03 febrero 2014

En aquellos tiempos, idénticos tipejos

DATO
En "La I Guerra Mundial contada para escépticos", el escritor Juan Eslava Galán nos explica cómo se comportaban los dirigentes nacionales mientras España se declaraba "neutral".

El Gobierno de Eduardo Dato ha declarado a España neutral. Somos neutrales porque no podemos ser otra cosa, añaden Cambó y Azaña. ¿Qué otra cosa puede hacer un país arruinado que además tiene su propia guerra en Marruecos? Otra cosa es, y muy distinta, que los españoles nos declaremos neutrales.

En general, los liberales y las izquierdas se declaran partidarios de Francia, mientras que los conservadores y las derechas (Ejército, Iglesia, aristocracia) se inclinan por Alemania, en especial los militares, que admiran el espíritu prusiano.  "Alemania es el país de la ciencia; Francia es el país del can-can y del ateísmo", dicen en las sacristías.

A don Cristino Morrondo, canónigo de la catedral de Jaén, le resulta particularmente dolorosa la noticia de que los alemanes han desnudado, para registrarles los hábitos, a unas monjitas de Lieja sospechosas de espionaje. "Ya se ve que son luteranos enemigos de la fe", comenta en la tertulia de la barbería El Siglo, "¡Ni a las personas sagradas respetan!". Tiene don Cristino el corazón dividido, como buena parte de la Iglesia. Se congratula de que la libertina Francia reciba el castigo de la Providencia, pero le incomoda que los luteranos alemanes pinten más que los católicos austriacos en el otro bando. Aunque ha oído decir que el káiser es un católico encubierto que, por razones de estado, tiene que profesar de luterano. Al menos menciona al Todopoderoso en sus discursos...

La corte, la Iglesia y los partidos carlista y maurista son mayoritariamente germanófilos; los políticos con responsabilidad en el Gobierno se mantienen diplomáticamente neutrales aunque no es ningún secreto que Romanones, Dato, Cambó y Maura simpatizan más por la causa aliada.

Entre los intelectuales, las filias y las fobias están más claras: Unamuno concibe la guerra como una reacción de la vieja cultura europea y cristiana contra el bárbaro materialismo alemán. Machado, Pérez Galdós, Azorín y Pérez de Ayala son también aliadófilos. Baroja, siempre a la contra, es germanófilo, así como Jacinto Benavente. Ortega y Gasset, de formación filosófica alemana, no se declara abiertamente aliadófilo, sino neutral militante contra la guerra.

Alfonso XIII y Dato
Aliadófilos y germanófilos acechan los gestos de Alfonso XIII, pero el rey, aunque reconocido bocazas, se ampara en una prudente indefinición. Hijo enmadrado de una austriaca, pero casado con una inglesa, procura mantenerse neutral, aunque quizá sus veleidades militaristas y su pasión por los uniformes lo inclinen por Alemania.

Hay en Madrid dos hoteles modernos, el Palace y el Ritz. Gozan de una clientela cosmopolita en la que no faltan aristócratas huidos de la molestísima guerra ni prostitutas de alto standing o demi-mondaines a la caza de protectores solventes. Algunas chicas se sacan un sobresueldo como informadoras. Una de las espías al servicio de Alemania es la famosa bailarina Mata Hari.

MATA-HARI
Había abandonado el París amenazado por la guerra para instalarse en Madrid, donde la pudiente clientela del cabaret Trocadero reclamaba su arte. Después de una actuación, un admirador alemán, Wilhelm Canaris, la invitó a su mesa. Figuraba como agregado naval en la embajada alemana, pero en realidad era espía. Canaris y Mata Hari se convierten en amantes, pero el alemán y su jefe, el coronel Von Kalle, pronto comprenden que ella sería mucho más útil en París. Consigue un contrato en el Moulin Rouge, donde no tarda en intimar con oficiales franceses de alta graduación. Cada cierto tiempo viaja a Colonia para informar y recibir instrucciones.

En uno de los viajes de regreso, el aduanero que registra su equipaje le susurra al oído: "No desembarque en Francia. Aguardan su regreso para detenerla. Este barco sigue viaje a España". Alarmada, cambia de planes y desembarca en Gijón. De regreso en Madrid, se hospeda, como de costumbre, en el Palace. Allí, en el salon de thé, recibió el telegrama que selló su destino. El mensaje le ordena regresar a París. Canaris ha informado de su paradero a la oficina de Amsterdam en una comunicación que interceptan los franceses. Toma el tren en la Estación del Norte. Al pasar la frontera, la detienen. En París la juzgan y la condenan a la última pena. La fusilan una fría madrugada de octubre.

Por Madrid circula el rumor de que la ha delatado Raquel Meller, el alma que canta, encelada porque la javanesa mantenía una relación con su esposo, el escritor Enrique Gómez Carrillo.

Por si fuera poca la mortandad de la guerra, de pronto empieza a morir gente de una misteriosa enfermedad que no distingue a alemanes de aliados y que se ceba en las personas debilitadas por el hambre. Es como si la peste negra hubiese retornado siete siglos después. Los gobiernos la ocultan por no alarmar a la población, que bastante tiene con soportar las miserias de la guerra. El virus presenta los síntomas de una gripe, pero es algo más (de hecho aún no se sabe bien en qué consistió). Al parecer se ha originado en Asia Central, como la peste negra, y se ha detectado primero en Kansas, en el campamento de instrucción del Ejército de Fort Riley.

¿Por qué, entonces se llama "gripe española"? Porque en España, en su condición de país neutral, no se silenció la existencia de la epidemia como en los países beligerantes. En los telefilmes ingleses cuando tiene que desaparecer un personaje por exigencias del guión o del contrato siempre perece de "gripe española". Los ingleses, como son tan hijos de la Gran Bretaña, recalcan cabronamente lo de "española".

CAMBO
En diciembre de 1918 el político catalán Francesc Cambó, que había vislumbrado la posibilidad de obtener la independencia de Cataluña al amparo de los 14 puntos del presidente estadounidense Wilson (por eso meses antes había dimitido como ministro de Fomento de España, dispuesto a ser "el Bolívar de Cataluña"), viaja a París y se persona en Versalles para entrevistarse con el americano, pero se encuentra con que el presidente del Gobierno español, Romanones, se le ha adelantado y ya ha obtenido seguridades de Wilson de que eso de la independencia de los pueblos solo afecta a los del bando perdedor en la guerra.

España no ha participado en la guerra y, por lo tanto, no cuenta. Cambó regresa a Barcelona con las manos vacías. Dos años más tarde volverá a ser ministro del Gobierno español, esta vez en la cartera de Hacienda: si no soy presidente de Cataluña, seré al menos ministro de España.

Eso es saber adaptarse a las condiciones del ambiente.


 

22 comentarios:

  1. Nada nuevo bajo el sol... Cambián los tiempos, el escenario... pero los actores siempre son los mismos... Y el sufrido público sin enterarse de que va el guión, pagando entrada...

    Un saludazo.

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    1. DON PEDRO
      Dices bien. Estamos de muy parecida forma a hace 100 años en lo respectivo a los personajes destacados del país, mientras la plebe seguimos pagando entrada y sin saber nada de qué va el circo.

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  2. Se dan hasta circunstancias casi idénticas tras haber transucrrido 100 años : desde un rey superficial golfante, pasando por una tonadillera como Raquel Meller a la que hubieran querido culpar de todo como ahora a otra de Marbella, hasta un payaso oportunista y pesetero que se va a Paris a buscar la independencia de Cataluña pero mientras y después vive del Estado español, e incluso el terrorismo indiscriminado de la Eta que entonces era del anarquismo activo y que se cargó a Dato.

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    1. DON JORGE
      Sí, en lo que respecta a los personajes públicos seguimos teniendo la misma calaña de impresentables en todos los sectores.
      Increíble que en 100 años nada haya cambiado.

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  3. Bueno, al menos los franceses se han llevado el sambenito del mal francés para la sífilis, aunque en Portugal e Italia era conocida como el mal español, y en Tahití es conocido como el mal británico.

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    1. DON ULTIMO DE FILIPINAS
      Cierto, los gabachos han salido más perjudicados con llevar su apellido la sifilis pero en parte por su fantasmada de estar siempre hablando de lo mismo: La amour.

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  4. Seré positivo, de lo malo no entramos en aquella horrible guerra. Si llegamos a entrar, me da que muchos no hubieramos nacido.

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    1. SEÑOR OGRO
      No sé si fue positivo que España no entrara en la Primera Gran Guerra. Para los intervinientes supuso una transformación social TOTAL. Los grandes inperios como Gran Bretaña, Alemania, Austria, Rusia y Turquia eliminaron al 90% sus sistemas de oligarquias aristocráticas que oprimian a los trabajadores. Se dejó de reverenciar a los duques, marqueses, etc. que eran asímismo dueños de casi todas las tierras y fábricas de esos países citados.

      En Rusia la guerra supuso la Revolución aunque lo que vino después con Lenin fue casi peor que el zarismo y sus aristócratas con derechos de vida y muerte sobre sus colonos. En Gran Bretaña nació un laborismo que eliminó los poderes de la Casta aristocrática y se dictaron normas laborales más humanitarias. Lo mismo sucedió en Austria y su imperio y en Alemania. Los turcos echaron al Sultán y trataron de democratizarse y de crear un Estado laico ajeno a los mulás.

      Creo que la Gran Guerra supuso el primer paso hacia unos Estados europeos más cercanos al modo de ser de los gringos.

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  5. Hola, Javier:

    Bonita y detallada lección. Y viendo lo que ahora pasa parece que nuestros males tienen viejas raíces, que las cosas han cambiado "para que nada cambie".

    Un cordial saludo

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    1. DON XESÚS
      Así como todos los paises beligerantes en esa Gran Guerra salieron de ella TRANSFORMADOS, ya que desapareció en todos ellos ( todos imperios salvo Francia) la casta dominante exclusivista y explotadora (imagínate que para ser oficial de cualquier Ejército era obligatorio pertenecer a la Nobleza), transformándose en sociedades muchísimo más igualitarias, es decir en donde predominaba la CLASE MEDIA, aquí ahora seguimos estando como hace 100 años.

      La diferencia es que se ha sustituído a los duques de Alba, Medinaceli, Medinasidonia, etc. etc. por los cargos de diputados y jerifaltes autonómicos. Pero la plebe seguimos muy de parecida forma a merced de los caprichos de los señoritos POLÍTICOS.

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  6. De todo aquél panorama convulso sólo diré una cosa, los vencedores no supieron ganar y con el diktat de Versalles pusieron alfombra roja a la 2ª Guerra Mundial.

    Y en cuanto a nuestra querida Apaña si algo ha cambiado la cosa ha sido únicamente en la alarmante falta de preparación de los políticos actuales si los comparamos con los de antes.

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    1. DON ISRA
      En mi opinión con aquella guerra ganaron todos : porque todos eran IMPERIOS DIRIGIDOS por una casta de aristócratas engreídos, y tanto los vencedores como los vencidos a partir de entonces tuvieron que dar paso a lo que ahora es LA CLASE MEDIA.

      Por lo demás, los catalufos de entonces y de ahora son idénticos.

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  7. Curiosa entrada sobre la Gran Guerra, don Javier, aunque he de reconocer que de esta apenas sé cuatro cosas... por lo que, aprovechando el centenario, prometo ponerme las pilas y leerme algún que otro libro. Seguro que fue (a pesar de la barbarie que conlleva toda guerra) otro de los episodios cumbre en la Historia de la Humanidad, repleto de anécdotas y, como viene diciéndose en los comentarios, similitudes con los tiempos actuales.

    Un saludo.

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    1. DON HEREP
      Fue una etapa decisiva, esa guerra, para el paso de los absolutismos más bárbaros a los sistemas liberales de democracias y urnas.

      Si quieres tener una ide amena de aquello te aconsejo compres el mejor libro sobre el tema y que estando en forma de NOVELA resulta intrigante, fluída y enriquecedora : "LA CAIDA DE LOS GIGANTES" de Ken Follett. Extraordinario libro.

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  8. Me llama la atención como los nacionalistos catalanes siempre están con la misma histopria, es decir, vamos a a ver si puedo sacar algo de esto.
    Son como el cuñado que te da el sablazo siempre.
    Como este no consiguió que los gringos le apoyaran pues de ministro de hacienda.
    Es decir que parece que D. Luis de Gongoray D. Francisco de Quevedo les conocían bien, uno por lo de "Ande yo caliente..." y el otro por lo de "Poderoso caballero.,,,"

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    1. DON CHAFACHORRAS
      Tú lo has definido cuasi perfectamente : "los catalufos son como el cuñado que te da el sablazo siempre". Y no fallan.
      Ya ves que al CAMBO ( hoy un personaje semi-divino en su tierra) le daba lo mismo ser presidente de Cataluña independiente que ministro de Hacienda de España. La cuestión era chupar de lo público a lo grande.
      Y exactamente en las mismas están el Mas y sus compinches ahora mismo.
      Todos estos convierten en realidad los dichos de Góngora y Quevedo.

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    1. DOÑA MARIBELUCA
      Gracias por leer el escrito de Eslava Galán.

      Un cariñoso saludo

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  10. Siempre me pareció terrible la guerra de trincheras que caracteriza a la Gran Guerra,;aquellos lodazales tenían que ser un lugar horroroso para morir.
    Los camaradas aprovecharon bien la movida para hacerse con el poder en las Rusias.

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    1. DON BWANA
      Sí, era terrorífico ver en pelis o leer en libros el cómo era la guerra de trincheras en Verdún u otra parte en guerra, pero aquellos pobres soldados eran los campesinos de Francia, Gran Bretaña, Austria, Alemana y Rusia. Igualados en clase como tropa carne de cañón. Los aristócratas y ricos de esos mismos países no cayeron en ninguna de esas trincheras.

      Por eso enviaron los alemanes, en calidad de "arma secreta" y en tren blindado, a Lenin desde Suiza a Moscú. Para que se cargara al sistema zarista y ganar la guerra en el frente Este. Y sucedió tal como lo planearon.

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  11. Si, España fue neutral, pero algunas de las grandes fortunas de este país, en especial vizcaínas, se hicieron de oro con la desgracia ajena, vendiendo material y armas a los beligerantes (en especial a los aliados, por aquello de la anglofilia de Bilbao). Además un buen número de buques de navieras de esta misma ciudad fueron echados a pique por los submarinos alemanas, pereciendo marineros, a pesar de lo cual España nunca se atrevió a declarar la guerra a las potencias centrales, bien porque España no estaba en condiciones de entrar en la guerra bien porque la neutralidad producía pingües beneficios.

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  12. En España no pocas grandes fortunas tuvieron su origen en la desgracia ajena, que asoló a buena parte de la vieja Europa.

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