11 agosto 2008

OSETIA DEL SUR : cobardía occidental



En la última Cumbre de la OTAN en abril de este año en Bucarest, los líderes de la Alianza Atlántica demostraron una vez más su miedo a irritar al Kremlin, mejor dicho a Putin, y pospusieron "sine die" la integración de Georgia y Ucrania.


Aquí tienen el resultado en sí perfectamente evitable de esta intimidación occidental bajo las amenazas rusas.


Porque bajo el paraguas atlántico ni los rusos-osetios del sur hubieran mantenido su provocación armada, ni Tiflis se habría visto obligada ante su población a intervenir militarmente en Osetia del Sur ni el Kremlin estaría hoy bombardeando ciudades georgianas.


En Osetia del Sur hay setenta mil ciudadanos que se consideran rusos. Contraviniendo todas las reglas del derecho internacional, han recibido de Moscú pasaportes rusos en los últimos años bajo Putin. Esos setenta mil rusos recalificados por el Kremlin y que caben en el Estadio Bernabeu son una fracción ridícula de los rusos que habitan por ejemplo en Letonia, también ex soviética como Georgia pero plenamente independiente, miembro de la Unión Europea y de la OTAN y con fronteras no cuestionadas.


En Letonia también intentó utilizar el Kremlin en su día a los rusos para secuestrar la independencia e impedir la integración del país en la UE y la OTAN. Con la diferencia de que en Letonia los rusos suponían el 30% de la población y en Georgia apenas son un 7%.


Pero la OTAN no tuvo el coraje de dar el paso decisivo en Bucarest respecto a Georgia y Ucrania y pocas semanas después comenzó la escalada de provocaciones de Osetia del Sur, del Kremlin, contra Georgia.


En el Cáucaso, ahora de forma ya muy sangrienta, se presenta la asignatura de Occidente de parar los pies a un Kremlin con objetivos y métodos muy similares a los de siempre.Ahora ya la situación es otra.


Cuando ya se habían producido más de mil muertos en Osetia del Sur a los que seguirían otros muchos cientos en las siguientes horas -ya no solo en esta región al extender la aviación rusa sus ataques a otros puntos de Georgia- Putin no ha tenido siquiera la deferencia de esperar a que se pronunciara en el Kremlin el jefe nominal del Estado, Medvedev, presidente ruso precisamente por una deferencia suya.


Militarmente está claro que la potencia rusa puede exterminar a los georgianos, no solo en Osetia del Sur sino en toda la república, cuya independencia mantiene secuestrada desde su proclamación. Lo muy cuestionable es que Rusia, derrotada varias veces por guerrillas y bandoleros desasistidos en Chechenia vaya a ganarle una guerra al estado de Georgia a no ser que crea posible aplicar en territorio de un miembro de la ONU su política militar de tierra quemada.


Para eso tiene que elevar los muertos a los seis dígitos. Difícilmente lo aguantarían las relaciones internacionales de las que depende Rusia mucho más que otros, por mucho matonismo que despliegue con su poderío energético. Y desde luego, aunque nos acostumbremos a Juegos Olímpicos en lugares lúgubres, unas olimpiadas de invierno, como las previstas en Sochi en 2014, difícilmente serán un éxito entre fosas comunes en Osetia y Abjasia.

El intento del secuestro total del Cáucaso tiene mucho que ver con esa apuesta de convertirse en el cancerbero único de la riqueza energética del Cáucaso y Asia central.

Occidente tiene el deber y la necesidad de impedírselo. Y de no dejarse embaucar con majaderías sobre paralelismos con Kosovo.

El pretexto de la defensa de los setenta mil del Bernabeu puede costar, tal como van las cosas en estas horas, mucho más de setenta mil muertos. Pero no pueden erigirse en pretexto para una rendición de Occidente que no sería la primera pero sería de las más graves para nuestra seguridad y libertad.

Por Hermann Tertsch

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