24 agosto 2009

Qué benéfica profesión

Su grandeza de espíritu les impide tomar partido e implicarse en groseros enfrentamientos mundanos. Por eso, nunca los veréis contaminarse con ideas que contengan convicciones algo enérgicas que no se limiten a una encendida defensa de la libertad de mercado.

Y si alguno de ellos, crípticamente, llega a insinuar la conveniencia de que, por ejemplo, no se trocee excesivamente la nación, no es tanto por un mezquino sentimiento patrioteril sino por el grave quebranto que se podría derivar de una ruptura para sus elevados intereses.

Saben bien que, al igual que ellos, el dinero no tiene patria ni bandera; y este proverbial criterio de sabiduría práctica les conduce siempre al triunfo gane quien gane unas elecciones, o una guerra. Pero que nadie interprete de esto que viven al margen de la cosa pública, porque como de sus largas y calculadoras manos depende la financiación de las campañas electorales y los préstamos para la supervivencia de los partidos y otras instituciones no menos importantes, lógicamente adoran el sistema partitocrático.

Y este amor desmedido les lleva a perdonar las deudas a sus deudores, sobre todo cuando los deudores son los partidos políticos con mando en plaza.

Tan evangélicos son que cuando asisten a la iglesia y les toca escuchar (¡mala suerte!) la lectura de uno de esos discursos de fuego como las palabras sobre los ricos, la aguja y el camello, ni siquiera pestañean en sus asientos. Todo eso no va con ellos.

Va contra la miserable humanidad que se aferra a sus cuatro dineritos y es capaz de maldecir al cielo cuando les ejecutan la hipoteca. Pero ellos no; ellos nunca se preocuparán por las riquezas de este mundo: tienen su corazón tan desprendido de los bienes terrenales que ni siquiera encontraríamos monedas en sus bolsillos.


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Y lo más llamativo es que toda esa cohorte de benéficas virtudes que constituyen la sólida personalidad de nuestros admirados banqueros, nace del ejercicio de un negocio bien sencillo: prestar a unos un dinero que otros previamente han depositado; y, caso de que los primeros no lo devuelvan con generosos intereses, el banco, la banca, siempre sabe cómo resarcirse porque, casualmente, las leyes miman a nuestros benéficos "generadores de riqueza y creadores de empleo".

Pero si alguna vez cometen un desliz o distracción en el desempeño de sus labores, suelen contar con la humanitaria comprensión de los poderes del Estado (¡hoy por ti, mañana por mí!) para quedar finalmente exonerados de sus responsabilidades, salvo que se trate de algún despistadillo advenedizo que equivoque su rumbo intentando acceder al santuario de los elegidos y entre todos lo señalen como presa.

No hay duda de que ser banquero (que no bancario) es una excelente profesión: filantrópica, honorable, evangélica, solidaria, de gran consideración políticosocial, y pese a todo (aunque esto sea lo de menos) extremadamente lucrativa.

Una profesión así, debiera ser una profesión a fomentar en cualquier nación de naciones o realidad nacional.

Pero se me escapan muchas de las claves para acceder a tan eximio estatus: ¿cómo conocer la llamada vocacional a tan suprema actividad?, ¿en qué colegios convendría matricularse de pequeñín?, ¿qué estudios universitarios se deberían cursar? (¿existe la carrera universitaria de banquero?), ¿de qué amistades habría que rodearse?…

Considero que existe "un déficit de información" al respecto y por eso la gente no se anima a dar el pasito. Aunque un dato algo inane me confunde: prácticamente todos los bancos están en manos de las mismas familias (apellido más, apellido menos) generación tras generación, desde hace muchos años.

¿Quizás la pertenencia a esta benéfica profesión, al igual que sucede con otras también muy nobles y elevadas, viene determinada por una selectiva información genética?

Tellagorri


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6 comentarios:

  1. M A G N Í F I C O.

    Que forma de repartir estopa, y cuando parecía que ya no se iban a levantar OTRA MANO DE HOSTIAS, gancho por allí, golpe a los riñones por allá, un directo a la mandíbula...

    Virgen santa, cuanta admiración y aprecio por los banqueros destilan tus palabras.

    Una noble y ancestral profesión que hace del servicio desinteresado y el altruismo su razón de ser, ayudando a los más necesitados...es lo que más me gusta de los bancos, que para que te presten dinero tiene que demostrar que no lo necesitas.

    De todos modos nunca me ha quedado muy claro quien es más ladrón, el que funda un banco o el que lo roba... ay el usurero, que gran profesión, bueno, hay otra casi tan noble, político.

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  2. ¿Qué se puede esperar de un gremio cuyo prócer más señero se apellida "botín"?
    Por supuesto, en la tercera acepción de la segunda entrada del DRAE "Beneficio que se obtiene de un robo, atraco o estafa. U. t. en sent. fig."

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  3. Qué gran profesión, ISRA. Tú lo has dicho. Pero, al parecer, sólo es accesible para los pocos que descienden de una pata especial de los viejos estamentos sociales.

    La pata esa quizá proceda de algún viejo y miserable prestamista que ni siquiera era judío, como suelen atribuir las malas lenguas.

    Me da la nariz que muchos de ellos vienen de mangantes profesionales que caían bien al Borbón de turno y les facilitaba la labor. Luego se adornaban de algún título nobiliario y completado el circulo para un montón de generaciones siguientes.

    Sin duda es mucho más ladrón el primero, en tu comparación.

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  4. Genial, la referencia, CARTAS MARRUECAS.

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  5. Creo que la Historia sólo nos habla de un ilustre personaje que engañó a un banquero. Pasó a la historia por su hazañas bélicas y lealtad a su Rey, pero después de ver, saber y conocer como son estos usureros, debería haber pasado a la posterioridad por haber sido capaz de engañar a un judío banquero. ¡BIEN NACIDO! Fue el glorioso Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador. Le engañó bien al banquero de turno, le dejó un buen arcón lleno de piedras, a cambio de dineros para sus mesnadas, haciéndole creer que contenía joyas y tesoros ganadas en cualquier batalla al moro.

    Pero aprendieron bien la lección y ninguno más, fue timado, Los Templarios ahí anduvieron al asunto pero… no sé si realmente fueron asesinados por querer cobrar los dineros prestados a los Reyes; pero cara les salió su osadía. Pero punto final, no hay en la Historia de la humanidad más casos. Dª Isabel consiguió dinero para Colón a cambio de empeñar hasta la corona que supongo sería de oro, pero lo devolvió con creces. No sé si lo cuentan los libros, pero seguro que pagó.

    ¿Cuántos casos conocemos al contrario? ¿Gente normal estafada, hundida por los banqueros? Millones, miles de millones, miles de miles de millones de personas honradas y decentes que murieron en el “glorioso” intento de poder devolver a los banqueros sus dineros más sus “altruistas” y "desinteresados" intereses.

    Aquí, solo la clase política sale beneficiada con los banqueros. Estos han asumido un nuevo “impuesto revolucionario” como es que los políticos no les devolverán jamás los préstamos para campañas etc. ¿A cambio de qué? Pues eso, a cambio del derecho de pernada que practican en perfecta convivencia los unos con los otros y en especial con TODOS los gobiernos, pero siempre con la amenaza, por si los muchachos del gobierno se desvían un poco, de que les tienen bien atenazados por ese sitio que tanto duele y que no me corto hoy en decirlo por su nombre. LES TIENE PILLADOS Y MUY BIEN PILLADOS POR LOS HUEVOS (perdón)

    ¡POR FAVOR! no olvidemos ni un segundo más a las Cajas de Ahorro y sus altruistas Obras Sociales. Merecen el cielo por su desinteresado amor al prójimo, en especial las que pertenecen a la Iglesia, como la CAI de Zaragoza, Círculo de Burgos o la de Córdoba, pero seguro que hay más.

    Saludos.

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  6. Estupenda ampliación del tema, FERNANDO. Y las citas que traes del Cid, la reyna Isabel (escribo reyna con Y porque así lo hacían en la época), y la connivencia gangsteril de banqueros y gobernantes.

    Respecto a las CAJAS, mi opinión es que ha habido dos épocas en ellas :
    a) Cuando los únicos beneficiados de ellas eran SUS EMPLEADOS.

    b) Ahora que sólo sirven para que los que gobiernan en las ciudades y en las Diputaciones las usen en un doble cometido : para colocar a sus allegados, y para dedicar los benficios a las gansadas particulares que se les ocurra.

    Las Cajas andaluces destacan de todas como las más sucias y gangsteriles. En Madrid y Barcelona tanto Caja Madrid como la Caixa sirven en exclusiva a los intereses políticos de quienes gobiernan las dos Comunidades.

    En general, creo que todas hacen lo mismo que la de Madrid y la Caixa.

    De la Caixa lo que más me encabrona es que cualquier papel que te presentan a la firma, por operaciones de compra o venta de valores o por lo que sea, los documentos están siempre redactados en CATALÁN, así vivas en Burgos como en San Sebastián.

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