El mundo se enfrenta a una situación de crisis financiera de gran calado y de dimensiones aún inciertas. Ha llegado la hora de la verdad .
Esta crisis tiene su origen en un mal gobierno y en unas deficientes prácticas empresariales desarrolladas en los grandes bancos de inversión, sobre todo norteamericanos. Se han producido abusos y especulaciones impropias de banqueros profesionales y prudentes, que una vez más han sido pasto de la codicia y la ambición. Dos pésimas consejeras para el oficio de banquero.
Una crisis de esta envergadura requiere de procedimientos y medidas de gran calado, de mucha ambición y de gran compromiso. Los primeros que han de ser conscientes son los propios agentes financieros, con cuya rápida y comprometida actuación debe evitarse el efecto contagio que supone la caída de grandes bancos como Bearn Stearns o Lehman Brothers.
En la cuna del liberalismo económico y del libre mercado, no se puede ni se debe confiar sólo en la actuación de los gobiernos.
Antes Greenspan, en el crack de la nueva economía, y ahora Trichet en esta crisis, nos sitúan en un escenario de recesión económica para contener los efectos inflacionarios. ¿Pero qué decir de la situación en EEUU, donde las autoridades financieras sí han efectuado bajadas significativas -aunque en mi opinión insuficientes- de los tipos de interés?
Lo que interesa ahora es saber lo que puede pasar. Este futuro aparece incierto por el momento, pero mi opinión es que saldremos adelante si se producen los siguientes acontecimientos.
Primeramente, una concentración por fusión de grandes entidades financieras mundiales, respaldadas por la liquidez arbitrada por los organismos reguladores y supervisores, cuyo resultante sean entidades más sólidas y más competitivas.
En segundo término, una bajada inmediata, y mucho más acentuada, sobre todo en el caso europeo, de los tipos de interés, permitiéndose de este modo una recuperación de la actividad económica.
En tercer lugar, una caída sustancial, que ya se está produciendo, de los precios energéticos y de las materias primas.
Por último, es fundamental que las autoridades monetarias entiendan que estamos ante una crisis de oferta de dinero por parte de los bancos y no de demanda de dinero por parte de las empresas. Esto es especialmente importante en el momento de implantar las medidas anti-crisis, ya que no es lo mismo dotar de liquidez al sistema bancario para financiar a la industria que estimular la demanda de las empresas.
En el caso español, me ha llamado poderosamente la atención el hecho de que nuestras autoridades económicas, a excepción del Ministerio de Industria, hayan considerado que estamos ante una crisis de demanda de crédito, es decir, que las empresas no quieren pedir dinero para seguir invirtiendo, en lugar de asumir que estamos ante una crisis de liquidez de las entidades financieras, que no prestan dinero a la industria porque lo tienen comprometido en sus propias necesidades, derivadas de su refinanciación en los mercados internacionales y de la cobertura de los fallidos inmobiliarios.
Regenerar el tejido industrial que desaparece es tarea de años y la mayoría de las veces desaparece para siempre.
Bien está que paguen con su sacrificio los más atrevidos y los menos ortodoxos, porque en un mundo de economía libre no sería estimulante que se les recompensara con la salvación del dinero público, que sí debe emplearse en estos momentos dramáticos en proveer de liquidez a los agentes económicos privados, que deben asumir la responsabilidad de reflotar las entidades en crisis.
En estos momentos se está produciendo un contagio impropio de las finanzas a las cotizaciones de las empresas industriales, que están sufriendo varapalos indiscriminados e irracionales, lo que hace presagiar la aparición de movimientos corporativos en el momento en el que se restablezca el funcionamiento fluido de la liquidez bancaria.
Hoy hay agua en la piscina, pero no se depura ni fluye porque las tuberías están obstruidas. Es decir, hay dinero en el sistema pero hay miedo de ponerlo en circulación. A partir de ahora será más difícil construir operaciones corporativas de alta ingeniería financiera, ya que la cobertura de riesgos y su recolocación en los mercados planteará dificultades en el corto plazo, hasta que se aclare más la situación.
Ello no obstante, podríamos aventurar que estamos ante una crisis que se resolverá mediante grandes concentraciones bancarias y operaciones corporativas industriales de fusiones y adquisiciones que darán paso a una recuperación de la confianza en los mercados financieros por parte de los inversores.
Todo esto será posible sólo si ante la hora de la verdad cada parte asume su responsabilidad y actúa de forma rápida y comprometida con ella. Los dirigentes empresariales acelerando las fusiones y operaciones corporativas necesarias, las autoridades económicas tomando las medidas de aprovisionamiento de liquidez y de recorte de los tipos de interés con profundidad y determinación, y los creadores de opinión y medios de comunicación transmitiendo serenidad y confianza en el funcionamiento del sistema financiero internacional y en los empresarios.
Por ALDO OLCESE
Aldo Olcese es presidente de la Sección de Ciencias Empresariales y Financieras de la Real Academia de Economía.
COMENTARIO DE TELLAGORRI : Intuyo, con fundamento, que los bancos y cajas de ahorro se hallan sin liquidez y con mucho moroso por culpa de unas alegrías golfas de todos ellos, y por causa de tanto especulador ladrillero dentro de gobiernos municipales.
Las "autoridades" de Cataluña, País Vasco y Andalucia se han enriquecido en exceso, y han enriquecido a sus amiguetes con tanto chanchullo y abuso de poder sobre las entidades financieras.
Creo que, de entrada, se debería cesar fulminantemente a la mayoría de los directivos actuales de Bancos y Cajas de Ahorro de ESPAÑA.
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