemos redaños, porque habrá de todo como en botica, pero gracias por el cumplido.
ResponderEliminarA mi también me gusta como escritor Pérez Reverte, tiene unas novelas muy buenas, salvo la del Pintor de Batallas, que se me hizo dificil digerirla.
Se me olvidaba, la visita te la debía hace mucho tiempo. Y soy yo el que te tengo que estar agradecido por tus continuas visitas a mi blog.
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