Cuánto bestia "twiteator"

Ni tiene horas el año ni habría celdas suficientes para localizar y encarcelar a todos los que alguna vez, cobijados bajo un avatar, dan en escribir barbaridades intolerables y delictivas contra sus semejantes. Aunque las instancias fiscales y judiciales competentes, reacias a proceder contra estas conductas que se registran masivamente y a diario, siempre acaba llegando la gota que colma el vaso, y en particular la que hace rebosar el de aquellos que dan las órdenes de no hacer nada.

Primero alguien celebra la ejecución de alguna víctima del terrorismo, luego alguien festeja la muerte en accidente de helicóptero de cuatro personas por el solo hecho de que vistieran un uniforme. Se procede contra ellos, por la indignidad manifiesta de sus actos y la afrenta que suponen para personas que sufren. Sin embargo, el verdadero replanteamiento llega cuando se produce el asesinato de una gobernante en ejercicio y la red se llena de exabruptos de quienes la odiaban, a título personal o como miembro de su partido.

Es entonces cuando se tocan los tambores y se sale al paso de una situación que lleva años produciéndose. Con ese argumento y sobre esa muerte se abre la veda del 'tuiteator'. Y como siempre, hay varios necios a los que les toca la china.

He visto muchas cosas. El mundo del delito cibernético está poblado por seres capaces de la máxima sordidez, de la máxima sofisticación técnica y también de la más extrema simpleza y la más clamorosa ignorancia de las huellas que dejan nuestras fechorías en la red.

Rastrear a esta gente es ampliar la muestra de sordidez y estupidez hasta el infinito,  en un país donde la educación, la capacidad de diálogo y el sentido común se hallan bajo mínimos.

Internet es como una autopista: más valdría aclarar a quienes circulan por ella que si vas por ahí acogotando a los demás vendrá una patrulla de tráfico, seas quien seas y sea cual sea tu coartada ideológica para avasallar a quien no tiene por qué sufrir tu atropello.

Pero no. Esperamos a que pasen cosas y cuando son demasiado gordas o perjudican a según quién, soltamos a los perros. Se trata de decidir quién es el más bestia entre los bestias.

Escritor L. Silva

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