17 agosto 2011

Depredadores sociales

Decía Unamuno que, cuando en España se habla de honra, un hombre honrado debe ponerse a temblar. Más de uno debió de temblar el otro día, escuchando decir a un poderoso banquero que ahora los bancos serán más compasivos con sus clientes.

Es hecho probado que a ningún banquero, de aquí o de afuera, le da acidez de estómago la ruina ajena. Un banquero es un depredador social con esposa en el Hola, un Danglars que traiciona a cuanto Edmundo Dantés cruza su camino, un Scrooge al que se la traen floja los espectros de las navidades pasadas, presentes y venideras, un tío Gilito que hasta con su sobrino el pato Donald (los que leíamos tebeos lo calamos desde niños), ignora la piedad. Y ni falta que le hace.

De economía no tengo ni idea; pero lo que no soy es completamente gilipollas. Por eso me toca la flor, corneta, que los banqueros maltraten mi sentido común a semejantes alturas de la feria, en esta España donde no hay monumento al sinvergüenza desconocido porque aquí nos conocemos todos.

Un infeliz país donde la gente puede verse obligada a cerrar tienda o negocio por equivocarse en su gestión; pero donde ningún banco ni banquero, que llevan años equivocándose en la gestión irresponsable de un dinero que ni siquiera es suyo, pagan el precio de sus errores. Nunca.

Durante mucho tiempo, al socaire ladrillero que el Pepé del amigo Aznar nos legó por sucia herencia, esa panda de golfos, que igual engorda con unos que con otros, concedió préstamos a todo cristo, sin importar la capacidad de devolución de la clientela. A mi hija, por ejemplo, cuando cumplió dieciocho años, le mandaron seductoras cartas ofreciendo créditos para coches, videoconsolas y ordenadores, los hijos de la gran puta.

En vez de centrarse en su trabajo de captar dinero y prestarlo bien, los bancos inundaron España de créditos que rozaban lo fraudulento. Lo usual era hipotecar la casa, en un ambiente de euforia que llevó hasta conceder el precio total de la vivienda, tasada por encima de su valor real, a veces con una cantidad suplementaria, también a sugerencia del propio banco. Y esto fue Disneylandia.

Alentada, naturalmente, por la estúpida condición humana; por nuestra criminal simpleza, capaz de tragarse que alguien vendiera duros a cuatro pesetas, y que un empleado que ganaba mil quinientos euros al mes pudiera permitirse -"yo también tengo derecho" fue la frase de moda, como si tener derecho equivaliese a tener posibilidades para hipotecarse en una casa de medio millón, coche para el niño y vacaciones en el Caribe.

Al fin, como era de esperar -aunque nadie parecía esperarlo-, todo se fue al carajo, y los bancos quedaron saturados de garantías que no garantizaban nada. De casas que no valían lo que los tasadores de esos mismos bancos dijeron que iban a valer.

El resto lo conocemos: los bancos no quisieron asumir las pérdidas. En cuanto al Gobierno, en vez de decirles oye, cabrón, te has equivocado, así que ahora paga por ello, lo que hizo fue darles dinero. Pero, en vez de destinar esa viruta a proteger a sus clientes, lo que hicieron los bancos fue trincarla para mantener su beneficio.

Ni un duro menos, dijeron. Y lo que ocurrió, y ocurre, es que el Estado mira y consiente. Un Gobierno tan aficionado a gobernar por decreto como éste podría limitar las comisiones que cobran los bancos en tarjetas, transferencias, cuentas y cosas así. O los sueldos y beneficios de los banqueros.

Pero eso, dicen, conculca los principios del Estado liberal. Obviando, claro, que más liberales son Gran Bretaña y Estados Unidos, donde sí han limitado los ingresos de los banqueros. Allí, cuando el Estado da dinero, vigila qué se hace con él. Por eso se ha metido en los consejos de administración de los bancos y ahora vigila desde dentro. Si piden mi apoyo, exijo. Y cuidado conmigo.

Pero esto es España, y los políticos evitan meter mano. Lo hicieron con las cajas de ahorro cuando todo era ya tan disparatado que no quedaba más remedio. Es el lobby bancario quien decide y el Estado el que babea. Nada raro, si consideramos que los principales deudores de los bancos son los sindicatos y los partidos políticos; y que, tanto a esos dos payasos que salen en la tele con pancartas llenas de siglas como a los de corbata y coche oficial, los bancos los tienen agarrados por las pelotas, o -seamos paritarios- por el folifofó.

Y mientras el tendero, el del bar, yo mismo si no vendo libros, asumimos nuestras pérdidas y nos vamos a tomar por saco, nuestro banco se las endosa a otros, sin despeinarse. Y tan amigos. Ahora, para más recochineo, están saliendo a bolsa entre sus mismos depositarios.

A sacar más dinero de aquellos a quienes ya se lo sacaron. Haciendo la bola más grande todavía. Y lo que dure, pues oigan. Dura.

ARTURO PEREZ REVERTE



15 comentarios:

  1. Pues sí, tiene razón "el Reverte", aquí "to quisqui" ha notado la crisis, han menguado los ahorros, la capacidad de consumo, los sueldos; todos menos las entidades bancarias que no sólo cometieron grandes errores por los que no han pagado judicialmente, sino que tienen beneficios astronómicos.
    Se puede defender que un banco tenga beneficios, pero no que éstos sean consecuencia de una gestión abusiva.
    Están tensando la cuerda y hay voces que ya piden la nacionalización al estilo chavista.

    Por cierto, estoy contenta por haber vuelto.
    Saludos.

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  2. HOLAAAAAAAA, Doña Elena, bienvenida al mundo de los probes y currantes. Cuanta alegría saber que Vos estáis de nuevo en la antena.

    Tú, tranqui, no te metas en preocupaciones de banqueros y otros mangarranes porque aún estás en periodo de gracia vacacional. Disfruta de eso que has estado echando de menos : los 45º de Córdoba.

    Un abrazo, jodía cordobesa.

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  3. Oissss..., Tella, lo veían mis ojos y no me lo creía, salimos de Cádiz con 27º y según nos íbamos acercando a Sevilla el marcador del coche iba escalando de grado en grado hasta que llegamos a Córdoba a las 20´30h de la tarde de ayer y el termómetro marcaba 38º. Cuando salí del coche me dio una bofetada el aire caliente que aún no me he repuesto.
    Pero bueno, ya estoy aquí para dar guerra, aunque sea sudando la gota gorda.

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  4. Genial, durante años los banqueros se han llevado una pasta golfa con los beneficios, a sabiendas que se iba a ir todo al carajo.
    Cuando esto ocurre el Estado les presta el dinero que no tiene, y ellos culpables de este desaguisado no ponen ni un duro,lo más cachondo es que esto también lo pagan los pobres hipotecados.
    ¿ A que mola?

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  5. MAMUMA
    Mola un montón. Saber que tenemos unos delincuentes dedicados a repartirse beneficios a cargo de dineros públicos que debieran de ir a disminuir parados.

    Mola que lo que regalan a Partidos y Sindicatos nos lo cobran a los que tienen nóminas y pensiones docimiliadas.

    Soy absolutamente partidario del libre mercado sin intervención mínima del Estado, pero me gustaría que los Bancos fueran entidades públicas y no privadas, controladas por gobiernos serios.

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  6. Quizás porque los bancos aquí no compiten entre ellos: acomodan su oligopolio al establishment reinante, en el que Perez reverte también un poco moja, la verdad.
    Saludos blogueros, tella

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  7. DON JOSÉ ANTONIO
    Sí, hacen lo que quieren porque, como dices, no compiten entre ellos.

    Pero hay algo sangrante : ¿Para qué están las autoridades monetarias nacionales (Banco de España, etc.) si no se ocupan de comprobar la solvencia real de todas entidades, siempre beneficidas?

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  8. El problema está en que son los políticos y los sindicatos los principales beneficiarios de los créditos bancarios. Quid pro quo, ahora les devuelven el favor, con nuestro dinero.

    Una cosa son las políticas liberales y otra la usura, hacia los ciudadanos, de unos bancos engordados con nuestro dinero que a su vez ha ido a bolsillos sin fondo. El Estado debiera ser el garante de que estas cosas no ocurrieran, que para eso tiene el poder legislativo y esto no tiene nada que ver con el intervencionismo, sino con la justicia.

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  9. Culpables todos en efecto, aunque paganos siempre los mismos porque los peces gordos se salvan el culo a la recíproca: yo te condono, tú no dejas que quiebre, paga la clase media.

    Pero personalmente jamás se me ocurriría meterme en ciertos fregados con según qué sueldo y mucho menos avalar a otro sin tener otra cosa que mi refugio para responder...
    Algunos van a aprender la lección con sangre, me temo.

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  10. Lo que más me jode de los bancos no es que se lo lleven crudo (que me jode que el BCE les regale el dinero a intereses bajísimos y a mí me lo suban 4 ó 5 puntos PORQUE SÍ)lo que más me jode es que en las sucursales, cuando entras, te miran con ese aire de superioridad... seréis gilipollas, estáis ahí para besar por donde piso y para tratarme a cuerpo de rey, si sacásemos todos la pasta de los bancos iban a comer bocatas de mierda.

    Y se piensan que te hacen un favor porque te atienden, y seamos sinceros, no son más que unos comerciales que tiene que llegar a las cifras que les marcan los que están en el yate tocándose los güebos.

    Payasos, gilipollas.... todos a la puta calle, y literal oiga, que con tanto bankia, banca cívica, jubilaciones, etc están cerrando la mitad de las sucursales y todos los gilipollas que se creen alguien porque tienen el titulito de económicas a comerse los mocos.

    Si la jartá millones que les ha regalado la hubiesen repartido ente el populacho entre cancelaciones de hipotecas y coches de dos en dos se había acabado con la crisis hace años.

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  11. DOÑA CANDELA
    Claro, sindicatos y Partidos políticos se llevan los créditos para no devolver y luego te sablean a tí ( y a mí, y al primo de Isra y a su mujer) al usar una c/c, una tarjeta o una transferencia de pago al electricista que te ha puesto dos fluorescentes en la cocina.

    El Estado además de garante de que no quiebren, debe de exigirles cuentas limpias y menos beneficios para los directivos. Pero eso es imposible porque el Estado, como dice Reverte, BABEA ante ellos.

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  12. DOÑA MARIBELUCA
    Ahí está la cuestión : todo mindundi que consigue un sueldecillo de repartidor de pizzas obtiene de inmediato un crédito para comprarse un BMV-530, con lo que queda endeudado casi de por vida con el Banco, y se lo cobra aunque tenga que embargarle la casa de sus padres jubilados.

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  13. DON ISRA
    Y, aparte, está el tema de la chulería de los administrativos bancarios de sucursales. Además de que no saben nada de casi nada, tratan al gentío como antaño las marquesonas a los criaditos.

    En mi profesión he bregado repetidas veces poniendo en su sitio a mierdecillas que decian ser los asesores jurídicos de la sucursal y se negaban a entregar a clientes el dinero que les pertenecía. Por ejemplo, en caso de herencias y cuando ya está finalizado el proceso y van con la Escritura Pública de adjudicaciones de lotes hereditarios a diversos bancos para cobrar sus partes, siempre está el tonto que se niega a pagar hasta que lo diga el "asesor jurídico", el cual suele ser más ignorante aún que los propios currelas de taquilla.

    Como bien dices, se han convertido esos "bancarios" de tres al cuarto en odiosos dictadores de "administración no estatal", y que ahora aún no se han enterado que la más de la mitad se van a la putaine rue. Con lo de las fusiones de Cajas, etc. etc.

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  14. Uy Tella, me solvió antes comentarte lo bonito que luce Guetaria, y es que ahora estamos en el salón (yo con el portátil y la loca con el netbook) y mira la loca al ordenador y dice, Javieeeeer ¿cuando vamos a ir otra vez a ver a tu amigo Javier?, jajajaja, que memoria tiene.

    La verdad, fue una agradable visita, algún día volveremos para ver el museo de Balenciaga.

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  15. DON ISRA
    Ves tú qué lista es mi niña complutense. No pierde detalle de nada. Díle que estoy esperando a que vuelva para subir aquellas escaleras mecánicas a cuyo final hay un montón de preciosos y elegantes vestidos. E incluso dan visita guiada con cena de lujo incluída.

    Y le enseñaré mi casa llena de juguetes por todos lados.
    Me acuerdo mucho de ella y de su inteligente mirada.

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