21 agosto 2009

Los que viven a cuenta del "Cuento de los POBRES"

En unas conversaciones entre Juan Luis Cebrián, ex director de El País, y Felipe González, ex presidente de España, ambos coincidieron en definir la guerra civil como enfrentamiento entre pobres y ricos, ganada por los ricos, a quienes ellos muestran nulo aprecio.

Se trata de una simpleza inframarxista que insulta la inteligencia: fue el bando supuestamente enemigo de los pobres, el que creó condiciones para que el país superase su pobreza ancestral; y las ideas del Frente Popular, pretendido amigo de los obreros, habrían desembocado en una situación pareja a la de Cuba, generalizando la pobreza excepto para una nomenklatura dueña de todo.

La lección histórica al respecto no puede ser más tajante. Que dos personajes tan influyentes demuestren un nivel intelectual tan ínfimo hace temblar, realmente.

Aun choca más la posición de ambos si recordamos que pertenecen al grupo de “los ricos”, a los riquísimos, o se mueven en el entorno de las oligarquías más adineradas de España y hasta del planeta.

¿Cómo es que se insolidarizan con su “clase”, sin por ello renunciar –muy al contrario—a sus privilegios?

Los griegos tenían un concepto para la saludable vergüenza del rico ante el pobre, derivada del sentimiento de que ni la riqueza del uno ni la pobreza del otro son del todo merecidas. Cabría preguntarse por qué la gente no es uniformemente rica (o pobre), hecho algo misterioso, como tampoco es uniforme la distribución de la inteligencia, la fuerza, la salud, la sensibilidad, la suerte o cualquier otra cosa, ajenas en principio (aunque no siempre inaccesibles) al mérito personal.

Tal vez Cebrián y González expresan esa vergüenza o pudor, pero algo nos hace dudarlo: los dos han llegado a saber que “defender a los pobres” puede convertirse en un buen negocio. Ellos, precisamente, lo han demostrado. Los pobres probablemente no mejoren mucho, pero a ellos no hay más que verlos.

El PCE, desde luego, fue y es mucho más antidemocrático que el franquismo. Pero también fue el único partido que se opuso a Franco.

Arrostrando mil riesgos y sacrificios, eso también es cierto: el único que luchó desde el principio hasta el final, desde 1939 hasta 1976, al revés que los demás componentes del Frente Popular (leáse socialistas y nacionalistas).

Y cuando, en las dos amnistías de la Transición, salieron a la calle los presos políticos (entre trescientos y cuatrocientos para un país de 36 millones de habitantes), en su gran mayoría eran comunistas o miembros de grupos terroristas, o ambas cosas.

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Nadie con una mínima honestidad intelectual o conocimiento de causa puede considerarlos demócratas. Con toda evidencia, ninguna ideología del siglo XX ha sido más liberticida (y genocida, en competencia con la nacionalsocialista) que la de Marx y Lenin.

Y no cabe conceder un crédito excesivo al democratismo de los partidarios de Don Juan (monárquicos). Se trató de una oposición en todo caso muy tenue y minoritaria dentro de los propios monárquicos, los cuales en su mayoría permanecieron siempre en el ámbito del franquismo.

El puntal del antifranquismo juanista durante largos años, Sainz Rodríguez, fue un conspirador nato que había procurado sin tregua derribar la república mediante un golpe militar, mientras abogaba por la “democracia orgánica” bajo un trono autoritario.

Tras la guerra civil había vuelto a conspirar, ahora contra Franco, pero sin abandonar la pretensión de establecer una régimen autoritario, y convencido de que la victoria de los Aliados en la guerra mundial traería necesariamente la caída del régimen.

La política de aquellos juanistas rondaba por entonces la traición al país, si no caía de lleno en ella, y sus posibilidades se esfumaron cuando Franco, que había previsto la ruptura de la alianza entre las democracias y Stalin, se mantuvo en el poder contra todo pronóstico.

Don Juan dio algunos pasos apresurados y su alternativa se esfumó. Andando el tiempo, la restauración o reinstauración monárquica se produciría, por voluntad del dictador, en la persona de Juan Carlos.

Un rasgo importante de casi toda aquella oposición consistió en su simpatía por la ETA, actitud que había de tener muy largas y amplias proyecciones en la democracia, hasta hoy mismo.

Por lo común, la oposición retrataba al franquismo como una dictadura totalitaria asesina, horripilante y absolutamente injusta. La consecuencia natural sería luchar contra ella por todos los medios, y de ahí la admiración suscitada por los terroristas cuando empezaron a asesinar, en 1968 (aparte de un bebé destrozado por una bomba unos años antes).

Es esclarecedora la conversación que mantuvieron Franco y Luis Miguel Dominguín, en 1956, en relación con la detención que sufrió Juan Antonio Bardem a causa de sus vinculaciones con Dionisio Ridruejo, máximo responsable de las revueltas estudiantiles de Madrid.

El torero pensó que debía interceder ante el Caudillo (que así le llamaba) para conseguir la libertad de su amigo y, así, evitar el desastre económico que podría suponer la interrupción del rodaje de "Calle Mayor" en Palencia.

Recibido en El Pardo, y después de haber explicado la situación, no sin claros signos de embarazo, Franco le preguntó a Dominguín si sabía qué era políticamente su amigo el cineasta y como dijera que "socialista", le comentó; "pero si a esos nosotros no los detenemos nunca".

Para Juan Antonio Bardem, esta historia, qué él contó era suficientemente expresiva tanto del trato favorable que los socialistas recibían del Régimen como de las largas vacaciones a las que estos se habían entregado.

Tellagorri

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2 comentarios:

  1. Magnífico retrato del psoe, un partido usado como medio para enriquecerse que usaban los niñatos (antes) y usan los mediocres que serían expulsados por el mercado lanboral (ahora).

    Sólo hay que ver quienes defienden el socialismo más radical o el comunismo, gente que no tendrá problemas de dinero en su vida. Y su portura la resume perfectamente ese cantante que le dedicó una sentidísima y emocionante canción a paquito, Victor Manuel, quien en un chat con lectores de un periódico le preguntaron que si era tan "rojo" porqué no lo repartía todo y contestó "soy rojo pero no gilipollas". Vaya por delante que yo considero rojo y gilipollas sinónimos, y que esto caracteriza al personaje, tú lo has resumido muy bien, ser progre, rojo, sociata... vende y te da para vivir muy bien, aunque ya ves a que altura deja a su clientela que se dejan estafar por estos mediocres.

    Aquí, en Madrid, es curioso cómo los sociatas se desviven por las clases trabajadoras, las conocen tan bien y se identifican tanto con sus problemas que TODOS los concejales, alcaldes, diputados autonómicos viven en los mejores barrios residenciales de las ciudades más ricas (casi todas peperas) de la comunidad, no conozco ninguno que viva en barriadas llenas de inmigrantes y paro en Getafe, Parla o San Fernando.

    Resumiendo con una frase que como se puede comprobar (es muy buena) no es mia "100 años de honradez y 40 de vacaciones"... tratándose del psoe resulta que la parte verdadera es la más despreciable.

    ENJOY SOCIALISM

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  2. Es el modo, ser sociata, de prosperar sin dar clavo a poco que no seas tonto de remate, al igual que lo era ser del PNV en el País Vasco o ser pepero en Valladolid.

    Puro oportunismo. Pero los sociatas se llevan la palma de oro del caradurismo porque hacen y dicen a imitación de los antiguos clérigos : ser honestos VOSOTROS, que de todo lo demás ya nos ocuparemos nosotros.

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